Mikel Arana (Ordizia, 1973), candidato a lehendakari por Ezker Anitza-IU, continúa en el escenario electoral con nuevas siglas y un proyecto separado de Ezker Batua, formación con la que marcan distancias aludiendo a la honestida política. Si obtiene la representación que le atribuyen los sondeos, asegura que pactaría políticas de izquierda con EH Bildu y […]
Mikel Arana (Ordizia, 1973), candidato a lehendakari por Ezker Anitza-IU, continúa en el escenario electoral con nuevas siglas y un proyecto separado de Ezker Batua, formación con la que marcan distancias aludiendo a la honestida política. Si obtiene la representación que le atribuyen los sondeos, asegura que pactaría políticas de izquierda con EH Bildu y PSE.
¿Cómo explica al electorado Ezker Anitza-IU lo que diferencia su propuesta de la de EB?
Hay tres cuestiones muy importantes; la primera, la honestidad política. Tenemos muy claro que cuando alguien quiere hablar en nombre de la izquierda lo primero que tiene que hacer es tener una actuación política absolutamente intachable, y después del episodio de Álava, cuando Ezker Batua quiso vender sus votos al PNV y vaya usted a saber qué ocurrió, que acabó dándole la Diputación foral al PP… para quienes creemos en otra forma de hacer política, la convivencia ya era absolutamente imposible. Esa es una de las principales diferencias que tenemos de cara a presentarnos a la opinión pública inmaculados. En segundo lugar, otro elemento es cómo entendemos el papel de la izquierda alternativa y transformadora en un contexto de crisis económica como la actual. Hemos renunciado a formar parte de ningún gobierno, porque creemos que una formación política como la nuestra no debe de formar parte del sistema, sino que su objetivo en esta campaña y en el Parlamento Vasco tiene que ser trasladar el mensaje de los más desfavorecidos y no formar parte de un gobierno, que siempre minimiza las propuestas programáticas, mientras que Ezker Batua lleva muchos años en que su única obsesión es formar parte de los gobiernos, sea como sea. En tercer lugar, tenemos un proyecto federal y europeo y lo hacemos con todas las consecuencias y desde la libre voluntad.
¿Cuál es su receta frente a las políticas actuales?
Colocar al ciudadano en el centro de las políticas y anteponer las necesidades de la ciudadanía a las necesidades del FMI, de toda esta cuadrilla de usureros que nos están arruinando. Por lo tanto, se coloca al ciudadano en el centro del interés político. Entendemos que, lejos de seguir aplicando recortes, lo que se debe hacer es reforzar ámbitos como la sanidad, la dependencia, la educación, el I+D+I, es decir, reforzar toda la parte de servicios, lo que generaría puestos de trabajo directos, pero también indirectos, en el ámbito público y en el privado. Si se coloca a la ciudadanía en el centro, esta crisis puede ser una oportunidad de acabar de una vez por todas con un sistema como el actual, manifiestamente injusto, ineficaz e insolidario, porque a la vista está que se está haciendo pagar la crisis a quienes no la causamos.
Han planteado una nueva huelga general pero no apoyaron el paro en Euskal Herria del 26-S, ¿por qué aquí no?
No es «por qué aquí no». Con respecto a esa convocatoria de huelga, entendíamos que era absolutamente legítima y una respuesta proporcionada al nivel de la agresión que está sufriendo la clase trabajadora. Sin embargo, si bien acertaba en el diagnóstico, no acertaba en la solución, porque parte de la convocatoria incluía la soberanía o la independencia como solución a los problemas de la clase trabajadora cuando la agresión a la clase trabajadora no está viniendo desde Madrid, sino principalmente desde Bruselas y Alemania. Cuando los mercados son tan globales, la solución tiene que ser global. Cuando hablamos de una huelga general, ni siquiera estamos pensando en una huelga a nivel estatal, sino en una huelga a nivel del sur de Europa, y nuestro ideal sería que tanto Italia como Grecia, Francia, España y Portugal tuviéramos una gran huelga general, de las de paralizar países, de forma que el norte de Europa y los bancos franceses y alemanes se dieran cuenta de que no pueden seguir así. Ese fue el motivo por el que no secundamos esa huelga, si bien es cierto que como parte de la clase trabajadora que somos lo que no íbamos a hacer en ningún caso era formar parte del ámbito esquirol y por eso el día 26 no convocamos ningún acto.
Ser soberanos ¿no implica disponer de instrumentos y no estar atados a Madrid?
¿Qué es tener más soberanía? ¿Constituirnos en un estado nación clásico? Si es así, creemos que, desde el punto de vista de clase, en un momento de crisis económica es una solución insolidaria con respecto al resto de trabajadores del Estado español, con los que hemos compartido muchas luchas de muchos años. Desde un punto de vista puramente económico, creemos que es verdaderamente inviable. La construcción de un Estado-nación requiere de la construcción de estructuras de Estado y eso requiere necesariamente de una fuerte inversión pública. Tal y como están las arcas, implica necesariamente endeudarse y ¿a quién le vamos a solicitar ese endeudamiento? ¿Vamos a ir a la troika, para que nos dé créditos de la misma manera que le está dando al Estado español?
¿Pactaría Ezker Anitza con EH Bildu?
Depende qué. Creo que somos la única formación política que ha empezado la campaña y la va a acabar diciendo que nuestra prioridad no es formar parte de un gobierno, a no ser que a la sociedad vasca le dé un «siroco», nos dé mayoría absoluta, y entonces estaríamos en absoluta disposición de gobernar y de hacer una verdadera revolución en la CAV. Pero, siendo realistas, el color del gobierno tampoco es algo que nos preocupe demasiado, nos preocupan las mayorías parlamentarias, y si PSE y EH Bildu son capaces de apartar sus diferencias en lo nacional para apostar por políticas de izquierdas, desde luego que pactaríamos sin ningún inconveniente. Y vistos los antecedentes en la Diputación de Gipuzkoa entre Bildu y el PSE, entiendo que ambos tampoco tendrían inconveniente. Viendo la encuesta de GARA, según el día, nos da 38 escaños a la izquierda. En un contexto nada impensable de un PNV gobernando en minoría, con esos 38 escaños podemos conseguir que Euskadi sea un muro de contención a las políticas de Rajoy y de la troika.