La presencia en Bogotá de Victoria Nuland, subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos de Estados Unidos, revela la preocupación de Washington por el anunciado triunfo de la centroizquierda, que lidera Gustavo Petro, en las sucesivas elecciones legislativas y presidenciales, lo que pondría en problemas el apoyo recibido hasta ahora por los gobiernos derechistas y ultraderechistas a las políticas y planes de Washington en América Latina.
Nuland participó en un encuentro del Diálogo Estratégico de Alto Nivel en Seguridad, mecanismo de cooperación establecido en 2012 entre los dos países, que tuvo lugar en el contexto de las elecciones que se aproximan: las legislativas, que se celebrarán en pocos días (el domingo 13 de marzo), y las presidenciales, previstas para el 29 de mayo. No hubo mayor información sobre lo tratado, especialmente en el aspecto militar.
La prensa bogotana informó que Nuland alertó acerca de los riesgos que podría tener Colombia en los próximos comicios que se celebrarán durante 2022. Las declaraciones de la funcionaria estadounidense se dieron en una rueda de prensa de la que también hacían parte el presidente Iván Duque y la vicepresidenta y canciller, Marta Lucía Ramírez.
Los analistas estiman que los temas militares y de seguridad fueron temas básicos de reunión, máxime que de ella participaron altos funcionarios del Pentágono y de la Dirección Nacional Inteligencia, Daniel Erikson y Jon Stainbrook, respectivamente.
Tras el cónclave, una sonriente Nuland expresó que Colombia debe enfrentar “amenazas de actores externos contra sus redes públicas y privadas, y también en el mundo de la desinformación y esfuerzos por propagar y difundir mentiras e historias que no son de origen colombiano”.
Obviamente, ni Nuland ni Duque dieron detalles sobre las supuestas acciones de interferencia detectadas ni adelantaron elementos sobre cuáles han sido “las historias y mentiras” difundidas, ni sobre quiénes son los “actores externos” identificados. Ya tendrán tiempo para armar las historias.
Y en un claro injerencismo en los temas internos de una nación que se dice soberana, añadió que por ello las elecciones deben salvaguardarse de «actores externos interesados en manipularlas, tal y como lo han intentado hacer en otras partes del mundo”.
El ultraderechista presidente Iván Duque –que perdió toda popularidad pero no la vergüenza- dijo que compartirán con el gobierno estadounidense la información de seguridad nacional “donde se pueda identificar cualquier influencia o intento de influencia extranjera en el proceso electoral».
Sería sumamente particular que una delegación de alto nivel de EEUU interviniera –en plena campaña electoral- en una rueda de prensa para alertar sobre la difusión de “historias y mentiras”, si la realidad no mostrara el auge del Pacto Histórico y de la candidatura presidencial de Gustavo Petro, ganador según todas las encuestas y la caída en picada de la credibilidad de Duque, lo que dificulta que un candidato de la ultraderecha –o incluso de la derecha o centroderecha- pueda ser electo.
La santa policía
Durante la rueda de prensa se anunció la donación de ocho millones de dólares que realizó EEUU para financiar la reforma a la Policía Nacional, “con el fin de lograr una verdadera transformación y así seguir fortaleciendo las alianzas democráticas de los países”. Quizá no se haya enterado de las graves denuncias de maltrato, violación, desapariciones y asesinatos que suma año a año el aparato represivo.
“La Policía de Colombia es la médula de la relación para fortalecer la democracia en el país, para fortalecer la democracia de Estados Unidos y así proteger a nuestros ciudadanos contra todo tipo de actividades e influencias ilícitas y para crear ese sentido de seguridad y prosperidad que todos nos merecemos y que queremos para nuestros hijos y nietos”, puntualizó la subsecretaria estadounidense.
La OTAN
En medio del eventual inicio de una nueva guerra fría y la amenaza permanente de una tercera guerra mundial –terminal para la humanidad- cabe recordar que Colombia es socio global desde 2018 de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el pacto militar estadounidense-europeo, lo que le permite recibir apoyo militar, al igual que países como Corea del Sur y Australia.
La injerencia de la OTAN fue aumentando a medida que los términos iniciales del ingreso fueron ampliados en 2021 para el entrenamiento militar, la interoperabilidad y la seguridad marítima. Por su parte, Colombia ofrece su experiencia en “contrainsurgencia” y desminado, vínculos que han permitido que en el país sudamericano prosperen las llamadas empresas privadas militares.
No es nada nueva la acusación de interferencias en las elecciones desde el exterior, moda que comenzó desde la elección de Donald Trump en 2016, y es una muletilla usada por Washington que se ha hecho recurrente. Todos saben que las acusaciones apuntan a Rusia (algunos comentaristas colombianos aún hablan de la Unión Soviética) y a su presidente Vladimir Putin.
¿Rusos o guajiros?
No hay puntada sin hilo y así se van cosiendo las historias. Pocos días antes del viaje de Nuland, Diego Molano Aponte, ministro colombiano de Defensa, dijo –sin pruebas- que Venezuela estaba “movilizando tropas a la frontera con Colombia con el apoyo y la asistencia técnica de Rusia e Irán”. Esto, si bien dio lugar a un fuerte roce diplomático entre los dos vecinos, dio pie al relato de Nuland, justo cuando escala el conflicto en Ucrania.
Nuland, en entrevista con Blu Radio, se mostró preocupada por la presencia rusa en Venezuelay las repercusiones que podría tener esto en Colombia. Sin citar ni mostrar prueba alguna, lanzó la ”fake” de que los rusos están cada día más activos en la frontera colombo-venezolana, una zona en la que convergen criminalidad organizada y narcotráfico… y donde viven los wayuu o guajiros, yukpas y barí, que son pueblos binacionales y transfronterizos.
“Estamos preocupados donde quiera que Rusia apoye a regímenes autoritarios y lo están haciendo en muchas partes de este hemisferio, no solo en Venezuela, sino también en Cuba y Nicaragua. Estamos particularmente preocupados por el aumento de la influencia rusa a lo largo de la frontera y el potencial que Rusia podría estar alimentando a actores malignos y otros que no solo están activos en Venezuela, sino que tal vez intentan socavar la soberanía e independencia de Colombia”, dijo.
¿Qué está haciendo exactamente Rusia allí y, lo que es más importante, qué puede hacer Estados Unidos junto con Colombia para endurecer esas fronteras y garantizar que cualquier actividad negativa permanezca del lado venezolano?”, enfatizó.
Ucrania
Nuland ha jugado un destacado rol en el caso ucraniano y en el relato belicista del gobierno del “demócrata” Joe Biden. Últimamente ha participado en conversaciones y planificación de políticas, pero antes también lo hizo como subsecretaria del Departamento de Estado para Europa en la planificación de la estrategia y coordinación de acciones para el cambio de gobierno de Víktor Yanukóvich, que preparó el terreno para la expansión de la OTAN en el este asiático.
Según periodistas estadounidenses, hay reportes que indican que Nuland participó personalmente en las manifestaciones de la Plaza Maidan de Kiev a finales de diciembre del 2013.
Leopoldos Puchi, politólogo venezolano, señala que al coctel que incluye a la OTAN, un probable triunfo de Petro, la denuncia de interferencia externa y el choque diplomático con Rusia, hay que sumarle que Bogotá es una pieza clave en la política diseñada durante la administración de Donald Trump para el cambio de gobierno en Venezuela, que conjuga sanciones, poder dual y presión militar desde el flanco fronterizo.
Si la óptica que continúa prevaleciendo en Washington es la del sector halcón del que hace parte Victoria Nuland, se anuncian entonces tempestades, añade.
*Sociólogo venezolano, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)