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Aproximaciones a El siglo soviético de Moshe Lewin

Notas finales sobre Gramsci, la revolución y El Capital

Fuentes: Rebelión

 Las mujeres fueron una parte fundamental de la revolución de 1917 al hacer historia junto a los hombres, no como espectadoras pasivas o cifras apolíticas, sino como valientes participantes cuyo compromiso fue más significativo debido al rechazo de la arraigada opresión que representaba. Ver la revolución a través de los ojos de las mujeres nos […]

 Las mujeres fueron una parte fundamental de la revolución de 1917 al hacer historia junto a los hombres, no como espectadoras pasivas o cifras apolíticas, sino como valientes participantes cuyo compromiso fue más significativo debido al rechazo de la arraigada opresión que representaba. Ver la revolución a través de los ojos de las mujeres nos ofrece una lectura más rica de lo que sigue siendo el movimiento histórico más transformador de la vida de las mujeres.

Megan Trudell (2017)

Eso tiene que contar mucho entre los factores de mi inhibición. A mí me parece que la historia de Gramsci es la historia de una catástrofe. Por eso, entre otras cosas, no me puedo poner ahora a cultivar la moda Gramsci. ¿Cómo va a haber esperanza de nada en la historia de una catástrofe? Uno puede tenerle mucho amor a Gramsci; yo se lo tengo, desde luego; es un figura muy digna de amor; pero no porque sea una perspectiva de éxito del movimiento obrero, sino que como cualquier mártir es digno de amor.

Manuel Sacristán (1979)

Estábamos en el fragmento 4 del célebre artículo del joven Gramsci sobre la revolución y El Capital. La predicación socialista, la propaganda política socialista, «ha puesto al pueblo ruso en contacto con las experiencias de los demás proletariados». Con estas palabras inicia Gramsci el penúltimo fragmento de su artículo.

La predicación socialista permite vivir dramáticamente en un instante la historia del proletariado, prosigue, «sus luchas contra el capitalismo, la larga serie de los esfuerzos que ha de realizar para emanciparse idealmente de los vínculos del servilismo que hacían de él algo abyecto, para convertirse así en conciencia nueva, en testimonio actual de un mundo por venir». La praxis, la práctica social, como eje básico. Lo de «hacían de él algo abyecto» no es, desde luego, la mejor expresión del artículo. Porque incluso esos lazos del servilismo que cita el autor de los Quaderni, sus consecuencias para la vida y las relaciones de las gentes,, no hicieron del mundo trabajador, «del pueblo ruso», algo abyecto.

La predicación socialista ha creado la voluntad social del pueblo ruso, señala a continuación. «¿Por que había de esperar que se renovase en Rusia la Historia de Inglaterra, que se formase en Rusia una burguesía, que se suscitara la lucha de clases y que llegara finalmente la catástrofe del mundo capitalista», siguiendo un esquema manualesco que Marx pensó estrictamente para el mundo occidental basándose en lo sucedido en Inglaterra. El pueblo ruso «ha pasado por todas esas experiencias con el pensamiento», aunque haya sido con el pensamiento de una minoría matiza Gramsci, y ha superado, a un tiempo, esas experiencias. «Se sirve de ellas para afirmarse ahora, como se servirá de las experiencias capitalistas occidentales para ponerse en poco tiempo a la altura de la producción del mundo occidental».

América del Norte, sostiene el joven Gramsci, «está, desde el punto de vista capitalista, por delante de Inglaterra, precisamente porque en América del Norte los anglosajones han empezado de golpe en el estadio al que Inglaterra habla llegado tras una larga evolución». Del mismo modo, el proletariado ruso, «educado de un modo socialista, empezará su historia partiendo del estadio máximo de producción al que ha llegado la Inglaterra de hoy, porque, puesto que tiene que empezar, empezará por lo que en otros países está ya consumado, y de esa consumación recibirá el impulso para conseguir la madurez económica que, según Marx, es la condición necesaria del colectivismo», para el socialismo, para el comunismo.

Los revolucionarios mismos crearán, en la práctica y con su práctica, «las condiciones necesarias para la realización completa y plena de su ideal». Las creará, eso sí, «en menos tiempo que el que habría necesitado el capitalismo». Las críticas que los socialistas y colectivos afines «dirigen al sistema burgués para poner de manifiesto sus imperfecciones, su dispersión de la riqueza, servirán a los revolucionarios para hacerlo mejor, para evitar esas dispersiones, para no caer en aquellas deficiencias». Gramsci no se engaña, ni engaña: «Será al principio el colectivismo de la miseria, del sufrimiento. Pero esas mismas condiciones de miseria y de sufrimiento habrían sido heredadas por un régimen burgués». El capitalismo, otra conjetura singular de Gramsci, «no podría hacer inmediatamente en Rusia más de lo que podrá hacer el colectivismo». Y no solo eso: «hoy haría mucho menos que el colectivismo, porque tendría enseguida contra él un proletariado descontento, frenético, incapaz ya de soportar en beneficio de otros los dolores y las amarguras que acarrearía la mala situación económica». Incluso desde un punto de vista general, desde un punto de vista humano absoluto, escribe Gramsci, sin pensar con una perspectiva de clase, » tiene su justificación el socialismo en Rusia. El sufrimiento que seguirá a la paz no podrá ser soportado sino en cuanto los proletarios sientan que está en su voluntad, en su tenacidad en el trabajo, el suprimirlo en el menor tiempo posible». La historia real, ciertamente, fue por otro lado, recorrió otros senderos, y el sufrimiento adquirió dimensiones que Gramsci no pudo prever.

Se tiene la impresión, concluye Gramsci su artículo, «de que los maximalistas han sido en este momento la expresión espontánea», incluso «biológicamente necesaria» escribe Gramsci de forma sorprendente, «para que la humanidad rusa no cayera en la disgregación más horrible, para que la humanidad rusa, absorbiéndose en el trabajo gigantesco y autónomo de su propia regeneración, pueda sentir con menos crueldad los estímulos del lobo hambriento, para que Rusia no se convierta en una enorme carnicería de fieras que se desgarren unas a otras», el ABC del sistema capitalista, de la civilización capitalista. Sin embargo y ciertamente, años después, la URSS se convirtió, aunque no fue solo eso, en una enorme carnicería contra gentes y dirigentes políticos que no eran fieras. Nada de eso.

Por cierto, salvo error por mi parte, Gramsci no cita a Lenin en todo el artículo.

Conviene volver al libro de Lewin. De acuerdo. Pero antes, el último desvío, no estaría mal conocer las reflexiones sobre la revolución de octubre de 1917 de un gran marxista egipcio, de Samir Amin.

Una recomendación: Megan Trudell, «Las mujeres no fueron simplemente el detonante de la Revolución rusa, sino el motor que la hizo avanzar. Las mujeres de 1917» < https://www.jacobinmag.com/2017/05/women-workers-strike-russian-revolution-bolshevik-party-feminism (Traducción de Beatriz Morales Bastos)

En una entrevista reciente, Suzi Weissman preguntaba a Tariq Alí por el legado de revolución. Su respuesta: 

Socialismo más la democracia. Fue una revolución socialista hecha antes de tiempo, aislado de Europa, mientras Alemania masacraba a los líderes de la clase obrera, Rosa Luxemburg, Karl Liebknecht, etc. Todos estamos de acuerdo que los bolcheviques se tuvieron que aislar. Hubo problemas. Por supuesto, que hubo graves problemas para el desarrollo posterior de la revolución (tanto internamente como con los poderes externos) Fueron problemas tan graves que llego el ascenso del fascismo en Alemania. Sí la revolución hubiera triunfado en Alemania como pensaban los bolcheviques (en la década de 1920) toda la historia de Europa habría sido diferente.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.