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Operación Génesis: El caso Marino López, contra Colombia

Fuentes: Rebelión

Hace 16 años: el 24 de febrero de 1997, aviones estratégicos de la fuerza aérea colombiana, con rugiente fortaleza, dejaban caer toneladas de bombas en el sitio de La Loma, en la cuenca del río Cacarica, Departamento del Chocó. Desembarcaban tropas a la seis y media de la maña de ese día, pues para entonces, […]

Hace 16 años: el 24 de febrero de 1997, aviones estratégicos de la fuerza aérea colombiana, con rugiente fortaleza, dejaban caer toneladas de bombas en el sitio de La Loma, en la cuenca del río Cacarica, Departamento del Chocó. Desembarcaban tropas a la seis y media de la maña de ese día, pues para entonces, esa rama del ejército colombiano, no tenía capacidad para transportar tropas de noche. Así, se daba inicio a la Operación Génesis, operación militar con incursión de mas de mil efectivos en lo aéreo y terrestre, incursionando en las cuencas de los caños Salaquí, Truandó y Cacarica. Fue desarrollada entre ese 24 y el 27 de febrero de 1997. La motivación expuesta para esa planificada operación militar aludía al rescate de un infante de marina secuestrado meses antes; desmantelar las minas quiebra-patas, atacar las estructuras del Frente 57 de las Farc, y apresar a su cabecilla Efraín Guzmán.

La Operación Génesis fue una operación conjunta, con participación del ejército, la armada, la fuerza área, la policía nacional. Decidida a nivel nacional por los mandos conjuntos de cada fuerza, correspondió la responsabilidad de centro de operaciones al comandante de la XVII Brigada, a la sazón al mando del tenebroso general Tito Alejo del Río, conocido en los anales de la historia sangrienta y reciente de Colombia, como El Pacificador de Uraba. No lo afirmo, sino que lo extracto del Juez Octavo Penal del Circuito Especializado de Bogotá, que lo sentenció a 25 años de prisión: el apresado general, trabajaba, hombro a hombro, es decir, también conjuntamente, con las jaurías de las huestes paramilitares, en toda la jurisdicción de esa brigada.

El fragor del bombardeo no cesaba esa mañana del 24 de febrero de 1997 y los campesinos de la cuenca del río Cacarica, no sabían que destino tomar. La comunicación entre los pobladores, ya al día siguiente, hablaba de una operación envolvente de amplias proporciones. El ejército colombiano no escatimaba esfuerzos en el derroche de ingentes recursos, todos provenientes del erario público, para adaptar la totalidad del área de operaciones, al ajustado escenario de indudable peso y eficacia militar. Las acciones militares generaron un desplazamiento de mas de 3800 personas hacia los municipios de Turbo y Mutata, en el Urabá antioqueño.

Para el día 25 de febrero de 1997, relatan los hechos que son materia de definición por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la población de campesinos afro descendientes y colonos, de tan productivas tierras bañadas por esos caños chocoanos, soportaron la incursión con la presencia de sesenta efectivos de las Autodefensa Campesinas de Córdoba y Urabá, que llegaron río arriba por el Atrato. Fue mancomunada la presencia de los paramilitares en los mismos territorios donde las tropas del ejercito y de la armada desarrollaban la Operación Génesis; que como se sabe no fue solo de intensos bombardeos de los aviones, sino de la presencia, en tierra, de miles de soldados. Todo, controladamente calculado.

El campesino afro descendiente Bernardo Vivas Mosquera, testigo de excepción, en el juicio publico oral llevado a cabo el pasado 11 y 12 de febrero en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), con sede en Costa Rica, resalta que para el día 27 de febrero de 1997, se encontraba en su plantación recogiendo el maíz, cuando escuchó un disparo, que no provenía de arma de cacería, que lo alertó. Luego sobrevino infernal lluvia de disparos sobre el maizal, logró salir y llegar al caserío El Bijao, donde vivía, que ya había sido tomado por los paramilitares. Las casa del poblado incendiadas, los pobladores arrinconados. Tan pronto lo vieron lo apresaron y amarraron a un palo de almendro.

En ese momento traían a golpes y amarrado al malogrado campesino MARINO LOPEZ MENA. Le exigían su cedula y al afirmar que se la habían quemado juntos con su televisor y rancho, le gritaban que así estaba demostrado que él era un guerrillero. El iracundo paraco le lanzó un machetazo que le dio en el hombro y lo lanzó al río. Lo halo del lazo, sacándole y el segundo machetazo fue tan certero que de un tajo le desprendió la cabeza. Bernardo lo vio todo y quedo enmudecido. Las mujeres corrían, se desmayaban. Ese día no asesinaban a MARINO, sino a todo un pueblo. El paramilitar pateó la cabeza, desmembrando el cuerpo a los marranos. Ese día nos enviaron a la piara a todos los colombianos y colombianas.

Un ejército oficial de invasión contra su propio pueblo, por orden del Pentágono, desarrollaba una operación de guerra. La danza cruel, sangrienta del proyecto paramilitar para desarmar la valentía, la dignidad de todo un pueblo, una nación. Acción conjunta desplegada para toma y consolidación de territorio, con simultaneidad temporal, identificada región geográfica e igualdad de propósitos. William Soto, declarado paramilitar, afirma que se dio la orden de operación conjunta en La Loma del Cacarica, en coordinación con la Operación Génesis. Que por allí llegaron hacia el bajo Atrato con 15 hombres del ejército y 45 de los paramilitares. No hubo enfrentamiento entre tropas del gobierno y las Auc, sino contubernio.

Las declaraciones de los jefes paramilitares como Freddy Rendón Herrera, alias El Alemán y Raúl Husban, el 3 de junio de 2010, en Justicia y paz, reseñan que la participación paramilitar en la Operación Génesis, se planificó en las oficinas de la Brigada XVII con sede en Carepa, Urabá Antioqueño. Misma a la que asistió el coronel Jorge Eliécer Plazas Acevedo, hoy prófugo de triste recordación, como quiera que es sindicado como responsable de la muerte del humorista Jaime Garzón. La única contra versión a ello, es la de dos desmovilizados guerrilleros de las FARC, consentidos y bien alimentados por el ejército nacional, que jamás podrán ser de peso ante lo contundente afirmado por los citados jefes de las Auc.

El asesinato de Marino López Meza, constituyó auto cabeza de proceso por el que fue investigado y condenado el general Tito Alejo del Río. La condena de 25 años contra él proferida por el Juzgado Penal Especializado, obedece a su autoría intelectual y no a presencia material en ese crimen. Obedece a la aplicación de la doctrina penal internacional de imputabilidad por responsabilidad coordinada de fuerzas legales e ilegales para confrontar a la guerrilla; por «Autoridad Mediata Por Aparatos Organizados de Poder». La misma por la que fue condenado el peruano Fujimori. La misma que hace fila para sentar en la silla de la Corte Penal Internacional al expresidente Álvaro Uribe Vélez. La impunidad ronda en Colombia en torno a ese expresidente. Aumentará el número de impunes con la aplicación del nuevo fuero militar. Pero la trascendencia internacional del genocidio y etnocidio del Terrorismo de Estado en Colombia, promete el esclarecimiento de la verdad histórica y la verdadera reparación.

LA ILEGALIDAD DE LA OPERACIÓN GENESIS

El abogado del Estado ante la CIDH lo es el ex viceministro de justicia del régimen Uribeño y defensor a ultranza del militarismo, Rafael Nieto Loaiza. Sostuvo que la Operación Génesis estuvo ajustada al derecho internacional humanitario. Pero no lo demuestra, en tanto que los hechos debatidos registran la afirmación de paramilitares de su participación en ella. Lo del nombre sobraría, cuando no se trata del inicio del conflicto armado en Colombia; como sí del inicio de una consolidación territorial bajo el dominio de la presencia paramilitar, que aún permanece. Luego del 27 de febrero de 1997, las tropas del ejército dispusieron que ellos salieran y se quedaban los paramilitares, conforme a testimonio recaudado. El abogado Nieto Loaiza, temerariamente sostiene que los bombardeos se dieron a 30 kilómetros de la cuenca del río Cacarica y que no generó desplazamiento de población; atribuyendo que fueron las Farc, las que organizaron el desplazamiento, una vez se enteraron de la planificada Operación Génesis. Con esa interpretación del conflicto, francamente la inteligencia insurgente seria in doblegada!

Además del ejercicio compartido con el paramilitarismo, para la ejecución de la Operación Génesis, esta afectó vida y bienes de los campesinos y colonos de la cuenca del Cacarica. Se dio bombardeo indiscriminado de los aviones durante esos días. Ni los testimonios de los paramilitares involucrados reseñan caídas en combate de guerrilleros. Relata el testigo Bernanardo Vivas Mosquera, que al lugar del crimen de Marino, llegó un alias, desertor de las Farc colaborador y amamantado por el ejercito y al darse cuenta del crimen exclamó ¨nos jodimos, ese no era guerrillero» y refiriéndose a Bernardo, que aún mantenían atado al almendro: «… y ese tampoco, suéltenlo».

Para evitar la condena al estado colombiano, el abogado Nieto Loaiza, mintió a la Corte al afirmar que se tenían dispuestos treinta mil millones de pesos para reparación de victimas. Las Memorias de la Ley de Victimas registran una disponibilidad de nueve mil millones, sin control eficaz de reparación para siete millones de desplazados; sin contar con el sonajero popular que son dineros destinados a la reelección de Santos.

En conclusión, la Operación Génesis significó el inicio del destape al mundo de la coordinada planificación del Terrorismo de Estado en Colombia.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.