Las Organizaciones Campesinas invitadas a participar a la reunión de la ONU sobre el Tratado que rige el intercambio de semillas para la investigación y la mejora vegetal declararon ayer a los gobiernos reunidos que el Tratado debería ser suspendido. Hablando en nombre de 28 organizaciones campesinas y de la Sociedad Civil, Ibrahima Coulibaly del […]
Las Organizaciones Campesinas invitadas a participar a la reunión de la ONU sobre el Tratado que rige el intercambio de semillas para la investigación y la mejora vegetal declararon ayer a los gobiernos reunidos que el Tratado debería ser suspendido. Hablando en nombre de 28 organizaciones campesinas y de la Sociedad Civil, Ibrahima Coulibaly del ROPPA (Red de Organizaciones Campesinas y de Productores Agrarios de África del Oeste) dijo que «el Tratado, bajo los auspicios de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO) en Roma, tiene que paralizar el intercambio de germoplasma de cultivos – material crítico para la mejora vegetal. La suspensión debe mantenerse hasta que los gobiernos cumplan las obligaciones mínimas del Tratado incluyendo las previsiones financieras básicas«, concluyó el líder campesino africano.
La segunda reunión del Órgano Rector del Tratado Internacional Sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura («la Ley de la Semilla«), comenzó el lunes y se prevé que dure todo el viernes, está bloqueada – de hecho casi hay un silencio total – porque los 115 gobiernos miembros no han podido conseguir los $ 4,9 millones de dólares necesarios, ni para el funcionamiento mínimo de su Secretariado, ni para mantener los mecanismos básicos de seguimiento que garantizarían el reparto equitativo de los beneficios del intercambio de semillas para la investigación. Los gobiernos tampoco han cumplido su compromiso de aportar fondos para apoyar la conservación in situ («en los campos») de las semillas o para el fortalecimiento de las capacidades en todo el Sur.
«Nos enfrentamos con el mayor caso de biopiratería institucional jamás visto» dice Andrew Mushita de la CBDC (una red de programas de conservación desarrollados en 21 países). «De hecho ahora los gobiernos están posibilitando la imposición por parte de las compañías multinacionales de semillas de un régimen legalmente vinculante que obligue al intercambio de semillas campesinas sin beneficios recíprocos», dijo Mushita que también se dirigió a los gobiernos.
Otra representante de la sociedad Civil presente en la reunión, Wilhelmina Pelegrina de la SEARICE, una organización filipina, dijo «también esperamos que el Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional (CGIAR) pare sus intercambios de germoplasma para cumplir con el espíritu del Tratado». A lo largo de este año 11 institutos del CGIAR han distribuido 100.000 muestras de semillas bajo los términos del Tratado». «Esperamos que la suspensión sea temporaria, y que los gobiernos recuperen el sentido común rápidamente» dijo Pelegrina.
Las negociaciones del Tratado comenzaron a mediados del los ’90, cuando el trabajo de investigación científica y de mejora vegetal multinacional se vio afectado por una reducción sustancial en el acceso al material imprescindible para la mejora misma. El mundo de la investigación y las comunidades campesinas, particularmente aquellas de África, Asia y América Latina estaban denegando las peticiones de la fitomejora del Norte porque las compañías privadas estaban recolectando y patentando variedades campesinas beneficiándose de ellas. Esta reducción en el intercambio de semillas estaba amenazando la seguridad alimentaria mundial y los gobiernos decidieron actuar. El Tratado – después de siete años de duras negociaciones – contempla los derechos de los agricultores y debería garantizar el flujo equitativo de beneficios económicos a los Países en vías de desarrollo. Sin los fondos para los servicios administrativos básicos, ni los campesinos ni los Países en vías de desarrollo pueden confiar en que haya equidad en el sistema.
Según Pat Mooney del grupo ETC con sede en Canadá, que también asistió a la reunión «la industria mundial de semillas tiene ventas comerciales anuales de 23 mil millones de dólares. Desde los ’70 las compañías multinacionales de pesticidas empezaron a comprar empresas de semillas. Hoy las primeras 10 compañías de semillas controlan el 57% del comercio de semillas. El año pasado el 86% de la superficie mundial dedicada a cultivos genéticamente modificados fue sembrado con semillas y eventos genéticamente modificados de una única empresa – Monsanto«. Se cree que estos gigantes multinacionales de los genes son los mayores beneficiarios del actual enfrentamiento en el Tratado.
«No son todos los gobiernos» dice Maryam Rahmanian de CENESTA, una ONG iraní «los verdaderos biopiratas en esta reunión son Francia, Alemania y Australia. Estos gobiernos están haciendo que sea imposible que la Comunidad Internacional cumpla las obligaciones del Tratado. Aunque sus industrias de semillas son las principales beneficiarias del Tratado, ninguno de estos tres países ha aportado dinero para apoyar las operaciones del Tratado y además están bloqueando activamente las negociaciones aquí».
Las organizaciones campesinas – que han sido invitadas por la FAO pero sin financiación, es decir, han autofinanciado su propia participación – se quedaron atónitas al ver que los gobiernos se negaron a debatir el programa de trabajo propuesto para el Tratado. Ni siquiera hubo debate de los temas más polémicos.
Las Comunidades Campesinas realizan la mayor parte de la conservación de semillas y mejora vegetal a nivel mundial. Este hecho se confirmó el martes cuando el representante de la UPOV (Unión para la Protección de Obtenciones Vegetales – cuerpo intergubernamental con sede en Ginebra que supervisa la propiedad intelectual sobre variedades vegetales) informó que los fitomejoradores solo han «protegido» 70.000 variedades durante las últimas décadas. Por su parte los campesinos mejoran y adaptan más de 1 millón de variedades cada año.
«Si fracasan las negociaciones en la FAO», comenta Maria Elza Gómez de una organización de pequeños campesinos de Brasil «quizás se traslade el tema a la Convención de la Diversidad Biológica de la ONU, cuyo sub-comité científico se reunirá en la FAO en Roma en Febrero del 2008. Los gobiernos y la FAO podrían perder el control del Tratado que pasaría a otra Agencia de la ONU. Eso sería un grave error: el control de las semillas – el primer eslabón de la cadena alimentaria – quedaría en manos de un grupo de ambientalistas que no viven de la agricultura.«