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Entrevista con Armando Arce, Director General del Museo del Cine y Arte Audiovisual de Venezuela

«No hemos comenzado un proceso cultural de cambio contundente»

Fuentes: EncontrArte

  Armando Arce se ha paseado por las artes cinematográficas, las artes plásticas, la escultura, la pintura y el diseño gráfico. Posee amplia trayectoria en la enseñanza del cine animado. Estudió en la Escuela de Artes Cristóbal Rojas. En la década de los 60 abordó las artes plásticas. Durante los primeros años de los años […]

 

Armando Arce se ha paseado por las artes cinematográficas, las artes plásticas, la escultura, la pintura y el diseño gráfico. Posee amplia trayectoria en la enseñanza del cine animado. Estudió en la Escuela de Artes Cristóbal Rojas. En la década de los 60 abordó las artes plásticas. Durante los primeros años de los años 70 estudia en la Escuela Técnica de Dibujo y Arte de Caracas y en CEDIN cursa estudios en televisión educativa y fotografía.

Posteriormente se incorpora al trabajo de la televisión educativa. Participa en la realización de dos documentales dirigidos por el Profesor Antonio de las Rosas,»Instituto Oceanográfico de la Universidad de Oriente» y «Portuguesa, Futuro Abierto». Integra el Taller de Arte del pintor Régulo Pérez. Ha realizado numerosos cortos de animación, entre ellos destacan «Kariña» (1974), el renombrado «Manzanita» (1978) basado en el cuento de Julio Garmendia,»Wanady»(1981) y»El Sueño de los Hombres»(1986). Realizó también la película de ficción «Los Dolientes»(1979), fue asistente de dirección de la película «La Casa de Agua», de Jacobo Penzo, y de la película «Cubagua», de Michael New.

Es Director fundador del Departamento de Cine Animado de la Universidad de los Andes, estado Mérida, donde trabajó de 1976 a 1982. A finales de la década de los 90, su incesante búsqueda expresiva lo lleva al Taller de Tecnología de las Artes del Fuego de la Escuela Cándido Millán. Durante el período 2001-2002 profundiza sus conocimientos escultóricos en la Escuela de Arte Torpedo Factory, en Virginia, Estados Unidos. En 1993 funda el Instituto de Investigación del Arte Animado y Documental-IVAD ubicado en Chacao, estado Miranda. Fungió como Asesor para la creación del Departamento Audiovisual de la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en Washington, de 2002 a 2003. Desde 2006 es Asesor del proyecto»Escuela de animación» en Venezolana de Televisión-VTV. Así mismo, desde 2007 fue designado Director General del Museo del Cine y Arte Audiovisual, MUCAA, y es nombrado por el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía, CNAC, para la creación y fundación del Centro Nacional del Cine Animado CNCA.

Akaida Orozco: El Museo del Cine y el Arte Audiovisual nació por decreto presidencial hace tres años junto a otros ocho nuevos museos adscritos a la Fundación de Museos Nacionales. Cuénteme sobre las circunstancias entorno al nacimiento de esta institución en particular, ¿cuáles fueron las necesidades que motivaron su creación?

Armando Arce: La historia es más o menos así. Por razones personales -mi esposa es diplomática-, estuve seis años viviendo en Washington y allá fundé un Departamento Audiovisual en la Embajada de Venezuela en Estados Unidos, fueron otros tiempos, tiempos muy difíciles porque estaba apenas comenzando todo este proceso de transformación. Entonces, esos primeros años de consolidación del proceso revolucionario liderado por el presidente Chávez yo no estuve en Venezuela, cuando regresé fui llamado por Xavier Sarabia, actual presidente de la Cinemateca Nacional, quien le planteó al ministro Francisco Sesto la creación del Museo del Cine. Fui llamado con otros compañeros para la consolidación de ocho nuevos museos; eso fue en 2007. Yo siempre he pensado que un museo del cine es una necesidad, pero no una necesidad de guardar peroles sino un museo con otra concepción. Este tipo de museos no son nuevos, en otras partes del mundo existen pero aquí tienen la característica maravillosa de que están insertos dentro de un proceso revolucionario socialista. Más allá del decreto, la razón de ser del museo no tiene un fin capitalista, es un proyecto que hay que construir con la gente, es un museo comunitario, que enseña a participar, que recoge saberes, testifica.

A.O: ¿Qué importancia tiene en nuestro contexto actual la creación de un museo como este?

A.A: El cine es el elemento más palpable de la realidad que está sucediendo. El cine nos acompaña desde que nacemos, ahora el audiovisual, pero mi generación, por ejemplo, es cinematográfica, es la manera más directa que tenemos de recoger nuestras realidades. La participación del cine en los sucesos mundiales en el siglo XIX, el XX y en lo que va del siglo XXI ha sido tremenda, es un arte modelador de conciencias. El cine, además es compañero inseparable del registro, es lo que en su época fue la prensa con Guttemberg, es decir, el cine es en este momento parte de nuestra visión cotidiana, dentro de poco tendrá incluso olores incorporados. Entonces, este museo recogerá un poco la memoria de ese cine mundial sin demasiadas pretensiones porque no tenemos los objetos suficientes ni los recursos que eso ameritaría pero sí podemos hablar de un cine nuestro, de nuestra realidad latinoamericana.

A.O: No obstante, si partimos del nombre «Museo del Cine y el Arte Audiovisual», podríamos pensar que este proyecto es bastante ambicioso y abarcador… quizás habría que repensarse el nombre, hacer jornadas de consulta popular o incluso replantearse el enfoque, adaptarlo a los recursos que se tengan y a nuestra realidad.

A.A: Antes se llamaba sólo Museo del Cine pero ya estaba registrado ese nombre, que sin mirarlo mucho y sin darle tantas vueltas se refería a un lugar donde se guardaban peroles. Luego yo propuse agregarle Museo del Cine y el Arte Audiovisual porque así el museo no se limitaba sólo al cine. Es imposible hacer un museo del cine que no tenga en cuenta la museografía del arte audiovisual, todo el trabajo de los años 70, el advenimiento de la televisión a color, todo este proceso produjo una gran cantidad de géneros que son museables. Pero en todo caso más allá de lo que pueda generar un debate semántico sobre cómo debe ser llamado el museo, es la intención de lo que abarca el hecho de tener esos objetos allí. El mismo ministro Sesto decía que él quería ver los lentes del señor que hizo la película, y es verdad a la gente le gusta ver ese tipo de cosas, la primera cámara, etcétera. Quizás yo no tenga la cámara que usaron los hermanos Lumiére, podría reproducirla, tengo los documentos para hacerlo, y quizás sí es muy ambicioso ponerle Museo del Cine, ¡pero qué otro nombre le pongo! pasaría a ser otra cosa entonces. Yo creo que no es lo importante a discutir ahora, este es un sitio de preservación de imágenes y de objetos. Por otro lado hay que entender que este museo es creación de la Fundación de Museos Nacionales y esto implica ajustarse a cuestiones de carácter estatal que hay que cumplir. Sí podría darse un debate pero en estos momentos no es una cuestión de debate, ahorita debemos dedicarnos a fundar instituciones que puedan abarcar la preservación, la formación y la transmisión de valores.

A.O: Sí, aunque según entiendo con este proceso socialista se está tratando de instaurar una democracia participativa y protagónica donde los distintos actores sociales decidan y asuman la construcción y el rumbo de sus instituciones…

A.A: Bueno, la gente es quien va a determinar si le gusta o no el museo. Igualmente yo traté, en gran medida, de tener informada a la gente sobre cómo iba funcionando este museo. Se dio una gran discusión en Mérida -porque allá se iba a construir el museo- con relación a los espacios donde iba a estar ubicado, en esa discusión participaron 17 consejos comunales, allí se debatió y se terminó de perfilar este proyecto que está nacido de las necesidades colectivas, no como se creaban los museos en la cuarta república que estaban dedicados a la diversión y bueno, hasta cierto punto era una diversión que educaba… En el caso del Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber, las necesidades políticas determinaron que se le debía cambiar el nombre y así se hizo, pero todo a su tiempo, yo no creo que este museo vaya a contradecir este momento político si sigue llamándose así.

A.O: ¿Cuándo se inaugurará el Museo del Cine y el Arte Audiovisual y dónde quedará ubicado?

A.A: Teníamos previsto abrir para este semestre pero decidimos hacerlo para finales de este año 2010. Una de las cosas que se hablaron cuando se crearon estos museos fue el tema de la ubicación geográfica, queríamos que ninguno estuviese en Caracas, en eso yo estuve de acuerdo. Ya hay demasiados museos en Caracas, creo que hay suficientes espacios en otros estados del país para albergar estos museos. Recién creado el museo se pensó que podía estar en Mérida y realmente había muchísima receptividad. En aquel momento los propios directores nos pusimos a buscar los espacios para construir los museos pero ya el ministro dijo que nosotros no debíamos ocuparnos de eso. Luego la Cinemateca Nacional ofreció su espacio de Pampatar, en Margarita donde actualmente queda su cinemateca pero tampoco fue posible. Igualmente esa idea está allí, el espacio está a la orden y es posible que el museo se haga allá si tenemos el beneplácito del ministerio.

A.O: ¿Poseen alguna colección de objetos, de películas, de fotografías, de aparatos cinematográficos que formen parte de una futura exposición?

A.A: Nosotros ya tenemos un registro de elementos, tratando de apoyarnos también en lo que tiene la cinemateca. Hemos tratado de pensar en objetos para hacer una museografía fija con materiales que ya están en manos de la Cinemateca Nacional, es decir, pasarían a ser del Museo del Cine. Tenemos una colección de 500 afiches aproximadamente, de los cuales vamos a exponer 150 para la apertura, alrededor de 150 objetos diversos de escenografía y utilería -cámaras, moviolas, faroles-, de lo que significa la historia cinematográfica venezolana. Vamos a hacer también una exposición itinerante sobre cómo se hace una película de animación. Esa película ya se está haciendo desde el Centro Nacional de Cine Animado y pasaría a ser parte del museo; la película se llama «Ororo», es sobre la llegada de Cristóbal Colón al continente Americano.

A.O: Está muy en boga hablar de la construcción del museo vivo, una concepción distinta de lo que nos han mostrado hasta ahora los museos tradicionales. ¿Cómo asumen esta idea desde el Museo del Cine, con qué se encontrará el visitante?

A.A: Primero, este será un Museo del Cine comunitario, nuestro fuerte estará en la relación con las comunidades. Segundo, los objetos estarán allí para ser mostrados pero el museo debe ser sobre todas las cosas un taller de realización, es decir, un museo que sirva como taller de realización. Nosotros hemos trabajado con juguetes ópticos, por ejemplo, y creemos que la gente se puede vincular a la historia del cine a través de sus objetos cinematográficos primarios. Yo creo que este debe ser un trabajo muy relacionado con las comunidades y las escuelas bolivarianas. Que la gente se entere de la historia del cine haciendo cosas, aprendiendo efectos, grabando imágenes, conociendo el medio audiovisual. Es un museo del juego para aprender jugando. También habrá un centro de documentación donde las personas puedan investigar sobre el cine venezolano, donde los estudiantes puedan relacionarse, que los chamos vean las locaciones de las películas en maquetas, los barcos, los objetos, los trajes de los actores. Todo el museo tendría una visión didáctica; yo creo que debe haber diversión pero también aprendizaje.

Las formas de expresión contemporáneas no deben estar dictaminadas por nada, ni deben tener un patrón sagrado de cómo deben ser, las propuestas culturales deben estar abiertas. Hay muchos elementos que configuran un proceso político revolucionario.

A.O: ¿Ofrecen algún tipo de actividad formativa desde el museo?

A.A: Tenemos talleres de animación en plastilina y en papel recortado, charlas. Yo los dicto en cualquier parte del país donde me llamen. Ya llevo once talleres entre Maracaibo, Margarita, Yaracuy, Miranda, Puerto Ordaz, etcétera. Estos talleres los seguiré desarrollando junto con un equipo para la proyección del MUCAA en áreas comunitarias, en consejos comunales, en escuelas, es decir, la idea también es ir capacitando gente para que se pueda seguir enseñando animación.

A.O: ¿Como director del Museo del Cine y el Arte Audiovisual ha hecho alguna reflexión sobre los discursos que se están mostrando en nuestro cine venezolano, qué le podría decir a los noveles realizadores en ese sentido? Creo que ya es tiempo de que se construyan nuevas miradas cinematográficas que reflejen nuestras realidades locales, un discurso que compita con el discurso comercial del cine norteamericano…

A.A: Eso está allí, a menudo hay gente que dice que hay que rescatarlo pero yo peleo con esa palabrita, aquí todo está a la vista, no hay nada que rescatar, lo que pasa es que hay que hacerlo, hay que difundirlo. Las necesidades de lenguaje son básicas, las necesidades de expresión son las mismas, está el teatro, la danza, la música, una cantidad de expresiones que tienen que expresarse. Está en el aire, la gente está comunicándose cada vez más a través de medios audiovisuales, de los celulares. En los talleres populares que he dictado en diferentes barrios de Venezuela puedo ver que la gente está expresando otros valores que no son los de las películas quemadas, pero con razón nos tienen apabullados si esas películas valen dos, tres bolívares en la calle. Es decir, el proceso de cambio no es una cuestión de dinero, es una cuestión de valores, se da por un proceso educativo, cultural y aquí aún no hemos comenzado con un proceso cultural de cambio, como dice el presidente, aquí como para decir que hemos cambiado los parámetros del lenguaje. Estamos comenzando un proceso donde nos estamos planteando la reeducación como prioridad, hay que reeducar al país para que pueda tener otros parámetros. Es prematuro hacer un planteamiento del A,B,C del nuevo discurso y perdóname pero eso yo se lo dejo a los eruditos en comunicación semántica. Yo creo que hay que ponerle en frente a la gente los dos elementos, enseñarle, esto es lo que había y esto es lo que hay ahora. La gente yo creo que está harta de la violencia, de un lenguaje desgastado. Hay que educar y capacitar para que la gente pueda buscar un lenguaje con nuevos valores. Esa inserción dentro del proceso latinoamericano está dada, eso ya existe, el lenguaje transmitido a través de imágenes escritas, de imágenes visuales, es el lenguaje de la gente, el lenguaje del pueblo. Ahorita el problema no es estar pensando en un decálogo de un lenguaje diferente, la cultura está ahí y se está expresando. Lo importante es que este proceso de cambio de mentalidad comenzó y va a dar frutos, cambiar de una cultura elitesca y privilegiada a una cultura popular no se logra de la noche a la mañana, pasarán años pero ahí vamos y creo que vamos muy bien. Creo que ellos a lo que más le tienen miedo es a las expresiones populares, pueden hasta favorecer una invasión pero las expresiones populares los aterran. Es la batalla de las ideas, ya comenzó y nadie la detendrá.

A.O: ¿Tendrá el museo independencia y autonomía como para realizar sus propias películas?

A.A: Bueno, yo estoy abierto al debate pero yo no creo que el MUCAA vaya a ser un centro de realización cinematográfica, yo creo que más bien será un centro de enseñanza y de capacitación, para hacer películas están los entes encargados de eso. Si hay posibilidad de hacerlo, escucho propuestas y vemos qué podemos hacer.

A.O: Tengo entendido que han recibido capacitación, asesoramiento y apoyo tecnológico de países como Cuba y Corea, países con amplia experiencia y trayectoria cinematográfica, ¿cuáles fueron sus aportes específicamente para el Centro Nacional de Cine Animado?

A.A: Nosotros hemos tenido muchas promesas y muchas posibilidades de indagación, tuvimos la oportunidad de hacer contacto con Corea del Norte que tienen un centro de animación tremendo para que nos ayudara con el Centro Nacional de Cine Animado. El CENCA es un proyecto que nació primero que el MUCAA y también llevo adelante, quisiera consolidar estos dos proyectos, no me interesa hacer más películas. El CENCA pertenece a la Plataforma de Cine, es independiente del museo y surge por la presión que ejercimos un grupo de animadores desde hace años. Este centro está dentro de los convenios del ALBA; Cuba también lo firmó. Desde hace años ambos países estábamos luchando por tener un centro de animación pero nadie nos había parado, hasta ahora que este gobierno con este ministro lo está consolidando. Con Cuba firmamos un convenio de producción, pero por razones burocráticas y por todos los cambios políticos que se han sucedido no habíamos podido concretar nada. Ahora la Villa del Cine asumió las riendas del CENCA, ya hicimos el seguimiento que había que hacerle y estamos esperando para hacer la inauguración del centro con la realización de cinco micros de animación, ya están listas las maquetas. Luego pienso que deberíamos pasar estas maquetas al MUCAA, por eso de cierta forma están conectados, hay un proceso de integración del museo y del centro de animación.

A.O: ¿Dónde estará ubicado el Centro Nacional de Cine Animado?

A.A: Nosotros vamos a comenzar aquí en la mezzanina del Tejar de Parque Central, ya la Villa del Cine hizo su evaluación, trajeron un arquitecto para la inspección, hay que acondicionar y dotar de computadoras este espacio y comenzaremos la película aquí. Quiero que este sea un centro de formación en animación.

A.O: ¿En qué momento cree usted que se encuentra Venezuela en cuanto al nivel de los realizadores de cinematográficos en general?

A.A: Yo creo que hay un momento de explosión, la mecha se prendió y vamos pa’ lante, el candelero que se va a armar es fuerte porque al fin la gente está desmitificando el hecho cinematográfico, nunca se habían filmado tantos largometrajes en Venezuela como en este período, nunca antes el Estado había apoyado tanto la realización audiovisual. Quizás en este momento no veamos muchos resultados en cuanto a la variedad de películas pero es una generación que se está levantando y eso no se hace de la noche a la mañana. Mientras proliferen las escuelas de arte, las escuelas de cine y sobre todo los recursos económicos que faciliten la realización de películas vamos por buen camino.

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