«Lots of hungry, homeless children in your own backyards While you’re very, very busy Addressing twenty zillion Christmas cards» («Muchos niños hambrientos sin casa están en su propio patio de atrás mientras ustedes están muy muy ocupados escribiendo veinte zillones de tarjetas navideñas») «Blue Xmas (To Whom It May Concern)» Letra y música de Miles […]
«Lots of hungry, homeless children in your own backyards
While you’re very, very busy
Addressing twenty zillion Christmas cards»
(«Muchos niños hambrientos sin casa están en su propio patio de atrás mientras ustedes están muy muy ocupados
escribiendo veinte zillones de tarjetas navideñas»)
«Blue Xmas (To Whom It May Concern)» Letra y música de Miles Davis, Gil Evans y Bob Dorough (1)
Amigos latinoamericanos me han solicitado que les describa las celebraciones de las fiestas del final de año (la navidad, el año nuevo y la visita de los tres reyes magos) aquí en los EE.UU. y que les explique qué es lo que realmente pienso y siento por ellas, o sea, cuál es mi opinión de esas celebraciones.
Al tratar de dar una respuesta breve a sus preguntas, empecé este texto con un segmento de la letra y música de «Blue Xmas (To Whom It May Concern)» porque sintetiza poéticamente lo que he sentido y pensado de las fiestas (principalmente la navidad) del final del año en EE.UU., durante todos estos años.
Podría proporcionar una larga respuesta revelando que, en lo que atañe a mi experiencia personal, he observado que mi sensación de aburrimiento y poco conforto con las fiestas navideñas, empieza cuando, a partir de los primeros días del mes de noviembre, escucho en todo y cualquier supermercado o tienda, en las plazas, en los edificios públicos, en las radios y en los canales de TV, las mismas melodías y las mismas letras («White Christmas», «Jingle Bells», «We Wish You a Merry Christmas», «I’ll Be Home for Christmas» y otras) que son reproducidas año tras año por las mismas orquestas, coros y artistas de mucha fama como Frank Sinatra, Nat King Cole, Elvis Presley, Bing Crosby y otros.
Mi incomodidad se amplifica y profundiza aun más, cuando, articuladas a esas músicas, también observo, en los espacios públicos y privados, las mismas decoraciones y las mismas propagandas comerciales con la imagen central de la figura barbuda y sonriente de Santa Claus.
Con respecto a mi perspectiva social (que va en contra del discurso y de las imágenes que son sistemáticamente naturalizadas por la media corporativa y por las películas de Hollywood), intentaré resumir los aspectos económicos, culturales e ideológicos de las fiestas que han estado demandando mi atención y preocupación durante estos años que he vivido en EE.UU., esclareciendo que a partir de ahora, dada su importancia en el país, concentraré mi atención principalmente en la navidad.
En el siglo XX, Bertolt Brecht, utilizó los «efectos escandalosos», «aberrantes» (que generarían el «extrañamiento» de la percepción) de los críticos formalistas rusos, con fines políticos. Para Brecht, los «recursos aberrantes» de Shklovsky y Jakobson deberían producir algo más que funciones verbales.
A través de su práctica brechtiana, esos recursos se convirtieron en instrumentos poéticos, cinematográficos y teatrales para «desnaturalizar» y «desfamiliarizar» la sociedad política y la ideología de la clase dominante, mostrando hasta qué punto todo lo que las personas daban por sentado como «algo natural», debería ser cuestionado, pues había sido producido por la cultura humana.
Otro poderoso modo de desnaturalizar y desfamiliarizar los mitos de la sociedad política y la ideología de la clase dominante es tratar (como enseñó Karl Marx), de historiar siempre todos aquellos fenómenos que el poder constituido pretende que nos parezcan naturales y eternos. (Volveremos a las enseñanzas de Marx y los marxistas un poquito adelante, en la segunda parte de este texto).
Para articular lo anterior al tema de la fiesta navideña y en particular al papel ideológico de la figura imaginaria del Papá Noel en el capitalismo estadounidense, mencionaré algo de la historia de las relaciones entre el obispo Nicolás (un individuo que nació en Grecia y existió en la realidad de la Edad Media) y San Nicolás, el personaje imaginario de la leyenda (2) que ha sido creado por la mitología occidental en el transcurrir de varios siglos de historia social.
Así, intentaremos resumir la historia del nacimiento y desarrollo (cambio) de la leyenda para dar una idea somera de la transfiguración de la figura del personaje ficticio San Nicolás, (inventado durante el feudalismo) en la figura del personaje Santa Claus, inventado por artistas y empresas comerciales durante el capitalismo vigente.
San Nicolás, San Nicolás de Bari, Papá Noel, Sinterklaas, Santa Claus, son algunos de los nombres por los que se conoce en muchos países occidentales, a un personaje legendario de la cultura occidental que trae regalos a los buenos niños en la Nochebuena.
El obispo cristiano Nicolás (que fue convertido en un mito medieval, popularizándose como un personaje ficcional e imaginario) supuestamente existió como individuo concreto en la realidad histórica y quedó conocido como San Nicolás de Bari, un religioso de origen griego, que de acuerdo a la narrativa histórica fue uno de los más venerados por los cristianos en el feudalismo.
En la narrativa histórica, el obispo Nicolás fue reconocido y celebrado por muchas hazañas religiosas, sobre todo porque tenía un afecto especial por los niños (especialmente por los niños pobres), y se dedicaba a solucionar sus problemas materiales a través de los regalos que iban desde las bolsas de monedas hasta los dotes de oro para el matrimonio de las niñas que no podían casarse bien por ser pobres.
Trasformado en el legendario San Nicolás, también ganó fama como patrón de los marineros, pues, según la leyenda, salvó a los marineros de las terribles tormentas en el mar. Se cuenta que en esos momentos trágicos, la figura de San Nicolás tenía el poder de calmar las aguas de la tormenta. Por todo eso, hay actualmente cientos de templos dedicados a su figura y culto que están esparcidos por muchos países del mundo occidental (3).
Durante el siglo XIX, la leyenda de San Nicolás fue apropiada y adaptada por los artistas estadounidenses (4) para transformarlo en la leyenda capitalista de Santa Claus. La transformación de la figura de San Nicolás (que era presentada originalmente vestido en trajes de obispo), en la figura del Santa Claus contemporáneo, se debió principalmente al trabajo del escritor Washington Irving (1809), del poeta Clement Clarke Moore (1823) y del dibujante Thomas Nast (1863), quien lo diseñó en tiras para editar en el semanario Harper’s Weekly en las fiestas navideñas.
Durante parte del siglo XIX, el personaje de Santa Claus era representado por la imagen de un elfo que vivía en el Polo Norte (junto a un gran número de elfos) y que daba regalos a los niños en la Nochebuena. Él era transportado por un trineo tirado por los ocho renos voladores. En el siglo XX, los renos voladores pasaron a ser nueve, pues incluía a Rudolph, el famoso reno de la nariz colorada.
Años después, la imagen del elfo fue sustituida por una nueva figura. En esta, Santa Claus era representado como un hombre gordo, alegre, de pelo y barba blancos que tenía chaqueta y pantalones rojos con cuello, puños y vainas de color blanco, además de un cinturón y botas de cuero negro.
En lo narrativo, la historia era básicamente la misma, pues repetían el mismo cuento anterior: Él vivía en el Polo Norte, transportado por un trineo tirado por los renos para dar, en la Nochebuena, regalos de Navidad a los niños buenos y obedientes En finales del siglo XIX, la narrativa fue ampliada para incluir dos elementos más: la chimenea por la cual Santa Claus entraba en las casas beneficiadas; y un nuevo personaje, la señora Santa Claus que ahora es la esposa de él.
A mediados del siglo XIX, el Santa Claus estadounidense empezó a ser exportado para Inglaterra y de allí hacia Francia. Luego, la exportación masiva de la tradición del Santa Claus estadounidense a otros países del mundo se debió principalmente al crecimiento de la publicidad comercial de las empresas de EE.UU. Ya a finales del siglo XIX y principios del XX las empresas empezaron a invertir notablemente en la difusión de la historia de Santa Claus.
Sin embargo, solamente en el siglo XX, cuando en 1931, la compañía Coca-Cola (la corporación imperialista) empezó a hacer el uso comercial de la figura de Santa Claus para vender sus refrescos, se arraigó definitivamente el consumo y la masificación del mito estadounidense por todo el mundo.
Por lo tanto, la campaña masiva de la Coca-Cola, fue uno de los factores determinantes no sólo para conservar los colores rojo y blanco de su vestimenta sino de la propagación y la masificación del mito de Santa Claus alrededor del planeta. En otras palabras, la popularidad de la tradición está íntimamente relacionada a la necesidad de vender mercancías para aumentar la velocidad de circulación del capital comercial y de este modo, incrementar el volumen y la tasa de ganancia de los capitalistas.
Hoy, en los EE.UU. el mito de Santa se ha expandido extraordinariamente a través de los rituales, la tradición, las procesiones conmemorativas, las tarjetas navideñas, los comerciales de TV, los libros, además de una asombrosa producción de películas en el estilo Hollywood sobre la figura de Santa Claus (5)
Ahora, volveremos a algunos de los aspectos económicos, culturales e ideológicos de la fiesta de Navidad que aún no he mencionado adecuadamente.
Aquellos que viven en los EE.UU. y son capaces de observar desde una cierta distancia, el desespero de los estadounidenses para celebrar las fiestas del final del año a través de la compra de regalos, no pueden dejar de preocuparse seriamente por el gigantesco consumo improductivo de un pueblo que parece no querer darse cuenta de que está al borde de la bancarrota, con una deuda pública de 15 billones de dólares ($15 trillion) y sin un centavo guardado para pagar sus compromisos económicos.
Para tener una idea de este frenético desespero, menciono los datos que la revista estadounidense «Mother Jones» nos dio a conocer en su edición de diciembre de 2005, o sea, años antes de la eclosión de la crisis económica. Esta revista registró en aquella fecha, que los estadounidenses gastaron 8.000 millones de dólares ($8 billion) sólo en decoraciones de Navidad, y que este valor representaba casi cuatro veces más de lo que gastaban para proteger a los animales y el medio ambiente (5).
Es importante tener en cuenta que, desde el inicio del pasado mes de noviembre de 2011, millones de hogares estadounidenses han exhibido por adelantado una decoración exacerbada de luces eléctricas que representan no sólo una escandalosa cantidad de dinero sino el intenso consumo de energía eléctrica.
O sea, a pesar de la crisis económica que se abatió en EEUU (donde millones de ciudadanos perdieron sus trabajos y sus casas porque no podían pagar sus hipotecas), por lo visto, no ha habido una reducción del nivel de consumo de los adornos navideños. En otras palabras, ni siquiera la realidad de estar convertida en una nación que se encuentra en una desesperada situación financiera, parece ser capaz de hacer con que la mayoría del pueblo estadounidense pueda despertarse de la fantasía y la compulsión consumista.
Hace años que la leyenda y las celebraciones de Santa Claus han sido denunciadas y acusadas por grupos cristianos y grupos nacionalistas. Estos grupos lo ven no sólo como un agente del imperialismo económico y un producto comercial producido para engañar a los consumidores sino también como un elemento del imperialismo cultural usado para debilitar las tradiciones locales que están fundadas en los orígenes cristianos de la Navidad.
Así, según ellos, el nacimiento de Jesús ha sido colocado en segundo plano y lo único que importa para los propagadores de Santa Claus es producir y vender mercancías para producir ganancias. Desde la perspectiva de estos grupos, cada año, la Navidad se reduce a una simple fiesta de compra de regalos.
Entre los países resistentes (donde han habido grupos que han organizado manifestaciones en contra del Santa Claus estadounidense), que buscan promover las tradiciones del antigo mito cristiano del nacimiento de Cristo en lugar del mito capitalista de Santa Claus, están Alemania, Austria, la República Checa y España.
Desde una perspectiva cultural-ideológica, el mito capitalista de Santa Claus ha funcionado, por un lado, como un mecanismo simbólico para disminuir el sentimiento de culpa de los cristianos que están económica y socialmente muy bien aunque sea al costo del aumento de la pobreza de los trabajadores; por otro lado, ha funcionado como un mecanismo para promover la vanidad y el sentimiento de superioridad de aquellos que pueden comprar y consumir aunque sea al precio de provocar la vergüenza y la humillación de pobres miserables que no pueden comprar o consumir al mismo nivel.
El primer mecanismo referido, tiene su paralelo en la actitud de los individuos ricos y prósperos que suelen visitar la iglesia católica (o la iglesia protestante) los domingos para ser absueltos de su culpabilidad (por el dominio y la explotación de los pobres). Como sabemos, el resultado simbólico y psicológico, de la «confesión» y la «comunión» en la iglesia católica (o en el consultorio psicológico) ha sido el de ayudar a la reproducción de las mismas condiciones materiales y culturales que permiten que el dueño de los medios de producción continúe enriqueciéndose impunemente aunque sea al precio de la expropiación, la miseria y la muerte de los más débiles: de los trabajadores asalariados, de los pobres y los miserables.
Por lo tanto, en el capitalismo, el mito del nacimiento de Cristo y la leyenda de Santa Claus han sido utilizados por el proceso de globalización capitalista no sólo para expandir las ventas de sus mercancías, acelerar la circulación del capital mercantil e incrementar el volumen y la tasa de ganancia sino también para someter y debilitar las prácticas culturales de los países dominados por el imperialismo capitalista de EE.UU (6) y pacificar el sentimiento de culpa de la clase dominante. Como dice otro verso de la canción «Blue Xmas» citada arriba, «It’s a time when the greedy give a dime to the needy.» («Es un momento en que los avariciosos dan unos centavos a los pobres.»)
II
Desde cuando Marx escribió el «Manifiesto del Partido Comunista«, ninguna síntesis escrita ha tenido tan gran influencia entre los humanos. Gracias a esta síntesis (y a otros de sus importantes escritos como El Capital), la historia individual y social ha sido interpretada y explicada a través de una perspectiva filosófico-científica apropiada: la visión materialista, histórica y dialéctica.
En un segmento muy citado de la narrativa de El Manifiesto del Partido Comunista se puede leer:
«La historia de todas las sociedades que han existido hasta ahora es la historia de las luchas de clase: hombre libre y esclavo, patricio y plebeyo, señor y siervo, agremiado y jornalero -en una palabra, opresor y oprimido- estuvieron en constante oposición mutua, llevaron a cabo una lucha ininterrumpida, ora oculta, ora abierta, una lucha que acababa cada vez ya sea en una reconstitución revolucionaria de la sociedad en general, ya sea en la ruina común de las clases contendientes».(7)
Este segmento del Manifiesto sintetiza una historia materialista que había y ha sido reprimida por las clases dominantes (en el transcurrir de siglos de dominación y explotación de seres humanos) hasta que Karl Marx empezó a investigar, teorizar y escribir su narrativa filosófico-científica (8).
Por lo tanto, es solamente cuando rastreamos las huellas de esa lucha y narrativa ininterrumpida y traemos para la superficie del texto la realidad reprimida y oculta de esa historia fundamental, que la teoría marxista de un inconsciente político encuentra su función y su necesidad.
Así, Marx nos ha enseñado que no es la consciencia que determina la existencia, sino que al revés, es la consciencia que está determinada por la existencia. En otras palabras, existe en la sociedad un conjunto de fenómenos como, por ejemplo, el fetichismo de la mercancía y del dinero, que transcienden profundamente nuestra consciencia individual y que, juntos a la represión social, forman un inconsciente político que es distinto del inconsciente psicológico o lingüístico.
Marx también nos ha enseñado que el sistema de poder y de las ideas (lo ideológico), el sistema jurídico y el sistema artístico-cultural deben necesariamente contener, en esas diferentes esferas de la vida humana, la contradicción fundamental entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción.
Dado lo anterior, toda narrativa (sea literaria, cinematográfica, mítica, romántica o de otra índole) debe contener de algún modo (de forma indirecta, imaginaria, reprimida, inconsciente o simbólicamente) las contradicciones de nuestra sociedad dividida en clases y la lucha política entre ellas, estemos conscientes o inconscientes de ello.
Así, con el objetivo de revelar y analisar el inconsciente político de la leyenda de Santa Claus, vamos a resumir la narrativa mágica a sus características principales. En seguida, vamos a emplear la metodología de análisis del discurso cultural elaborada por el crítico de la cultura, Fredric Jameson (9) para detectar, en tres específicos niveles, el inconsciente político de este cuento de hadas navideño:
«Santa Claus da regalos a los niños buenos y obedientes en la Nochebuena. El vive con su esposa en el Polo Norte y durante la navidad, para llegar a las casas de los niños, es transportado por un trineo tirado por renos voladores. Santa entra en las casas de los beneficiados a través de las chimeneas».
Si uno parar para pensar en las características de Santa, lo que se puede observar inmediatamente es que él es un hombre, blanco, europeo, virtuoso, bondadoso, rico, mágico, donador (ya que se representa como si no necesitara explotar o trabajar para reproducirse materialmente). Es un individuo que está arriba y afuera de la historia humana pues tiene el poder de solucionar las contradicciones y los conflictos humanos.
Así, podemos observar que, en el primer nivel (el plano simbólico) la narrativa de Santa Claus funciona como una solución imaginaria (un acto simbólico) a un problema real, a un problema que no tiene solución a corto o mediano plazo: el problema de la división entre ricos y pobres en la sociedad capitalista y las diferencias de poder entre ellos. Santa, en cambio, distribuye los regalos de manera democrática e igualitaria entre todos los niños creyentes (10).
En el capitalismo, la explotación, la dominación y la opresión puestas en práctica por la clase dominante contra las demás clases sociales son manifestaciones de la diferencia fundamental entre aquellos (burgueses capitalistas) que tienen propiedades, riqueza y capital y aquellos (los trabajadores) que no tienen nada, excepto su fuerza de trabajo para vender a los capitalistas. Esta es la base esencial del poder político y de la lucha de clases en el sistema capitalista pero que está casi siempre inconsciente para la clase oprimida.
En el segundo nivel (el nivel social, que comprende el primero), el análisis de la narrativa revela la lucha entre los diferentes ideologemas de los grandes relatos sociales. Relatos que son expresiones de la lucha de clases pues manifiestan, en lo ideológico, la relación contradictoria entre la clase de los propietarios y de los trabajadores, los desposeídos(11).
En la narrativa de Santa, en su espacio, tiempo y características del personaje podemos detectar los ideologemas de diferentes sistemas de organización social como el patriarcado, el feudalismo y el capitalismo.
Los ideologemas del sistema patriarcal defienden y promueven la concepción de mundo y los valores del orden social basado en la figura del padre propietario (el patriarca) como el mejor de los mundos posibles y donde el patriarca es representado como proveedor, como dador, como la solución cabal para todos los problemas individuales, familiares y colectivos.
Los ideologemas del feudalismo defienden y promueven el orden social fundado en la visión de mundo y los valores del cristianismo (la Fé, la Esperanza, la Caridad) y de la nobleza (la Fidelidad, la Valentía, y el Caballerismo) donde el noble y el religioso (el santo) son los propietarios de las mejores tierras de Europa pero son representados como individuos que son creyentes en Dios, virtuosos caballeros, además de buenos y caritativos, o sea, como los proveedores, y donadores capaces de solucionar los problemas socio-económicos de la sociedad (12).
Los ideologemas del capitalismo, defienden y promueven el orden social basado en la concepción de mundo y los valores del propietario de los medios de producción y del capital pero donde él es representado como un individuo próspero, representante del poder democrático, igualitario y libre dentro de un orden social rico, opulento y distribuidor de riquezas.
En el tercer nivel (histórico), la narrativa expresa las diferencias y contradicciones entre los diferentes modos de producción (el feudalismo, el capitalismo y otros) que fueron, son o serán dominantes en los diferentes períodos históricos del desarrollo de la sociedad(13)
En el modo de producción de la Edad Media, las preguntas económicas «¿qué producir? ¿cuánto producir? ¿cómo producir?» eran respondidas por la dominación del propietario feudal (el señor feudal y los vasallos) que vivían de la explotación del trabajo ajeno de campesinos y siervos de la gleba y que era legitimada por la Iglesia católica.
En el modo de producción capitalista de la edad moderna, las preguntas «¿qué producir? ¿cuánto producir? ¿cómo producir?» son respondidas por la dominación del propietario de los medios de producción que viven de la explotación del trabajo de la clase de los trabajadores asalariados.
En otras palabras, aunque los ideologemas del modo de producción capitalista pertenezcan a la ideología hoy predominante, su poder de dominación se ve contestado por la resistencia de las viejas formas ideológicas provenientes no sólo de los modos de producción anteriores (que aún sobreviven en el presente) sino del nuevo modo de producción que se opone al capitalismo para reemplazarlo en el futuro.
En resumen, cada uno de estos tres modos de análisis se destinan a revelar, a descubrir y a establecer los elementos de nuestro «inconsciente político». Para Jameson, el sentido de un inconsciente político (como el del inconsciente individual para Freud) expone o revela algo que es contrario a la conciencia o al sentido común; algo que debilita nuestro entendimiento convencional de las cosas y nos enseña que, bajo nuestro entendimiento convencional, existen leyes, causas y dinámicas que ignoramos y pero que necesitamos llegar a entender.
Fue por esas razones que utilizamos la noción de Fredric Jameson del inconsciente político para hacer un breve comentario sobre las narrativas míticas (y mágicas) en sus diferentes situaciones históricas pero cuya mezcla actual ha contribuido para la extraordinaria eficacia ideológica de la leyenda de Santa Claus para la fiesta de Navidad, contribuyendo, de esta forma, al sometimiento ideológico de individuos, grupos, culturas y países en el sentido de garantir la permanencia de la división de la sociedad en diferentes clases sociales.
Espero con este texto haber atendido mínimamente al pedido de los amigos latinoamericanos, deseándoles en el nuevo año de 2012, un buen regalo: que tengan la voluntad política para traer a la consciencia la realidad reprimida y oculta de la lucha de clases y a partir de esa realidad, pensar críticamente las actividades humanas en el plano económico, social, político y cultural.
NOTAS:
1) Letra de «Blue Xmas (To Whom It May Concern)» de Bob Dorough, y música de Miles Davis y Gil Evans. La grabación se encuentra en dos álbumes de la productora Columbia: en «Jingle Bell Jazz» (1962), una compilación; y «The Complete Columbia Studio Recordings» (2003) de Miles Davis & Gil Evans.
2) Una leyenda es una narración que incluye elementos ficticios, a menudo fantásticos o sobrenaturales, y se transmite oralmente, de generación en generación, a través de los años. Ella se localiza en un tiempo y lugar que resultan familiares a los miembros de una comunidad, lo que aporta al relato cierta verosimilitud. En las leyendas que presentan elementos sobrenaturales, como la presencia de criaturas de mundos imaginarios, estos se presentan como reales, pues forman parte de la visión del mundo propia de la comunidad en la que se origina la leyenda. En su proceso de transmisión a través de la tradición oral, las leyendas experimentan a menudo supresiones, añadidos o modificaciones, surgiendo así todo un abanico de variantes
Las leyendas generalmente fornecen explicaciones plausibles, y hasta cierto punto comprensibles, para cosas que no tienen explicaciones científicas inmediatas o comprobadas, como acontecimientos misteriosos o sobrenaturales. En general se considera que la leyenda es históricamente una degeneración del mito. Ver Diccionario de Mitos y Leyendas en el link http://www.cuco.com.ar/
3) De acuerdo a la realidad histórica, antes del aparecimiento del obispo San Nicolás (y sus regalos) existió en la antigüedad romana (una sociedad dividida entre ricos patricios, plebeyos y los esclavos pobres) una tradición religiosa en que los niños recibían regalos en el mes de diciembre, durante las fiestas paganas en honor al Dios Saturno (Cronos para los griegos), al final de los cuales los niños recibían obsequios de todos los que les podían dar.
Más tarde en Europa, antes de que el mito de San Nicolás se hubiera arraigado, hubo otras tradiciones donde los niños recibían regalos: en una de ellas, los niños italianos recibían los regalos de un «hada» llamada Befana. En otras regiones de España, la tradición de dar regalos a los niños durante el mes de diciembre se vinculaba a la ingesta de alimentos, a los golpes de palo y a la defecación.
Basado en mi experiencia de vivir en México por algunos años, creo que pude observar, en el sincretismo entre aztecas y colonizadores, los resquicios de esas tradiciones españolas y aztecas en las fiestas navideñas y en los cumpleaños de los niños. En México, la relación entre la ingesta de alimentos, los golpes de palo, la defecación y los regalos reaparecen simbólicamente en la relación entre los niños y las piñatas: en los meses diciembre y enero, o en los cumpleaños, los niños, con un palo en las manos, golpean a una piñata colgada del techo rellena de chocolates, de dulces, de los chupetes, de frutas, y otros regalos. El ritual concluye cuando después de romper la piñata a palos, los niños se agachan rápidamente para recorrer los regalos esparcidos por el suelo.
4) Algunos saben que los productores culturales de USA han sido acostumbrados a adaptar casi todo lo que es producción cultural extranjera (desde la caracterización de personajes, del espacio, del tiempo hasta la lengua escrita y hablada) para atender a la sensibilidad y al consumo doméstico de los estadounidenses. Esta práctica ha sido determinada predominantemente por el nacionalismo ligado a la necesidad del mercado capitalista de agilizar la circulación y la valorización del capital (en la industria del entretenimiento) para incrementar el volumen y la tasa de las ganancias obtenidas.
Hay una gran cantidad de ejemplos, mas basta por ahora, acordarnos de los nombres de tres películas:
– la francesa L’homme qui aimait les femmes (1977) cuya adaptación estadounidense se intitula The Man Who Loved Women (1983);
– la Japonesa «Shichinin no samurai»o Seven Samurai (1954) cuya adaptación se intitula The Magnificent Seven (1960); y
– la también francesa «3 hommes et un couffin» (1985) que fue adaptada con el nombre «3 Men and a Baby« (1987);
5) Para obtener más informaciones sobre el polémico tema de la leyenda de Santa Claus, consultar Stephen Nissenbaum (1997) «The Battle for Christmas», New York: Alfred A. Knopf. Vean también Gerry Bowler, (2007) «Santa Claus: A Biography»,Toronto: McClelland & Stewart Limited.
6) «AMERICANS SPEND $8 billion on Christmas decorations, almost 4 times what they give to protect animals and the environment.» Mirar «Who Gives A $%&t? Are Americans charitable? Or chintzy?» By Clara Jeffery. Revista Mother Jones, December 2005 Issue.
7) Hay un poderoso paralelismo entre la muerte de Jesús Cristo y la de los actuales Palestinos: así como Cristo, en el pasado, fue asesinado por Israelíes a servicio del Imperio Romano, los palestinos han sido asesinados sistemáticamente por los invasores y colonizadores de su territorio (los sionistas de Israel) a servicio del Imperio Americano. Eso sin atenerse en este texto al genocidio cometido por EE.UU. en Palestina, Irak y en otras regiones de Asia y África.
Sobre este tema Paul Craig Roberts, destacado economista y escritor estadounidense, escribió: «Todo el mundo sabe que Israel es reo de crímenes de guerra, y que el gobierno de EE UU hizo posibles esos crímenes al facilitar sus armas y apoyo diplomático. Lo que Israel y EE UU hicieron en Líbano y Gaza no difiere de los crímenes que llevaron a los nazis ante el Tribunal de Nuremberg.» Vean Paul Craig Roberts CounterPunch. «En Estados Unidos, decir la verdad implica poner fin a tu carrera»
8) Ver Karl Marx y F. Engels. El Manifiesto Comunista. Buenos Aires: Ediciones Nuestra Propuesta, 2003.
9) Ver el ensayo «Karl Marx» del filósofo y profesor español Manuel Sacristán Luzón en su libro Panfletos y materiales, I: Sobre Marx y marxismo. Icaria, Barcelona, 1983.
10) Hasta dónde sé, fue Fredric Jameson quien (apoyado en los textos de Marx, Kenneth Burke, Lévi-Strauss y Mijaíl Bajtín) ha elaborado no sólo la mejor noción del inconsciente político dentro del marxismo sino que también la ha desarrollado como una excelente metodología para el análisis de las narrativas culturales. Lo anterior puede ser verificado en su magnífico «The Political Unconscious: Narrative as a Socially Symbolic Act. Cornell University Press,1982 La traducción española del libro lleva el título «Documentos de cultura, documentos de barbarie: La narrativa como acto socialmente simbólico». VISOR DISTRIBUCIONES S. A. Madrid, 1989.
11) Vean la referencia sobre el libro de Fredric Jameson en la nota 10
12) Vean la referencia sobre el libro de Fredric Jameson en la nota 10
13) Maurice Dobb. Estudios sobre desarrollo del capitalismo. Buenos Aires, Siglo XXI, 1971. Vean también Transiciones de la antigüedad al feudalismo (Siglo XXI Editores) 1979, de Perry Anderson y The Transition from Feudalism to Capitalism. London: New Left Books, 1976, de Paul Sweezy
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