Una anónima mano escribió en una pared un noche de lúcida inspiración: «Dejemos el pesimismo para tiempos mejores». La frase es del escritor uruguayo Eduardo Galeano y es un alegato a la continuidad de un postura: la de la constante crítica. En especial cuando las cosas van realmente mal. Santiago Alba Rico (Madrid, 1960) la […]
Una anónima mano escribió en una pared un noche de lúcida inspiración: «Dejemos el pesimismo para tiempos mejores». La frase es del escritor uruguayo Eduardo Galeano y es un alegato a la continuidad de un postura: la de la constante crítica. En especial cuando las cosas van realmente mal.
Santiago Alba Rico (Madrid, 1960) la hizo suya el viernes. El filósofo, escritor y guionista del famoso programa de televisión ‘La bola de Cristal’ ofreció una charla en la asociación Cambalache titulada ‘Capitalismo, democracia y Estado de Derecho’. «Europa vive un momento de crisis insospechada», analizó. Si no son tiempos sencillos para nadie, tampoco iban a serlo para el capital.
A la crisis inmobiliaria y al desasosiego de los partidos políticos se suman las incoherencias propias de un sistema que compagina hambre con excedentes alimentarios. Ejemplificó que «tanto en Cuba como en España, los jóvenes no pueden acceder a una vivienda, pero las lógicas son diferentes». La primera es «razonable» si se piensa que no hay suficientes casas para todos. La segunda es la que habría que replantearse teniendo en cuenta el medio millón de viviendas vacías que existen solamente en Madrid. Este filósofo expuso ayer una visión del capitalismo como un sistema «incompatible» con la democracia y con el Estado de Derecho. Discordancias que ha quedado en evidencia, en particular tras el 11-S en 2001, dijo
El recorte de libertades justificado por la lucha contra el terrorismo y la «agresión» de este sistema a principios tan básicos de las relaciones humanas como «la solidaridad o la idea de comunidad», son algunos de los argumentos que esgrimió este madrileño -que actualmente vive en Túnez- para ilustrar su postura. «Las concesiones que se hicieron al Estado de Derecho tras la Guerra Fría fueron una ilusión que se desmaterializa ante una política de privatizaciones», continuó el editor de Rebelión.org, una de las plataforma de contrainformación con mayor peso de la red.
Esta misma tendencia a privatizarlo todo fue la que acabó con unos Electroduendes que, al grito de ‘¿Viva el mal! ¿Viva el capital!’, despertaron la conciencia de una sociedad voraz de cambios. «Fue un programa chapucero que hicimos pensando en que continuaría», recordó su guionista. Pero no lo hizo. Y no tuvo descendencia porque en el pacto del país con la Europa de mercado «no había sitio para algo parecido». No hay revulsivo como aquel en una sociedad a la que la realidad encontrará dormida cuando llegue. Tampoco ninguna posibilidad de redención para una televisión que Alba aconseja apagar directamente. Pero como los malos tiempos no permiten pesimismos, el autor de ‘Volver a pensar’ y ‘Leer con niños’ (Caballo de Troya, 2007) ve «ganas de ruptura aunque fragmentadas». La alternativa está en un modelo que integre sostenibilidad y desarrollo, «con el nombre que sea». En boca de Alba, socialismo.