El tren de la resolución ha pasado ya por muchas estaciones y la próxima debe ser la que traiga el final de la política de dispersión y la libertad de los presos enfermos. Ésta es la prioridad. Como cada setiembre, para irnos habituando al remolino de la monotonía, toda vez que se nos acumulan las […]
El tren de la resolución ha pasado ya por muchas estaciones y la próxima debe ser la que traiga el final de la política de dispersión y la libertad de los presos enfermos. Ésta es la prioridad.
Como cada setiembre, para irnos habituando al remolino de la monotonía, toda vez que se nos acumulan las preocupaciones por el trabajo que nos espera, solemos recurrir a revisar las fotografías de los días de vacaciones que hemos disfrutado durante el verano. Sin embargo, los familiares y allegados de los presos y exiliados políticos vascos no disponemos de un archivo fotográfico porque no hemos tenido tiempo, ni condiciones para sacar la cámara y sonreír.
Ha sido un verano complicado, duro. La política de dispersión sustentada en la venganza no coge vacaciones y, otro año más, familiares y allegados hemos tenido que hacerla frente. Son ya 28 largos años soportando el calor del verano y el frío invierno para poder visitar en prisiones lejanas a nuestros familiares y amigos. Tenemos tatuado en la piel el incalculable número de viajes, los largos kilómetros, las tensiones, el sufrimiento silencioso que pasa inadvertido por el frenético ritmo que marcan los acontecimientos sociales.
Este interminable verano ha conocido, además, un triste acontecimiento. El día que acababa julio, cuando no habíamos digerido aún las emociones vividas en el exitoso y solidario Hatortxu Rock, recibimos en nuestros desgarrados corazones la trágica noticia de que en la cárcel de Badajoz se había apagado el alma del preso de Galdakao Kepa del Hoyo. A Kepa se lo llevó la política de dispersión y queremos destacar otra vez el ejemplo de dignidad que ha mostrado su familia.
Al revisar las fotografías recordamos que nuestra reivindicación llegó a las puertas de la iglesia, al santuario de Loiola, en Azpeitia, donde entregamos al lehendakari Urkullu nuestro último informe. Todavía con los ojos humedecidos por la noticia de la muerte de Kepa, le pedimos a Iñigo Urkullu que, desde el cargo que ocupa, cumpla con su responsabilidad de seguir trabajando para acabar con la dispersión y lograr la libertad de los presos enfermos.
Tenemos guardadas también las imágenes de las playas. No fuimos a tomar el sol, tampoco nos bañamos. Acudimos a denunciar el dolor y las consecuencias perversas de la política de dispersión en 16 playas vascas, porque nosotras y nosotros, en lugar de en las playas de Cádiz, seguimos pasando nuestras vacaciones en los estrechos locutorios de Puerto I, o como los familiares de Juan Mari Etxabarri, en la sala de espera del hospital de Sevilla, de donde ha sido trasladado recientemente de nuevo a su celda.
Al igual que en el inicio de las clases, nos cuesta recuperar la ilusión, pero peor se encuentra la pequeña Izar que afronta sus primeros días en un entorno extraño como consecuencia de la sed de venganza que mantiene a Sara e Izar lejos de su casa, para evitar que puedan establecer cualquier vínculo afectivo con su pueblo y con su gente.
Los retos del nuevo curso no van a ser sencillos. El 8 de abril se abrió un nuevo escenario, una vez de que el impulso de la sociedad civil llevará el proceso de desarme hasta las últimas consecuencias. El objetivo de Etxerat sigue siendo que los presos y exiliados vuelvan vivos a sus casa y el nuevo escenario ha traído nuevos factores al tablero de juego. Estamos hablando de la necesidad de que los agentes políticos, sindicales y sociales sigan haciendo suyo el deseo y la petición de la sociedad vasca y trabajen de forma conjunta, porque necesitamos responder como pueblo para acabar definitivamente con el conflicto político.
El tren de la resolución ha pasado ya por muchas estaciones y la próxima debe ser la que traiga el final de la política de dispersión y la libertad de los presos enfermos. Esta es la prioridad. Nos encontramos a las puertas de la puesta en marcha de una dinámica de respuesta como pueblo para llegar a esa estación, una dinámica acordada que se sustente en un gran acuerdo social. Porque no podemos esperar más tiempo. Cada vez que se producen declaraciones vacías, otra familia puede romperse como consecuencia de la política de dispersión. Todas y todos sabemos lo que puede volver a ocurrir cualquier día en las carreteras o tras los barrotes. Esa política de excepción y venganza se ha llevado a 16 personas y más aún han muerto en las cárceles y en el exilio.
Sabemos que queda mucho trabajo por hacer y en esa labor continúa Etxerat desde el pasado octubre. Al objeto de llegar a esa estación con el mayor consenso posible nos hemos reunido con la práctica totalidad de agentes políticos, sindicales y sociales. No podemos prescindir de nadie en este viaje. En esa labor continúa trabajando también el Foro Social Permanente, más aún desde que se cerrara el capítulo del desarme y una vez conocido el paso cualitativo que ha dado el Colectivo de Presos Políticos Vascos en clave constructiva y convergente.
Seguiremos asimismo acudiendo a Europa al objeto de romper el bloqueo al que nos someten los Estados español y francés. Tras haber mantenido encuentros con agentes políticos y de defensa de los derechos humanos en Suiza, Alemania, Dinamarca y Suecia, este próximo curso Etxerat viajará a Noruega, Finlandia, Irlanda, Inglaterra y Bélgica.
No estamos dispuestos a seguir esperando. La sociedad vasca ha reclamado una y otra vez el acercamiento de los presos y la libertad de quienes están enfermos y es responsabilidad de los agentes políticos, sindicales y sociales hacerlo realidad. Si queremos que el próximo setiembre podamos tener las fotografías de las playas de Cádiz, hay que ponerse a trabajar. ¡Ya es suficiente! ¡Los y las queremos vivas y en casa!
Urtzi Errazkin. Portavoz de Etxerat.
Fuente: http://www.etxerat.eus/index.php/es/noticias/1298-nuevo-curso-tiempo-de-acuerdo