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Entrevista a Esther Vivas, activista social y coautora de Sin miedo

«Normalizar la pobreza es normalizar la violencia estructural del sistema»

Fuentes: Revista Fusión

Esther Vivas es una habitual de los foros generados por movimientos sociales alternativos, especializada en cuestiones alimentarias y observadora de la realidad económica y social global, que comenta puntualmente en su columna habitual del diario Público. En otoño de 2013 publica el libro Sin miedo, en tándem con Teresa Forcades, monja benedictina, doctora en Salud […]

Esther Vivas es una habitual de los foros generados por movimientos sociales alternativos, especializada en cuestiones alimentarias y observadora de la realidad económica y social global, que comenta puntualmente en su columna habitual del diario Público.

En otoño de 2013 publica el libro Sin miedo, en tándem con Teresa Forcades, monja benedictina, doctora en Salud Pública, enfrascada en los últimos meses en explicar y sacar adelante el llamado Procés Constituent que han puesto en marcha en Cataluña, ella y el economista Arcadi Oliveres, que no deja de sumar adhesiones.

Cara a cara, ambas activistas reflexionan sobre las causas de la crisis, la situación de la democracia, el descontento social, los movimientos ciudadanos, la desobediencia civil y las alternativas que existen para crear un modelo diferente. Es, sobre todo, una invitación a la reflexión personal sobre el mundo en que vivimos y las posibilidades de mejorarlo.

-¿Cómo surge la colaboración con Teresa Forcades?

– Entré en contacto con ella tras conocerla cuando realizó la critica a la vacuna de la gripe A y los intereses de las farmacéuticas en torno a ella, en el año 2009. Más recientemente hemos mantenido una colaboración muy estrecha a raíz de la iniciativa política y social que se está lanzando en Cataluña con el nombre de Procés Constituent.

La propuesta del libro fue realizada por la editorial Icaria, nos contactaron para realizar uno de los títulos de la colección «Más madera. A dos voces.»

-¿Han hecho ustedes una «guía» para combatir el miedo?

– No nos lo habíamos planteado así, pero es cierto que el libro propone una serie de reflexiones que lo que buscan es combatir el miedo, la resignación, la apatía que trata de inocularnos el sistema actual a base de decirnos que no hay alternativas, que no hay nada que hacer, que somos culpables o cómplices de esta situación. El libro analiza la crisis, la respuesta social a la misma y las alternativas político-sociales que se plantean. Introduce una serie de reflexiones sobre como en los últimos tiempos, cada vez son más las personas que comprenden que el capitalismo es incompatible con la vida, con la justicia y con la democracia.

-¿Está agotado el modelo capitalista?

– Lo que está es fuertemente desacreditado. Esto hoy es evidente para muchas personas porque la crisis ha abierto los ojos de la gente, que entiende que el capitalismo es un sistema creado para el lucro de unos a costa de los derechos de otros, pero no está ni derrotado ni vencido. Nosotros defendemos que otro sistema es posible y viable, a partir de un cambio radical que ya se está demostrando a pequeña escala, con un modelo en el que las personas y el respeto al ecosistema y al medio ambiente estén en el centro de la política.

¿Eso es lo que ocurriría si la mayoría disconforme perdiese el miedo? ¿Qué vuelco se produciría?

– Yo creo que si la gente pierde el miedo y desafía al poder podemos empezar a cambiar las cosas. Hoy ya estamos viendo como las acciones de desobediencia civil se han extendido. Cuando en el 15-M la gente ocupó las plazas a pesar de que había orden de retirarse, tuvimos un ejemplo de desobediencia civil masiva; igualmente cuando muchas familias ocupan viviendas vacías porque los bancos los han echado de sus casas, también están llevando a cabo un acto de desobediencia civil. Pero lo más importante es que muchas de estas acciones hoy han conectado con el sentir mayoritario de la opinión pública. Es un primer paso, pero aún queda mucho camino por recorrer, porque a pesar de que la indignación avanza, el malestar crece y la gente se organiza, las políticas de recortes van a más y aumenta la ofensiva para criminalizar y estigmatizar la protesta.

-¿Que camino abrieron los movimientos sociales de los últimos años, tanto los que tuvieron lugar en el mundo árabe como el 15M en España?

– Sobre todo marcaron un punto de inflexión. Como sabemos la crisis estalla oficialmente en septiembre de 2008 con la caída de Lehman Brothers en Estados Unidos. A partir de ahí se extiende, y lo que empieza como una crisis económica deriva en una crisis social aguda. En este contexto de empobrecimiento social generalizado y recortes, que tiene su máximo exponente en el «tijerazo» de Zapatero en mayo de 2010, emerge, un año más tarde, el 15M inspirado en las protestas que están teniendo lugar en el mundo árabe, con la ocupación masiva de plazas como Tahrir en El Cairo, en Tunez, etc. Surgen estos movimientos de una manera inesperada, no anunciada, y nos devuelven la confianza en nosotros y en que es posible cambiar las cosas. Con el 15M comenzó un ciclo de protestas y de deslegitimación del sistema que continúa abierto, y que abre la puerta a que un cambio sociopolítico se produzca en cualquier momento.

-¿Interpreta la Ley de Seguridad Ciudadana que prepara el gobierno español, como una respuesta de los poderes a este movimiento?

– Sí, claramente. De hecho la otra cara de la política de los recortes, es la política de la represión y de la criminalización. Esto ya lo vimos en Cataluña durante la emergencia del movimiento 15M, con la apertura de una web para delatar a manifestantes, con detenciones preventivas, con el aumento de las multas a activistas sociales por manifestarse, por ocupar el espacio público, etc. Se están criminalizando acciones que deberían formar parte de la libertad de expresión de la ciudadanía. Esto no es nada nuevo. Lo hemos visto otras veces a lo largo de la historia, y lo que pone de manifiesto es el miedo de los de arriba a no poder controlar la situación social por las buenas. Cuando la gente se organiza, desobedece, sale a la calle, los gobiernos ponen en marcha políticas de represión que es importante denunciar, para que no queden en lo individual y en el anonimato, porque no sólo sufrimos una ofensiva en nuestros derechos sociales y económicos sino también en nuestros derechos democráticos. También se refleja en los Presupuestos Generales del Estado: se dice que no hay dinero para sanidad o educación, pero este año el presupuesto para antidisturbios aumentó un 1700%. Para lo que interesa sí hay dinero.

– ¿Y cuál es el pulso de la calle? ¿Cree que de salir adelante la nueva Ley, podrá contener tantos frentes de protesta como hay abiertos?

– No siempre esta estrategia de aumento de la represión da los resultados que espera el poder. Lo vimos recientemente con los escraches de la PAH. Cuando no resultaron los intentos del gobierno por desacreditarlos, relacionándolos con actitudes fascistas. Los escraches en definitiva lo que buscan es llevar la democracia hasta las últimas consecuencias y recordar a los diputados que están en el Congreso que tienen una responsabilidad con la ciudadanía. En el contexto actual, la opinión pública ve que ante leyes injustas no queda otra alternativa más que desobedecer.

-Existe una violencia de estado que trata de ser discreta pero resulta demoledora en sus consecuencias para la sociedad civil. ¿Cómo se ejerce?

– La violencia se ejerce por parte de aquellos que controlan las instituciones y las fuerzas represivas del estado, lo observamos por ejemplo con la represión policial a la protesta, en una manifestación. Este es un tipo de violencia explícita en un contexto de conflicto social, ejercida por las fuerzas del orden, que se intenta silenciar y que desde las instituciones se legitima. Pero más allá hay otra violencia de tipo estructural, mucho más invisible, que consiste en dejar a la gente sin casa a pesar de que en este país haya miles de viviendas vacías; es violencia que la gente no tenga comida a pesar de que los supermercados tiran toneladas cada día; dejar a la gente sin sanidad o sin educación, también es violencia. Esta es la violencia que es necesario visibilizar porque el poder lo que quiere es que la normalicemos. Un ejemplo: hace muy pocos años un mileurista era un trabajador precario. Hoy es un afortunado, y eso es porque estamos normalizando la pobreza, que es normalizar la violencia estructural del sistema. La crisis nos dejará sin derechos que teníamos hasta hace muy poco.

-Nos venden la idea de que no tenemos que estar enfadados por lo que nos quitan sino agradecidos por lo que nos han dejado.

– Sí, lo hemos visto recientemente con la subida de la tarifa eléctrica. Inicialmente se habló de un incremento de un 11%, que tras la intervención del gobierno ha quedado en un 2,3%. Realmente ha aumentado igual y sigue siendo un atraco a mano armada.

-¿Y qué es lo que da miedo a los poderes?

– Yo creo que lo que les da miedo es que la gente tome conciencia, se organice, salga a la calle, desobedezca. Es lo que hemos visto en los últimos tiempos, a pesar de que aún queda mucho para cambiar las cosas. Y el miedo también aparece en cuanto se plantean alternativas políticas que ponen en cuestión a aquellos que han hegemonizado durante todos estos años las instituciones y que de la práctica política en las instituciones han hecho su negocio. Por tanto creo que más allá de la movilización y la protesta es importante plantear alternativas políticas que pongan en cuestión y planteen un desafío a aquellos que han monopolizado la política. Es lo que estamos intentando hacer en Cataluña con el Procés Constituent.

-¿La alternativa entonces debe venir por la vía política?

– No exactamente. El cambio viene por la toma de conciencia de la gente, la movilización y la desobediencia. Sin esto no hay posibilidad de una alternativa política ‘per se’ en las instituciones. Más allá de eso, es necesario tener capacidad para crear alternativas a nivel político que sean antagónicas a las actuales, que tengan su lealtad en la calle y que ocupen las instituciones y que den la voz y la palabra a la gente para definir su futuro.

-¿En qué consiste esta iniciativa, el Procés Constituent?

– Es una iniciativa que surgió en abril de 2013, lanzada por Teresa Forcades y Arcadi Oliveres, que tiene voluntad de regeneración política y democrática. Pretende convertir a la mayoría social que sufre la crisis en mayoría política, ocupar las instituciones para abrir un proceso constituyente, y no hacerlo solos sino sumados a otras personas y otras fuerzas políticas y sociales de Cataluña. Es algo que ya se ha llevado a cabo en otros países de América Latina, en países como Ecuador o Bolivia, donde el movimiento indígena en el marco de un importante ciclo de luchas sociales, se organiza y plantea un proceso constituyente para definir las basase políticas sociales y económicas del país. Tenemos que aprender de sus aciertos y de sus errores, pero en cualquier caso han demostrado que es posible poner en marcha este tipo de alternativas.

Fuente: http://www.revistafusion.com/201401202876/Entrevistas/Entrevistas/sin-miedo-esther-vivas-periodista-activista-social.htm