La definición más amenazante que la Real Academia de la Lengua Española ofrece sobre el concepto de «pinza» dice: «último artejo de algunas patas de ciertos artrópodos, como el cangrejo, el alacrán, etc., formado con dos piezas que pueden aproximarse entre sí y sirven como órganos prensores». La política vasca es desde el inicio de […]
La definición más amenazante que la Real Academia de la Lengua Española ofrece sobre el concepto de «pinza» dice: «último artejo de algunas patas de ciertos artrópodos, como el cangrejo, el alacrán, etc., formado con dos piezas que pueden aproximarse entre sí y sirven como órganos prensores».
La política vasca es desde el inicio de la década un contínuo ensayo de pinzamiento. La primera gran pinza, capitaneada por Redondo Terreros y Mayor Oreja, fue tan pavorosa, brutal y descarada que asustó al respetable y le dio la mayoría a Ibarretxe. Corría el 2001. Y obligó, especialmente a los socialistas, a redefinir su estrategia y a cambiar de dirección si aspiraban a gobernar. Ensayó incluso un proceso de paz durante la tregua del 2006 que le dio, en tierras vascas, algunos agradecimientos tanto en las elecciones municipales como generales que le siguieron. ¡Qué tiempos!
Ciertamente aquella esperanza la frustró ETA en Barajas y desde entonces vamos de pinza en pinza. El politizado poder judicial -en connivencia con la derechona y los fanáticos del Foro de Ermua, Dignidad y Justicia y AVT- pinzó durante todo el 2007 y 2008 a todas las organizaciones y direcciones de la izquierda abertzale histórica, salvo LAB, y a las autoridades vascas dialogantes, incluidos Ibarretxe y López. La política vasca pasaba a gestionarse desde unos tribunales hiperpolitizados sin que mesura, prudencia, proporción u oportunidad formaran parte de su jerga decisional. Pinza de palo y toga.
Las elecciones generales de 2008 supusieron, en España y en Euskadi, un ascenso tanto para el PSOE como el PP y un acicate para ensayar de nuevo el sorpasso (adelantamiento) al nacionalismo, eso sí, sin anunciarlo, con agenda oculta y argumentos de contable y condón. Acuérdense de la campaña «Sida, no da» que se ha cambiado por la menos sutil de «Si da dá, y si no da no da». Pastor nos explicaba el otro día ese gran hallazgo de la política de principios que es que si la aritmética lo permite van en una dirección, y si no lo permite van en la contraria. ¡Amigos fiables para siempre!.
En las autonómicas del 2009, y pese al triunfo de Ibarretxe, la pinza se consumó porque previamente, el poder judicial le quitó de encima al PSE las candidaturas de la izquierda abertzale oficial. Tuvo poco éxito de votos; pero en la aritmética de los mediocres y tramposos, si da da, y para que se reajustara el mapa, otras pinzas tuvieron lugar en el interior de los partidos PNV, EA y EB, amortizando a todos los líderes anteriores y, en dos casos, sus estrategias.
La política vasca es, desde entonces, un sin vivir de amor entre la izquierda vasco-española y la derecha española-vasca -foralista e incomprendida por los suyos-, mientras reeducan a la ciudadanía vasca en valores democráticos y, dando ejemplo, acuerdan hasta en los temas donde lo normal es que hubiera diferencias abismales. Son los casos de los presupuestos austeros, de las políticas públicas en descenso, del reparto de cargos en la gestión de EITB, de un Parlamento nacional presidido por una carca, de los blindajes aquí pero no allá salvo porque te necesito, de un estadio para un club privado con dinero público como quieren Basagoiti y Bilbao… Ese viaje en dirección contraria a lo que prometieron, no creo que le satisfaga a su electorado. Bastantes veces el partido menos votado, el PP, parece ser el que gobierna. El Programa electoral ha dejado de ser un contrato para ser una tomadura de pelo presentada como gestión de la opinión pública.
La última pinza es la de las detenciones del martes 14 de octubre, pero ésta ha sido una doble pinza mortal y entre agentes insospechados.
Primera pinza. De hecho, la han hecho Rubalcaba -Garzón con ETA, con el objetivo común de arruinar un posible cambio estratégico en la Izquierda Abertzale. Me explico.
Por una parte, Pérez Rubalcaba -que ha asumido la línea PP en este tema- juega a la profecía autocumplida propia de las estrategias preventivas de este siglo. «Ni aunque condenen a ETA se les legalizará», dijo, y con un cinismo que espanta, añadía el miércoles «la izquierda abertzale tiene que decidir entre la violencia y la política, porque mientras haya violencia no habrá política». Y para evitar que condenen la violencia y pongan al Gobierno en un brete, detienen a los partidarios de liquidar dignamente la lucha armada y arruinan cualquier tránsito en la Izquierda Abertzale. Un círculo virtuoso.
Y nuestro lúcido lehendakari le secunda con un «aplicaremos la tolerancia cero a quienes justifican la violencia»; y van y se la aplican a quienes quieren organizar el proceso de abandonarla. Además, en un ejercicio de amnesia y falsía, obvia que se reunió precisamente con esos mismos detenidos y que eran creíbles hace un par de años.
PSOE y PP, ya han apostado por la estrategia de tierra quemada sabiendo que es improbable, a corto, que haya un recambio dialogante en la nueva generación de la izquierda abertzale histórica. LAB queda amenazada. Se parece a la inteligencia facilitadora de Garzón que, en nombre del Estado de Derecho, encarcela a dos secuestradores mientras continúan secuestrados los arrantzales en el Índico. Si no da, no da.
Por otra parte, en los escandalosos documentos últimos, ETA anuncia su continuidad, el desplazamiento de la izquierda Abertzale del liderazgo de cualquier proceso y su negativa a nuevos experimentos porque toca preparar a las bases abertzales para tiempos duros. Su balance del alto el fuego es demencial y solo busca justificar la línea continuista hasta la derrota final. Dicho de otro modo, los documentos son un rejón negro de ETA contra los Otegi y Díez, en forma de bandeja de Herodes con la cabeza del Bautista para Salomé, quien tiene barra libre para hacer lo que ha hecho porque ETA misma no hace creíble un proceso similar al de Anoeta.
La ruptura pública de la izquierda Abertzale política respecto a ETA no era imposible aunque sí muy difícil, pero, desde luego, no era nada interesante para el Gobierno, que los prefiere empaquetados y machacados, y no quiere dar ninguna oportunidad a que la izquierda Abertzale resuelva SU problema.
Segunda pinza de la operación contra Otegi, Diez, Rufi, Zabaleta… Es en beneficio de López y Basagoiti, y en perjuicio, sobre todo, del PNV. Impedir la recomposición de la izquierda Abertzale es de interés estratégico para el PSE y PP y para sus siguientes citas electorales, en la esperanza de que ocho años de reeducación colectiva, dejarán un nacionalismo suave, sin la llave de la paz ni proyectos de cambio de marco, y a lo más una reforma a la catalana. A algunos no les disgustará.
O sea, el PSOE y PP no quieren ni paz ni normalización, solo derrota y desvertebración; y ETA les ayuda. ¿Y si espabilamos?
Fuente: http://www.deia.com/2009/10/16/opinion/columnistas/behatokia/pinzas-y-mas-pinzas