Nuestra capital, Madrid, es la capital más endeudada de Europa. Su deuda supera a las de Barcelona, Sevilla y Valencia juntas. Posee 1.500 asesores (muchos de ellos no se sabe incluso sobre qué asesoran), 180 coches oficiales, cinco veces más personal que los ayuntamientos más grandes y representativos del mundo y un desprestigio completo frente […]
Nuestra capital, Madrid, es la capital más endeudada de Europa. Su deuda supera a las de Barcelona, Sevilla y Valencia juntas. Posee 1.500 asesores (muchos de ellos no se sabe incluso sobre qué asesoran), 180 coches oficiales, cinco veces más personal que los ayuntamientos más grandes y representativos del mundo y un desprestigio completo frente a las agencias de calificación de riesgos.
Solo en el centro de Madrid hay edificios públicos sin utilizar por valor de más de 500 millones de euros.
Pero Madrid ha gastado del erario público 500 millones de euros extra en una sede que es de las más suntuosas de los países occidentales (para uso oficial). Sin embargo, el 23% de madrileños vive por debajo del umbral de la pobreza, de los cuales 140.000 son niños/as.
España tiene un nivel de endeudamiento público y privado que ronda el 400% del PIB, el más elevado del mundo. Un dinero imposible de devolver.
El Banco Central Europeo sigue dando préstamos a las entidades financieras con los que estas están tapando sus cloacas, golferías especulativas y juegos de casino financiero. Este dinero hace que la deuda pública siga aumentando y a la economía real, la productiva, la de las empresas, la de los ciudadanos/as que trabajan, no se destina nada. No llega ni un solo euro. Es decir, se está destruyendo la economía real y se está alimentando la economía improductiva, la especulativa.
Según distintas fuentes, en nuestro país hay entre 30.000 a 40.000 coches oficiales.
Tenemos 450.000 políticos, cuatro veces más por habitante que la media de la Unión Europea.
Esos 450.000 políticos (que cobran mucho más que la media de un trabajador) propone, apoyan o asumen recetas de salarios de 400 euros, recortes en la educación, en la sanidad, en los servicios sociales, aumento de impuestos, tasas…y ninguno de ellos hace el más mínimo gesto por partir la baraja y salir de ese juego parlamentario criminal (que claramente no representa los intereses de la ciudadanía). Ninguno de ellos está dispuesto a servir a la población denunciando hasta sus últimas consecuencias (llegando a donde haya que llegar) el tumor que continua necrosando al país, expulsando a sus licenciados, condenando a más de la mitad de los jóvenes al «no horizonte» y haciendo que las personas mayores saboreen de nuevo un miedo que pensaban era parte del pasado.
Todo lo contrario; ocultan, mienten, falsean las cuentas, mantienen los privilegio de sus inversiones y un largo etcétera… para que el sistema no salte por los aires y los perpetradores no rocen si quiera, el suelo penitenciario.
Los inversionistas, las grandes fortunas, los clientes vip de la banca privada y la banca de inversión, los abultados ahorradores, etc., sacan el dinero del país por consejo (a puerta cerrada) de las propias entidades financieras. Prefieren tener ya sus riquezas fuera de España. Mientras, esos mismos banqueros almuerzan con los «representantes de más alto rango» del país, intentando proyectar una imagen mediática de patriotas, cuando en realidad son todo lo contrario.
Nuestra deuda supera el billón de euros, una cantidad que España no puede devolver (nuestro PIB en el primer trimestre de 2012 fue de 267.246 millones de euros).
Vamos a pagar 40.000 millones, solo en concepto de intereses, en los próximos meses los cuales tampoco podremos pagar aunque nos desmonten todos nuestros servicios. Y efectivamente este es uno de los trasfondos intencionales de todas estas confabulaciones.
Son los españoles los que vamos a tener que devolver todo el dinero que se está moviendo en toda esta orgía que está cubriendo de oro a las cúpulas políticas y financieras del país.
Nos introducen ahora, con toda la connivencia mediática, en la pantomima de un debate sobre una quita de la deuda (la cuál es inevitable, y en ello coinciden numerosas fuentes), dilatando la misma. Con el supuesto argumento de que esta no es deseable porque resta credibilidad a nuestro país, ocultando y mintiendo con toda sangre fría porque saben que, ni aun convirtiendo a España en un pueblo de esclavos podría hacerse frente al volumen de endeudamiento.
¡¡Pónganle etiqueta penal a esta extracción lenta de sangre que están realizando para que la víctima no se dé cuenta de que le están quitando la propia vida¡¡. Es un completo estado de corrupción, que paga incluso los silencios del Banco de España y otras instituciones para que no se desvelen los chanchullos.
JP Morgan establece en 350.000 millones de euros la ayuda que necesita España, y muchos consideran ya este dato como desfasado puesto que aparecen informaciones nuevas semana tras semana sobre la dimensión real de todas las facturas infladas, untadas e impagadas que se esconden en los cajones, así como el volumen de la toxicidad de los activos de los principales bancos-lacra del país (rastrear toda la basura de la tecnología e ingeniería financiera es una labor que requeriría las mentes de quienes son precisamente los artífices del robo).
Por todos es sabido que el rescate hace que crezcamos menos, pero esta es la fórmula utilizada. Los gobiernos venden el endeudamiento como la única opción posible para encubrir la auténtica naturaleza del crimen.
Y se proponen que creamos que nuestra deuda es cada vez más difícil de colocar solo para que no nos cuestionemos el entramado, deseemos ese endeudamiento a ciegas y nos lancemos a la oscuridad de aceptar pagar un interés cada vez mayor por esa colocación. Mantener solo un mes el pago de nuestra deuda a un 7%, como el que se ha alcanzado, es una suma multimillonaria de beneficios que, nuestro Congreso de los Diputados no quiere que se sepa a manos de quien va, por considerarlo una cuestión de «carácter reservado». Algo propio de delincuentes.
El adn de los prestamistas internacionales tiene como objetivo principal precisamente ese; adueñarse de los recursos y las riquezas de los países. De su producción y de su fuerza de trabajo. Disgregar a las naciones mientras ellos se congregan cada vez más para hacerse más fuertes.
Convertir la política económica de un país en «¡¡dinero para salvar la banca y dinero para pagar la deuda¡¡. Que esa sea la mayor prioridad por encima de todo lo demás. Y que la deuda que haya que pagar aumente cada vez más, haciendo a la gente cada vez más pobre y dependiente.
Quitarles todo a las personas que se agrupan bajo una identidad para quedárselos ellos. Vendernos el agua de nuestras fronteras, aplicándole coste, ganancia, impuestos, sobrecoste para el pago de deuda y…ni aun así, sentir el agua como nuestra.
De aquí a seis meses, a un año…miraremos hacia atrás y no nos creeremos de lo que estamos hablando. Tal y como hace un año se hacía impensable para la mayoría de la gente hablar de una situación como la que estamos viviendo.
Esa es la política de la que pretende alzarse como gran y todopoderosa nación frente a todas las demás. A las que hace débiles y esclavas.
La gran nación de las finanzas internacionales; con normas claras e inequívocas en sus fronteras, pedigrí de sus habitantes y poderosas armas para su defensa. Prestamos entre ellos casi sin interés y un pacto de honor y lealtad que harían sentir ridículo a los habitantes de cualquier otro país.
Juan Luís Rodríguez, [email protected]. Psicólogo, especialista en Psicología Clínica y de la Salud. Técnico Superior en Navegación, Pesca y Transporte Marítimo. Ex-asesor en los Gabinetes de las Consejerías de Asuntos Sociales y Consejería para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía. Colaborador de Attac Sevilla.
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