La información ha sido publicada en El Mundo: «Caso Nóos. Cortafuegos para salvar a la Infanta Cristina» [1]. Cojámosla y leámosla con todas las preocupaciones necesarias (y quince más si cabe). Pensemos, por si acaso, en estrategias políticas diseñadas desde altas (y ocultadas) instancias; en finalidades político-culturales nada ejemplares; en críticos de la Monarquía nada […]
La información ha sido publicada en El Mundo: «Caso Nóos. Cortafuegos para salvar a la Infanta Cristina» [1]. Cojámosla y leámosla con todas las preocupaciones necesarias (y quince más si cabe). Pensemos, por si acaso, en estrategias políticas diseñadas desde altas (y ocultadas) instancias; en finalidades político-culturales nada ejemplares; en críticos de la Monarquía nada afines a movimientos republicanos democráticos; conjeturemos -¿por qué no?- sobre campañas publicitarias para la promoción de un libro editado por una editorial amiga [2]. Etc. Y todo ello a la vez si fuera necesario. Acertaremos seguramente.
Sea como fuere, con todas las reservas, algunos apuntes (hay otros flecos desconocidos) sobre lo sabido recientemente de una historia sin fondo previsible. ¡Ha habido, hay tanto por ocultar!
Febrero de 2012
«Esto no se nos puede ir de las manos» fue la frase que se intercambiaron miembros del Gobierno PP al comprobar que el caso Urdangarin amenazaba claramente la figura de su esposa. La frase, dicen, es de don Rajoy dirigiéndose a su ministro de (in)Justicia, don Alberto RG. Se había pedido formalmente (el juez Castro desde luego) la imputación de doña Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de Borbón y de Grecia, la hija del Rey Borbón. Nada menos, por vez primera en la Historia con mayúsculas. La solicitud, «removió los cimientos del Estado y desató una operación de salvamento sin precedentes». ¡A ellos nadie (ni incluso Nadie) les toca! Desembocó en una reunión secreta en La Zarzuela, algo así como la casa donde vive el presidente de Uruguay, para abordar la cuestión y confeccionar su hoja de ruta.
Consecuencias: una cerrada defensa de la hija del Rey (¡iguales ante la ley! ¡qué risa doña Felisa!) por parte del Estado a través del Ministerio Público, la Agencia Tributaria (¿recuerden el asunto de las casas de doña Cristina?) y la Abogacía del Estado, los tres jinetes del Apocalipsis borbónico, obviando, por supuesto, los más que contundentes indicios existentes en su contra. La estrategia diseñada: la Infanta, a pesar de ser una bien pagada ejecutiva bancaria Caixabank, «nunca fue consciente» de lo que hacía. El juez instructor corbobés sigue «sólo ante el peligro»: a solas con las pruebas, con su heroica y admirable determinación y ante la implacable maquinaria institucional. Contra él la tesis-misil oficial: Cristina de Borbón, pese a disponer de los fondos públicos distraídos irregularmente de las arcas de Valencia y Baleares y tal vez de algún rincón más y estampar su firma en operaciones fraudulentas encaminadas a evadir impuestos, es inocente, ¡inocente!, ¡completamente inocente!
A la cita en Zarzuela, celebrada a finales de febrero de 2012 como se indicó (¿el 23F?), asistieron el Rey, Rajoy, Ruiz-Gallardón y el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce. Para que veamos cómo se mueve el vértice del poder, sus redes, sus conexiones, se sopesó la incorporación a la misma del mal denominado «jefe de la oposición», Alfredo Pérez-Rubalcaba. Finalmente no fue invitado. ¿No se fiaban de él?
¿Estará informado? Seguramente. Fue el pistoletazo de salida a la Operación Cortafuegos: ¡salvemos a la hija del Rey de las garras de la Justicia! La infanta Cristina es, debe ser intocable. «Todos somos iguales ante la ley» es una afirmación plebeya. Ellos no lo son.
Indultos del gobierno
«¿Y qué hacemos con Iñaki?», parece que se planteó a renglón seguido en la reunión de marras. «Lo tiene muy difícil, lo normal es que sea condenado a penas de cárcel». Don Alberto RG dixit. Solución: se puso encima de la mesa la posibilidad futura de que el ejecutivo le concediera finalmente un indulto. «Ya arrostraremos nosotros con las consecuencias que tendría ante la opinión pública», comentaron para tranquilizar a la primera autoridad del Estado. Sin problemas, con perdón en este caso.
Antecedes de este nudo: Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de Borbón y de Grecia llegó a colgar el teléfono a su padre. Éste, una y otra vez, le instó en aquellos momentos a separarse de don Urdangarin «el elegante» y a renunciar a sus derechos dinásticos. De eso nada, monada debió pensar doña C. Juntos decidieron meterse en el tinglado de Nóos, juntos quieren permanecer. Por el momento, nunca se sabe la última escena… hasta que es última.
Víctimas
Cristina e Iñaki están convencidos de que no han hecho «nada malo», inocentes como el oxígeno no tóxico: son unas «simples víctimas de una conspiración para derrocar a la monarquía en España». Cabezas de turco. No entonan el más mínimo mea culpa por haberse quedado con dinero público de forma ilegal o haber evadido impuestos. Estaba en su ambiente, en sus memes, en la cosmovisión ambiental, familiar e institucional. ¡Era normal, es normal!
Se sienten triplemente traicionados: por su antiguo socio y profesor en ESADE, don Diego Torres (hay asuntos privados que no cito, no es el punto: es una pieza a su altura). Por la Casa Real: no les ha defendido ante la opinión pública desde su punto d vista. Don Iñaki sigue pensando que si el Rey hubiera querido el asunto «se hubiera solucionado hace ya tiempo»: el Rey Borbón, en su opinión, es el responsable de que el procedimiento judicial no se haya detenido. ¿Quién manda si no en este patio? Finalmente, por la sociedad española que les ha condenado a la primera sin pruebas.¡Increíble pero cierto según parece! Añaden, la frase es de archivo, «los españoles no se merecen que volvamos a vivir en nuestro país».
Tienen razón: ¡no nos lo merecemos! ¡Que no vuelvan, que se lleven al resto de la familia con ellos! Como en 1931.
No es Noos: ¡es Nóos forramos!
El supuesto y no deseado heredero recuerda que Leticia, doña como es de rigor, fue la primera en alertar del caso. Lo rebautizó como el «caso nóos forramos». El Príncipe no les perdona a los encausados que hayan puesto en jaque a la institución de esa manera. Le va la vida real en ello. El heredero, dicen, ha levantado un muro inexpugnable. Sin piedad. ¡A la hoguera con ellos!
Caprichos borbónicos en EEUU
Cuando Telefónica-Alierta nombró al yernísimo responsable de la compañía en América, la corporación puso a disposición de los duques palmesanos una lujosa vivienda en el más que selecto barrio de Chevy Chase, en Washington. Con todos los gastos pagados desde luego. ¡Ellos no se codean con cualquiera!
Eso sí, la compañía que despide a trabajadores y reconvierte permanentemente se vio obligada a hacer continuos cambios en el interior de la casa. Doña Cristina Federica Victoria Antonia etc etc obligó a cambiar hasta tres veces los colchones recién comprados: estaban «demasiado duros». Intentó por todos los medios quedarse con todo el mobiliario de la residencia una vez que se trasladaron a España. El matrimonio quería el contenido de la casa, sofás y juegos de sábanas incluidos. La multinacional amiga les dio la opción de compra por el valor establecido en libros. Unos 400.000 euros, el sueldo de un mes y medio de doña Cristina. Una cifra disparatada para ellos. Rechazaron la operación, cuentan los euros. Telefónica optó por donar, un caso entre mil (desgravarían por ello), a una organización social los muebles de la parejita. Sus ejecutivos, incluso ellos, se quedaron atónitos poco después: el matrimonio borbónico-palmesano no tardó en localizar a la entidad benéfica para hacerles una oferta a la baja por los enseres. ¿A qué son generosos nuestros duques de Palma?
¡El Barça es més que un club!
Instalados de nuevo en España, el objetivo del matrimonio de la élite barcelonesa se centró en rehacer sus vidas. De varios modos: 1. Los duques llegaron a suplicar a César Alierta, que siguiera teniendo contratado a Iñaki como asesor externo: se les «acababa el dinero». 2. Cristina intentó que el establishment catalán le buscara un puesto a su esposo en el F.C. Barcelona. De lo que fuera, no importaba. Dentro de un orden.
La posición actual del Rey Borbón
El Rey, se dice, ha variado su postura. Prefiere que su hija siga al lado de Iñaki. ¿Por qué? La Casa Real se han convencido, no sin razones razonables, de que sólo podría agravar más su situación si Urdangarin comienza a volar por libre. Un incontrolable nuevo Diego Torres más enrabietado podría asestar una fuerte estocada a la más que maltrecha Corona. ¡Venga, Iñaki, mucho ánimo! ¡Dales duro, se lo merecen!
Ucrania
Y, por si faltara algo, hay algo más, hay vientos hurcanados del Este. Telefónica, vinculada al Instituto Noos, cabalgó hacia lejanas tierras orientales en algún momento. Hacia Ucrania se dice. ¡Ucrania! El juez Castro, incómodo al poder, está con la mirada puesta en ello.
Las aristas económico-geográficas del poliedro «Nóos forramos» parecen inagotables.
Notas:
[2] La intocable. Cristina, la infanta que llevó la corona al abismo. Sus autores: Eduardo Inda y Esteban Urreiztieta. Editado por La Esfera de los Libros.
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