No robarás, nos adoctrinaban de pequeños. Era un pecado capital, de aquellos que no te dejaban entrar en el Cielo porque te hacía suspender el examen final. Pero empiezo a no estar tan seguro. No hay día que no pasen cosas perturbadoras que ponen en cuestión el viejo orden moral que tanto costó embutir en […]
No robarás, nos adoctrinaban de pequeños. Era un pecado capital, de aquellos que no te dejaban entrar en el Cielo porque te hacía suspender el examen final. Pero empiezo a no estar tan seguro. No hay día que no pasen cosas perturbadoras que ponen en cuestión el viejo orden moral que tanto costó embutir en el cerebro de los que conocimos los beneficios de la Cruzada del 1936 -1939 y que ahora parece reavivar. Por ejemplo, don Emilio Botín, dueño principal del «mejor banco del mundo en 2012», según la revista Euromoney. El año pasado conseguía que la Audiencia Nacional le archivara que había ocultado más de 2.000 millones de euros (los técnicos de Hacienda sospechan que debían ser 6.000) en una cuenta del HSBC en el paraíso fiscal suizo. Va pagar un 10%, 200 millones a Hacienda y problema solucionado. Se da la circunstancia de que don Emilio del Gran Apellido fue educado por los jesuitas y que justo antes había abierto una capilla en la ciudad financiera del Grupo Santander en Bobadilla del Monte (Madrid), bendecida por el obispo de Getafe, Joaquín María López de Andújar, un ultraconservador del movimiento Camino Neocatecumenal. Otro día desayunas con el nombramiento de un nuevo jefe de la Banca Vaticana por parte del Papa Francisco, el de la Iglesia de los Pobres. El afortunado es Ernst von Freyberg, un cotizado ejecutivo de private banking (por si no lo saben: el arte de gestionar grandes patrimonios sin tener que declarar ni un chavo a Hacienda) y presidente de unos astilleros en Hamburgo que ahora mismo están construyendo fragatas militares para Frau Merkel. Con Freyberg, dirigirá por primera vez las finanzas vaticanas el heredero de una familia de industriales alemanes que se hizo de oro sirviendo pedidos en el aparato de guerra nazi. Tampoco parece haber ningún problema de sinergia entre la Salvación y hacer de asesor del turbocapitalismo mientras fabricas ingenios letales. Otra historia fascinante es la de don Rodrigo Rato, también educado en los jesuitas. Hablamos de todo un estadista, que dirigió de 2004 a 2007 el Fondo Monetario Internacional sin haber previsto la crisis mundial que venía y que defendía que los bancos de Islandia y de EEUU eran los más sólidos del mundo. Dimitió «por razones familiares». Sin embargo, pronto lo vimos entronizado como presidente de Bankia, «la banca del futuro», según la publicidad, aunque, por ahora, ha dejado un agujero de 36.000 millones de euros a la caja pública española. No ha tocado la prisión, ni ha pagado nada por su desastrosa gestión del dinero de los demás ni tampoco se le conocen problemas con la jerarquía episcopal que le estigmaticen como «no apto» para promocionar a una existencia eterna cuando llega el hora.
De todo ello, ingenuo súbdito de la Unión Europea, deduzco que la evasión fiscal masiva, el enriquecimiento con la fabricación de armamento a costa de la caja común o la estafa al por mayor desde la banca supuestamente pública tienen un efecto neutral sobre las posibilidades de acceder a una confortable y matusalámica Second Life. Por si no me enfado bastante, La Vanguardia dice que D. Mariano Rajoy, el registrador de la propiedad de Santa Pola, en el Baix Vinalopó, y también presidente del gobierno de España a tiempo parcial, ha dedicado 220.000 millones de euros a tapar agujeros de nuestro sistema bancario y que el conjunto de ayudas a la banca ya equivale al 37% del PIB de España. Pero, a estas alturas, ningún banquero malvive entre rejas ni ha tenido que avalar aunque solo fuera una parte simbólica de sus fechorías con su patrimonio particular. Es el mismo registrador que pretende que la Religión, católica obviamente, que para eso es la verdadera, pese tanto como las matemáticas o las lenguas en la formación de nuestros jóvenes. Gran país, España, a fe.
Para terminar de sentirme como un idiota, no dejo de tener pesadillas con la estupefaciente noticia que circula por la prensa seria, nada que ver con Intereconomía o La Razón (sic): los empresarios españoles declaran ganar 10.000 euros menos al año que sus empleados. Además, la brecha entre unos y otros es cada vez más grande. En 10 años, los empleados estaríamos incrementando un 50% el diferencial de ganancias respecto a los «emprendedores» (antiguamente dichos empresarios). Suerte del estudio internacional que acaba de publicar la Fundación BBVA; sí, los que engordan como cerdos con las cláusulas suelo de las hipotecas, los mismos, sobre Values and WorldView. Ahora me lo explico: solo 7 de cada 10 españoles son religiosos y, para más inri, no son muy practicantes. Todo cuadra. Me voy a misa. Amén.
Publicado originalmente en catalán en el diario Ara Balears el 7 de julio de 2013. Traducción al castellano de Alba Sud.
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