«¡No te mueras nunca!», dicen en Argentina cuando alguien es demasiado grande, demasiado necesario, demasiado importante como para perderlo. Demasiado grave sería que deje de hacer lo que hace, o de ser como es. «¡No te mueras nunca!», es el grito para los personajes de la cultura popular, de la música, del tango, del fútbol, […]
«¡No te mueras nunca!», dicen en Argentina cuando alguien es demasiado grande, demasiado necesario, demasiado importante como para perderlo. Demasiado grave sería que deje de hacer lo que hace, o de ser como es.
«¡No te mueras nunca!», es el grito para los personajes de la cultura popular, de la música, del tango, del fútbol, que son, ante todo y sobre todo, necesarios.
La negra Mercedes, la cantora entre todas las cantoras, la voz latinoamericana de décadas, escuchó miles de veces ese grito partir de multitudes emocionadas aquí y allá, de este lado y del otro lado de todos los océanos y los mares.
Lo escuchó en 1983, cuando regresó a su Argentina desde el exilio impuesto por la dictadura, y llenó 13 veces el teatro Ópera de la ciudad de Buenos Aires, convirtiéndose ella misma y su regreso en un ícono de la recuperación democrática.
Después, su música de ayer y hoy fueron siempre bandera de cambio, de lucha, de reivindicación y de resistencia en toda América Latina.
Y mientras la vida pasaba y a las peleas de siempre se sumaban otras nuevas y se recuperaban otras pendientes, a la Negra le pidieron -le pedimos- cientos de veces que no se muera nunca, que desafiara lo inexorable y se quedara con nosotros. Y no por egoísmo, no. Se lo pedimos por necesidad.
Por la necesidad de escuchar el próximo CD, como el que salió hace poco, doble y con invitados, «Cantora», una dulce y definitiva apropiación de melodías que, tamizadas por la voz entrañable de la Negra, serán para siempre «esa canción que canta Mercedes Sosa». Y listo.
Y es que como Gardel, que cada día canta mejor, o como Maradona, al que cada día le sale más lindo el gol aquel a los ingleses, la Negra nunca va a dejar de cantar. Nunca va a dejar de emocionar.
Porque, vamos a decirlo, de Mercedes no se podrá hablar nunca en pasado.
Porque la Negra no se va a morir nunca.