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Una petición al festival de derechos humanos de Donostia y a las ONGs que lo respaldan

«No normalicen la ocupación y el apartheid»

Fuentes: Rebelión

Comunicado de la Gipuzkoako palestinaren aldeko plataforma

¿Se puede considerar etico, legal y lógico que asista regularmente a un festival de derechos humanos un país que los viola repetidamente e incumple las leyes internacionales?

Ante tales crímenes, el poeta israelí, Aharon Shabtai, escribe: «No creo que un Estado que mantiene una ocupación, que comete a diario crímenes contra civiles, merezca ser invitado a algún (evento) cultural…»

Quizas los responsables del festival no conocen las periódicas, documentadas y repetidas denuncias contra Israel del relator especial de la ONU Richard Falk y de las organizaciones de derechos humanos, pero es imposible que ignoren lo publicado en la pagina oficial del festival anunciando, dentro de las Actividades Paralelas de la IX edición del Festival de Cine y Derechos Humanos de San Sebastián, la Exposición fotográfica de Amnistía Internacional sobre la constante violacion de derechos humanos en los Territorios Ocupados Palestinos y el desastre humanitario provocado por el bloqueo de Israel en la franja de Gaza. Tanto en Cisjordania como en Jerusalén Oriental, se aplica una política de demoliciones de viviendas palestinas y de desalojos forzados, a la vez que se destruyen campos de cultivo, instalaciones de agua y otros bienes. También avanza la construcción ilegal de asentamientos israelíes y del muro de 700 kilómetros que discurre en su mayor parte dentro de territorio palestino….

Los bombardeos, la limitación de la libertad de circulación, los puestos de control, los desalojos forzados, las detenciones ilegales, la tortura o la falta de agua y de otros bienes esenciales forman parte de la vida cotidiana de la población que sufre el largo conflicto en esta zona del oriente próximo …

Como todo el mundo sabe, esa población -la palestina- no sufre un conflicto sino una ocupación (y un bloqueo, y ataques permanentes, y demolición de casas, etc.), con un claro rol de victima por parte de los palestinos, y un exhuberante rol de agresor y ocupante por parte de Israel.

A lo anterior hay que añadir algo no tan visible pero muy efectivo, como es la destrucción sistemática de las raíces culturales palestinas así como todo tipo de obstáculos para impedir su desarrollo actual. A la población palestina no sólo se le roba la tierra y el agua, también se le usurpa su historia y su cultura.

Quizás consideren que estamos mezclando cultura y política al solicitar que dejen de colaborar con Israel promocionando su cine, ya que este sirve como cortina de humo para esconder el Israel del apartheid, limpieza étnica y crímenes contra la humanidad y al mismo tiempo difunde la tramposa visión de Israel sobre el mal llamado conflicto palestino israeli, es decir, sobre la ocupación de Palestina.

Pero les recomendamos que analicen los abundantes documentos que demuestran como para Israel la cultura ha estado siempre al servicio de su política dedicando importantes recursos, desde el primer momento de la ocupación, a conseguir su doble objetivo: destruir sistemáticamente y de forma planificada las raíces culturales palestinas, y sustituirlas por la recién creada «multicultural y cosmopolita» cultura israelí, que se utiliza para legitimar a Israel ante el resto del mundo. Israel niega ademas la existencia histórica de una cultura judeo -árabe.

Nos gustaria recordarles un ejemplo reciente: en 2009 la UNESCO declaró Jerusalén Capital Cultural Árabe. Israel prohibió todos los actos. Se cancelaron las celebraciones que iban a tener lugar en toda la ciudad a lo largo del año para poner de relieve el papel histórico y cultural de Jerusalén en la sociedad palestina y más allá, y en ocasiones las fuerzas de seguridad israelíes llegaron a atacar físicamente en su continuo intento de ahogar toda expresión de identidad palestina en la ciudad ocupada.Esto quedó ya demostrado con la orden emitida por el Ministerio de Seguridad Interna de Israel, prohibiendo las celebraciones en Nazaret, y por la irrupción de soldados israelíes en Jerusalén para impedir el desarrollo de actividades y manifestaciones culturales.

También encontramos ejemplos ilustrativos en el mundo del cine. El cine juega un papel importante en el reconocimiento de la existencia de un pueblo, la difusión de ideas y valores, la construcción de una narrativa etc. Israel lo utiliza para crear una imagen positiva de sí mismo, alejada de los crímenes que habitualmente comete, y añadiendo una deshumanización de los palestinos y mostrándolos como violentos, atrasados y terroristas. Al mismo tiempo impide la creacion de una industria del cine palestina.

El israeli Eran Riklis, director de la película israelí que se proyecta este año en el el festival, asegura que nunca ha tenido problemas con sus películas porque «Israel es una democracia» pero para los directores palestinos es muy difícil encontrar productores y distribuidores y casi nunca consiguen los permisos oficiales para poder rodar. «Los israelíes no dan nunca permisos», recuerda Mai Masri, directora palestina. Annemarie Jacir salvó su película, La sal de este mar, gracias al respaldo del consulado francés, que sacó las grabaciones en maletas diplomáticas, pero le han prohibido volver a entrar en Palestina.

Mohamed Bakri con el documental Jenin, Jenin ganó el premio a la mejor película en el festival internacional de cine de Cartago en 2002 y el Premio Internacional de Cine Documental del Mediterráneo. Pero su film fue sometido a juicio y prohibido en Israel y otros países. A partir de entonces el actor y realizador sufrió una brutal persecución pública y ha sido denunciado por soldados israelíes que se consideran ofendidos por su película y piden 2,7 millones de euros por daños en su honor. Pocas posibilidades tienen los palestinos de considerarse ofendidos por nada, y menos de pedir dinero para restaurar los daños recibidos (sean por honor, físicos, psicologicos, o de cualquier naturaleza).

A pesar de todo la población palestina se las ingenia para continuar haciendo películas, por lo que la lucha de Israel se centra en impedir como sea que esas películas se difundan. Y hasta ahora lo va consiguiendo ya que el cine palestino es ignorado por este y otros muchos festivales de cine, asi como por las distribuidoras. Hasta hoy, en estos 9 años de vida del festival se han proyectado 10 películas de directores israelíes y dos cortos… y ninguna película palestina. Llama la atención que en un festival de derechos humanos que claramente denuncia como estos se violan en los lugares más remotos del planeta, nunca se haya proyectado una película sobre Gaza. De hecho,se está aplicando un evidente boicot al cine palestino y apoyando la politica cultural de Israel.

En esta edicción está programado un corto, Wajeh, subtitulado en euskera, que pertenece al proyecto de colaboración palestino-israelí Coffee – Between Reality and Imagination, largometraje que reúne diversos cortos realizados por cineastas de Palestina e Israel y rodados en ambos territorios.

Eso sí, como todos los años, no puede faltar una pelicula israelí. Según las noticias aparecidas en prensa, el festival prestará una especial atención a las víctimas del terrorismo con la proyección, entre otras del  «Viaje del director de recursos humanos» de Eran Riklis.

Esta película, tras recibir en Israel el Premio Ophir Awards 2010 , optaba en representación de Israel al oscar en la sección de mejor película de habla no inglesa. Además, recientemente se ha proyectado en la sección inaugural del FIC de Guadalajara (México), representando a Israel, país invitado esta edición.

En cuanto al contenido, versa sobre una empleada extranjera de la mayor panadería de Jerusalén que muere en un atentado suicida y nadie reclama el cuerpo, por lo que la empresa es acusada de indiferencia y negligencia. El director de recursos humanos será el encargado de enderezar la situación, para lo que deberá embarcarse en un complicado viaje desde las calles de Jerusalén hasta las heladas carreteras de Rumanía.

No se entiende muy bien porqué se incluye esta película dentro del apartado de víctimas del terrorismo ya que la causa de la muerte de la protagonista es algo accesorio para el desarrollo del film. Podría haber muerto por cualquier accidente, o de gripe, y el contenido de la película sería el mismo, ya que lo importante son las acusaciones a la empresa por ignorar su muerte y lo que ocurre durante el viaje a Rumania.

Pero el incluir un atentado les es útil para presentar una vez más a los palestinos como terroristas que atacan a víctimas inocentes, incluyendo a inmigrantes explotados. Y una vez dejado bien claro esto, nos metemos en una película llena de humanidad y de humor que nos demuestra como, a traves del conocimiento y el diálogo, las personas pueden mejorar sus relaciones y ellas mismas.

Es decir, mas que una película en defensa de los derechos humanos encajaría en una seccion de tragicomedia amable. La pelicula gira alrededor de una inmigrante rumana, pero no parece guardar relación tampoco con la denuncia de las violaciones de los derechos humanos de los inmigrantes por el estado de Israel, como puede ser la aprobación de la reciente ley para expulsar a niños nacidos en Israel de padres inmigrantes no judios, o los discursos y leyes racistas que justifican el que se les nieguen los derechos a los inmigrantes porque suponen un peligro demográfico para mantener Israel como estado judío.

Como afirma I. Pappe, quienes continúan difundiendo, con bastante frecuencia por ignorancia o por razones bastante más siniestras, la fábula de Israel como una sociedad culta occidental o como «la única democracia en Oriente Medio» no sólo están equivocados en relación a los hechos. Proporcionan inmunidad a una de las mayores atrocidades de nuestro tiempo. Algunos de ellos nos piden que dejemos la cultura fuera de nuestras acciones políticas. Este enfoque de la cultura y la vida académica israelí como entidades diferentes del ejército, la ocupación y la destrucción es moralmente corrupta y lógicamente caduca.

aceptando con normalidad las manifestaciones exteriores del estado Israelí estamos legitimando su política de ocupación, expulsión y discriminacion y transmitiéndole un mensaje de impunidad e indiferencia.

Ante la falta de respuesta de quienes deberían sancionar a Israel, para defender la legalidad y el cumplimiento de los derechos humanos, la campaña BDS surge en la sociedad civil, como un movimiento que visibiliza las estrategias de Israel para normalizar su situación en el mundo ocultando sus ataques continuos a los derechos humanos de los palestinos.

En apoyo a la campaña BDS , por las razones anteriormente expuestas consideramos que debería retirarse de esta edicción la pelicula de E. Riklis, y en su lugar proyectar «los niños de Arna» de Juliano Mer Khamis, palestino-israelí, como homenaje al director asesinado.

Entendemos que si Israel boicotea la celebración de Jerusalén como capital cultural (nominada por la UNESCO), la distribución y realización de películas palestinas, y hasta prohibe la celebración de la Nakba (o desastre del 1948 que conllevó la expulsión del 80% del pueblo palestino de su tierra), el Festival de Derechos Humanos de San Sebastián en un acto acorde con la defensa de estos derechos, deberia retirar la película que Israel presenta en el festival y sustituirla por una que nos muestre la realidad del pueblo palestino, ya que lamentablemente se han ganado el record de ser los más vulnerados del planeta, dado que ni un solo derecho de la carta fundacional se cumple si eres palestino.