A propósito del artículo escrito por Lucía Sepúlveda Ruiz “Desenmascarando a los ‘Independientes no neutrales’” (1), en el cual muestra los vínculos empresariales de las figuras más conocidas de esta agrupación, que busca llevar una lista para la próxima elección de convencionales constituyentes, se hace importante reflexionar sobre el rol que han jugado las grandes ONG en Chile en los últimos 30 años.
Me parece que la crítica planteada por Sepúlveda, en donde denuncia el financiamiento que han recibido grandes ONG, como lo son el Hogar de Cristo, América Solidaria y TECHO, de parte de grandes empresas, no son casos aislados, sino parte de un proceso mucho más profundo, de convergencia entre distintos actores provenientes de las elites y el mundo privado.
Planteo esto, ya que la irrupción del «oenegismo» en Chile, desde la década de los 90 en adelante, ha sido completamente funcional a las políticas neoliberales impulsadas por la clase política en las últimas décadas. De ahí que el denominado auge del Tercer Sector, no sea otra cosa que la privatización de las demandas de la sociedad, en donde organismos como el Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo, han sido sus principales promotores todos estos años.
Si bien el caso de la Fundación Teletón, sea quizás el niño símbolo del abandono del Estado, a través de una solidaridad de mercado, difundida por los grandes medios concentrados y sostenida por los grandes grupos económicos del país, su expansión ha ido en aumento gracias a la denominada RSE (Responsabilidad Social Empresarial).
Una Responsabilidad Social Empresarial que ha sido usada por grandes empresas a través de estas ONG, para fomentar el consumo, reducir impuestos y limpiar su imagen, mientras estas organizaciones de la sociedad civil se han dedicado a crear e implementar programas sociales en desmedro de un sector público, particularmente municipal, que se encuentra completamente desfinanciado.
Es así como la RSE ha sido el instrumento perfecto, junto a las AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones), para sostener un crecimiento económico a base de venta de recursos naturales, sin medir sus impactos sociales y ambientales. Esto ya que las AFP invierten el dinero de todas y todos los chilenos en esas mismas empresas extractivas, que luego buscan reducir impuestos a través de donaciones a grandes ONG, lo que es parte estructural del modelo.
La cruzada de erradicación de la pobreza, impulsada por esas mismas ONG y financiadas por grandes mineras como Barrick, Anglo American, Collahuasi, Minera Los Pelambres, en donde figuras como Benito Baranda y Felipe Berríos se han hecho tan conocidas públicamente, no ha sido otra cosa que una “focopolítica” minimalista y completamente desconectada de las comunidades y territorios (2).
De ahí que buscar terminar con la pobreza a costa de la profundización de una sociedad de consumo bancarizada y llena de conflictos socioambientales no solo no es sostenible, sino que no es deseable para las grandes mayorías que se han levantado desde octubre del año 2019.
Por eso la crítica a los partidos políticos tradicionales, también financiados por grandes grupos económicos, no puede confundirse con una idea despolitizada sobre la democracia, que ve lo independiente a los partidos como algo bueno en sí mismo, ya que no lo hace menos neoliberal.
A su vez, también hay que diferenciar esas grandes ONG, llenas de conflictos de interés, de muchas otras organizaciones pequeñas y críticas de gobiernos y empresas, que han sido un tremendo aporte al país. Los casos de la Fundación Sol y el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA), entre muchos otros, no solo han sido críticas con la clase política imperante, sino también de los grandes grupos económicos existentes.
Por todo lo señalado anteriormente, y como bien ha planteado el Movimiento por el Agua y los Territorios (MAT), que la próxima elección de convencionales constituyentes en los distintos distritos sea una oportunidad histórica para elegir candidatos independientes, no solo de partidos políticos tradicionales, sino también del poder empresarial, clerical, mediático y de todos quienes intentaron llevar al país a un camino sin retorno, en donde el negocio de unos pocos terminó secuestrando la democracia del país.
(1) Articulo disponible en https://oplas.org/sitio/2021/01/04/lucia-sepulveda-ruiz-desenmascarando-a-los-independientes-no-neutrales-en-chile/
(2) Ver libro “Colonialidad, minimalismo y focopolitica: El caso de la ONG TECHO en Argentina, Córdoba. Disponible en https://oplas.org/sitio/wp-content/uploads/2020/10/Colonialidad-Minimalismo-y-Focopolitica.-El-caso-de-la-ONG-Techo-en-Cordoba-Argentina.pdf
Andrés Kogan Valderrama. Sociólogo en Municipalidad de Lo Prado. Diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable. Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea. Doctorando en Estudios Sociales de América Latina. Integrante de Comité Científico de Revista Iberoamérica Social. Miembro del Movimiento al Buen Vivir Global https://buenvivir.global/. Director del Observatorio Plurinacional de Aguas www.oplas.org