El lunes 21 de diciembre much@s de quienes apostamos por un cambio social tenemos cita en el dentista. Somos conscientes de que el batacazo que nos daremos en las elecciones generales del domingo 20 nos dejará sin dientes, aunque llevamos todas las papeletas de la rifa para que el golpe haga necesaria una intervención de […]
El lunes 21 de diciembre much@s de quienes apostamos por un cambio social tenemos cita en el dentista. Somos conscientes de que el batacazo que nos daremos en las elecciones generales del domingo 20 nos dejará sin dientes, aunque llevamos todas las papeletas de la rifa para que el golpe haga necesaria una intervención de cirugía plástica maxilofacial más compleja.
Nuestro desdén por las Matemáticas tendrá mucho que ver en la crudeza de la realidad del día después. Despreciamos que al Sistema ya le vuelve a salir la suma y puede resolver la incógnita política, utilizando las combinaciones PP+ Ciudadanos +PSOE, de tres maneras distintas. En ellas da igual que cambien los porcentajes de votos del «Tripartito Nacional» o el nombre de la fuerza que ocupe la primera, segunda o tercera posición.
El orden de los factores no altera el producto final de partidos y políticos sometidos a la Oligarquía. En la Triada Rivera/ Rajoy/ Sánchez nadie rechaza el papel de gestor sumiso y obediente.
A quienes no nos saldrán las cuentas es a los que pretendemos revertir el Absolutismo Político-Económico impuesto por la Alta Burguesía. No aprendemos. Si cuando sacamos lo mejor de nuestro modelo alternativo – 15M, marcha del 22M de 2014, candidaturas municipales de las grandes ciudades– potenciamos la solidaridad y dejamos de darnos codazos, el mensaje cala, ¿por qué después nos enfrascamos en pellizcos de monja que luego transformamos en puñetazos de ojo morado o navajazos dialécticos clavados con saña en el compañero de lucha etiquetado como «el enemigo»? En esa versión siempre ahuyentamos.
Como subrayamos líneas arriba las Matemáticas no son nuestro fuerte. A poco que miremos la ley electoral vigente en España, el diseño de las circunscripciones provinciales y número de votos mínimos necesarios para obtener representación, hasta el más lelo – menos nosotros- cae en la cuenta.
El término Unidad Popular que utilizamos de mantra no surte efecto si lo tomamos como fórmula mágica y no trabajamos en su construcción. Por mucho que la invoquemos con los ojos cerrados deseando que el milagro se materialice. La Unidad Popular no es una fórmula equivalente a la de la energía que ni se crea ni se destruye y solo se transforma. Nos cuesta horrores crear Unidad, tardamos minutos en destruirla y a poco que nos descuidemos la transformamos en un pique entre aparatos de partido que no dejan de serlo aunque uno esté enmohecido y el otro tenga aún el minio y la pintura fresca.
Prueba de lo último ha sido el alucinante debate alrededor de «la mochila». ¡Ni que fuéramos a hacer el camino de Santiago! Por lo que han dejado entrever los medios de difusión ideológica, todos del sello discográfico «la voz de su amo«, uno de los elementos centrales del desacuerdo IU/Podemos, Pablo/ Alberto fue el de la presunta mochila que IU porta.
Si tal como nos cuentan Podemos ha generalizado sin matizar se ha equivocado. Por negar una evidencia incontestable como es la extraordinaria entrega a la lucha social y política de miles de hombres y mujeres de IU repartidos por todo el país, ejemplo de honestidad. Si se refiriera al lastre que suponen nombres concretos, liberados desde la primera menstruación o la primera pelusa en el bigote, sin oficio ni beneficio fuera del aparato partidista, acertaría. Pero para ello y de camino no afrentar gratuitamente a l@s militantes debe precisar y decir «no puedo compartir listas ni proyecto con éste, esa o aquel».
IU ha entendido el desdén como agresión y en la red ha circulado el cartel de » Bendita mochila» a la que acompañan los nombres de Marcos Ana, Dolores Ibarruri, Marcelino Camacho y Julio Anguita, referencias nítidas con las que tod@s nos identificamos.
Pero no deja de resultar chocante que quienes desde el aparato tienen ahora continuamente en la boca el nombre de Julio, sean l@s mism@s que ningunearon, dejaron dormir en el cajón o reciclaron como papel higiénico todas las propuestas de renovación que éste hizo.
La última de envergadura fuel la formulada en 2008. La refrendó el Comité Federal del PCE y la aprobó el Consejo Federal de IU. Se llamaba «No hay tiempo para más dilaciones». Con ella un nutrido grupo de -entonces- militantes pretendía repensar IU porque veía necesaria su Refundación. Aún deben sentirse por la sede federal las carcajadas ante la sutil forma de cumplir una propuesta ¡¡¡aprobada!!! por unanimidad: facilitar la renovación de la Coalición mediante la dimisión inmediata del 50% de todos los cargos de responsabilidad de la organización – desde el Consejo Federal hasta la última Asamblea Local- a la que acompañarían en una segunda fase otro 25%.Por supuesto, nunca se llevó a cabo. Parodiando el «que inventen ellos» se agarraron al «que dimita otro«.
Otras incluidas en el lote como la elaboración colectiva del programa común o la apertura de la organización a movimientos sociales y otras fuerzas de la izquierda durmieron también el sueño de los justos. Además hubo que aguantar la incomprensión y zancadillas de los esencialistas, incapaces de bajarse de la parra al considerarse guardianes del tarro. Los mismos que sin disimulo afilan los cuchillos que dirigirán contra Alberto el día después (o correrán en auxilio del «vencedor» si los malos augurios no se materializan).
Incapaces de dar el paso al lado y dejar la acción visible a centenares de militantes que generan mayor consenso, parecen no comprender que cualquier discurso de confluencia y unidad que salga de la misma boca que ha insultado, vejado, etiquetado… a quienes honestamente proponían otro modelo de actuación, por muy errado que estuviese el análisis, resulta poco creíble. Cuando ell@s llaman al trabajo conjunto no dan ganas de acercarse, dan ganas de salir corriendo.
Si la expresión palpable del desencuentro electoral IU / Podemos se limitase sólo a dirigentes o a egos, no habría que darle mayor trascendencia. Lo malo es que afectará más allá y nos hará añorar lo que pudo ser y no fue. El 21 volveremos otra vez a deshojar la margarita del «¿Y si..?». A contarnos el cuento de la lechera del dónde estaríamos si hubiésemos sido capaces de aglutinar partidos políticos, movimientos alternativos y a los activistas que nutren Marchas, Mareas, Campamentos, Acampadas
La perplejidad te invade porque intuyes que se va a desperdiciar la oportunidad. tal vez irrepetible en decenios, de revertir el dominio de la Oligarquía. El síndrome de Casandra penetrará en muchas personas que se sienten totalmente identificadas por lo que en Política representan Pablo y Alberto y no desean optar entre ambos si eso incluye descartar a uno de ellos .La encrucijada abre a sus pies otra vez el abismo.
El malestar no lo trae el miedo. Nunca le hemos temido a predicar en el desierto o a hacer en solitario la travesía del mismo. A lo largo de decenios hemos experimentado la soledad que se reflejaba en la incomprensión de nuestras propuestas en beneficio del humo bipartidista comprado alegremente por la mayoría ciudadana. Pero es que esta vez, en ese día de otoño final, no era necesario coger la misma ruta. Había un camino más cómodo que podíamos transitar juntos y no hemos querido.
Tal vez Podemos saque un número de diputad@s importante. Tal vez Alberto consiga mejores resultados de los que todas las encuestas auguran. Ambas hipótesis me alegrarán muchísimo pero no disimulan el regusto amargo por la oportunidad perdida.
Hay panoramas que se intuyen plomizos en los colores y aterradores en las consecuencias. El del día después de las próximas generales tiene toda la pinta de hacer doblete y no veo por ningún sitio interés en cambiar la situación.
El 21 de diciembre seguramente volveremos a intentar tejer el concepto de «Unidad Popular» por si de una puñetera vez logramos hilvanar los sueños de cambio social. Ese día, magullados y heridos, tenderemos manos a nuestro alrededor y cuando busquemos ayuda mutua para levantarnos, al ver los dientes desparramados se nos vendrá a la cabeza el chiste del niño y la bicicleta: «Mira papá, sin manos».
Nos pasa por conducir sin rumbo ni criterio.
Juan Rivera, Colectivo Prometeo/ FCSM
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