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Tras la detención de Santiago Alvarez, anticastrista socio de Posada Carriles

Pánico en Miami

Fuentes: Rebelión

Hace dos meses recogía en esta columna una carta de Raúl Gómez en relación al caso Posada Carriles en la que expresaba los malos momentos por los que estaba pasando, Santiago Alvarez, uno de los hombres fuertes del exilio cubano, de muy turbio pasado y ligado a no pocas acciones terroristas contra Cuba, al que, […]

Hace dos meses recogía en esta columna una carta de Raúl Gómez en relación al caso Posada Carriles en la que expresaba los malos momentos por los que estaba pasando, Santiago Alvarez, uno de los hombres fuertes del exilio cubano, de muy turbio pasado y ligado a no pocas acciones terroristas contra Cuba, al que, abiertamente, se le acusaba de haber «vendido» a Posada Carriles, tras facilitarle la entrada en Estados Unidos, luego de ser puesto en libertad un día antes de que abandonara el poder aquella impresentable presidenta panameña de apellido Moscoso.

Hoy vuelvo a traer a la columna a Raúl Gómez que ha seguido desde Miami la detención de Alvarez y de otro connotado terrorista.

«Santiago Alvarez, de 64 años, había estado ligado al fallido atentado contra el presidente cubano en su primera fase y participó también en el atentado contra el hotel Meliá de Varadero en 1992, entre otras acciones terroristas.

El pasado sábado, Santiago Alvarez era arrestado en su apartamento de Miami, horas después de que agentes federales detuvieran, también en Miami, a Osvaldo Mitat, de la misma edad y catadura. Ayer se les formulaban graves cargos, sin derecho a fianza, por posesión de varias armas automáticas, algunas de ellas con la numeración limada; máscaras de gas, miles de municiones, granadas, explosivos, un pasaporte guatemalteco falso y otros pertrechos militares, debiendo pasar causa el próximo 6 de diciembre.

La noticia conmocionaba el mundo del exilio cubano y revelaba lo que para nadie en Cuba era un secreto: el impune ejercicio terrorista que estos sujetos habían venido desarrollando desde que Cuba se ganó su derecho a ser, y las acusadas diferencias que por muy diversos motivos habían surgido entre Alvarez y otros siniestros personajes de la contrarrevolución, ya no sólo en relación al papel jugado por el primero en la detención de Posada sino por causas de mayor hondura.

Desde la detención de Posada, Santiago Alvarez había sido acusado por los elementos más duros del exilio de haber «vendido» a Posada en el peor de los casos o de haber propiciado su detención por su empeño en que éste diera ruedas de prensa y se mostrara públicamente pese a su insostenible situación, en un torpe afán de notoriedad que no se explica ni siquiera en la impunidad de la costumbre. Pesaba, además, la presión de la opinión pública y de gobiernos como el cubano y el venezolano porque se hiciera justicia con quienes han cometido actos terroristas tan abominables como la voladura del avión cubano y la muerte de 73 pasajeros, la mayoría deportistas. Otros altos jerarcas del exilio, como Osiel González y Reinold Rodríguez, tampoco habían tenido reparos en responsabilizar a Alvarez de la caída de Posada Carriles.

A Alvarez, obviamente, también lo han vendido y en Miami, muchos se preguntan quién ha sido el que entregó a Alvarez y quién será el próximo en caer».