Techarí, en lengua gitana (caló) significa «libre». Libres para escribir las canciones, para decidir los conciertos a los que quieren asistir, las giras mundiales que deseen realizar y el ritmo de la producción de discos que consideren tener. Mantener esa libertad no es fácil para las 18 personas que conforman Ojos de Brujo, debido a […]
Techarí, en lengua gitana (caló) significa «libre». Libres para escribir las canciones, para decidir los conciertos a los que quieren asistir, las giras mundiales que deseen realizar y el ritmo de la producción de discos que consideren tener.
Mantener esa libertad no es fácil para las 18 personas que conforman Ojos de Brujo, debido a que han tenido que renunciar a jugosas propuestas de sellos disqueros, de importantes marcas de refrescos y decirle «No» a los festivales promocionados por grandes multinacionales.
Año 2006. Barcelona. Los hijos de la rumba callejera y el flamenco políglota celebran la libertad, la sensualidad de la música y la riqueza del ritmo contagioso. Es el quejío del flamenco y la fiesta de la experimentación sonora. Música nómada y mestiza recorriendo las calles de las ciudades del mundo como una nave de locos, comunicando, creando y festejando. Techarí es la química que fluye en sus conciertos, Techarí es la actitud ante lo que sucede en el mundo, Techarí es la sensualidad de las cosas pequeñas. Techarí es la palabra que en lengua gitana (caló) significa Libre. Ojos de Brujo, en un lugar cualquiera del mundo siguen su camino.
La trayectoria de Ojos de Brujo comienza mucho antes de que se conocieran entre ellos. En la profundidad de sus vivencias anteriores. En la fascinación por las riquezas rítmicas del planeta y los diferentes lenguajes del flamenco. En constante curiosidad por la experimentación, por la necesidad de búsqueda y el encuentro con otros artistas
En 1999 Ojos de Brujo graban su primer álbum, ‘Vengue’ (‘duende’ en caló). Producción artesanal que cautiva a público y crítica. Un boca a boca que crece desde el directo, en sus actuaciones. Tras esta primera experiencia discográfica acabarán abrazando la autogestión para editar a partir de entonces sus propios trabajos. Creando una estructura y un equipo comprometido con el trabajo de promoción, producción, contratación y editorial.
Una aventura que empieza en septiembre de 2002 con la publicación de su segundo álbum, ‘Barí’ (‘joya, esencia y virtud’ en caló). Ahora sin presiones de la industria y buscando un nuevo camino. ‘Barí’ se presenta en todo el mundo entre el 2002 y el 2005. Varias giras en Latinoamérica y EEUU, tocando en los festivales más importantes de Jazz, Rock y World Music como Festival de Glastonbury, Roskilde, Summerstage NY Central Park, Lowlands, Jazz de Montreal… Japón, Colombia, Marruecos, Cuba, México, Hungría, Francia, Alemania…
El 20 de febrero de 2006 publican ‘Techarí’, su tercer álbum. Un trabajo de muchos meses, de mucha gente colaborando desde disciplinas artísticas y musicales distintas hacia un mismo objetivo: la continua experimentación con el flamenco y la emoción de las cosas hechas con una pasión desbordante. Los artistas que han colaborado en el álbum son, al igual que ODB, espíritus libres capaces de aportar colores nuevos al calidoscopio flamenco del grupo. Aquí surge el encuentro con los senegaleses Daara J, la fiesta infinita hasta el amanecer con Martirio y la teatralidad de Maxwell Wright (beatbox) a compás de tanguillos; la sensualidad del pianista cubano Roberto Carcasses; la atmósfera mágica de Nitin Sawney, en cuyo último disco hay dos temas de ODB; el sonido majestuoso de Pepe Habichuela; el poder contagioso de Asian Dub Foundation; la lucidez de Raúl Rodríguez. ¡Tambores batá por bulerías y funky, más funky con rumba catalana!
«Techarí, que significa libre, es una declaración de intenciones. Significa que un proyecto fuera de la industria, hecho con nuestras propias manos, aún está vivo», cuenta Ramón. Y añade: «En el 99, cuando empezamos como proyecto, que aun así estaba indefinido, con ese trabajo entre las manos, es como que de repente se abre una puerta y renunciamos a la compañía que nos había editado el disco. Nos enfrentamos a los intereses de la discográfica, jugamos una carta de libertad, y se abrió una puerta de concepto que teníamos que elaborar como grupo autogestionado. Así que Bari es como si fuera un primer disco. Ha sido una piedra angular del grupo, y el cariño de fuerza, un saco de ideas. Fue un segundo inicio».