Para esta fecha, hace 4 años, en el portal de prensa alternativa www.rebelion.org, se publicaba mi artículo «Un inicio bochornoso», aludiendo al escabroso y casi bochornoso ambiente, que precedió el inicio de la segunda fase o instalación de la Mesa de Negociación en Hurdall, Noruega, para el Cese Definitivo del Conflicto colombiano, entre el Gobierno […]
Para esta fecha, hace 4 años, en el portal de prensa alternativa www.rebelion.org, se publicaba mi artículo «Un inicio bochornoso», aludiendo al escabroso y casi bochornoso ambiente, que precedió el inicio de la segunda fase o instalación de la Mesa de Negociación en Hurdall, Noruega, para el Cese Definitivo del Conflicto colombiano, entre el Gobierno colombiano y las FARC-EP. Diez minutos con la palabra abarcó al inicio de apertura el vocero del Gobierno, Humberto de la Calle Lombana. Luego correspondió la presentación al vocero de las Farc-ep, Iván Márquez; quien se extendió cuarenta y cinco minutos en el uso de la palabra; planteando el discurso de explicación de la caracterización del modelo económico y situación socio-política de la realidad colombiana. Acto seguido se desarrolló la Rueda de Prensa, iniciando con la Delegación del Gobierno colombiano cuyo vocero visiblemente contrariado expresó que no habilitaba que en el discurso de presentación de las Farc-ep se aludiera a personajes con nombre propio y que en modo alguno estaba sobre la Mesa la discusión del modelo económico; siendo enfático y reiterativo en que el objetivo de la Mesa de Conversaciones era la terminación del Conflicto (entiéndase entrega de las armas) precedido de la desmovilización de las Farc-ep. Por la contraparte se inició dando la palabra a Rodrigo Granda quien leyó textualmente el prólogo del Acuerdo General para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, para justificar su discurso de apertura y aclarar que en modo alguno estaba vedado el planteamiento del contenido del modelo económico imperante en Colombia.
Esta cita de referencia histórica resulta conveniente, a puertas del inicio de la fase pública de conversaciones entre plenipotenciarios destacados del gobierno de Colombia y plenipotenciarios de la insurgencia colombiana en representación del Ejército de Liberación Nacional, a llevarse a cabo en la vecina República de Ecuador, el próximo 7 de febrero de 2017.
Los temas álgidos que precedieron.
Las dificultades y ondulaciones irregulares, precedieron a la definición de fechas para su inicio; predominado el aplazamiento y sistemática manifestación de incomprensiones mutuas aclaraciones entre reuniones; excusas por imprecisión en fechas y «mal entendidos que se hayan podido presentar». Todo ello expresión de la desconfianza entre las partes.
Pero nos enseña la práctica, en la asunción de temas de soluciones alternativas de conflictos, que el desenvolvimiento de las contradicciones, es efecto previsto entre contrapartes. En el fondo del asunto lo claro y verdadera intención en el propósito de las manifestaciones, es que se cuenta con elementos de análisis para concluir que los objetivos de acercamientos para la definición de una fase pública se concretaron. De ahí a afirmar que el camino esta expedito, no estaría libre de atrevimientos e imprudencias.
Bajo una estrategia de distracción, el establecimiento gubernamental, en asocio con la impronta dictadura mediática, predominante en Colombia, aplicaron gradualmente la búsqueda de objetivos para encasillar, en camisa de fuerza, a los insurgentes. La liberación de un retenido: el ex congresista ODIN, sin ser un modelo de virtudes políticas ni ciudadanas; sin importar su desempeño corrupto y encontronazos con la justicia ordinaria que le caracterizan, centraron la intención manifiesta de las imposiciones unilaterales, que también predominaron en las negociaciones con las Farc-ep. Todo con la manifiesta intención de abordar y descartar previamente de las Conversaciones el tema del delito conexo del secuestro, en la Mesa de Discusión. Pero antes que ello se convirtiera en una gradual estrategia de imposiciones, que desnaturalizaran lo esencial de búsqueda de una solución alterna, la contraparte insurgente asomó: desenfrenar el inicio hacia una fase pública de negociaciones, confrontando ante la terrible realidad de la degradante práctica del secuestro, la condición de presos políticos y prisioneros de guerra a dos de sus integrantes, escindiendo con magistral presentación de manejo político, la impronta de un tema de intercambio humanitario: la libertad del corrupto Odin, por la de dos combatientes, que serían indultados, bajo la premisa de encontrarse «en delicadas condiciones de salud», en las mazmorras del régimen, identificados como NIXON ARCESIO COBOS y LEVIS ENRIQUE VALERO CASTILLO, de 34 y 30 años respectivamente. A su vez, la militancia del E.L.N. saludó la puesta en libertad de dos insurgentes, recluidos en la cárcel de Bellavista, en Medellín, que el gobierno del Presidente Santos designó como «gestores de paz», liberando a TULIO GILBERTO ASTUDILLO y a WILLINGTON TOMAS CHAMORRO. Así, para el 29 de enero de 2017, se materializaron las condiciones para la liberación del ex senador Odin, entregado a la Cruz Roja Internacional el pasado 2 de febrero y abiertas las compuertas para el anhelado inicio de la fase pública de Conversaciones, para la terminación definitiva del conflicto armado interno del Estado colombiano con la insurgencia Ejército de Liberación Nacional de Colombia, a llevarse a cabo en la ciudad de Quito, Ecuador, el miércoles 7 de febrero de 2017. Con esto el movimiento armado popular colombiano aprendió del nefasto curso de la inercia de las conversaciones en la Mesa de La Habana, en que se signó el destino del ciudadano extraditado colombiano, el combatiente fariano JUVENAL OVIDIO RICARDO PALMERA PINEDA.
De la fase pública.
Un sendero tortuoso representa el panorama de las Conversaciones con el E.L.N.
La Insurgencia elena ha manifestado, como de mejor trato, dialogar bajo la declaratoria de un cese al fuego bilateral, asomando al Estado colombiano una serie de prerrogativas condicionales favorables, ante el escenario interno por el que transita el país, en la fase de implementación de los Acuerdos de La Habana, logrados con la otrora insurgencia de las Farc-ep.
Que el uso o práctica del secuestro de personas por motivos políticos y económicos, colocado en centro de discusión, y la extorsión económica, como medio de financiación insurgente, sin lugar a dudas confluyen en el interés primordial de los temas a abordarse en discusión y así, sin intentar desgranarlos todos, el cobro de impuesto de la guerrilla a los cultivos ilícitos y a quienes asisten a comprar la hoja de coca, que territorialmente la insurgencia ejerce.
Si la guerra impone el ejercicio de esas prácticas; ¿cómo insistir en Conversar bajo la intensidad de la confrontación armada? La contraparte gubernamental ha de asimilar que en la larga historia de intentos de diálogos con el E.L.N, precisamente la falta de fe en las etapas a seguir ha sido lo predominante en lo agorero de su fin. Hoy predomina el objetivo de interés común en dar por terminado el conflicto armado interno en Colombia. Pero ambas partes no pueden ocultar la realidad de los efectos políticos y sociales estructurales imperantes en Colombia. Porqué insistir en lo emocional, ¿más que en la reflexión?
Se ha querido presentar la imagen de un E.L.N, difícil de conversar, de ideológicamente radical y duro para negociar, sin perspectivas de conciliar; planteando dudas en la unidad de mando de la organización político-militar y no unificado en el modo de pensar. Nada más contrario a la realidad. Estos medios de tecnología asisten a cualquier neófito en la comprensión de sus postulados. El caudal de documentación insurgentes y medios de información digitales y la difusión de su pensamiento político por medio de las potentes emisoras de difusión en su alcance clandestino, configuran otra realidad. Puede que la capacidad de inteligencia y contrainteligencia del Estado colombiano, con las astronómicas cifras de dineros oficiales invertidos y de corrupto despilfarro, no pueda contrarrestar el efecto popular del «correo de las brujas», en el entendido que, por las hendijas de las casas, en el paso manual del saludo, en el efecto de cualquier reunión familiar, social o gremial, el mensaje de transmisión de esa insurgencia está latente. Será difícil de asimilar esto para el habitante de las grandes ciudades. Lo inaceptable es que la contraparte gubernamental sea obtusa y ciega en asimilar, en no aceptar, que se encuentra dialécticamente ante unas conversaciones con una contraparte insurgente de diferente tipo. El E.L.N manifiesta que no son voceros del pueblo colombiano. «Un Pacto de Paz No se Puede Limitar a la Negociación Entre la Insurgencia y el Gobierno», lo expresan en su afán que el mundo les conozca y la chirria para el gobierno en que se den a conocer, bajo el periplo en escenarios de Conversación por países como Ecuador, Brasil, Chile, Cuba y Venezuela. De otro lado, para la insurgencia del E.L.N, la lucha armada no constituye un modelo agotado en Colombia. Le dan plena vigencia y actúan como una guerrilla NO derrotada, sobre un riel de desempeño político a la luz del Derecho Internacional y el Derecho Internacional de los Derechos Humanos.
En esta fase pública de Conversaciones entre el Gobierno colombiano y el E.L.N, se habla de la necesidad de desescalar el conflicto; conforme a lo ya explicado de lo imperioso de un cese del fuego bilateral y hasta multilateral, tópico este de mayor detenimiento. Explican que las Conversaciones con el E.L.N, contará con dos mesas simultáneas que ventilaran la participación de la sociedad civil en el proceso y la de del desempeño de la Mesa de Plenipotenciarios, destacados por ambas partes; en la espera en que de todas las regiones de la patria colombiana; de todos los sectores políticos, organizaciones sociales, gremiales, comunitarias, de profesionales, de obreros, campesinos e indígenas, confluyan en torrentes de participación política directa mayoritaria, en un esfuerzo nacional y del movimiento popular porque las grandes transformaciones sociales y políticas se den en Colombia. Como quien dice le llegó el momento histórico de ser actor de su propio destino al pueblo colombiano. Podrá creerse el establecimiento colombiano y las oligarquías nacionales y regionales, que las Conversaciones con el E.L.N, se limitarán a la desmovilización y entrega de armas ipso-facto, pasen la hoja, apaguen la luz y vámonos.
De los comités de impulso de la mesa social para la paz.
Corresponde a toda una concepción del movimiento popular y sectores intermedios de la población en la dinámica de un ejercicio de participación directa. Se me indilgará que es inconstitucional, por la atadura institucional tan solo a lo de la democracia «representativa». También afloraran aberraciones de método de la izquierda legal y electoral. Pero no se trata de constitución de juntas patrióticas locales permanentes que afecten la institucionalidad. El libre ejercicio y determinación de los pueblos a la protesta y a la rebelión contra lo caduco, está al orden del día en Colombia. Se anuncia la celebración de 100 Encuentros de variabilidad multiétnica, social, de población LGTB, de género, pues el logro de la paz para las mujeres colombianas es Diversidad y la participación y la movilización es fundamental. De manera que la Convocatoria de esos 100 Encuentros encuadran en el manejo de lo territorial, bajo la concepción de un «Dialogo Nacional»; en el entendido que la Mesa de Conversaciones en Quito incluye expresamente la participación de los sectores sociales y populares como dinámicas fundamentales en el desarrollo del proceso de conversaciones. Por ello es que se habla del ejercicio conjunto de 2 Mesas. La propuesta de la Mesa Social para la Paz y el Diálogo Nacional, deberá ser presentada al Gobierno nacional y al E.L.N, por el movimiento popular, en el curso del primer ciclo de conversaciones directas, que tendrá una duración de 40 días luego de la instalación de La Mesa de Diálogos Gobierno- E.L.N. Ello implica un enorme reto a lo consecuencial, en un país en que las ataduras reaccionarias a cualquier cambio, imperan y los medios de comunicación; esos mismos que tienen una deudita con Colombia, al decir del legendario guerrillero Manuel Marulanda Vélez, fungen bajo el monopolio y oligopolio de la casta detentadora del poder. Esa dictadura mediática continuara con la constante de invisibilizar al movimiento popular, negando su presencia creadora y a una consecuente voluntad política de búsqueda del fin del conflicto armado; comenzando por lo elemental en la negación de una pedagogía, para la enseñanza y la educación de la cualificación política de la opinión pública nacional.
De manera que el panorama es de participación popular. No de protagonismos mesiánicos. Por ello si, como al parecer, el partido CD, de la extrema derecha militarista uribeña, participa con sus no argumentos en ese dialogo nacional; corresponde a los y las activistas políticas de izquierda en todo el país y a los y las luchadores sociales, en esos escenarios, pedir la palabra y si la manipulan y se posesionan en ella- propio de su usanza- pues corresponderá tomar el uso de la palabra o ¡arrebatárselas!
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