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Entrevista a Manuel Sosa, portavoz del Bloque de Izquierdas de Extremadura

«No pensamos en competir ni en debilitar a nadie, sino en fortalecer a la izquierda transformadora extremeña en su conjunto»

Fuentes: Rebelión

La noticia de la constitución de un nueva organización en el arco progresista extremeño ha despertado un notable interés en los medios de comunicación convencionales y alternativos de la región. El Bloque de Izquierdas de Extremadura se presenta en un momento complejo y ambivalente de la historia de la izquierda extremeña, marcado por el doble […]

La noticia de la constitución de un nueva organización en el arco progresista extremeño ha despertado un notable interés en los medios de comunicación convencionales y alternativos de la región. El Bloque de Izquierdas de Extremadura se presenta en un momento complejo y ambivalente de la historia de la izquierda extremeña, marcado por el doble signo de, por un lado, una creciente movilización de la izquierda social (que representa, aunque no completa, el activo movimiento contra el proyecto de refinería de petróleo en la comarca pacense de Tierra de Barros), y por otro, una importante crisis de la izquierda política, tras la desaparición de Izquierda Unida de la Asamblea de Extremadura y con una situación prolongadamente conflictiva en el seno de Izquierda Unida y del Partido Comunista de Extremadura.
No son pocas las preguntas que surgen en torno a esta nueva fuerza política, sus planteamientos y sus expectativas, en este complejo escenario extremeño. Algunas de ellas son las que aquí planteamos a Manuel Sosa, portavoz provisional del Bloque de Izquierdas, concejal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Badajoz y militante de amplia y significada trayectoria en las últimas décadas de la historia de la izquierda extremeña.

En primer lugar, compañero Manuel, quiero darte las gracias por atender estas cuestiones para los lectores de Rebelión. Lectores que gozarán, es posible suponer, de un muy variable conocimiento de nuestra historia política extremeña reciente. Por ello, antes de preguntarte sobre el Bloque de Izquierdas, me gustaría anteponer una reflexión sobre esa historia política extremeña reciente, que permita al lector de Rebelión aproximarse al marco en que esta nueva iniciativa política cobra cuerpo y aspira a tomar sentido. En esta línea, pidiéndote que hagas una síntesis quizás excesiva de un arco temporal tan amplio, ¿en qué términos describirías la evolución histórica de Extremadura y de sus izquierdas, desde la aprobación del primer Estatuto de Autonomía en 1983, hasta la actualidad, en vísperas de su inminente reforma?

Es muy difícil resumir 26 años de la historia reciente de Extremadura. Pero en términos generales podemos concluir, con los riesgos que implica una síntesis tan apretada, que la izquierda transformadora extremeña ha seguido en este tiempo un proceso similar a la izquierda transformadora de ámbito estatal. Si bien existe una peculiaridad, la que introduce el ejercicio populista del poder político que ha hecho [el ex-presidente autonómico Juan Carlos Rodríguez] Ibarra en esos 26 años, y que genera características específicas en Extremadura.

Tras la debacle electoral del PCE en las elecciones generales españolas de 1982, en Extremadura se reproduce miméticamente esa misma debacle en las elecciones autonómicas de 1983, en las que el PSOE e Ibarra obtienen su primera mayoría absoluta. Y a partir de ese momento, las organizaciones a la izquierda del PCE (léase PTE, ORT, MC, LCR, etc…) acaban disolviéndose como un azucarillo en la órbita de un PSOE que prometía el acceso a una vida cómoda y relajada mediante el reparto de cargos públicos. Esto explica que sólo una minoría de la militancia de estas organizaciones retomase su compromiso integrándose en el PCE. Hasta aquí, se trata de un proceso mimético del ocurrido, en el ámbito estatal, con esas mismas organizaciones de ese espacio político a la izquierda del PCE.

Sin embargo la característica diferencial extremeña reside en el populismo de Ibarra que, desde una gestión clientelar, elabora un discurso aparentemente de izquierdas, que luego emplea para amparar realizaciones políticas claramente conservadoras. No hay otra forma de explicar, por ejemplo, que la única expropiación de tierras realizada por la Junta de Extremadura en una zona eminentemente agrícola acabase sirviendo para enriquecer a la duquesa de Alba con una generosa compensación a cambio de unas pocas tierras improductivas. A despecho de esta realidad materialmente constatable, la puesta en escena de esta expropiación fue (por ambas partes, expropiados y expropiadores) simplemente un espejismo, basado en discursos aparentemente izquierdistas.

No olvidemos que la obsesión de Ibarra en Extremadura siempre fue el hacer imposible, por cualquier vía y por todos los medios a su alcance, el afianzamiento en la región de una izquierda transformadora sólida, que pudiera elaborar un discurso capaz de dejar al desnudo su populismo desideologizado.

Sin embargo, el nacimiento de IU despertó expectativas y generó ilusión en una izquierda dispersa en la región, como en el resto del ámbito estatal. Otra cosa más extensa sería analizar lo ocurrido desde entonces con IU-Extremadura, su lenta agonía hasta dejar de ser un instrumento útil para la clase trabajadora extremeña. Para comprender este proceso y la situación actual no tenemos que mirar sólo las acciones de los sucesivos gobiernos extremeños, por ejemplo rompiendo el grupo parlamentario de IU cuando Ibarra no dispuso de mayoría absoluta y necesitaba su apoyo en la Asamblea. También habría que analizar los errores propios que como organización hemos cometido en IU.

Y en este panorama, ¿por qué un nuevo partido político de izquierdas en Extremadura? ¿Qué es, cuándo, cómo y para qué nace el Bloque de Izquierdas de Extremadura? ¿En qué fase se encuentra ahora mismo este proyecto?

Algunos de nosotros llevamos tiempo militando en la izquierda  alternativa, y hemos visto y vivido cómo, desde la ilusión de los inicios, hemos ido pasando a la reproducción de viciadas concepciones orgánico-políticas de los antiguos partidos (la oligarquización, el culto a la personalidad, el burocratismo, la jerarquización…), vicios que no solo no hemos sido capaces de superar, sino que hemos acabado reproduciendo. Por eso es indiscutible la necesidad de un revulsivo político. Una revitalización necesaria que nos convierta, de nuevo, en una herramienta útil para la transformación social.

Pero el Bloque no nace con la idea de atomizar aun más la izquierda transformadora, sino todo lo contrario. Somos conscientes de la necesidad de nuevas aportaciones ideológicas, políticas, tácticas y estratégicas, y en resumen, de nuevas propuestas organizativas.

En cuanto a la fase en que se encuentra el proyecto ahora mismo, estamos ampliando la base social y la militancia de la izquierda transformadora. Por un lado, es cierto que no se exige la afiliación a IU de quien no lo desee, pudiendo optarse por una afiliación exclusivamente al Bloque. Pero no es menos cierto que los compañeros que, antes de iniciar este proyecto del Bloque, estábamos en IU, seguimos en IU. Es decir, el Bloque tiene que ser un lugar de encuentro sin imposiciones a su militancia. Con su crecimiento no pensamos en competir con nadie ni en debilitar a nadie, sino en fortalecer a la izquierda transformadora extremeña en su conjunto.

Ciertamente, el Bloque nace de algún modo «desde el interior» (no sé si esa es la expresión que tú emplearías) de Izquierda Unida de Extremadura, formación de la que tú mismo y otros promotores sois militantes, cargos políticos o representantes institucionales. No es ningún secreto que la situación de IU en la región es muy dura, debido a la pérdida de representación en la Asamblea extremeña y a la interminable sangría de electos municipales de los últimos años. Y por otro lado, el conflicto enquistado que desgarra a la vez a IU y al PCEx sigue sin hallar solución definitiva. Algunas voces han entendido esta iniciativa del Bloque en una clave muy interna a IU, en términos de nuevas cuotas y equilibrios de poder en la coalición con vistas a su Congreso regional del próximo curso. ¿Qué responderías a estos planteamientos?

Pues que no, que en ningún caso nos planteamos el Bloque como una operación política orientada hacia el interior de IU. De hecho, algunos de los que hemos iniciado este proceso somos militantes de IU, pero también hay otros compañeros que no lo son. Y desde luego el Bloque de Izquierdas no es un proyecto para ahondar aún más en esos conflictos internos de IU. Precisamente pretendemos demostrar todo lo contrario, es decir, que ya ha llegado el momento de superar estos procesos internos. Las históricas crisis de la izquierda en general, y de IU en particular, nos han ido llevando a esta situación agónica en la que estamos. O superamos esos procesos o seremos responsables del fracaso de la izquierda transformadora.

Consideramos este momento histórico que vivimos como la oportunidad de reconstruir una visión de izquierdas a partir de un ejercicio abierto, sin dogmatismos sectarios,  y como una oportunidad de desarrollar un trabajo profundo de renovación de formulaciones anteriores. Y para ello, nos reconocemos, sin complejos,  vinculados a las ideas y prácticas políticas que históricamente han tenido como objetivo fundamental la emancipación del ser humano. Afirmamos nuestro rechazo a cualquier  visión excluyente respecto de cualquiera de las formulaciones que históricamente han expresado esa pretensión emancipadora. Ese es el reto que nos planteamos: acabar definitivamente con la persecución interna del pensamiento divergente, asumiendo que el debate debe ser real y efectivamente abierto, sin dogmatismos ni sectarismos. Y en consecuencia, la idea es acercar a la izquierda transformadora a aquellos antagonistas dispersos, que estuvieron en IU o cerca de IU en algún momento y ahora no lo están, y también para acercarnos a esos nuevos antagonistas a los que IU no acaba de convencer lo suficiente como para comprometerse en una militancia en la coalición. Y para estos compañeros en concreto, el Bloque puede servir como escenario para propiciar una aproximación a IU. En todo caso, todas estas cuestiones deberán ser debatidas ampliamente en el primer Congreso que celebre el Bloque.

Por otro lado, el Bloque de Izquierdas extremeño tiene como referente expreso al Bloco de Esquerda portugués. Una referencia que también ha despertado algunas dudas, porque el Bloco es a la vez referente de Izquierda Anticapitalista, una nueva formación política estatal que viene de una corriente escindida de Izquierda Unida, que se presenta como polo de reagrupamiento para los descontentos de IU y como expresión electoral de una nueva fórmula de relación de la izquierda política con los movimientos sociales. Sin embargo, Izquierda Anticapitalista no se ha constituido en la región, lo que en cierto sentido deja «libre» ese espacio referencial en Extremadura… Todo ello dibuja un complejo triángulo amoroso, ¿no crees? ¿Es posible establecer una nueva relación con los movimientos sociales, con las demás organizaciones políticas de izquierdas, de un modo distinto al de IU, a la vez que desde dentro de IU?

No negamos la «proximidad» al Bloco de Esquerda portugués. En primer lugar una proximidad geográfica, que nos ha permitido ir conociéndonos. De este contacto transfronterizo vienen, por ejemplo, las distintas acciones que el Bloco ha realizado en Europa con relación al proyecto de refinería de Tierra de Barros. Sin embargo, creo que el enfoque de tu pregunta nos retrotrae a situaciones que desde el Bloque de Izquierdas queremos superar. Que Izquierda Anticapitalista viene de una escisión de IU y es un competidor electoral de IU no puede negarse. Pero tenemos que abordar nuevos enfoques, la forma de abordar esta cuestión debe ser diferente. Es decir, si en Extremadura no ha cuajado Izquierda Anticapitalista puede tener alguna relación con la aparición del Bloque, pero en ningún caso nuestra pretensión es neutralizar, aislar o marginar a esa otra izquierda. Al contrario, nuestro proyecto, como ya he dicho, no es atomizar más las alternativas al sistema, sino contribuir a superar rencillas y debates estériles para acabar aglutinando a todos esos antagonistas dispersos. No negamos nuestra intención de recuperar todo lo perdido, en y desde IU.

En cuanto a la relación con los movimientos sociales, en Extremadura es un asunto muy peculiar y en algunos aspectos diferenciado respecto de otros territorios del Estado. En Extremadura la gran mayoría de estos movimientos son agentes subvencionados, y por ello prudentemente silenciosos para evitar una crítica real al poder regional. Es curioso que ciertas ONG, que en el ámbito estatal son combativas con el poder, aquí en Extremadura mantengan silencios cómplices para evitar la pérdida de subvenciones. Por poner un ejemplo, ¿qué explicación tienen el silencio o la crítica «amable», según los casos, que estas ONG mantienen frente al poder político regional que no acaba de asumir el 0’7% para la cooperación al desarrollo? ¿Por qué en Extremadura la carga de la crítica sólo la dirigen estas ONG hacia las administraciones locales gobernadas por el PP? Estoy convencido de que la mayoría de estas organizaciones deberían leer un poco más a James Petras, y abrir un debate amplio sobre su función y sus objetivos.

El Partido Socialista extremeño ocupa el poder autonómico ininterrumpidamente desde 1983, creándose una situación política que algunos comentaristas han definido más bien como «régimen» que como «gobierno». Sin duda que esto marca una situación diferencial respecto a otros territorios del Estado español, y hace igualmente diferencial la reflexión sobre las relaciones entre la izquierda radical y la socialdemocracia. No faltan los ejemplos (la refinería de Tierra de Barros o la renovación de licencia de la central nuclear de Almaraz serían algunos de los más descollantes, pero hay muchos más) de fuerte enfrentamiento entre el PSOE y la fuerzas situadas a su izquierda en la región, en la que el PP no parece ser todavía una alternativa factible de gobierno aunque haya arañado importantes parcelas de poder en el ámbito local. ¿En qué serán iguales y en qué serán diferentes la posición y la estrategia del Bloque y de IU respecto del PSOE, las instituciones que gobierna, sus bases y su electorado?

Empezando por la estrategia, habría que reconsiderar algunas cuestiones de tipo electoral.

En primer lugar, ¿cómo actuar ante la recurrente llamada del PSOE al «voto útil» en los procesos electorales? Ciertamente esta es una cuestión de vital importancia. Hasta ahora, en la historia electoral de Extremadura, y yo diría que del Estado en su conjunto, hemos sido incapaces de transmitir a la ciudadanía que ese supuesto «voto útil» siempre ha acabado revelándose, una vez concluidos los procesos electorales, como «el voto más inútil». Inútil porque, aunque haya servido históricamente para frenar el avance del PP, ese voto de izquierdas acaparado por el PSOE siempre acaba sirviendo para amparar la imposición de programas políticos conservadores.

En segundo lugar, y ligado con lo anterior, considero que, independientemente de la opinión ideológica que nos merezca el PSOE como organización, debemos reconocer la realidad de que, mediante este recurso del llamamiento al voto útil, el PSOE retiene como rehenes a una porción significativa de ciudadanos y electores que sí son, en un mayor o menor grado, de izquierdas.

Por tanto, la estrategia debería elaborarse a partir de estos datos objetivos, abandonando los tradicionales complejos que hemos tenido ante esta cuestión. Demostrando a esa base social y electoral progresista que, desde el espacio ideológico y programático situado a la izquierda del PSOE, somos capaces de ilusionarles, de abordar un proyecto con solidez, de plantear alternativas creibles y eficaces para la transformación social.

En cuanto a en qué se parecerán o diferirán el Bloque e IU en su relación con el PSOE, la respuesta está en un clásico: las coincidencias o no con el PSOE sólo cabe analizarlas desde las propuestas programáticas. No entiendo la política como el arte de la realización de componendas, dirigidas exclusivamente a una mayor aproximación de ámbitos de poder. Sencillamente porque, desde la izquierda transformadora, el poder sólo tiene un fin posible: la elaboración de políticas para la transformación social. Lo demás son cantos de sirena o puestas en escenas vacías de contenido, que sólo sirven como herramienta dirigida a «engatusar» a los ciudadanos. Son estas prácticas las que que acaban provocando el desencanto de los ciudadanos con la política.

Es evidente que estamos ante un momento de repunte de las movilizaciones sociales en Extremadura, especialmente las de temática medioambiental. Pero se trata de un repunte muy problemático. Por ejemplo, parece evidente que existe un «paralelismo negativo» entre el crecimiento de estas movilizaciones sociales y la pérdida de votos y militancia de IU, algo que quedó muy patente en las últimas elecciones autonómicas, en las que el rechazo a la refinería fue parte central de la campaña de IU y que sin embargo se saldaron con un sonado fracaso. De hecho, en algunas de estas movilizaciones ecologistas la derecha política y sociológica tiene una notable presencia. ¿Qué puede aportar de nuevo el Bloque en esta cuestión abierta de la relación de la izquierda política con los movimientos sociales extremeños?

El análisis del asunto de la refinería, y del respaldo social y político prestado por IU a los movimientos ecologistas implicados en este conflicto, debería haberse realizado desde datos más objetivos, y no desde posiciones voluntaristas y soñadoras. Y si seguimos negando que el movimiento ecologista de Extremadura es, salvo honrosas excepciones, débil, nuestros análisis no seran rigurosos sino irreales.

La implicación de la izquierda política en la movilización ecologista debe ser amplia, no restringida a situaciones concretas que surgen en momentos concretos, sino sostenida en el tiempo, desarrollada a partir de un análisis global y mediante una actuación práctica coherente con ese análisis. No actuar de ese modo ha sido nuestro error. En Extremadura el movimiento ecologista serio, que es al que nos referimos y el que nos interesa, es muy minoritario. Y el gran espejismo ha sido creer que contra la refinería era posible la coincidencia con la derecha agrícola, soslayando que esa derecha sólo se ha movido en este asunto por intereses muy específicos, sin más criterio ecológico que defender «lo suyo». Esa derecha agrícola habría aceptado sin pudor que la refinería fuera reubicada en otra zona alejada de sus intereses productivos. Pensar que con tales apoyos IU iba a crecer electoralmente ha sido sólo una quimera.

Pero el desastre electoral de las últimas elecciones autonómicas obedece tambien a otras causas. ¿Cuándo vamos a aprender que el electorado de izquierdas está harto de ver cómo nos descuartizamos en estériles luchas internas, provocando la sensación de que somos incapaces de presentar una alternativa y un compromiso creibles? ¿Qué resultados podríamos esperar cuando la mitad de la organización hizo en las pasadas elecciones autonómicas una campaña encubierta pidiendo castigar a IU no votando a sus candidatos a la Asamblea de Extremadura?

En los últimos tiempos, si bien es verdad que de forma muy circunscrita a la esfera pública extremeña más alternativa, el debate sobre la cuestión nacional extremeña parece estar cobrando nuevo interés. Para muchos lectores de Rebelión quizás sea desconocida esa componente ideológica nacionalista del movimiento extremeño, que sin embargo tuvo cierta importancia en el período preautonómico y en el marco de las grandes movilizaciones sociales de los años 70 y 80, como las luchas por la reforma agraria y contra la central nuclear de Valdecaballeros. Me gustaría conocer en qué medida esta cuestión nacional extremeña está presente en la agenda de preocupaciones del Bloque y, si lo consideras oportuno y pertinente, cuál es tu posición personal al respecto.

Indiscutiblemente la cuestión nacional extremeña es un asunto para el debate. Sin embargo quiero recordar que, en sus comienzos, las diversas posiciones nacionalistas nacieron alentadas por la burguesía del siglo XIX, para utilizarlas como herramienta adecuada a sus intereses económicos. Mientras eso ocurría, la izquierda adoptaba una posición internacionalista. No pretendo rehuír el debate, pero creo que estamos obligados a recuperar esa concreción ideológica internacionalista, sin que ello suponga negar las realidades diferenciadas de las diversas comunidades. Pero hay una cuestión histórica que ultimamente se silencia: cuando estudiamos como en el siglo XIX, durante el reinado de Isabel II, se realizó la demarcación definitiva de lo que hoy es Extremadura, resulta curioso descubrir que los diputados provinciales de Badajoz fueron a Madrid a reclamar su inclusión en Andalucía, mientras los diputados provinciales de Cáceres debatían si los cacereños eran o no eran castellanos. De esto hace escasamente un siglo. Solo es un apunte histórico, pero creo que resulta muy revelador.

Ante este asunto de la cuestión nacional extremeña, todos los implicados en estos primeros pasos del Bloque de Izquierdas de Extremadura hemos acordado aplazar el debate, para que pueda desarrollarse de un modo mucho más amplio y menos apresurado. Por eso esta discusión se ha pospuesto a la celebración de nuestro primer Congreso.

En todo caso creo que podría conjugarse esta cuestión con el relanzamiento del pensamiento internacionalista. No creo que sean totalmente incompatibles, sino que al contrario, podrían ser elementos complementarios si se enfocan adecuadamente.

Muchas gracias por tu tiempo y tus respuestas, compañero Manuel. Si quieres añadir algo más…

Tan sólo agradecer a los compañeros y compañeras de Rebelión el que hayan prestado su atención a este proyecto del Bloque de Izquierdas, y lanzar desde Extremadura un saludo solidario a sus muchos miles de lectores en todo el mundo.

Manuel Sosa: http://manolososa.blogspot.com

Jónatham F. Moriche: http://jfmoriche.blogspot.com