Setenta y cuatro años hace éste 14 de abril de 2005, de la proclamación de la II República Española. 74 años de aquella España, una atrasada y declinada nación europea, que se permitió libre y democráticamente instaurar y proclamar la II República Española. El rey no se marchó, lo echaron, como se gritó en la […]
Setenta y cuatro años hace éste 14 de abril de 2005, de la proclamación de la II República Española. 74 años de aquella España, una atrasada y declinada nación europea, que se permitió libre y democráticamente instaurar y proclamar la II República Española. El rey no se marchó, lo echaron, como se gritó en la calle.
Al rey se le echó, y por delante quedaba un país lleno de caciques, explotadores, un país dominado por una Iglesia poderosa que controlaba la educación, tierras y hasta las vidas en los pueblos y provincias, una España llena de analfabetos, miseria, hambre.
Pero que guapa es la utopía llevada a la realidad, se abría un periodo de cambios, de ilusiones, en un país que llevaba muchos años de luto, el luto de la iglesia, de los caciques, de los explotadores, el luto impuesto con la miseria, el hambre, la incultura. Según nacía la República, se organizaron sus enemigos, una ínfima minoría, con mucho poder, pero minoría. La República era una revolución contra el sistema que había imperado por siglos.
La iglesia no soportaba ver un estado separado del clero, una pedagogía laica y CONSTRUCTIVA, los caciques no podían oír hablar del reparto de tierras, los explotadores no querían saber nada de derechos laborales, de dignidad y justicia. Algunos militares, no estaban dispuestos a perder sus prebendas, sobre todo los sanguinarios «africanistas» acostumbrados a una sangrienta guerra invasora, con los de allá y los de acá, que iban a Marruecos a morir como corderos.
Pero la República se puso en marcha y funcionó, a pesar de la CEDA y de los enemigos organizados. Funcionó porque se puso en marcha la alfabetización, se construyeron colegios (hoy todavía duran), las misiones pedagógicas repartieron cultura por todos los rincones de España, con bibliotecas populares, con cine, con teatro, con una cultura que se abrió y llegó al pueblo, para que aprendiera, pero sobre todo para que supiera que era suya, que era un derecho innegable. Se aprobó una constitución, que sigue hoy en 2005, siendo un referente de libertad y progreso. Se dieron los primeros pasos para una España federal, por primera vez en la historia, se hizo vivienda social (los adosados de la República, hoy son barrios de lujo, como el «Viso» de Madrid), se dio protección laboral a los trabajadores (regulación de jornadas laborales, días libres y protección contra la siniestralidad laboral, si… en 1931) el voto femenino llegó como camino a una liberación en todos los campos, se trabajó en la reforma agraria, en la investigación científica… en todos los ámbitos, España había que hacerla de nuevo, pues estaba sumergida en un pozo negro sin fondo. Y su pueblo, era el protagonista, el primer actor de los cambios, del desarrollo. ¡BASTA YA DE DECIR QUE LA REPÚBLICA FRACASO! ¡NO!
La República funcionó con aciertos y errores, pero era el estado legítimo de este pueblo que se atrevió a ser protagonista de su futuro y constructor de su realidad. El fascismo franquista sublevado supo hacer bien en sus años de dictadura una cosa: llenar de tópicos y engaños nuestra historia, intentando justificar su sangría con mentiras contra el Estado legalmente constituido, de ahí viene eso de «se cometieron las mismas atrocidades en ambos bandos» «el pueblo español no estaba preparado para la democracia», y otra serie de gilipolleces más grandes, que se dedican todavía hoy a recoger en sus chismes, doctos «historiadores». La República fue un vivero de ideas e idealistas, porque sí es verdad que en la República no había un pensamiento único, no, había cientos de ideales, para cambiar, para mejorar, para construir, y eso es bueno, anarquistas, comunistas, socialistas, liberales, herederos todos de los librepensadores que nacieron con la Primera República, todos participaban en la vida política y social de esa España, que empezaba a ser un modelo de progreso en una Europa donde crecía el fascismo.
Contra el sueño real de un pueblo, se levantaron los generales rebeldes de África, bendecidos por la Santa Madre Iglesia, apoyados por los caciques y terratenientes, por el explotador empresarial. Y se sublevaron con ansiedad de sangre, de represión, de violencia, de muerte. Con la ayuda material de Hitler y Mussolini, y el silencio de la no intervención mundial, sembraron éste país de muerte y destrucción, era su consigna. Les costó, porque enfrente estuvo un pueblo, y ahora me da igual si lo hicieron mejor o peor, porque delante del fascismo sublevado estuvo mi pueblo, el de los ciudadanos y no súbditos, que en corto tiempo habían saboreado la miel de la libertad, de la razón, del progreso. Y defendieron «con uñas y dientes» la República, en una guerra, una asquerosa y jodida guerra que no terminó nunca, porque los «militares sublevados» sembraron este país de muertos y sangre, de odios y venganzas, porque los «militares sublevados» traicionaron a su pueblo y a la legalidad vigente, porque los «militares sublevados» y sus acólitos hoy, todavía no han sido juzgados por sus crímenes (ni siquiera por la historia), porque la monarquía que hoy está en este país, es una HERENCIA DE AQUEL GOLPE MILITAR contra la democracia, porque la transición es un pacto de nauseabunda amnesia, porque nos robaron lo que era nuestro, de todos, la queremos y mucho, en el 2005 y mirando al futuro con más ganas que nunca:
¡VIVA LA III REPÚBLICA!