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Paremos los vientos de guerra, no le hagamos el juego a los gringos

Fuentes: selvasorg.blogspot.com

Hemos venido insistiendo – y así lo han empezado a constatar otros analistas[1] – que la estrategia del gobierno colombiano de provocar un conflicto con Venezuela es una acción premeditada de Uribe para crear la «hecatombe» que le resolverá su «encrucijada del alma», que es imponer el referendo reeleccionista pasando por encima de la actual […]

Hemos venido insistiendo – y así lo han empezado a constatar otros analistas[1] – que la estrategia del gobierno colombiano de provocar un conflicto con Venezuela es una acción premeditada de Uribe para crear la «hecatombe» que le resolverá su «encrucijada del alma», que es imponer el referendo reeleccionista pasando por encima de la actual institucionalidad colombiana.

Es tan grande el tamaño de sus crímenes que no puede darse el margen de abandonar el gobierno y el poder. No confía en sus cómplices.

Las acciones del gobierno colombiano apuntan en esa dirección. El acuerdo de las bases militares estadounidenses; el anuncio de la instalación de los batallones en La Guajira y Arauca cerca de la frontera con Venezuela; la acusación al gobierno venezolano de proteger a 15 jefes guerrilleros; el seguir creando en Colombia la «matriz ideológica» de que Chávez es nuestro principal enemigo; y ahora, rematar con la actitud cínica del ministro de defensa de «mamarle gallo» a Chávez, como lo hace cuando dice que los soldados venezolanos no vieron un avión sino el «trineo de Papa Noel».

Todo ello, con los respectivos antecedentes, es una ratificación de la táctica provocadora de Uribe. No hay ninguna duda. Está manifiesta la intención de obligar al gobierno venezolano – no sólo a continuar con sus esfuerzos defensivos – sino se lo provoca a cometer un acto de guerra para así justificar una retaliación armada en la frontera. El conflicto bélico está a la orden del día.

Uribe está urgido de repetir – a mayor escala – algo similar al ataque en Ecuador (01.03.08). Priman razones «internas» pero su patrocinador del norte (EE.UU.) desea, apuesta y ruega a sus dioses para que Venezuela caiga en la trampa de colocarse en el mismo terreno. Las siete bases y la nueva beligerancia gringa para lograr el imposible regreso al ex «patio trasero», queda como invariable problema regional, que sobrepasa las dimensiones fronterizas o binacionales.

Mientras el presidente colombiano actúa como el supuesto «macho/paisa» que siempre intenta trasmitir, los gringos pueden medir y analizar las reacciones patriotas, penetrar el espacio aéreo con aviones de todos los tamaños, infiltrar y preparar paramilitares, sembrar desestabilización y tratar de crear «terror ideológico»… en vista del año 2010. Año electoral en Colombia y Venezuela.

Los gringos en este momento no pueden intervenir directamente. Las andanzas catastróficas en Afganistán e Irak, las vías cerradas en el oriente por China, India y el pacto de la Organización del Tratado de Shangai, el fracaso israelí contra Hezbollah en Líbano, hablan de sus dificultades, no sólo en el nivel militar.

Estados Unidos sabe que ya no es el director de la orquesta mundial; por lo tanto, apuesta a mandar como antaño en el continente. La fuerza global del proceso bolivariano – que es popular y transnacional – es su principal obstáculo. Ellos lo saben. Por eso, mientras preparan sus operaciones francas y manifiestas, alientan al «desechable» Uribe para estimular la crisis. Sólo cuando hayan logrado crear el caos (Irán-Irak, et al), y puedan contar con el apoyo pleno y manifiesto de la OTAN, se harán los invitados para actuar abiertamente con sus mercenarios y tropas.

Nos sorprende comprobar que en Colombia no existe la suficiente conciencia de la capacidad criminal de Uribe, de la oligarquía y del imperio. Es urgente ajustar los análisis. Se hace perentoria una acción estadista de Gustavo Petro, de la oposición colombiana y del grueso de los demócratas colombianos y latinoamericanos.

De darse la situación que prevemos, el PDA y los opositores a Uribe, serán las primeras víctimas. Debemos develar lo que está ocurriendo, señalar a los verdaderos perpetradores del conflicto (Estados Unidos), movilizar a los pueblos a confraternizar en la frontera, e influir para que el presidente Chávez y los venezolanos no se dejen provocar.

Si no se actúa a tiempo, cuando ellos logren su objetivo, los políticos colombianos tendrán que salir a defender a Uribe como «cabeza del Estado nacional» (como ya le tocó hacer a César Gaviria y en parte a Petro) o ser señalados como traidores a la patria.

En este instante, los acuerdos electorales son secundarios, insulsos e inoportunos. Lo que se requiere es acción política (de Estado) de alto nivel. Adelantarse a los acontecimientos nos permite contar con la suficiente autoridad moral en el momento decisivo. De resto, es dejar que ellos actúen a sus anchas.

NOTA: En el marco latinoamericano no hay que perder de vista al Paraguay. El jefe del Comando Sur estuvo de visita la semana pasada, distribuyó juguetes a los niños y recibió oficialmente a altos mandos militares guaraníes. Los gringos golpean sin piedad en el punto más débil de la cadena. US-Army está a la ofensiva. Hay que estar alertas.

[1] Ver artículos como www.kaosenlared.net/noticia/eeuu-atiza-conflicto-militar-entre-colombia-venezuela o «El Estado de opinión pasa de las palabras a los hechos: la guerra contra Venezuela» de Alfonso Camerano.

http://selvasorg.blogspot.com/2009/12/paremos-los-vientos-de-guerra-no-le.html