Durante años, en Euskal Herria asistimos a la presencia de un bloque autodenominado «nosotroslosdemócratas» que se dedicó a marcar el buen camino a la ciudadanía, La existencia de la lucha armada, más allá de sus nefastos efectos, la utilizaron para sentirse con patente de corso para descalificar, demonizar e, incluso, perseguir jurídicamente a quienes se […]
Durante años, en Euskal Herria asistimos a la presencia de un bloque autodenominado «nosotroslosdemócratas» que se dedicó a marcar el buen camino a la ciudadanía, La existencia de la lucha armada, más allá de sus nefastos efectos, la utilizaron para sentirse con patente de corso para descalificar, demonizar e, incluso, perseguir jurídicamente a quienes se saliesen del guión, a quienes plantasen cara a su modelo político y social. Movimientos sociales, juveniles, sindicatos reivindicativos, organizaciones políticas, medios de comunicación, todos estaban bajo la lupa de la legalidad vigente, para ser considerados enemigos por constituir un peligro para la estabilidad del sistema. Un sistema que les proporcionaba buenos rendimientos políticos y económicos, por vías unas menos confesables que otras. Tenían cabida en aquel bloque partidos de derecha e izquierda y sindicatos de obediencia española, junto a la derecha vasca, amante de la gobernabilidad. Por supuesto, también la patronal, muy cómoda con aquel statu quo
Hoy, la crisis (crisis o estafa financiera) se aprovecha buscando el mismo efecto aglutinante, en pos de la gobernabilidad, de la estabilidad del sistema. La concertación, el diálogo social es el nuevo mantra de los nuevos «nosotroslosdemócratas». Quien se sale de su guión es calificado de falto de realismo, demagogo, irresponsable, cuando no de antisocial, antisistema. En realidad no son tan nuevos pues en esta banda coinciden prácticamente los mismos que antes formaron aquel bloque.
Ahora, igual que antes, la democracia no es más que una etiqueta que sólo vale si sirve a los intereses de quienes mandan, de quienes tienen el poder. En el ámbito de las relaciones laborales mucho hablan de la importancia de la participación de los trabajadores y trabajadoras en la marcha, incluso en las decisiones de la empresa, pero sin cuestionar la legalidad vigente que establece que la organización es competencia exclusiva de la dirección de la empresa. El espacio de democracia en el seno de las relaciones laborales, si son equilibradas, se da por medio de la negociación colectiva, pero ésta es atacada por la actitud de la Patronal, cerrada a cualquier negociación que no sea renuncia a derechos laborales, con la ayuda de los gobiernos que hacen leyes que debilitan y limitan la capacidad de negociar de trabajadores y trabajadoras organizados. La debilidad de quienes no se organizan, es lo que buscan.
La Patronal aplaude cuando Urkullu anima a «superar el eje de confrontación y basarse en la cooperación», durante la entrega de premios a varios empresarios. Lo hacía rodeado de insignes prohombres como Sanchez Galán (sueldo 6,2 millones de euros al año, presidente de Iberdrola, empresa que en 2012 pagó el 7% en impuestos por sus beneficios), Álvaro Videgain (Tubacex de la que es presidente, se implanta en Cantabria buscando ayudas públicas con suelo barato y salarios bajos) o Alberto Garcia Erauzkin (Presidente de Euskaltel que acaba de subcontratar gran parte de su actividad a una empresa china, desprendiéndose de unos 140 trabajadores)
Es la democracia del Gobierno vasco que, a golpe de Decreto, impone las condiciones de quienes trabajan en el sector público, despreciando los acuerdos y compromisos suscritos con sus representantes. El mismo gobierno que ahora se empeña en poner en marcha lo que llama Mesa de Diálogo Social, con sindicatos que suman poco más del 40% del total de representantes elegidos y con una Patronal cuya representación nadie sabe de dónde les viene, porque no existe normativa que les obligue y permita medirla. Una Mesa en la que se abordará el paro juvenil, tema para el que el Consejero Aburto ha avisado que no habrá mucho margen de negociación porque el debate está ya en el Parlamento. Otras medidas de contenido social y de impulso frente a situaciones de pobreza y marginación, o de avance hacia una fiscalidad más justa, tampoco darán mucho juego puesto que los presupuestos ya están elaborados por el Gobierno y prácticamente negociados con los partidos de la gobernabilidad.
Así pues, el papel de ese Diálogo Social se ciñe a lo que verdaderamente importa: Legitimar las decisiones del Gobierno, otorgar una imagen de diálogo a la Patronal, sin cuestionar sus posiciones en la negociación colectiva y, por supuesto, percibir jugosas compensaciones económicas y un «reconocimiento y prestigio» institucional para los sindicatos y Patronal que forman parte de la farsa.
Los «nosotroslosdemócratas» actuales también han fijado posición ante quienes se salen del guión, en este caso los sindicatos LAB y ELA. El Gobierno de Urkullu les daría dinero si fuesen a la Mesa y la Patronal Confebask, pide su ilegalización en caso de que no lo hagan. Son éstos los que llenan su boca de grandilocuentes palabras como democracia, libertad, progreso, país. Si lo que hacen en el ámbito laboral es su modelo de democracia, ¡menudo peligro!
Como dice el grupo Envidia Kotxina en una de sus canciones:
Cuántas veces más tendremos que escuchar
Que sus armas y dinero velan por mi libertad
Blog del autor: http://koldoartzai.wordpress.
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