Tuvo la primera confrontación sensorial con la ultraderecha en l’Hospitalet de Llobregat. Por entonces Bertran Cazorla (El Prat de Llobregat, 1984) era corresponsal de l’ACN por el Baix Llobregat, y Plataforma per Catalunya (PxC) presentaba su candidatura para concurrir en las elecciones municipales. En tres años ha llovido mucho, la ultraderecha en Catalunya ha seguido […]
Tuvo la primera confrontación sensorial con la ultraderecha en l’Hospitalet de Llobregat. Por entonces Bertran Cazorla (El Prat de Llobregat, 1984) era corresponsal de l’ACN por el Baix Llobregat, y Plataforma per Catalunya (PxC) presentaba su candidatura para concurrir en las elecciones municipales. En tres años ha llovido mucho, la ultraderecha en Catalunya ha seguido actuando dejando estragos y ha entrado con impulso en las instituciones. Desde ese encuentro que Bertran Cazorla focaliza su investigación periodística hacia los movimientos ultraderechistas y la violencia institucional en los Països Catalans. Incómodos reportajes como «Onze morts en detencions i comissaries» («Once muertos en detenciones y comisarias», en el anuario Mèdia.cat 2013) o brutales exclusivas como el homenaje de Maria de los Llanos de Luna a ex combatientes fascistas de la División Azul son fruto de su tarea profesional y personal de escanear las huellas de la ultraderecha, no sólo en el territorio catalán, sino en las democracias liberales de la Europa del siglo XXI: hace unos meses cubrió de forma autónoma el juicio de Múnich a la NSU (Nationalsozialistischer Untergrund, Clandestinidad Nacionalsocialista), un grupúsculo neonazi responsable de la muerte de diez personas de origen turco y griego, en el portal «La claveguera marró«, junto a su compañero Roger Suso. Es periodista del semanario La Directa y colaborador habitual del portal Mèdia.cat.
¿Te consideras un periodista ‘watchdog’ del fascismo en Catalunya?
Considero que tengo la responsabilidad de atender a lo que pasa con los movimientos de ultraderecha. Como periodista conocedor, también tengo la responsabilidad de ayudar a la sociedad a ser consciente de cuál es el estado de actividad del fascismo que existen en nuestra sociedad: cuál es su tamaño, su grado de peligrosidad… En definitiva, contribuir a que la ciudadanía, con esta consciencia, pueda desarrollar mecanismos para responder a este peligro que siempre está y que se debe tener controlado. Periodista especial: no. Cada periodista se especializa en eso que cree más importante. Periodista con responsabilidad: sí – ¡como todos! -. Mi responsabilidad considero que es la de tener controlados los sectores ultraderechistas.
El mapa virtual de «l’obra de PxC a Catalunya«, ¿va en este sentido de responsabilidad? ¿Señalar qué hacen y cómo lo hacen?.
Sí, en este sentido de responsabilidad pero entendida de una forma muy concreta. Recuerdo que me confronté por primera vez con la ultraderecha de nuestra casa por casualidad, porque llegaban a la zona territorial que me tocaba cubrir por entonces, el Baix Llobregat. La primera vez que tuve que hablar de Josep Anglada [fundador y presidente de PxC] por un hecho noticioso, mi jefe me dijo: <
¿Y cómo lo trataste?
Cuando cubres la ultraderecha, cuando como sociedad te enfrentas a ella, lo puedes hacer de dos formas. O bien ignorarla, o tenerla en cuenta. Puedes silenciarla de los medios, o puedes exponerla con toda la crudeza de sus discursos, de sus actos, de su incitación al odio… Creo que el mapa responde a la segunda opción: no crecen por lo que puedan decir los diarios de ellos, sino por una tarea de base y de calle – como mínimo, PxC -. Lo que sirve es una cobertura objetiva y exhaustiva: cuál es su discurso, cuáles son sus conexiones con los grupos abiertamente incitadores al odio y a la xenofobia. Así, que la gente a la hora de votar pueda tener un recurso documentado, objetivo y verificado: la naturaleza de PxC más allá de su discurso. Por lo tanto, el mapa es fruto de esta cobertura: sí, hablemos de ellos, pero para que quede claro quién son.
Estudiaste en una universidad alemana. ¿Encuentras diferencias entre los medios del Estado español y los medios de la República germánica por lo que respecta a la cobertura mediática de la ultraderecha?
Creo que aquí no tenemos tan claro que la ultraderecha está más allá de nuestro sistema. Hay medios que tratan a Josep Anglada como un político más, y hay medios que banalizan la violencia ultraderechista – lo pudimos ver en el ataque de los activistas de España en Marcha en la sede de la Generalitat en Madrid durante la Diada. El Mundo comparó la violencia ritual de la quema de banderas nacionales por parte de la izquierda independentista con la violencia real contra personas en la Blanquerna. Pero en Alemania, cuando se habla de la NPD(Nationaldemokratische Partei Deutschlands, Partido Nacional Democrático de Alemania) o de la NSU se tiene muy claro que están más allá del sistema y que son una amenaza para la democracia. Y eso está muy claro a nivel periodístico, político y social.
¿Qué os lleva a Roger Suso y a ti abrir el portal ‘La Claveguera Marró‘?
Reprendiendo lo que decía en la pregunta anterior, Alemania es más consciente de la amenaza ultraderechista. Alemania hace las cosas muy bien; Alemania es el país que siempre se nos aparece en estos términos como un país idealizado. En nuestro país se generan debates como el de «Alianza Nacional en Alemania estaría ilegalizado». Pero, atención, el NPD no está prohibido y concurrió en las elecciones federales.
¿Qué puede interesarle a la audiencia de los Països Catalans el proceso judicial contra la NSU?
Lo interesante del caso es cómo en una sociedad que ha hecho las cosas bastante bien; que ha rendido cuentas a nivel de memoria histórica – si bien no de forma judicial y de responsabilidades -; que tiene una institución de formación política para educación a la ciudadanía… Es decir, una sociedad europea que se preocupa por estas cosas, a pesar de todo, ha padecido un problema de racismo institucional gravísimo.
Racismo institucional en el país de Hitler y el III Reich.
No sólo porque ha surgido un grupo neonazi capaz de asesinar personas a sangre fría y a la luz del día en el país de Hitler y el III Reich, sino porque lo ha hecho impunemente durante diez años. Y lo ha podido hacer porque los servicios de seguridad estatales, a la hora de investigar y de identificar quién estaba cometiendo estos asesinatos, tenían un sesgo racista. La policía descartó abiertamente que los asesinatos fueran obra de grupos neonazis y apuntó sistemáticamente al entorno de las víctimas, haciendo una segunda victimización: la criminalización. Que este racismo institucional tan enquistado no haya permitido identificar que un grupo neonazi haya estado actuando en ese país, en un país tan ejemplar como Alemania, es interesante para la audiencia de aquí mostrar: <
¿Te llaman anti-sistema? ¿Te acusan de tener tics anti-policiales en tu oficio?
Se me acusa de tener tics anti-policiales, a veces por cuestiones de mi biografía, pero bien, yo voy y explico lo que veo. Hay gente que a veces se siente ofendida por las realidades que cuento pero, escucha, ¡son las realidades!. Matar al mensajero va con el oficio y con el sueldo, se debe tener la piel dura y tratar de hacer el oficio de una forma tan honesta como sepas.
¿Podrías hacer el mismo trabajo sin el soporte periodístico de La Directa?
La verdad es que no lo he experimentado en otro medio, no lo puedo valorar. Formo parte del colectivo de La Directa y estoy muy de acuerdo con las perspectivas y el periodismo posicionado del grupo. Pero es cierto que La Directa tiene un compromiso y una consciencia de la importancia de la memoria histórica, del antifascismo y del peligro de las corrientes autoritarias y neonazis. Como medio de comunicación me siento muy cómodo de tratar esos temas allí.
¿Cómo consigues estar atento a todos los movimientos de la ultraderecha en Catalunya?
Hay fuentes (ríe).
La intimidación fascista de PxC en el pleno municipal de Vic [noticia] fue desapercibida por la mayoría de medios generalistas. ¿Cómo se sostiene este silencio dentro del proceso de autodeterminación de Catalunya?
Primero: que desaparezcan de los medios es una ilusión óptica: desaparecen de los soportes pero no de los barrios. Aitor Carr, en su tesis doctoral, describe cómo PxC ha crecido por la tarea de base, a pie de calle, entre vecinos, de boca a oreja. Si desaparece de los medios es peligroso, porque sigue trabajando como una hormiguita en los barrios. Segundo: existe una percepción falsa de que los grupos ultraderechistas son una noticia de segundo orden, por lo que determina un sesgo ideológico en determinadas secciones. Y, otra vez la precariedad que impide la especialización y la disponibilidad de tiempo.
Fuiste quien puso nombres, apellidos y procedencia de los agresores del centro Blanquerna.
Con el video de la agresión, si conocías la ultraderecha podías identificar que se trataba de ‘España en Marcha’. Hace meses que nosotros teníamos controlada a ‘España en Marcha’, y no habíamos hablado de ella porque una cosa es sensibilizar sobre la ultraderecha y otra es promocionar un grupúsculo sin relevancia alguna. A veces pasa que acumulas material durante mucho tiempo y llega un día que es noticioso, y para eso necesitas tiempo y dedicación: preguntar, ir al registro de partidos, consultar hemerotecas de periódicos ultra… Para hablar de la ultraderecha tienes que poner la cara, es un tema peligroso y delicado, y entiendo que no todo el mundo esté dispuesto. Yo soy soltero y no tengo hijos (ríe).
En Catalunya y España, ¿es válido el clásico argumento europeísta de que la crisis facilita el ascenso de la ultraderecha?
A veces decimos: Catalunya y España se diferencian del resto de Europa porque aquí no tenemos ultraderecha – entendida como partidos o grupos políticos organizados de ultraderecha. Esta teoría es cierta en el marco español, hay grupos ultraderechistas organizados, pero no lo están más allá de la irrelevancia. Pero en Catalunya no se sostiene y no es cierto el argumento. Tenemos un partido como PxC populista y demagógico en las instituciones, como en el resto de países de Europa. Por lo tanto no comparto esa tesis de salida: en Catalunya no nos diferenciamos al resto de Europa.
No sólo hay ultraderecha nacionalista española, también catalana. ¿En este proceso de autodeterminación se intentará camuflar la segunda?
Esta es una de las cosas que ahora nos tendría que preocupar más en Catalunya: la ultraderecha independentista. No sólo porque sea muy numerosa, sino por la poca consciencia como sociedad de su existencia. Porque hay ultraderecha españolista, lo sabemos, los conocemos, somos conscientes de su peligro. Pero no somos tan conscientes de que tenemos ultraderecha catalanista.
¿Porqué no hay consciencia?
Hay dos mecanismos que lo permiten en este proceso. La ultraderecha independentista se banaliza, se la cubre con lo de «son nuestros ultraderechistas» por el hecho de ser independentistas. Además, nuestro partido de derechas, es íntegramente de derechas [CDC], pero con «la suerte» de que fue fundado por un torturado político del franquismo [Jordi Pujol]. En cambio, el partido mayoritario de derechas español [PP] fue fundado por un ministro franquista [Manuel Fraga]. Esto es una diferencia fundamental. Pero no tenemos la conciencia de que la ultraderecha independentista también es peligrosa, como mínimo a nivel discursivo – después ya veremos que hacen -.
El otro mecanismo, o más bien, factor de riesgo, es que el independentismo catalán tiene una tradición emancipadora, transformadora, revolucionaria antiautoritaria y antifascista. Entonces, en el actual proceso, que proviene de un independentismo con memoria de izquierdas, el separatismo se está convirtiendo en mayoritario por el acercamiento de la derecha catalana.
Y el discurso de la derecha catalana no es emancipador ni revolucionario.
Este independentismo de derechas no se basa en un discurso transformador, sino en un discurso chovinista: porque los catalanes somos así de «macos», porque los catalanes perdimos nuestros derechos el 1714… Este independentismo nacionalista de derechas siempre, en la historia política europea, sirve de base para la transición del chovinismo al fascismo. No digo que el partido de derecha catalán sea fascista, digo que este tipo de discursos pueden llevar a que gente dé el paso y tengan posturas fascistas. Porque, en el actual proceso, podemos ser menos capaces como sociedad de marcar una línea y decir: los ultraderechistas no son bienvenidos, de ningún tipo.
Fuente: http://tribuna.miduga.es/bertran-cazorla-para-hablar-ultraderecha-tienes-que-poner-cara/