Escribo estas líneas recién llegado de Andahuaylas, donde asistí a la celebración masiva y popular del Centenario del nacimiento de José María Arguedas. Dos experiencias vibran en mí: el arraigo del escritor en las capas más amplias y profundas de su pueblo natal, y la presencia del quechua como lengua primordial entre los campesinos, la […]
Escribo estas líneas recién llegado de Andahuaylas, donde asistí a la celebración masiva y popular del Centenario del nacimiento de José María Arguedas. Dos experiencias vibran en mí: el arraigo del escritor en las capas más amplias y profundas de su pueblo natal, y la presencia del quechua como lengua primordial entre los campesinos, la población urbana y los intelectuales.
Hugo Carrillo, folclorista notable y gran poeta en quechua, recordaría en reunión pública que en América Latina hay 12 millones de quechuablantes. Es una lengua viva, en la cual se publican cada vez más libros y poemas.
Acudí el 18 al acto con que la Municipalidad de Andahuaylas celebró el centenario. Escuché allí al alcalde David Rojas Palomino expresar el «profundo rechazo» de los andahuaylinos a la decisión del régimen de negarse a consagrar el año a la conmemoración del centenario arguediano.
También el presidente de la región Apurímac, el ingeniero Elías Segovia Ruiz, condenó en su discurso esa actitud, al declarar que ésta «muestra a un gobierno que mira a los andinos con desprecio».
Hay que precisar que tanto el alcalde como el presidente regional han sido elegidos en listas independientes.
Hubo un pasacalle en el cual comunidades campesinas, universidades, cooperativas, organizaciones estudiantiles, centros de trabajo y hasta el batallón de infantería número 63 del Ejército exhibieron con cantos y danzas su cariño por el autor de Los ríos profundos.
Pudimos acudir también a celebraciones vibrantes y de masas en poblaciones de altura como Talavera de la Reina, San Jerónimo y Pacucha. Pacucha se enorgullece de la laguna de Pacucha, en cuyas orillas pudimos ver que su forma parece dibujar el mapa del Perú. A esa laguna solían acudir Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, que hasta anclaron allí un yate en el que tramaban negocios. Cuando el ex presidente huyó del país, abandonó la embarcación a orillas de ese inmenso espejo de agua y de belleza.
En cada lugar que recorrimos hubo manifestaciones de homenaje a Arguedas, con danzas multitudinarias, cantos quechuas, bailes coloridos.
Más impresionante aún fue llegar a la comunidad de Sóndor, a cinco mil metros de altura. En ese lugar, rodeado de cumbres verdes y pétreos muros incaicos, hubo pago a la tierra y Música antigua y eterna.
En Andahuaylas desfilaron una y otra vez los danzantes de tijeras, que Arguedas bautizó así y que exaltó como expresión del diálogo entre el hombre y la naturaleza.
Arguedas llamó a preservar el legado cultural del Perú. Eso es más válido en días en que a veces se rebaja el folclor, so capa de modernización, a un nivel que él fustigó.
En la Música y los bailes de Andahuaylas vibrante, el taita Arguedas revivía y emprendía una danza con dirección al futuro.
Fuente: http://diariolaprimeraperu.com/online/columna-del-director/pasacalle-de-arguedas_78382.html