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Entrevista a José Sarrión, profesor universitario y diputado autonómico

«Nosotros instrumentalizamos las instituciones en favor del movimiento social»

Fuentes: Mundo Obrero

«Un comunista en un Parlamento tiene que ser el primer cumplidor, no podemos caer en la política del espectáculo», asegura

José Sarrión Andaluz (Cartagena, 1982) se doctoró en Filosofía con una tesis sobre la noción de ciencia en Manuel Sacristán. Profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca y militante comunista, desarrolla su actividad política en las Cortes de Castilla y León desde hace 4 años. Dice estar de paso por la política institucional y es cierto que le brillan los ojos cuando nos dice que, aunque estos cuatro años ha tratado de estar al día en cuanto a lecturas, tendrá que «recuperar en materia de investigación», cuando regrese a su puesto. Un filósofo en las Cortes que no para de pisar la calle, «para un marxista es muy interesante, porque la acción institucional bien entendida te permite hacer política práctica, y estar en contacto con los conflictos reales», nos dice, y vaya si demuestra conocer en profundidad los problemas concretos de esas tierras. Escuchar, insiste, esa es la cuestión. Viene de visitar seis pueblos de Tierra de Campos en un sólo día. «Comunes el sol y el viento, Crónicas de un procurador en las Cortes de Castilla y León», ed. Atrapasueños es su nuevo libro -éste sí se entiende, espero- dice refiriéndose a su tesis, publicada por la editorial Dykinson.

MUNDO OBRERO: ¿Cómo afronta la labor institucional un militante bregado en la base como tú?

JOSÉ SARRIÓN: Para enfocar la acción institucional siempre pienso en dos grandes que conviene tener muy presentes: Lenin y Gramsci. El primero reflexionó en torno a la derrota de la revolución de 1905 y entiende que el grupo parlamentario, en aquel momento, tiene que hacer de altavoz del movimiento obrero que ha sido derrotado, hacer de la Duma una caja de resonancia al servicio del proyecto revolucionario. El segundo nos enseñó que vivimos en una sociedad donde no solo se nos domina, sino que además se nos dirige culturalmente, lo que nos lleva a concluir que la acción institucional no se puede concebir como un fin sino como instrumento. Nosotros instrumentalizamos las instituciones para otros fines que están fuera de las mismas: fortalecer el movimiento social y nuestras alianzas con el mismo, se trata de un trabajo colectivo, junto y para los colectivos que trabajan contra la mina de uranio y feldespato en Ávila, con las gentes del Valle de Tobalina en Burgos que luchan por una reindustrialización o con las del norte de Palencia, que no tienen acceso a un hospital.

M.O.: ¿Cuáles son las líneas de trabajo concreto en la institución parlamentaria?

J.S.: Tenemos tres prioridades de trabajo, la primera es ser útiles al movimiento obrero, que la institución sirva para fortalecer a los colectivos de trabajadores en lucha; en segundo lugar, alianza con los movimientos sociales que trabajan en defensa de los servicios públicos, del medio ambiente y la igualdad de género en nuestra tierra y tercera, quizás la más importante, dar cobertura a las personas, a la militancia y al activismo, que defienden el proyecto de IU en los pequeños pueblos de Castilla, nuestras concejalías y asambleas de base, esa es la clave del trabajo institucional, proporcionar un apoyo a toda nuestra gente.

M.O.: ¿Cómo se hace para no ser absorbido por el trabajo parlamentario?

J.S.: La institución tiene una doble lectura, puedes aislarte y convertirte en un buen diputado, adicto a inauguraciones, a comisiones parlamentarias, a plenos, pero inútil para el movimiento transformador al convertirte en parte del sistema, o todo lo contrario, puede ser una oportunidad para llegar a espacios donde el Partido por sí mismo tiene más dificultades de llegar. Estar en la institución otorga capacidad de interlocución, y eso debe llevar a una acción institucional que sirva para fortalecer alianzas de las clases sociales subalternas y construir un modelo alternativo. Estamos en una situación en la que cualquier error se magnifica por el enemigo y se usa para desconectarnos de nuestra base social, por lo tanto, un comunista en un Parlamento tiene que ser el primer cumplidor, y tenemos que ser respetados, no hay que caer en la política del espectáculo, tiene que ser una política lo más rigurosa posible y que genere respetabilidad, es un trabajo que hay que hacer y hay que hacerlo muy bien. Pero ojo, cuando acaba el trabajo institucional es cuando empieza el trabajo político y ahí es donde está la clave, buscar elementos para pisar los pueblos y escuchar sus problemas por boca de sus vecinos, escuchar mucho.

M.O.: Tengo la sensación de que has aprendido mucho en estos años de procurador.

J.S.: Sí, muchísimo. Si en el marxismo toda la vida se ha dicho que la fuente de la teoría no es sólo la propia teoría, sino que la práctica inspira la teoría, el aprendizaje es inmenso. Convendría revisar algunas de las formas en las que hemos entendido la clásica teoría de la vanguardia, que bien entendida me parece de gran actualidad. Ser vanguardia no es solamente orientar la acción política, también es escuchar a la gente que lucha y comprender la realidad concreta. Hemos aprendido mucho porque hemos llegado a espacios donde tradicionalmente no había presencia de Izquierda Unida, y hemos tomado relación con sectores sociales que, sin haber sido nuestros aliados históricamente, se ven ahora violentados por el capitalismo.

M.O.: Eso es especialmente relevante en Castilla y León.

J.S.: El capitalismo no tiene proyecto para Castilla y León, somos una región periférica que nunca ha estado en la dorsal de desarrollo del capitalismo contemporáneo. Esta tierra cumple con tres funciones: absorción de residuos de las grandes urbes a través de diferentes tipos de vertederos, algo que está pasando también en Castilla La Mancha; entrega de nuestros recursos naturales a grandes multinacionales para crear proyectos de macrominería, el uranio, los feldespatos, que pasa también en Extremadura y en Castilla La Mancha con tierras raras; y finalmente las macrogranjas para nutrir de alimentación a las grandes urbes a través de un modelo que depreda el medio ambiente y destruye al pequeño propietario tradicional. Esto es una realidad estructural de la España vaciada, y resulta muy interesante que la base social del conservadurismo castellano y leonés, el pequeño propietario agrario, a día de hoy sea incompatible con el capitalismo y su tendencia a la concentración de capital, cada vez más en manos de multinacionales extranjeras.

M.O.: ¿Es el capitalismo el que está vaciando la España rural?

J.S.: Absolutamente. Un ejemplo muy claro son los productores lácteos. Mi abuela tenía dos vaquitas con las que dio leche a sus diez hijos. Eso ya no se ve. El capitalismo propició que las explotaciones lácteas pasaran a ser de cientos de cabezas de ganado con una serie de regulaciones, y ahora prepara el segundo salto, hacia explotaciones de miles de cabezas. Hace cuatro años la Unión Europea liberalizó los lácteos y se cargó la regulación del mercado que fijaba una cuota mínima que las industrias envasadoras tenían que comprar. Cuando entré en las Cortes el primer conflicto que me encuentro es que hay miles de productores lácteos tirando literalmente la leche porque no tienen dónde venderla, las grandes envasadoras importan leche en polvo de otros países de la UE, sin ninguna regulación en la frontera. La última broma del capitalismo es proyectar una macrogranja en Soria, en el municipio de Noviercas, que podría tener hasta 15.000 cabezas productoras de leche, en la misma puerta del pequeño propietario tradicional. Ahí los comunistas tenemos que ofrecer una alternativa, porque esa gente se ve violentada por el capital y la alternativa natural es la fuerza anticapitalista. También podemos hablar de los productores de miel, con importaciones masivas de miel en polvo, o del lechazo, tan típico de nuestra tierra, de origen francés muchos de ellos. En definitiva, el medio rural le sobra al capital. Lo que hay es un cuestionamiento del modo tradicional de vida de mucha gente que no era culturalmente de izquierdas, sectores sociales que se ven confrontados por el capitalismo en los que culturalmente no ha existido una tradición de izquierdas, que son distantes de los sectores urbanos. Y ahí hay que trabajar. Nuestra tarea es trabajar con las víctimas del capitalismo globalizado y construir una alternativa con ellas.

M.O.: Sin embargo parece que es Vox quien está pescando en la España vaciada.

J.S.: Ahí hay mucho mito. Vox no puede de ninguna manera representar una alternativa a estas clases, por la sencilla razón de que Vox no está dispuesto a confrontar con el capital internacional y financiero. Cuando se dirige al medio rural lanza un discurso puramente idealista o simbólico, habla de la caza, de los toros y otras cuestiones que no tienen tanta relación con el medio rural como el hecho de que destruyan tu pequeña explotación ganadera o te pongan una mina contaminante al lado de tus tierras, cuando no te las expropian. La supervivencia de los modos de vida del medio rural sólo es posible confrontando con el capital globalizado. El neoliberalismo provoca que la población se vaya del interior a grandes urbes o bien a sitios costeros, esa es la tendencia de las sociedades contemporáneas, así como la economía de escala en cuanto a la prestación de servicios públicos: si hay menos población, hay menos servicios públicos y a menos servicios públicos, menos población, es un fenómeno que se retroalimenta. Nosotros tenemos que romper con eso, lo que intenta hacer Vox es una ficción, Vox es un fenómeno urbano que crea un discurso acerca de qué es rural, cosa que es mentira, al menos por ahora. Ahí es donde la izquierda tenemos que saber cómo atacar y cómo trabajar.

Publicado en el Nº 326 de la edición impresa de Mundo Obrero, mayo 2019.

José Sarrión es procurador por IU-Equo y candidato a la Presidencia de las Cortes de Castilla y León por IU – Castilla y León en Marcha.

Fuente: http://www.mundoobrero.es/pl.php?id=8467