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Obama y ZP: la desilusión a ambas orillas del Atlántico Norte

Fuentes: Rebelión

Millones de trabajadores y trabajadoras votaron por Obama y Zapatero en 2008 con esperanzas de que impulsarían el estado de bienestar y los derechos de los y las trabajadoras o, al menos, no los atacarían y defenderían frente a las intenciones de la derecha más recalcitrante, los herederos de Bush y Aznar, Rajoy y McCain. […]

Millones de trabajadores y trabajadoras votaron por Obama y Zapatero en 2008 con esperanzas de que impulsarían el estado de bienestar y los derechos de los y las trabajadoras o, al menos, no los atacarían y defenderían frente a las intenciones de la derecha más recalcitrante, los herederos de Bush y Aznar, Rajoy y McCain. Dos años después muchos de esos votantes a ambas orillas del Atlántico Norte están totalmente desencantados con «sus representantes».

Obama ha aprobado una ley de sanidad que perpetúa el poder de las todopoderosas empresas de seguros médicos, abandonando la idea de una seguridad social pública para todos en la que tenían esperanzas millones de trabajadores y trabajadoras norteamericanos. Además, Obama está impulsando una política migratoria que le hace el juego a racistas y xenófobos, por ejemplo, enviando recientemente 1200 guardias nacionales a la frontera con Méjico tras la aprobación en Arizona de la racista Ley SB 1070 que criminaliza la inmigración. Por si esto fuera poco, Obama continúa defendiendo por la fuerza la posición imperialista de Estados Unidos, lanzando una ofensiva sin precedentes en Afganistán, con millones de civiles sufriendo las consecuencias, sin abandonar la ocupación de Irak y apoyando a Israel frente a la solidaridad internacional en favor del pueblo palestino (posición escenificada perfectamente en su respuesta a los asesinatos en la flotilla humanitaria dirigida a Gaza, bloqueando en la ONU la condena a Israel y justificando el ataque por su seguridad). Además, el primer presidente negro de Estados Unidos no está plantándole cara a la banca y las grandes empresas transnacionales responsables de la crisis actual, que siguen campando a sus anchas en Wall Street, los paraísos fiscales y el Golfo de Méjico. La respuesta de Obama al vertido de petróleo que está afectando las costas del sur de Estados Unidos es vergonzosa, más allá que la retórica rimbombante y vacía de contenido a la que nos tiene acostumbrados. Su gobierno sigue dando permisos de explotación a las petroleras en las mismas condiciones que condujeron al «accidente» en la plataforma de BP; la respuesta al desastre se ha centrado en esconder el crudo en aguas profundas para esquivar imágenes impactantes en los medios de comunicación.

Tanto Obama como Zapatero han inyectado cientos de miles de millones de dinero público a los bancos responsables de la crisis y, ambos, están haciendo pagar esta factura a los y las trabajadoras. Todos los estados de Estados Unidos están sufriendo fuertes recortes de presupuestarios que están afectando a servicios como la educación, la sanidad y la conservación del medio ambiente. En el Estado español, ZP ha aumentando el IVA, ampliando los impuestos indirectos que no distinguen entre niveles de renta, ha rebajado el sueldo de millones de trabajadoras y trabajadores públicos, ha congelado las pensiones, ha disminuido la ayuda al desarrollo y las inversiones públicas, ha aprobado una reforma laboral que se pone claramente del lado de los empresarios abaratando el despido, etc. En definitiva, Zapatero ha hecho lo que no se cansaba de decir que no haría: atacar frontalmente a los y las trabajadoras, mermando su calidad de vida y la de las generaciones futuras.

De hecho, el giro de los partidos socialdemócratas europeos, como el PSOE, hacia la «tercera vía» abierta por Tony Blair en Europa les ha llevado a abandonar toda idea de reformar el capitalismo para hacerlo más amigable. Ahora los partidos socialdemócratas, o mejor dicho, liberaldemócratas, se dedican a gestionar el capitalismo neoliberal sin más.

Obviamente, los Demócratas no son lo mismo que los Republicanos, y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) no es lo mismo que el Partido Popular (PP). Los diferencian algunas iniciativas a nivel de sus políticas sociales, como se refleja, por ejemplo, en el tema de su política de libertad sexual, con la aprobación del matrimonio gay y la Ley de Identidad Sexual en el Estado español, o los tímidos avances en este sentido de Obama, por ejemplo, en el ejército derogando la norma don’t ask, don’t tell. Estas reformas progresistas difícilmente las impulsarían partidos más a la derecha. Sin embargo, a nivel de política económica, y también gran parte de la política social, Demócratas y Republicanos, y PSOE y PP, caminan por la misma senda: el neoliberalismo que ataca diariamente a millones de trabajadores y trabajadoras, y a su medio ambiente; el neoliberalismo responsable de la crisis poliédrica en las que nos encontramos.

Las pequeñas diferencias existentes entre Demócratas y Republicanos, o entre liberaldemócratas y la derecha tradicional, no justifican el «voto útil» cuando llegan las elecciones y aparece «el miedo escénico a la derecha». No lo justifican porque realmente no es un voto útil para defender los intereses de los y las trabajadoras, mejorando su calidad de vida. En este contexto, tanto en Estados Unidos como en el Estado español son cada vez más necesarias alternativas electorales antineoliberales que representen y sean altavoz de la voz de la calle, de los sindicatos y trabajadores más combativos, y de los movimientos sociales altermundialistas. El Partido Verde de Nader y otros partidos progresistas de algunos estados de Estados Unidos, o Izquierda Unida en el Estado español, son partidos más preocupados por la representación institucional que por las luchas desde abajo, como muestran sus respectivas respuestas a la crisis.

Sin embargo, las luchas principales, las batallas del día a día, no son las elecciones que se suceden cada 4 años. Son las luchas diarias, en las calles, contra los proyectos de infraestructuras más impactantes, como centrales térmicas, refinerías, plataformas petrolíferas o cementerios radioactivos, las luchas contra los despidos, y contra el racismo, la islamofobia o la homofobia. Es en estas luchas de hoy donde construimos las alternativas políticas del mañana a la vez que mejoramos nuestra calidad de vida. Es en estas luchas cuando demostramos que sí hay otras alternativas al neoliberalismo que desde los grandes partidos, los gobiernos y sus medios de comunicación nos vende como única salida.

Son innumerables los ejemplos de resistencia y construcción de alternativas frente a la destrucción neoliberal. En los últimos meses, los y las trabajadoras griegas han respondido a las agresiones de su gobierno liberaldemócratas, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional con una ola de huelgas generales que están construyendo redes de resistencia y solidaridad. Estas movilizaciones masivas aún no han parado las reformas, pero lo harán si siguen construyéndose desde debajo de forma democrática y masiva. Los trabajadores y trabajadoras venezolanos y bolivianos han venido luchando durante años y han conseguido grandes avances en sus derechos y calidad de vida, reconociendo y luchando contra las contradicciones de los gobiernos de Chávez y Morales que deben ser superadas por la izquierda.

Frente a la imposibilidad de Obama y Zapatero de defender los intereses de los trabajadores y el medio ambiente, de la mayor parte de la población frente a los intereses de unos pocos, necesitamos crear una, dos, tres… muchas Grecias en lucha.

Jesús Castillo es militante de En lucha y actualmente residente en San Francisco, California.