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¿Paz Colombia o Plan Obama?

Fuentes: Rebelión

El nombre del formidable escritor Gabriel García Márquez, la imagen de figuras comercialmente exitosas en el arte y en el deporte y la actuación teatral de Barack Obama y Juan Manuel Santos, fueron los elementos principales en la ceremonia en la cual se dio a conocer el pasado jueves un proyecto neocolonialista que el presidente […]

El nombre del formidable escritor Gabriel García Márquez, la imagen de figuras comercialmente exitosas en el arte y en el deporte y la actuación teatral de Barack Obama y Juan Manuel Santos, fueron los elementos principales en la ceremonia en la cual se dio a conocer el pasado jueves un proyecto neocolonialista que el presidente de Estados Unidos pretende legar a quien le suceda en la Casa Blanca: el proyecto Paz Colombia.

No asistió Álvaro Uribe Vélez, porque no era el escenario de la ultraderecha radical, sino el del sector de la derecha que diseña y elabora el sello institucional que el imperialismo coloca a sus tropelías.

El aniversario número 15 de la puesta en marcha del Plan Colombia, fue el otro motivo de esta fiesta, en la cual el entreguismo y la demagogia encubrieron otras formas todavía más abominables de abyección.

El Plan Colombia fue firmado entre los gobiernos de Andrés Pastrana Arango y Bill Clinton.

Así, Clinton dejó a su sucesor, George W. Bush, el marco legal para financiar la contrainsurgencia en Colombia. Bush y Uribe, consumados ultraderechistas, ejecutaron el plan en sus primeros ocho años. Para las acciones ilegales, en el mismo plan encontraron el pretexto para movilizar armas y dinero.

Uribe utilizó, en su momento los recursos que fueron puestos en sus manos; pero el pasado jueves, no quiso asistir a la fiesta. Dice que se opone al proceso de diálogo, porque rechaza «el Castro-Chavismo que Farc, con odio al sector privado, disimula en la coyuntura».

No se quiso poner el disfraz. Entiende que ya no tiene que hacerlo.

Manipulación ideológica y movimiento de recursos

Antes de abandonar la Casa Blanca, Obama quiere dejar listo el marco legal y la plataforma logística para el sometimiento tras el cese del conflicto armado. Es esa la definición de Paz Colombia.

Entre quienes concibieron el Plan Colombia hay que citar a Bill Clinton, a Al Gore y al presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, Luis Alberto Moreno, quien fue embajador de Colombia en Estados Unidos, es pariente de la esposa de Uribe y, aunque por su cargo exhibe un vocabulario más moderado, fue estrecho colaborador del expresidente ligado al paramilitarismo.

Moreno ya se pronunció sobre Paz Colombia y, por supuesto, comprometió al BID.

Esto revela que el proyecto es abarcador y es una plataforma de sometimiento para toda América Latina.

La ultraderecha mueve sus fichas, las maquilla para presentarlas como tecnócratas y les modera el discurso, pero hay que advertir que no por ello pierden su definición esencial.

¿Crónica social?

En la espectacular rueda de prensa, Obama y Santos pronunciaron sendos discursos. Obama mencionó a Shakira, Sofía Vergara, Orlando Cabrera…, y Santos dijo que Obama es la figura más popular entre el público colombiano.

Ambos destacaron su cercana relación de amistad (sus asesores de imagen saben que en América Latina el lazo primario es visto como muy importante).

No se trata, sin embargo, de material para una crónica rosa o para una página de entretenimiento, lo que Santos fue a gestionar a Washington incide sobre el destino de esta América.

Obama intentará que el Congreso apruebe una «ayuda» de 450 milllones de dólares en el próximo presupuesto para la Colombia postconflicto. Este dinero es para la intromisión yanqui en las instituciones civiles, en el Ejército y en los programas sociales, en otras palabras, para rediseñar los mecanismos de control económico y político.

No cabe, pues, preguntar por bailarinas y peloteros, y ni siquiera indagar si Obama y Santos comentaron sobre los bien logrados personajes de Gabo. Santos fue llamado para recibir instrucciones y para que aporte sus ideas en torno a la coordinación del proyecto imperialista rediseñado por decisión de Washington.

No dieron detalles del proyecto, porque ello implica dar información precisa sobre presencia militar, por ejemplo, y no es momento para presentar a Santos en otra de sus facetas: agresor en contra de sus vecinos.

Santos era ministro de Defensa en el año 2008 y ordenó un ataque en territorio ecuatoriano a un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC. En el mismo fue asesinado el jefe guerrillero Raúl Reyes junto a más de 20 personas.

A Santos le ha sido confiada la misión de coordinador de la sumisión colonialista por la facilidad con que se traslada de la ultraderecha a la derecha moderada y viceversa. Tuvo un papel protagónico en el establecimiento de relaciones de colaboración con el gobierno de Israel. (¡Versátil el Plan Colombia!).

Durante 15 años, Colombia recibió de Estados Unidos asistencia técnica, militar y de inteligencia por casi 10 mil millones de dólares. Las fumigaciones aéreas con glifosato (que han hecho daño al medio ambiente y a la salud de miles de personas, además de crear fricciones con vecinos como Ecuador y Venezuela), el fortalecimiento de la Fuerza Aérea y la creación de la aviación militar del Ejército, así como el apoyo y la coordinación de la operaciones de inteligencia, fortalecieron la acción gubernamental contra el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Según la Unidad de Víctimas, en el período 1998-2002, que coincide con el gobierno de Pastrana y con el inicio del Plan Colombia, alrededor de 1.700.000 personas fueron desplazadas. Durante el gobierno de Uribe, con el Plan Colombia en marcha, (2002-2010) el desplazamiento forzado arrastró a 3.312.483 de personas, más de la mitad de los 6.200.000 desplazados reconocidos en Colombia desde 1985. Según ACNUR, alrededor de 350 mil colombianos son hoy refugiados o solicitantes de refugio en 20 países del mundo y el 70% se fueron durante los últimos 15 años.

Hay que hablar también de los llamados falsos positivos, civiles asesinados por el Ejército y por los grupos paramilitares que luego eran presentados como bajas de las guerrillas. Más de tres mil jóvenes colombianos fueron asesinados en hechos con ese carácter.

En el año 2008 Colombia acordó con Estados Unidos el uso de siete bases militares para operaciones contra el terrorismo y el narcotráfico. Esa presencia militar, ofensiva en sí misma, lo era más todavía tras la ocurrencia de abusos contra la población. Los militares yanquis violaron a 54 niñas en las inmediaciones de las bases de Melgar y Girardot, y los culpables son protegidos por una especie de inmunidad diplomática.

El material para la crónica rosa es, pues, lo que Obama y Santos muestran con el objetivo de encubrir lo esencial. Ni pensar que hablaran del vínculo que ha unido a los paramilitares con altos oficiales como el general Mario Montoya y con políticos como el propio Uribe.

Con el simpático nombre Paz Colombia, relanzan, readaptado, el plan que pautó la acción en América Latina de halcones de la talla de Dick Cheney, Condoleezza Rice y John Negroponte, y los movimientos de figuras siniestras como Otto Reich.

El mismo servirá de plataforma para acciones conspirativas contra Venezuela, contra Cuba y contra todos los gobiernos progresistas de la región, y pautará una parte esencial del apoyo a la derecha en su proyecto de retomar el control de la región. Atacar el avance político y los proyectos de integración, es un objetivo a corto y a mediano plazo de los estrategas imperialistas, un plan que Obama y Santos impulsan, a veces de manera velada y otras veces con descaro y evidente prepotencia.

Fortalecer los niveles de organización popular para impulsar el avance, es tarea inaplazable en defensa de los pueblos… Y también identificar a los demagogos, que es obligar a los canallas a mostrar su verdadero rostro… Tumbarles las máscaras a Obama y a Santos, ya es algo…

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.