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Obama, Premio Nobel de la guerra 2009

Fuentes: Bolpress

En 1851 Carlos Marx escribía que la lucha de clases creaba circunstancias y condiciones que hacían posible que personajes mediocres y grotescos jueguen el rol de héroes. Si en esa época Marx hablaba de Francia y de Napoleón, ahora se trata de una intensa lucha de clases y de guerras imperialistas a nivel mundial, en […]

En 1851 Carlos Marx escribía que la lucha de clases creaba circunstancias y condiciones que hacían posible que personajes mediocres y grotescos jueguen el rol de héroes. Si en esa época Marx hablaba de Francia y de Napoleón, ahora se trata de una intensa lucha de clases y de guerras imperialistas a nivel mundial, en cuyo centro gravita como personaje principal el presidente de Estados Unidos a quien acaban de otorgar el premio Nobel de la Paz.

¿Por qué el Nobel de la Paz para Obama?

Este premio en manos del presidente de la potencia más criminal y agresiva de la historia de la humanidad forma parte de la nueva estrategia política de Estados Unidos y demás potencias mundiales. En primer lugar, este premio esta relacionado con la profunda crisis moral, económica y política del sistema imperialista mundial y la necesidad que tiene EE.UU. de reforzar su imagen internacional. El gobierno estadounidense, a causa de sus agresiones militares, ha acumulado tanto odio en los pueblos del mundo, que en el terreno político este factor resulta una debilidad para su estrategia de seguir siendo una potencia militar y política hegemónica a nivel mundial. El Nobel de la Paz 2009, forma parte de un plan publicitario cuyo objetivo es hacer creer a los pueblos que sufren las guerras imperialistas que Obama no es responsable de la guerra en Iraq ni en Afganistán, y menos aún en el apoyo al Estado israelí para que siga exterminando a la población Palestina. Un periódico belga (Le Soir), señala que el viernes 9 de octubre (mismo día del consagrado premio Nobel), Obama tenía una reunión con el Consejo de Seguridad para discutir la mejor forma de continuar la guerra en Afganistán.

Santificar a Obama es uno de los objetivos de este montaje publicitario realizado en complicidad con la ONU, Amnistía Internacional, los gobiernos de los países de la Comunidad Europea y los grandes medios de comunicación mundial. Para el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, el premio al presidente de Estados Unidos, «refleja las esperanzas que ha despertado con su visión de un mundo sin armas nucleares». Hay que ver cómo Obama se ha paseado por casi todo el mundo hablando de paz y democracia, pero sin embargo ha reforzado la guerra de agresión contra los pueblos de Iraq y Afganistán. Iraq, con 1,2 millones de personas muertas (de 2003 a septiembre del 2007) resulta un verdadero genocidio a cuenta del invasor estadounidense. (Cifras de la empresa encuestadora británica, Opinión Research Business).

Los recientes discursos «pacifistas» de Obama tienen similitud en su contenido demagógico y falso con los que utilizó en su campaña electoral y que lo llevó la presidencia de  Estados Unidos. Habla de «reconciliar America y los musulmanes», pero al mismo tiempo grita amenazadoramente que Irán constituye una «amenaza para la paz», y pide al Movimiento de Resistencia Palestina (Hamas) que deje las armas y se someta a las condiciones de Estados Unidos e Israel. Si Obama prometió en su campaña electoral retirar las tropas militares de Iraq, recientemente anunció lo contrario y dijo que por razones de seguridad y estratégicas este retiro no se efectuaría. Hace pocas semanas, Obama ha decidido enviar 40.000 soldados para reforzar su contingente militar en Afganistán, y según Robert Gates del departamento de Defensa USA, el aumento de militares para los tres próximos años será de 22.000 soldados, además de los 68.000 que desde 2001 participan en esta guerra. El mismo Gates acaba de anunciar que el congreso estadounidense, a petición de Obama, ha aprobado una partida de 80.000 millones de dólares para financiar operaciones militares en Iraqk y Afganistán hasta el próximo 30 de septiembre, y otros 10.000 millones de dólares de ayuda humanitaria para repartir entre Kabul y otros países de la región.

En segundo lugar, mediante la publicidad en torno a este premio las potencias mundiales en particular el gobierno estadounidense, pretenden hacer creer que Obama y Estados Unidos quieren la paz mundial y que en un futuro inmediato se concretizará una paz de mil años, donde los ricos y pobres del mundo, las victimas y los victimarios vivan en plena armonía celestial. Los que se opongan a esta paz (paz de cementerio) son los «terroristas», y todos aquellos que hacen resistencia activa a la intervención estadounidense en Oriente Medio, America Latina y otras partes del mundo. Este galardón en manos de Obama no es un instrumento de paz sino más bien un taparrabo para encubrir nuevas agresiones imperialistas a los países pobres. Se equivocan o mienten quienes piensan que este premio compromete al presidente de EE.UU. a efectuar hechos concretos por la paz mundial. La grave crisis del sistema imperialista es un factor de desequilibrio social mundial, y ello atizará la lucha de clases y las luchas de carácter nacional en los países pobres. En Colombia, por ejemplo, los estadounidenses han instalado siete bases militares y se mantiene un régimen corrupto y criminal. A mediados de este año (2009) el jefe del Comando Sur de Estados Unidos encargado de la «seguridad» de America Latina, anunció que había que permanecer alerta contra las fuerzas terroristas que podrían amenazar las riquezas acuíferas de Brasil, Argentina y otros países. En otras palabras, las tropas estadounidenses están listas para intervenir militarmente en cualquier país latinoamericano donde se amenacen los intereses de esta potencia.

En tercer lugar, el Nobel de la paz, convertido en instrumento político, será utilizado como cobertura para encubrir los genocidios y crímenes de guerra cometidos por Estados Unidos y otras potencias mundiales. Éste es uno de los objetivos del premio Nobel de la Paz y su entrega al mandatario de Estados Unidos. De esta manera se fabrica un héroe de color y se camufla la naturaleza política de este personaje, y sobre todo se encubre que él representa al país más peligroso para la paz mundial. Obama es presidente de Estados Unidos por que así lo decidieron las grandes transnacionales, principalmente las que se enriquecen con la explotación del petróleo que se roba a sangre y fuego a los países de Oriente Medio y aquellas que se dedican a la fabricación de armas de guerra. Iraq, que cuenta con la tercera reserva mundial de petróleo (115.000 millones de barriles), ha sido el botín de transnacionales estadounidenses como la petrolera Exxon Mobil que en el año 2008 tuvo ganancias de 442.851 millones de dólares; Chevron, que sólo en el año 2008 ganó 263.159 millones de dólares; y ConocoPhillips, con 230.764 millones de dólares de ganancias en 2008. Es legítimo reclamar la paz para los pueblos invadidos de Oriente Medio, pero es justo también reclamar sanción para los criminales de guerra, en particular para los responsables civiles y militares de Estados Unidos, Inglaterra y otros países comprometidos en crímenes, torturas y genocidios de miles de personas. No se trata de voltear la página y decir «borrón y cuenta nueva». La paz mundial no podrá ser viable mientras existan individuos como Obama que hablan de paz y democracia, pero sin embargo siguen invadiendo países y enviando miles de soldados a masacrar pueblos como ahora ocurre en Afganistán e Iraq.

Si Obama ha recibido el premio Nobel de la Paz, no es por algún merito contra las guerras, sino porque personifica mejor que nadie la táctica política empleada a escala a mundial, cuya medula es usar el discurso político como un elemento de marketing, donde las palabras nada tiene que ver con la realidad. En diciembre de 2008, James Petras, hablando de la elección presidencial de Obama, señalaba que la elección del candidato negro del partido demócrata, era la mayor estafa de la historia reciente. Para ello, anotaba, había una diferencia abismal «entre la demagogia de su campaña ‘populista’ y sus antiguas relaciones cada vez más estrechas con los personajes políticos más retrógrados de los corredores de poder y con el apoyo millonario financiero de los grupos de poder. A sólo tres semanas de su elección presidencial, señalaba Petras, Obama nombró en altos cargos de su gobierno a «todos los políticos que habían provocado las guerras interminables de las últimas dos décadas y a los diseñadores de las políticas económicas responsables de la quiebra financiera y la recesión cada vez más profunda que azota a decenas de millones de estadounidenses». Obama, denunciaba Petras, prometió la paz para Oriente Próximo, pero al mismo tiempo juraba servilmente lealtad eterna al Partido de la Guerra de los sionistas estadounidenses que obedecen a un poder colonial extranjero (Israel). Podemos afirmar, sentenciaba el analista y profesor estadounidense, «que la elección de Obama ciertamente representa un hito en la historia estadounidense: La victoria del mayor estafador de la historia reciente».

La entrega del Nobel de la Paz a Obama ha desnudado la naturaleza perversa de este premio. Ahora en su fase inmoral y caricaturesca, se ha convertido abiertamente en un instrumento político de Estados Unidos, país responsable de las guerras y agresiones criminales de los pueblos oprimidos. El Nobel de la Paz a Obama deja al descubierto, como nunca, que el interés político de los organizadores de este premio no es la paz ni la democracia, sino más bien camuflar la agresión imperialista y encubrir la esencia reaccionaria y guerrerista del sistema imperialista mundial.

Este montaje se ha diseñado con la colaboración y complicidad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que inmediatamente publicó un comunicado de felicitación para el flamante premio Nobel de la Paz. Lo mismo ocurrió con Amnistía Internacional, que en un comunicado (9 de octubre) señaló sin remordimientos que el premio otorgado al presidente de los Estados Unidos, es merecido en tanto «el presidente Obama ha tomado algunas medidas que favorecen el respeto de los derechos humanos en Estados Unidos y en el resto del mundo». Por su parte el Dalai Lama, premio Nobel de la Paz 1989, se dirigió a Obama, para alabarlo y reconocer «su intención de resolver los conflictos internacionales a través de la sabiduría y el poder del diálogo». Hasta Adolfo Pérez Esquivel, otro premio Nobel de la Paz, tomó la palabra para comparar a Obama con Luther King, y en tono mentecato, señalar que el presidente de Estados unidos y Premio Nobel de la Paz tiene que «construir un Nuevo Contrato Social para la humanidad, de respeto e igualdad para todos».

Fuente: http://www.bolpress.com/art.php?Cod=2009101403&PHPSESSID=1e65d49423c9c9dd769647c982743b29