El acuerdo alcanzado por el PSOE con CiU para reformar a la baja el proyecto de nuevo Estatut de autonomía catalán y el logrado entre el PP y el PSOE para aprobar una reforma del Estatut del País Valencià que no recoge ni una sola de las aspiraciones de los sectores populares han generado un […]
El acuerdo alcanzado por el PSOE con CiU para reformar a la baja el proyecto de nuevo Estatut de autonomía catalán y el logrado entre el PP y el PSOE para aprobar una reforma del Estatut del País Valencià que no recoge ni una sola de las aspiraciones de los sectores populares han generado un sentimiento de frustración entre quienes esperaban que este proceso fuera un paso adelante en el proceso de recuperación de las libertades nacionales.
Uno de ellos es Lluís-Maria Xirinacs, ex senador, encarcelado durante el franquismo y el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y un referente para el movimiento independentista catalán.
«Yo soy muy claro: deseo la independencia porque ya estoy escarmentado de todo lo demás. Pero estoy a favor de que, mientras tanto, se hagan actos de soberanía para que las naciones del mundo sepan que no hemos abandonado la idea», destaca en una conversación con GARA en la sede de la Fundación Randa, en Barcelona.
En este sentido, considera que el Estatut que salió del Parlament en setiembre de 2005 con el apoyo del 89% de los diputados PSC, CiU, ERC e ICV-EUiA, únicamente se quedó fuera el PP era uno de estos actos de soberanía. «Era un texto que me sorprendió y que superó mis expectativas. No pensaba que los políticos catalanes fueran capaces de hacer una declaración así», subraya.
Y es que el Estatut que salió del Parlament hablaba claramente de que Catalunya es una nación, pese a que no pasaba de ser una proclamación de carácter simbólico sin representar un reconocimiento jurídico de atributos de soberanía. Ahora se ha incluido en el preámbulo, una fórmula más ambigua, que señala que «los catalanes sienten que son una nación».
Jordi Porta, presidente de Omnium Cultural, un organismo en defensa de la cultura y la lengua catalana que tiene 15.500 socios de un amplio espectro ideológico, coincide con Lluís-Maria Xirinacs, al valorar positivamente el proyecto de Estatut que salió del Parlament en setiembre.
Omnium Cultural fue uno los representantes de la sociedad civil catalana que acudió al Parlament, donde expuso una serie de puntos que, a su juicio, debía recoger el nuevo Estatut. Uno de ellos era «decir claramente qué es Catalunya. Si es una nación, hay que decirlo. Ysi esto implica que España debe reconocerse como un Estado plurinacional, hay que hacerlo, aunque suponga crear un modelo de estado distinto».
Otros puntos que Omnium Cultural planteaba y que aparecían recogidos en el nuevo Estatut eran una mayor protección del catalán, un nuevo modelo de financiación y un mayor reconocimiento internacional. «Aunque no se tuvieron en cuenta todos nuestros puntos, vimos positivo el acuerdo del Parlament», destaca.
CUA: «Error de partida»
Desde los sectores de la izquierda independentista, sin representación en el Parlament, sin embargo, se vio de manera muy crítica todo el proceso de reforma del Estatut, según explica a este diario Xavier Mongre, miembro de la Campanya Unitària per l’Autodeterminació (CUA), que considera que se partió de un error desde el principio.
«De los cuatro partidos que aprobaron el Estatut, ERC, ICV-EUiA y CiUincluían el reconocimiento del derecho de autodeterminación en su propuesta inicial. Pero en la primera negociación, dejan caer esta reivindicación porque el PSOE dice que por ahí no pasa. Renuncian al derecho de autodeterminación para aceptar la definición como nación, lo que no deja de ser un total contrasentido», destaca Monge, que considera que un proceso de reformas estatutarias en el marco del Estado español no puede nunca colmar las reivindicaciones nacionales, «como ya quedó claro con el Plan Ibarretxe».
Pepe Ribas pertenece a la Coordinadora de Associacions per la Llengua (CAL) y es uno de los impulsores de la manifestación por el derecho a decidir que se celebrará este sábado en Barcelona y considera que era muy difícil que el Estatut aprobado en el Parlament pasase el filtro de Madrid. «Se llegó hasta donde la Constitución permitía, que era muy poco. Esta Constitución continúa siendo una losa, porque legalmente impide que las naciones que hay en el conjunto del Estado puedan desarrollarse como tales. Evidentemente, hasta que no se cambie esa Constitución no habrá nada que hacer», subraya.
En cualquier caso, el sentimiento de frustración ante las expectativas que se despertaron se ha visto incrementado por el modo en que los partidos catalanes negociaron el Estatut en Madrid, que Porta critica abiertamente. «Una de lasbazas más importantes era la unidad de negociación de los cuatro partidos.. Se ha perdido la posibilidad de crear una interlocución nacional catalana frente al Estado, con el apoyo del 90% del Parlament, ya que cada uno ha intentado sacar tajada por interés partidista. Hemos denunciado que el interés de los partidos haya estado por encima del interés del país».
División entre partidos
«Si los cuatro partidos negocian conjuntamente en Madrid y no consiguen un texto que realmente valga la pena, era mejor retirarlo y que quedara el problema y que España siguiera teniendo dos problemas abiertos, que son Catalunya y el País Vasco», insiste Porta.
Para Xirinacs, el resultado es «una vergüenza» y añade que «siempre he pensado que los políticos catalanes eran así, pero cuando aprobaron el Estatut quise creerles».
«No sé si son infantiles o se chupan el dedo. Ningún proceso hacia la independencia ha sido fácil. Supongo que Cuba no se independizó de España tocando la flauta. Y España no se hizo independiente de los árabes en 800 años de reconquista tocándoles las narices», destaca.
En este sentido, Lluís-Maria Xirinacs subraya que «con un apoyo del 89% del Parlament había que mantenerse firmes. En ese momento, se habría derribado para siempre la democracia. ¿Para qué sirve votar si lo que se vota no se respeta? Si hubieran mantenido lo que votó el Parlament, la responsabilidad habría quedado en el Estado español, que habría optado por una segunda negativa a un proceso de reforma estatutaria. Cuando se opta por una vía no violenta, pues hay que seguir adelante por ese camino hasta el final, pase lo que pase».
Jordi Porta Ominum Cultural «Una de las bazas más importantes de este Estatut era la unidad de negociación de los cuatro partidos. Se ha perdido la posibilidad de crear una articulación nacional catalana, con el apoyo del 89% del Parlament. Cada partido ha intentado sacar tajada por interés partidista. El interés de los partidos ha estado por encima del país».
Xavier Monge Campanya per l´Autedeterminacio «ERC, ICV-EUiA y CiU renunciaron a la autodeterminación en la primera negociación en el Parlament porque el PSOE. Luego, incluyeron el término nación, lo que no deja de ser un contrasentido. En cualquier caso, un proceso de reformas estatutarias del Estado español no puede colmar las reivindicaciones nacionales».
Pepe Ribas Coord. de Associacions per la lengua «Esta Constitución continúa siendo una losa, porque legalmente impide que las naciones que hay en el Estado puedan desarrollarse como tales. Evidentemente, hasta que no se cambie esta Constitución no habrá nada que hacer ni en Catalunya, ni en Euskadi ni en Galicia. Se ha llegado hasta donde dejaba la Constitución».
Lluyis-Maria Xirinacs Ex senador independentista «Con un apoyo del 89% del Parlament había que mantenerse firmes. ¿Para qué sirve votar si no se respeta lo que se vota? Cuando se opta por una vía no violenta, hay que seguir por ese camino. ¿O es que Cuba se independizó de España tocando la flauta? No sé si los políticos catalanes son infantiles o se chupan el dedo».