Nuria Portulas es una educadora social de 26 años de edad de Sarrià de Ter, una pequeña población de 4.000 habitantes cercana a Girona, que desde el pasado 7 de febrero se encuentra en prisión preventiva en la cárcel madrileña de Soto del Real por el mero hecho de tener una ideología anarquista. No ha […]
Nuria Portulas es una educadora social de 26 años de edad de Sarrià de Ter, una pequeña población de 4.000 habitantes cercana a Girona, que desde el pasado 7 de febrero se encuentra en prisión preventiva en la cárcel madrileña de Soto del Real por el mero hecho de tener una ideología anarquista.
No ha cometido ningún delito que permita incriminarla, no hay pruebas contra ella. Sin embargo, fue detenida brutalmente por un comando de los Mossos d’Esquadra y le fue aplicada la ley antiterrorista. Poco después, sus padres también fueron víctimas de la brutalidad policial cuando otro comando se presentó en su casa de madrugada y, tratándolos como delincuentes, llevó a cabo un registro que no dio ningún resultado. A partir de ese momento, Nuria Portulas ha vivido en su propia piel los efectos de una ley que conculca los derechos humanos más elementales y que permite incomunicar a los detenidos durante cinco días y tenerlos a merced de todo tipo de vejaciones y malos tratos, sin cámaras que filmen los interrogatorios y sin posibilidad de asistencia letrada o de efectuar una simple llamada telefónica.
Como si de un régimen dictatorial se tratara, no es la policía quien debe probar la culpabilidad del detenido sino que es éste quien está obligado a demostrar su inocencia. Estamos hablando, por tanto, de un ser humano literalmente desnudo de derechos y sin la más mínima posibilidad de contacto con el exterior; estamos hablando de un engendro legal, de una aberración jurídica creada en su día por el PSOE y aprobada con los votos de PP, PSC y CiU. Ellos son, pues, los padres de esta ley que posibilita que cualquiera de nosotros, ya sea por error policial o por estrategia política, pueda convertirse de la noche a la mañana en víctima de la blindada impunidad del Estado.
Es precisamente esta injusticia que se está cometiendo con Núria Pòrtulas el motivo de la concentración que todos los miércoles, al atardecer, tiene lugar frente a la sede de ICV-EUiA de Girona, ya que el control de la conselleria de Interior depende de esa fuerza política. Se le reprocha que haya imputado falsamente a Núria, que colabore en la aplicación de una legislación que vulnera los derechos fundamentales de las personas y que ni tan siquiera trate de modificar o de atenuar los procedimientos jurídicos para dicha aplicación. Me temo, sin embargo, que a ICV le importan muy poco esas concentraciones. ICV -en las antípodas, por cierto, de Ezker Batua-, es un partido que se interesa por los problemas reales de la gente y -qué duda cabe- el problema de Nuria Portulas no es un problema real. El problema de Núria Pòrtulas es ella misma, que es como decir que Nuria Portulas no existe. Todo el mundo sabe que el partido de Joan Saura e Imma Mayol está llamado a cosas más elevadas que la defensa de una joven antisistema. Además, ¿cómo puede ser Nuria Portulas una antisistema, si el verdadero antisistema, según Mayol, lo encarna ella misma? Esa es la lección que la joven Pòrtulas debería aprender, la que nos dice -porque hay documentación y testigos sobrados que lo prueban- que la pareja más antisistema de Cataluña, aparte de amasar riqueza con unos sueldos desorbitados dignos de la derecha más reaccionaria, tiene el buen gusto de comprar su ropa en el número 6 del Passeig de Gràcia de Barcelona, sede de la tienda que desde hace más de un siglo viste a las elites más conservadoras de la ciudad.
Otro problema que tiene Nuria Portulas, además de ser catalana y desafecta a España, es que quienes la han detenido no son norteamericanos y que la cárcel donde se encuentra no se llama Abu Graib o Guantánamo sino Soto del Real. Cosa, como es lógico, muy poco estimulante para un partido preocupado por los problemas reales del mundo. Es por ello que más de un lector pensará: «Si la han detenido, por algo será». Pues sí, mantenía una relación con un preso anarquista. Pero eso no la convierte en terrorista, ¿verdad? Salvo, claro está, que el país en el que vive no sea un Estado de derecho, sino un Estado policial. En ese caso, todos, absolutamente todos somos sospechosos potenciales.
Estas son palabras de Nuria desde la cárcel: «Ahora ya no son acciones puntuales la razón por la cual se nos criminaliza, sino por pensar de una determinada manera». Tiene razón, porque un Estado policial necesita la coartada de un peligro constante para poder controlar a la población y encarcelarla mediante juicios de intenciones. De ahí que el cese de la violencia haya demostrado finalmente que la verdadera obsesión del Estado no es ETA sino la unidad de España. Lo dijo sin ambigüedades Dolors Nadal, diputada del Partido Popular, el 19 de febrero de 2004: «el problema no es el caso Carod ni su entrevista con ETA, sino las ideas independentistas de aquellos que quieren construir una Cataluña liberada de España». ¿Puede alguien hablar más claro? Es pues, como dice Portulas, por pensar de una determinada manera que se nos criminaliza. ¿Sabe el lector que todos los jóvenes independentistas catalanes mínimamente activos están fichados por los Mossos d’Esquadra? Absolutamente todos. El procedimiento, cuyo origen se remonta hacia el año 2000 -época del conseller Xavier Pomés-, consiste en pedir la documentación a todos los jóvenes que asisten a actos soberanistas de carácter lúdico o tradicional y tomar nota del nombre de cada uno de ellos. De ese modo, como en los regímenes totalitarios -donde se detiene primero y se investiga después, donde se encarcela sin pruebas y se criminaliza la disidencia-, se obtiene una lista ilegal, pero exhaustiva, de miles y miles de personas desafectas.
Nuria Portulas no ha cometido ningún delito, lo sabe la policía catalana, lo sabe el conseller Saura y lo sabe la Audiencia Nacional española, pero la mantienen secuestrada porque encarna todo cuanto temen: el pensamiento libre, la utopía de un mundo sin elites privilegiadas y la defensa del derecho a la autodeterminación de todos los pueblos de la Tierra. Ese es el crimen de Nuria Portulas y ese será el bagaje indestructible de su victoria final.
Más de 2.000 personas firman por la libertad de Núria Pòrtulas
Más de 2.000 personas han firmado un manifiesto a favor de la libertad de Nuria Portulas, joven catalana encarcelada en Madrid acusada de «pertenencia a banda armada» basándose únicamente en unas anotaciones de una agenda incautada irregularmente.
Entre los firmantes, se encuentran el futbolista del FC Barcelona Oleguer Presas, los cantantes Lluís Llach, Manu Chao, Quimi Portet, Gerard Quintana y Marina Rossell, los escritores Ferran Torrent y Victor Aleixandre, el abogado August Gil y el profesor Carlos Taibo.
Manifiesto y recogida de firmas en:
http://elsud.org/nuri/cont_firma.php