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Otra manera de decir las cosas

Oleada de atentados del PSOE contra la democracia vasca

Fuentes: Rebelión

Se cuenta por la Txantrea (barrio de Pamplona-Iruñea) que el otro día aparecieron armas en Auzotegi: fusiles, pistolas, escopetas con cañones recortados, mazas para derribar puertas… Y la gente está atemorizada, porque en este local sociocultural nunca se había visto un arsenal semejante, nunca tantos jóvenes encapuchados, nunca tantos violentos reunidos para sembrar el terror […]

Se cuenta por la Txantrea (barrio de Pamplona-Iruñea) que el otro día aparecieron armas en Auzotegi: fusiles, pistolas, escopetas con cañones recortados, mazas para derribar puertas… Y la gente está atemorizada, porque en este local sociocultural nunca se había visto un arsenal semejante, nunca tantos jóvenes encapuchados, nunca tantos violentos reunidos para sembrar el terror y amenazar a la población.

En su orgía destructiva, los cachorros policiales arremetieron con todo, registraron las salas y las dejaron patas arriba, destrozaron el mobiliario, robaron bienes del centro y de los colectivos que allí se reúnen y llegaron a amenazar con la clausura de este icono del movimiento popular del barrio y de toda la ciudad.

Según los papeles incautados al cabecilla unionista Rubalcaba, esta cadena de atentados busca desestabilizar el país, alterar el normal desarrollo de la convivencia y frustrar el proceso democrático que quiere poner en marcha la mayoría sindical y política vasca. Desde su guarida del Ministerio del Interior, el ideólogo de la banda habría planeado esta espiral de violencia para atemorizar a los partidos democráticos, extendiendo la coacción a todos los cargos electos y dirigentes políticos que defienden el recurso a la voluntad popular como vía hacia la paz.

En una nueva muestra de cobardía, el Ministro mandó actuar a sus comandos de noche y por la espalda, camuflados bajo sus capuchas y amparados por la fuerza de las armas. «Sin pistolas no son nada», comentaban por lo bajo dos vecinas a las puertas de Auzotegi. Y lo hacían entre susurros, porque en la Txantrea el miedo se ha adueñado de la población, la gente ya no se atreve a hablar de política, ni a criticar al régimen por esta espiral represiva, porque temen que de esa forma pasarían a ser víctimas potenciales de su chantaje terrorista: «O te callas o te torturo».

El aparato militar del Estado, manejado por el sector duro del PSOE, es el que marca las directrices del entramado colonial. Y parece que su cacique Rubalcaba se ha propuesto impedir que todas las fuerzas políticas concurran a las elecciones en 2011. Firme partidario de la vía militar, este maquiavélico personaje rechaza cualquier posibilidad de diálogo y apuesta por la violencia pura y dura para seguir imponiendo sus delirios españolistas en la sociedad vasca.

A pesar de la férrea disciplina que impone a sus correligionarios, Rubalcaba no consigue acallar las disensiones que surgen en sus sectores más moderados, ya que dentro de ese mundo cada vez son más las voces que piden una tregua a la Policía Nacional, la Guardia Civil, el Ejército de Tierra, Mar y Aire, el CNI y a todas las facciones armadas del complejo PSOE-PSN-JJSS-UGT. Sin embargo, los partidos democráticos no confían en un cambio de estrategia de los sociatas, al menos en el corto plazo, ya que Zapatero no es Tony Blair, ni parece tener la altura política suficiente para lograr que su partido se desmarque del terrorismo de Estado y destierre por siempre el recurso a la violencia para lograr sus objetivos políticos.

La reciente ruptura de los pactos municipales con NaBai o el procesamiento de cargos electos por los chupinazos de Berriozar y Atarrabia, ordenados por la cúpula de Ferraz, demuestran el sometimiento de las bases sociatas a las férreas directrices del jerarca madrileño. Y no hay más que leer El País, el buque insignia de su aparato de propaganda, para comprobar que la banda no tiene ninguna voluntad de aparcar las armas y dar el paso a la política.

La alarma social que ha generado en Euskal Herria esta apuesta por la «socialización del sufrimiento» necesita de respuestas cívicas contundentes. Debemos salir a la calle y entonar el «Basta ya», levantar nuestras manos blancas y decir «Juventud sí, FSE No», apoyar a las víctimas y exigir que dejen de coaccionar a nuestros cargos políticos. Los ciudadanos y ciudadanas de bien debemos dar impulso a una gran rebelión social para que el estado renuncie de una vez a todas las formas de violencia. Porque la lacra del terror policial no sólo se manifiesta en desapariciones como la de Jon Anza, o en los interrogatorios clandestinos a militantes políticos y sociales, o en los 34 jóvenes detenidos, maltratados y encarcelados en las últimas horas, sino también en episodios de «kale borroka» como los vividos la otra noche en Auzotegi y en decenas de locales socioculturales, asociaciones vecinales, centros juveniles, bares, peñas y sociedades de todo el país.

Winston Churchill dijo: «Democracia es que, cuando llaman a tu puerta a las cinco de la mañana, sea el lechero». Y aquí siempre es la Guardia Civil.

(x) Auzotegi Kultur Etxea es el local sociocultural de la Txantrea, sede del movimiento vecinal desde los tiempos del franquismo. Ahí se guardaban las vietnamitas que imprimían de noche los llamamientos a las huelgas obreras, ahí tomaron fuerza las asociaciones de vecinos, ahí se impartieron las primeras clases de euskara, ahí se organizaron los comités antinucleares y anti-OTAN, ahí emitió Txantrea Irratia y se fundó la revista del barrio, ahí duerme el Olentzero, ahí se preparan las fiestas y los carnavales, ahí siempre ha habido un lugar para la solidaridad con los presos, una alternativa para la juventud, una sala libre para quien la necesita, una oferta cultural y de ocio para todo el vecindario, ahí conspiramos para eliminar del barrio las calles franquistas, para detener el vial de Irubide o para organizar salidas montañeras, ahí nos divertimos en las entrañables gaupasas navideñas y en tantísimos buenos momentos… En Auzotegi Kultur Etxea, miles de personas han invertido millones de horas de auzolan para construir un barrio vivo, participativo, organizado y solidario. El franquismo decretó en su día el cierre del centro por estas «actividades subversivas», pero el vecindario luchó hasta reabrir sus puertas. Y no le quepa duda al ideólogo de la banda de que ahora pasaría lo mismo. Porque sus policías vienen y se van, pero el barrio aquí se queda, soñando y trabajando.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.