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Entrevista a Sabino Ormazabal, encausado en la pieza de la "desobediencia civil"

«Nuestra absolución no repara la injusticia del sumario 18/98»

Fuentes: Diagonal

«n diciembre de 2007, nueve personas vinculadas a la Fundación Joxemi Zumalabe fueron condenadas por «colaboración con banda armada» a nueve y diez años de cárcel. ¿Cómo valoras la absolución de los acusados en la pieza de la ‘desobediencia civil’? SABINO ORMAZABAL: Las cosas hay que tomarlas con cautela aún. No conocemos ni el fallo […]

«n diciembre de 2007, nueve personas vinculadas a la Fundación Joxemi Zumalabe fueron condenadas por «colaboración con banda armada» a nueve y diez años de cárcel.

¿Cómo valoras la absolución de los acusados en la pieza de la ‘desobediencia civil’?

SABINO ORMAZABAL: Las cosas hay que tomarlas con cautela aún. No conocemos ni el fallo ni la base de la sentencia del Tribunal Supremo. No es posible, por tanto, sacar conclusiones. Habrá que ver por un lado si se mantiene la tesis del «todo es ETA» o si la misma es modificada; habrá que leer en qué términos resuelven nuestra absolución.

Falta asimismo conocer cuál va a ser la suerte de nuestro compañero Carlos Trénor, procesado también en la pieza del periódico Egin. El resto de la pieza Zumalabe, ocho personas, hemos sido declaradas inocentes de todas las acusaciones y por lo tanto absueltas. ¿Es un tirón de orejas a la Audiencia Nacional, o supone su cuestionamiento, como varios medios así lo han calificado? ¿Es verdad que el Supremo «tumba» las duras condenas de la Audiencia, como titulaba El País? Pues no lo sé. Vamos a esperar a la sentencia, pero en todo caso nuestra absolución no resuelve la injusticia que ha significado y significa el conjunto del sumario 18/98. Nos han tenido rehenes durante nueve años (nuestra primera detención fue en 2000): dos detenciones en mi caso, ocho meses de cárcel (cinco años y siete meses en el conjunto de la Zumalabe), 16 meses de juicio, dos fianzas, derechos conculcados, obligación de firmar dos veces a la semana… Nueve años nos pedían y nueve hemos estado con la pesadilla.

¿Se puede decir que la campaña de apoyo lanzada por el movimiento antimilitarista ha roto el aislamiento y ha conseguido, por primera vez en bastante tiempo, que desde el resto del Estado español sectores diferentes hayan mostrado su solidaridad con ‘vascos’ pese a las acusaciones de terrorismo?

S.O.: Mientras que duró el juicio oral en Madrid fue recurrente este tema en los debates. A mí me parecen fundamentales dos elementos para su éxito. En primer lugar, que se ponga cara a la injusticia, que la gente te conozca y sepa de quién se está hablando. Es muy difícil que haya reciprocidad con alguien que tapa su cara, que dificulta su aproximación a otras realidades o que las considera únicamente de forma interesada. Esta última es la segunda característica. Los puentes son para cruzarlos en ambas direcciones, no son sólo para pedir a los demás que vengan a visitarte, a apoyarte, a ayudarte… y tú nunca lo hagas en la otra dirección. Si ha sido una campaña exitosa lo ha sido tanto por quien la ha promovido, por cómo lo ha hecho, y porque la defensa de la desobediencia civil como pensamiento y herramienta de transformación social no-violenta es un puente común, transversal, de muchos sectores y colectivos que no tiran la toalla. Su criminalización en el 18/98 era sentida como propia.

¿Cómo valoras la detención, antes de conocerse la decisión del Supremo, de los condenados que estaban en libertad, incluso de enfermos?

S.O.: Es un claro ejemplo de crueldad que añade más sufrimiento al ya acumulado. Son personas que fueron puestas en libertad bajo fianza porque no había peligro de fuga precisamente. A la semana se presentaban dos veces voluntariamente en el juzgado. Se les ha detenido con un auto judicial sin sentencia firme en su contra. No se les llama a acudir a alguna instancia oficial con su abogado, sino que se escenifica un operativo armado de la Guardia Civil en el que se prima el espectáculo del poderío de la fuerza, para aparentar firmeza y acallar posibles protestas por la absolución de otras nueve personas. En su mayoría, son personas de avanzada edad (Elkoro tiene 73 años) o con problemas de salud importantes, dependientes de tratamiento médico, incluso a uno de ellos le fueron a detener a un hospital. Podría escaparse con el menisco roto.