Recomiendo:
0

Opinión de un votante que lee

Fuentes: Prensa.com

Hay muchas formas de hacer política electoral. Están quienes sin tener mucho dinero, aprovechan las estructuras preconstituidas, como plataforma de candidaturas, y los medios económicos de estas para darse en venta a la palestra pública. Si salen electos tendrán dividendos en un 100%; si no, al menos gozarán del influjo negociador ante sus estructuras y […]

Hay muchas formas de hacer política electoral. Están quienes sin tener mucho dinero, aprovechan las estructuras preconstituidas, como plataforma de candidaturas, y los medios económicos de estas para darse en venta a la palestra pública. Si salen electos tendrán dividendos en un 100%; si no, al menos gozarán del influjo negociador ante sus estructuras y los que resulten gobernantes por cantidad de votos. Este es «el juega vivo», con un discurso populachero; su fin es llegar a un puesto público para «sumar plata», ayudar a los amigos e infringir ciertas normas de transparencia. Aunque también hay quienes disfrutan del fuero electoral para hacer una que otra fechoría. Estos no tienen ideología, aunque lo juren por sus madres. Otros se aprovechan de las coyunturas sociales, desde sus organismos gremiales, para brindarle al mundo un rostro de aguerridos e inquebrantables luchadores contra todo lo que huela a desigualdad. Los de este tipo son peligrosos y tildarlos de traidores es una tautología; su felonía nunca se consumó, porque nunca fueron parte de los traicionados. Estos son oportunistas de las ideologías.

También hay quienes, por su linaje monárquico, tienen como entretenimiento meterse a la política; el sofisma aquí se basa en que no se harán más ricos en un puesto gubernamental y que están apenados con el pueblo del que sacaron su propia riqueza, por eso, llenarán de felicidad y abundancia a los votantes. Esta es la ideología del poder hegemónico y el engaño, ¡un pleonasmo!

Hay otro tipo de sujetos que no hacen nada. Sí, así mismo es. Su fuerte es hablar y criticar, con coherencia o no. Son capaces de articular una serie de discursos y análisis con un impacto comunicacional inexplicable. De estos hay dos tipos, los que para ser más agresivos tienen que ser respaldados por un aporte económico del verdadero interesado; o quienes, por su condición de clase, lo hacen por mera diversión. En estos tiempos de internet, se han masificado estos literatos críticos de la palabra y accionar de cuanto les plazca. Pero se reducen a proferir aporemas, por su propia inacción, o peor, son de aquella élite cuasi perfeccionista que si pudiera vivirían solos en el planeta.

Tristemente, también están las hormigas obreras; estas son las bases de los partidos políticos, personas trabajadoras, sin vicios de la politiquería ni deseos ocultos de poder irracional e ilimitado; los que trabajan campañas, reparten volantes, convocan reuniones, caminan sin parar, etc. Por supuesto, a la hora de recibir su paga o conseguirles un empleo como funcionario, les dan lo más bajo, siempre con excusas. Son de dos tipos: algunos intelectuales y profesionales que ponen a disposición sus ideas, estrategias, números, letras, discursos etc. Su ideología es la que impone una realidad de necesidad o sea, intelecto por comida; y están los que por la promesa de un mejor trabajo o cinco años de bonanza inscriben a sus familiares a la campaña, sudan por cada vereda, en fin, realizan el trabajo físico; a estos les es negada una ideología, para tenerlos sumisos.

Pero, no todo está perdido. Hay personas que no encajan en estos perfiles. Ellos pueden aportar a una nueva opción independiente para el rescate de nuestro país. El problema ver si están dispuestos a incursionar en una carrera en la que hace falta gente honesta e ideologías que no estén a la venta.

Fuente: http://www.prensa.com/impreso/opinion/opinion-de-un-votante-que-lee-jorge-castaneda-patten/103049