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Entrevista a la escritora y directora de la Biblioteca Nacional Rosa Regás. Las mujeres y la política en España

«No todas las mujeres son Condoleezza Rice o Thatcher»

Fuentes: Página 12

«Siempre intentamos solucionar los problemas sin sangre, con la palabra, con el trato, con la comprensión», argumenta la escritora, que hace una pintura de la tensión existente en España respecto de las leyes de igualdad que impulsó Zapatero.

Madrid está crispada. Los franquistas han salido del armario con una actitud beligerante que mete miedo. Aunque el resto de España, obvio, ni se entera de las convulsiones orquestadas por la derecha que agitan los ánimos de los madrileños. Lo cuenta la escritora catalana y directora de la Biblioteca Nacional de España, Rosa Regàs. Llegó a la Argentina, invitada por el Centro Cultural de España (Cceba) para dar una conferencia dentro del ciclo Un Mundo Nuevo es Posible, en el que se analizó la participación de las mujeres en todos los niveles profesionales y en el mundo de la política. Nadie mejor que la autora de La canción de Dorotea -una de las primeras en alzar la voz contra el gobierno de Aznar, cuando la mayoría de los españoles se relamía con el confort económico que les ofrecía la derecha- para reflexionar sobre la inclusión de las mujeres y la encarnizada oposición del Partido Popular contra las políticas del presidente José Luis Rodríguez Zapatero. No es fácil superar los traumas del pasado. Las herencias, aunque hayan sido derrotadas políticamente, se reciclan. «La II República nos dio el voto a las mujeres, estábamos transitando en el camino a la igualdad hasta que vino el golpe de Estado del general Franco, que durante cuarenta años nos sumergió en la más tenebrosa de las oscuridades», dice Regàs en la entrevista con Página/12.

La escritora es optimista respecto del avance de los derechos de la mujer. «Tenemos leyes que nos amparan, y a pesar de que la sociedad no ha cambiado, las cosas van mejor. Las mujeres de todo el mundo hemos emprendido una revolución silenciosa, que no tiene líderes y que va a romper las bases mismas de la sociedad», señala Regàs. «Es una revolución que no es violenta, y que está claro que la vamos a ganar, porque ya somos cientos de miles de millones de mujeres que hemos entendido que la libertad sexual y económica son fundamentales para la igualdad.»

-¿La política sigue siendo todavía un ámbito de difícil acceso?

-Sí, tal vez por muchas razones. En primer lugar no olvidemos que sigue habiendo ese «techo de cristal», un lugar que nos cuesta muchísimo traspasar porque está dominado por los hombres que, educados en el machismo más cerril, ven a las mujeres sólo como madres, esposas, prostitutas, sirvientas o hijas, pero nunca como iguales. Parece que les da grima (asco, repulsión) que la mujer comparta con ellos la actividad política. Los hombres tienen prurito de llegar agotados a la casa a las diez de la noche, pero las mujeres no quieren dedicarse sólo a la política. No están dispuestas a este brutal sacrificio que los hombres hacen de otra manera. Como dice la hija de una amiga mía: «Claro que los hombres hacen bien lo que hacen, pero sólo hacen una cosa» (risas). La mitad de los ministerios en España está ocupado por mujeres. La ley de igualdad exige esta paridad. El gobierno pide que esta paridad se extienda también a los cargos inferiores, como subdirecciones, secretarías de Estado y demás personas que trabajan en la administración pública. Y también se aconseja que lo adopten las empresas.

-¿Cuáles son los aportes más significativos que realizan las mujeres cuando ingresan al mundo de la política?

-Siempre intentamos solucionar los problemas sin sangre, con la palabra, con el trato, con la comprensión, con lo que sea. Los hombres no sólo han sido los protagonistas de los grandes genocidios de la historia, sino que han llevado a cabo guerras injustas como las de Irak, donde inventaron todas las mentiras que pudieron. Claro que después ha continuado una mujer, Condoleezza Rice, pero también sabemos que no todas las mujeres son como Condoleezza o Margaret Thatcher. Las mujeres, que hemos sido perseguidas a lo largo de toda la historia, sabemos solucionar los problemas intentando buscar otros caminos menos cruentos.

-¿Esta tendencia a resolver los conflictos sin sangre es propia de la condición femenina?

-No es propio de la condición femenina como tal, es propio de la educación que hemos recibido las mujeres que, al haber estado sometidas durante toda nuestra historia, es natural que seamos más conscientes y más conciliadoras, porque sabemos lo que es estar perseguidas; sabemos lo que es sufrir en silencio todas las mentiras que nos han dicho.

-Los hombres, que suelen tomar como paradigmas a Condoleezza Rice o Margaret Thatcher, señalan que las mujeres que ingresan en la política compiten a la par del hombre, que se «masculinizan».

-Sólo critican esto, es cierto que hay muchas mujeres que creen que para estar en igualdad de condiciones tienen que copiar las actitudes machistas. Y lo hacen. Pero nadie habla del gobierno que hubo en Noruega completamente de mujeres, que introdujeron todos los cambios sociales importantes que hay en el mundo de la mujer de Noruega y que está a años luz de cualquier otro país de Europa.

-Sin embargo, España, que siempre se la vio culturalmente más atrasada respecto de otros países europeos, hoy tiene las leyes más progresistas, como el matrimonio gay.

-Sí, y esto es lo que le molesta a la extrema derecha. Como dice una amiga mía, España tiene franquistas que han salido del armario y que ya no les da vergüenza decir que son franquistas. Somos el único país de Europa que no tiene un partido de extrema derecha, porque la extrema derecha y la derecha están en el Partido Popular. El odio que esta extrema derecha tiene al presidente Zapatero no es porque no ha ganado las elecciones, sino porque con todas las leyes sociales, de igualdad, de derechos humanos, está desterrando lo que queda del franquismo en el cuerpo de la sociedad española.

-¿Cómo evalúa el modo en que reaccionó la ciudadanía por el beneficio de prisión domiciliaria que recibió el etarra De Juana Chaos?

-Este señor había sido condenado en primera instancia por una serie de asesinatos. Fue el Partido Popular, cuando estaba en el gobierno, el que le rebajó la condena y lo soltó a la calle. Pero durante la época de Zapatero volvió a ser condenado por un artículo que escribió. Un grupo de jueces dijo que era excesiva esa condena y la redujo a tres años. De Juana Chaos hizo una huelga de hambre, que duró más de cien días, y cuando estaba a punto de morir se lo benefició con la prisión domiciliaria. Entonces, el Partido Popular, que está enfadado por todo, aprovechó la ocasión para montar una manifestación, con la ayuda de la Iglesia Católica, que es la más anticuada de la historia de la humanidad. Y salieron a la calle e hicieron lo que tienen que hacer, lo que hace siempre la extrema derecha: crear la inquietud. Dicen que una mentira dicha varias veces se convierte en verdad. Ellos no dicen nunca que el ex presidente Aznar perdonó cantidades de condenas a los etarras. Ellos manejan los diarios El Mundo y el ABC y por lo tanto repiten sus mentiras hasta la saciedad.

-Más allá de esta manipulación, el conflicto con ETA sigue siendo una cuenta pendiente que tiene España, ¿no?

-España tiene varias cuentas pendientes, la ETA no es la única. Somos un país que hemos tenido una historia de monarquías absolutas y de dictaduras brutales. Y llevamos treinta años de democracia; no somos Francia, que lleva doscientos cincuenta años de democracia, o Inglaterra, con ochocientos años. Somos un país democráticamente muy joven y tenemos que aprender muchas cosas, entre otras a ser demócratas. Y eso se aprende en las escuelas, pero también en el día a día de la vida pública. La oposición no está teniendo una actitud democrática; en este momento está excitando a la gente para que echen a Zapatero de la Moncloa, cuando ha sido votado por el pueblo español y, según la Constitución española, sólo tiene que dejar de ser presidente si así lo deciden las cortes del país. Son los métodos que ellos usan y que contribuyen a la crispación. Vamos a tener elecciones en los ayuntamientos y en las comunidades autónomas en el mes de mayo y veremos qué pasa.

-¿Cree que puede ganar el PP esas elecciones?

-No tengo idea porque no sé la capacidad de poder que tiene la extrema derecha, que la he sufrido durante toda mi vida. Pero no quiero ni pensar lo que podría pasar si ganaran esas elecciones…

Regàs padeció y sigue padeciendo los ataques de la derecha. «Un periodista del ABC, Jesús García Calero, se la tomó conmigo y me acusó de tener choferes, de que me había ido de vacaciones con mis hijos y mis nietos con dinero de la Biblioteca Nacional, me acusó de no hacer nada. En fin… fui al Congreso a explicar lo que había hecho en la Biblioteca, pero no les sirvió de nada, porque siguieron atacándome y decían que yo maltrataba a la gente de la Biblioteca», recuerda la escritora. «El modo de actuar de la oposición consiste en atacar, en mentir y en manipular la información. Cuando el Patronato hizo una declaración unánime y sin fisuras en defensa de mi gestión en la Biblioteca, dejaron de atacarme, pero pueden volver mañana, porque se meten con toda persona que ha sido nombrada por el presidente Zapatero. El odio de verdad lo tienen contra Zapatero.»

-¿La sociedad española llega a percibir esta manipulación?

-En Madrid la crispación es muy fuerte. Yo voy por la calle y me escupen, me insultan y me gritan «roja». Pero cuando voy a Barcelona, a Sevilla o a Valencia no siento esta crispación. El madrileño es infinitamente más nacionalista que los periféricos, y lo que no ocurre en Madrid, no ocurre en el país. Los insultos y la descalificación suelen estar en la radio de los obispos, COPE, que dan un ejemplo de caridad cristiana inenarrable. En Madrid hubo taxistas que me reconocieron y me han hecho bajar del taxi.

-¿En serio?

-Sí, la situación en Madrid está muy crispada y, lamentablemente, va a ganar la derecha. Vivo en esa ciudad desde 1994, la adoro, pero en los dos últimos años han salido tantos franquistas del armario que se hace difícil vivir allí. El resto de España ni se entera de que está tan crispada; tengo muchos amigos viviendo en otras ciudades y no pueden creer cuando les cuento las cosas que me ocurren en Madrid. Hace tres semanas me subí a un taxi y le dije al chofer que iba a la calle De La Libertad. El taxista me reconoció y me dijo que no podía llevarme porque no tenía cambio. Le dije que tenía un billete de 20, y él me contestó que no tenía cambio de veinte. Le dije que tenía un billete de 10 y tampoco tenía cambio. Le dije que tenía uno de cinco y me respondió que tampoco llegaba. Cuando le dije que tenía monedas, me llevó. Mientras le explicaba que sobre la calle De la Libertad había un restaurante, empezó a gritar que no estaba para restaurantes y otras cosas más. Le pedí que me dejara en el número 6 y le di justo los 5,25 que me salió el viaje. Me miró y me dijo: «Vaya a saber quién pagará este taxi, si el Partido Comunista o Fidel Castro».