Paz y violencia Cada vez resulta más difícil el escribir en Internet sobre los problemas que afectan a la humanidad, y sobre todo de cómo contribuir a su solución. Son infinitas las denuncias que se hacen desde ese medio sobre el caos en que vivimos. Nos limitamos a enumerar y criticar esos males, acusamos a […]
Cada vez resulta más difícil el escribir en Internet sobre los problemas que afectan a la humanidad, y sobre todo de cómo contribuir a su solución. Son infinitas las denuncias que se hacen desde ese medio sobre el caos en que vivimos. Nos limitamos a enumerar y criticar esos males, acusamos a los que entendemos los provocan pero somos incapaces de ir más allá, al análisis objetivo del fondo, de la causa y situación en que se producen, para poder dar la respuesta adecuada con base objetiva que nos permita dejar de enumerarlos porque avanzamos en su solución. Priorizar en donde y cómo empleamos nuestros escasos recursos de conocimiento, medios y tiempo que disponemos para aglutinar fuerzas y establecer un orden de prioridades que posibiliten el avance en la organización y la lucha.
Consciente de esas limitaciones, intentas tomar ejemplo de lo que denuncias, te tomas tiempo para pensar y profundizar en el conocimiento de los teóricos que nos enseñaron a ser críticos con el sistema capitalista y que demostraron en la práctica la objetividad del análisis teórico. Te planteas no dedicar tanto tiempo a Internet. Pero no puedes evadirte de la angustia que provocan los merdideros al servicio del sistema, con sus falsedades sobre la violencia terrorista y la paz. Esos tertulianos con marchamo de «progresista» que hacen de la profesión periodística (muy bien remunerada por sus ocultos amos) el juego de la confusión entre el conjunto de los ciudadanos, ante la rebeldía de los oprimidos, acusándolos de terroristas. Sin embargo no denuncian el terrorismo «legal» capitalista que da lugar a tantas muertes de inocentes que mueren por sus bombas o por su represión que permite a ellos enriquecerse y a multitud de seres explotados morir por hambre, enfermedades curables o simplemente por caer de un deficiente andamio de «bajo costo», carente de las necesarias medidas de seguridad, que obliga al hambriento a vender su fuerza de trabajo en tan lamentables condiciones. Esas muertes silenciosas, sin aparente mano que provoca tanta sangre, es silenciada a pesar de las cifras diarias tan espectaculares, solo conocidas por las minorías inquietas. O cuando son administradas de vez en cuando por los profesionales de los merdideros mediáticos como una especie de vacuna alienadora y conformista, que permita la trágala de grandes dosis de barbarie que contribuyen a la sumisión de los oprimidos y la aceptación de la milenaria filosofía basada en dioses, tribunos y plebes, explotadores y explotados.
Hitler fue un dictador al servicio del imperialismo oligárquico alemán, que provocó millones de muertes con sus invasiones terroristas. Los defensores de los países invadidos cuando realizaban sabotajes sobre el ejercito invasor no eran acusados de terroristas (salvo por los invasores), eran heroicos guerrilleros que morían defendiendo su dignidad, antes que someterse al primer imperialismo de la época moderna.
El moderno imperialismo de allende los mares y de la vieja Europa invade y destruye naciones (Yugoslavia, Iraq, Afganistán, por citar los más llamativos) en nombre de su democracia, para salvarnos de los «terroristas», -los modernos guerrilleros- que sin más lanzadera de cohetes (de un solo uso) que su propio cuerpo ejerce ese cometido adosando las bombas con las que mueren intentando matar al invasor. Es de lamentar, y no nos debe confundir, el uso del terrorismo indiscriminado, que los propios imperialistas inducen a través de fomentar las diferencias religiosas o nacionales, provocar la muerte entre ciudadanos de la misma clase social.
En Euskadi, salvo la extrema derecha y la derecha reformista, niegan que exista un problema político, que desde la época de la dictadura franquista se ha pretendido solucionar por parte del nacionalismo radical a través del terrorismo indiscriminado, en el que junto a capitostes del sistema capitalista, han muerto inocentes trabajadores, niños, mujeres, y ancianos. Consideran que en Euskadi solo existe un problema de terrorismo, no quieren ver que también existe un problema político, pretenden ignorar a esa multitud de gentes que no son terroristas, y que se movilizan desde la calle ante el problema político nacionalista. Sería muy burdo y prácticamente imposible de realizar encarcelar a decenas de millares de personas que por salir a la calle fueran acusados de terroristas. Es lógico que lo hagan con las cúspides dirigentes, intentando justificar sus acciones punitivas ante el conjunto de los atemorizados e inconscientes explotados del conjunto del Estado, una vez que el coco comunista ya no aparece como el peligroso enemigo ideológico a combatir. El imperialismo moderno necesita estimular las luchas religiosas y las nacionales para poder justificar la necesidad del desarrollo y mantenimiento de su orden con el constante incremento de las fuerzas represivas, incluso con el empleo de bombas atómicas, como hicieron en Hiroshima y Nagasaki y plantean realizar en Irán, o con otras bombas químicas o bacteriológicas, no tan espectaculares por el hongo, pero tan eficaces en cuanto a las muertes que provocan.
Sin embargo, cuando en Euskadi, se anuncia el abandono del terrorismo, asusta a la extrema derecha y a los reformistas, que la lucha política alternativa desde la calle e institucional burguesa ponga en peligro a la democracia burguesa. Tanto el PNV, como los demás partidos integrados en el sistema de dominio burgués, destacan los métodos de acción política pacíficos, es decir, la lucha institucional burguesa. Toda movilización popular alternativa es considerada terrorista. Lo hacen con la exigencia de que Batasuna modifique sus estatutos y cambie de nombre, que reconozca su rechazo y condena de la violencia. Saben que la fuerza de Batasuna radica más en la capacidad organizativa que desde abajo han sabido crear, y que permite la participación masiva de ciudadanos en sus convocatorias, que en el número de votos que consiguen en las campañas electorales a las instituciones del Estado burgués, incluso consiguiendo mayorías en instituciones más próximas al pueblo como son los Ayuntamientos lo que les permitió gobernar hasta que fueron ilegalizados. Hace tiempo, publicamos un artículo que se titulaba «Batasuna peligrosa», donde se incidía en este tema, y que sigue reproducido en algunas páginas electrónicas.
Como hemos señalado, existe la violencia no justificada y la violencia justificada que hacen las clases dominantes desde sus constituciones burguesas. Estos solo reconocen la libertad política siempre que sea bajo la moderna forma de dominio institucional burguesa republicana o monárquica, aunque ello provoque las silenciosas muertes inocentes denunciadas. Nunca aceptarán la instrumentalización revolucionaria de las instituciones burguesas para potenciar la lucha alternativa de las masas explotadas, desde abajo, desde los lugares naturales donde pueden realizar de forma permanente el ejercicio de su actividad política, desde los barrios populares, desde los lugares donde laboran o estudian las clases explotadas. Sería muy peligroso ese uso revolucionario de las instituciones burguesas, la ligazón con la organización alternativa de lucha anticapitalista, que en su desarrollo organizativo derrote al Estado burgués y que esa forma de poder alternativo verdaderamente democrático surgido de abajo arriba se constituya en forma de poder alternativo, a semejanza de lo que fueran los consejos comunales, durante la Comuna de París o del soviet de 1905 que en su desarrollo derrotó al zarismo y al capitalismo. Aunque esa forma de dominio, dadas las condiciones objetivas de la atrasada Rusia, nunca llegó a desarrollarse e implantarse en aquel inmenso y atrasado territorio. Este es un tema que requiere mucho espacio, ser tratado aparte, dada la complejidad y confusión existente sobre él.
La extrema derecha que encabeza el PP, es el principal defensor de la ilegalización y represión de todas las gentes que toman las calles aunque lo hagan sin pancartas y símbolos de Batasuna. Aprovechan su influencia institucional desde el parlamento y desde el aparato judicial, y por supuesto desde los medios informativos en propiedad de los elementos capitalistas que comulgan con su forma de interpretar la acción política. Se les ve angustiosos resaltando constantemente el terrorismo, y las victimas del terrorismo, en la esperanza de que no cuaje la lucha no terrorista desde abajo. Son conscientes de ese peligro, no en vano saben que las masas alienadas olvidaron el terrorismo que practicaron durante muchos años, muchos de sus destacados personajes cuando ocupaban cargos destacados en la anterior forma de dominio, basada en la represión física, que era la dictadura franquista, con su presidente de honor desde el ministerio de la gobernación franquista asesinando trabajadores en Vitoria o las calles de Madrid o amparando el asesinato de Julian Grimau y tantos otros luchadores anticapitalistas. Cómo se realizó una transición de la forma de dominio franquista a la forma monárquica, gracias a la colaboración reformista de lo socialistas y comunistas dirigidos por Santiago Carrillo. Una memoria histórica que tratan de mantener enterrada junto a los asesinados.
Los administradores del orden capitalista, menos «extremistas», más confiados en el uso de los medios de represión de forma combinada: los que permiten la subyugación ideológica que atan las mentes con cadenas invisibles y la física violenta de los órganos declarados represivos como son la policía y el ejercito, empleados desde su Estado de Derecho con dosis de violencia «democráticas». Tratan de hacer juegos malabares con el mismo fin, que permita integrar a Batasuna en el juego exclusivamente institucional burgués. Lo tienen difícil, ya que la instrumentalización por parte de la extrema derecha del nacionalismo español, contra el nacionalismo catalán y vasco, más el terrorismo son grandes temas que han hecho mella en las masas alienadas de todo el Estado. El bajo nivel organizativo de la izquierda más radical, y el poco tiempo que queda para la celebración de los comicios electorales a las instituciones del Estado burgués, es de prever que finalmente la opción política más vinculada al imperialismo norteamericano sea la que triunfe.
Tal vez les falte a Batasuna, en vez de resaltar su apuesta nacionalista, anteponer y decir que están de acuerdo con la denuncia de toda violencia, la legal burguesa y la ilegal terrorista. La paz no es posible desde la desigualdad, desde la violencia y opresión legal que realizan los explotadores sobre los explotados. En tanto esa desigualdad no desaparezca las manifestaciones de violencia entre las clases sociales antagónicas seguirá produciéndose. En tanto no nos reconozcamos y nos comportemos como seres sociales que producen y distribuyen los bienes generados colectiva y solidariamente, la paz será imposible, la violencia hasta llegar a la autodestrucción será el pan que alimenta el cada día.