«La guerra es una vergüenza para Colombia. ¡Negociación política del conflicto, ya!»
La última semana de noviembre se realiza la Jornada Internacional por la eliminación de la violencia contra las mujeres. «La guerra es una vergüenza para Colombia… Las mujeres somos doblemente víctimas de la violencia generalizada», enfatiza Alejandra Miller Restrepo iniciando esta entrevista. Dirigente de la Ruta Pacífica en la región del Cauca -suroccidente del país- Miller Restrepo es economista y politicóloga. Participa en Suiza junto con su colega campesina Melania Gurrute Sánchez de una campaña de información que se prolonga hasta el próximo 4 de diciembre. La misma es organizada por SUIPPCOL (Programa Suizo para la Promoción de la Paz y el reforzamiento de la sociedad civil en Colombia), e incluye actividades públicas en once ciudades; encuentros con parlamentarias, dirigentes políticos nacionales y funcionarios de las Naciones Unidas /Ginebra encargados de los derechos humanos.
P : ¿Cuál es el motivo de vuestra presencia en Europa?
Alejandra Miller Restrepo: Establecer un puente simbólico entre la gran movilización que se realizará en Bogotá promovida por la Ruta Pacífica, y las acciones en Suiza y en Europa a favor de eliminar la violencia contra las mujeres.
En el caso de Colombia, serán miles de mujeres que se movilizarán a partir de este 25 de noviembre con una consigna muy clara: «¡Todas y todos a la mesa¨! ¡Negociación política del conflicto, ya!»
P: Algunas voces en Colombia insisten, sin embargo, en la resolución militar de dicho conflicto. ¿Cómo se explican dos visiones tan radicalmente diferentes?
R: Hay una realidad contundente. Llevamos ya 60 años de guerra – con algunos procesos de paz fallidos-. Todo esto producto de una falta de real de compromiso y voluntad política de las partes. La historia nos prueba que sin negociación ese conflicto no va a ser resuelto. A pesar de la promesa de este Gobierno de acabar con la guerrilla por la vía militar, ésta se ha fortalecido en los últimos tiempos en algunas regiones, particularmente en el sur. Lo que indica que la vía militar no logró su cometido de acabar con la guerra. Nosotros, las mujeres, Ruta Pacífica e importantes sectores del país estamos convencidos que la única opción es la negociación. Y evitar así que toda la nación, pero particularmente las mujeres, sigamos padeciendo los efectos dramáticos de la confrontación bélica. Que ha provocado 4 millones de desplazados y 70 mil muertos en los últimos 20 años.
P: ¿Cómo sintetizaría los ejes de trabajo de la Ruta Pacífica?
R: Los tres pilares de nuestra acción son: la formación política en el sentido más amplio, considerando que todo lo que el ser humano vive es político y considerando que las injusticias cotidianas que sufrimos las mujeres a causa del conflicto, y también a nivel doméstico, son también política. Formación política significa tomar conciencia de nuestra situación, entender la importancia de nuestro cuerpo como espacio más frágil de esa violencia, apropiarnos del mismo, defenderlo, protegerlo.
Resultado de eso, un segundo aspecto es la movilización contra la guerra y por nuestros derechos. El tercero, la incidencia para que todos, incluso el Estado y la comunidad internacional, den pasos para cambiar esta realidad.
P: La Ruta Pacífica tiene una relación muy estrecha con Suiza…
R: Suiza es para nosotras un país de enorme significación. Hace 10 años, SUIPPCOL, creyó en nuestra visión y en nuestra práctica. Y comenzó a brindarnos su solidaridad integral para que podamos avanzar en nuestro trabajo. Sentimos que ese apoyo es ejemplar. Una solidaridad sin límites y un respaldo político esencial para nuestra propuesta.
P: ¿Esa solidaridad ha tenido un impacto significativo en esta década?
R: Sin duda. Nos ha fortalecido. Sin olvidar un aspecto que es clave: el tema de la protección. El acompañamiento de la sociedad civil internacional reduce el costo político que pudieran hacernos pagar los actores del conflicto. Especialmente a las mujeres que estamos promoviendo este proceso de liderazgo en nuestro país.
Insisto: respaldo político; acompañamiento y protección; y esperamos, una presión creciente hacia el Gobierno colombiano. Para que reconozca la existencia de una guerra. Y, en segundo lugar, para que acepte sentarse a negociar con los actores armados, como única salida posible para este conflicto.
P: ¿Su mensaje a la comunidad internacional?
R: Algo fundamental: incidir ante el Gobierno colombiano para un cambio de rumbo. Presión internacional para hacer avanzar la negociación política en nuestro país. Y continuar la solidaridad y el acompañamiento de nosotras, de nuestras organizaciones de base, para que podamos seguir dando la pelea por nuestros derechos y a favor de una paz digna. No queremos una guerra que nos mate ni una paz que nos someta.
Sergio Ferrari. Colaboración E-CHANGER, ONG suiza de cooperación solidaria
Contra el reclutamiento forzado
Melania Gurrute Sánchez es una c ampesina del Departamento del Cauca. Su testimonio es desgarrador. «Un día llegó un grupo de armados a mi casa en el pueblo rural donde vivíamos. Y se llevaron por la fuerza a mi hija que tenía entonces 15 años. Seguí las pistas del grupo llevando conmigo a mis otros dos hijos pequeños. Caminamos varias jornadas por veredas perdidas. Hasta que dimos con el campamento donde tenían a mi hija. No me querían dejar verla. Me amenazaron. Insistí que si no la recuperaba de ahí no me movía. Que si querían me mataran pero no me iba. Al final el comandante del grupo aceptó entregármela. Había sido violada. Lo que ella vivió no se lo puede sacar de la cabeza. Muchas veces está muy mal. Una vivencia terrible para todos nosotros» (SFi)
La Ruta Pacífica
La Ruta Pacífica de Mujeres se define como un movimiento feminista y pacifista.
Su accionar político, cultural y social está dirigido a fortalecer la visión feminista del pacifismo, la no-violencia y las resistencias civiles.
Promueve la inclusión de las propuestas políticas y sociales de las mujeres colombianas en el debate nacional.
Para la Ruta, el feminismo es una postura ético política, pacifista, anti guerrerista, no-violenta, a través de la cual se impulsan transformaciones en lo público y lo privado que contribuyen a la construcción de la paz y la justicia social en Colombia.
Coparte de larga data de SUIPPCOL, programa a favor de la paz en Colombia, sostenido por el Gobierno suizo e integrado por diez ONG helvéticas activamente presentes en ese país sudamericano.
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