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Noviembre negro y rojo

Fuentes: Rebelión

La América profunda mantiene en el trono imperial al vaquero W, Faluya es arrasada por las iletradas tropas del Imperio, el líder histórico del pueblo palestino termina sus días en un hospital militar francés, los comandantes Chávez y Fidel se encuentran en el Palacio de la Revolución,… Este mes de noviembre no ha sido parco […]

La América profunda mantiene en el trono imperial al vaquero W, Faluya es arrasada por las iletradas tropas del Imperio, el líder histórico del pueblo palestino termina sus días en un hospital militar francés, los comandantes Chávez y Fidel se encuentran en el Palacio de la Revolución,… Este mes de noviembre no ha sido parco en noticias de todo tipo, generalmente pésimas. Y cómo postre indigesto para el paladar de toda persona cabal, la clase de españolismo neoliberal que pronunció el bigotes en su estridente inglés de Valladolid. Si al genial Woody Allen le entraban unas ganas irresistibles de invadir Polonia tras escuchar cualquier pieza de Wagner, yo sueño con la invasión de Pucela cada vez que Ansár mueve el labio leporino. Que me perdonen los camaradas del Pisuerga.

ZP espera el acuse de recibo de George mientras los antiguos jefazos del Gal y alrededores claman por el indulto para Rafael Vera, uno de los suyos. Uno que dejó de creer hace lustros en los Reyes Magos, no deja de sorprenderse ante los exabruptos de Ibarra , la División Azul de Pepe Bono o la caradura de Felipe el de los bonsais y las joyas. Aparte de medidas positivas con tinte electoralista (retirada de Irak, matrimonio y adopción para los homosexuales, tímido acercamiento a Cuba Socialista), este PSOE no deja de ser el de siempre : tropas para la ocupación imperialista de Afganistán y Haití, Constitución europea del capital y la guerra, el terrorista Galindo fuera de la cárcel.
Por supuesto no podía faltar la inextinguible sombra de Jesús de Polanco y su imperio prisaico, tampoco la seudoizquierda que parasita en sus aledaños. Los asalariados polanquistas representan un enorme peligro para cualquier intento serio de transformar estructuralmente las Españas, son los popes de lo políticamente correcto, los que se solidarizan con mercenario imperialistas cómo Raúl Rivero y olvidan a Laura Riera y a todas las víctimas del Sistema Borbónico.

Quizá algún vez los medios de la burguesía lograron confundirme con respecto a Cuba, pudieron hacerme creer que el compañero Fidel había traicionado la Revolución convirtiendo la isla antillana en un estado policial, quizá lo hicieron, pero no consiguieron desterrar de mi ser la profunda admiración por ella y por lo que representa.
Cuba es amor, solidaridad, internacionalismo proletario, indoamericanismo, guevarismo , fidelismo, pero es sobre todas las cosas la constatación de que otra realidad es posible, de que con sacrificio y valor un puñado de seres humanos pueden ganarle una batalla a la globalización capitalista y transitar a paso de vencedores hacia el Socialismo. Cuba es la herida sangrante a pocas millas de las entrañas del monstruo que conoció de cerca el prócer José Martí. En Cuba se refugió el espíritu de la Revolución de Octubre tras el fin del burocratismo del Este, cómo nos recordaba la compañera Celia Hart hace poco en un emocionante escrito. Cuba es nuestra esperanza, y Fidel su conductor. El Sansón cubano, el hombre de Birán, el Comandante en jefe de los parias de la tierra, prosigue su campaña guerrillera desde hace más de cincuenta años, su campaña por la igualdad y la libertad de todo el mundo. Este hombre excepcional ha superado todos los contratiempos, los planes criminales de la CIA, los atentados anticubanos de la mafia miamense, cómo no va a superar la caída y la posterior operación que nos describió en su ya famoso mensaje al pueblo cubano.

Contemplar a Fidel junto con su hermano Hugo Chávez es un goce para los sentidos, aún con el envoltorio insultante y calumnioso del Pecado Original de Telecinco . Hugo Chávez es otro de los nuestros, el Comandante de la Revolución Bolivariana, el vencedor en múltiples procesos electorales, el constructor de la democracia participativa y protagónica, el enterrador del neoliberalismo en la patria de Simón Bolívar. El proceso que conduce y por el que lucha el pueblo venezolano es otra china clavada en la ensangrentada zapatilla del Imperio. Su lucha es la nuestra, la de la humanidad. Un pueblo arrecho y un presidente admirable que restituyen al país la soberanía y la dignidad perdidas.

Yaser Arafat ha muerto, Faluya ha perdido a muchos de sus mejores hijos, el imperio contraataca cómo de costumbre, pero quedándonos Cuba y Venezuela podemos respirar tranquilos por una milésima de segundo y regresar volando a nuestra trinchera en la batalla de ideas, en la lucha por un nuevo amanecer, en el combate revolucionario por la toma del Palacio de Invierno.