Los sindicatos habitualmente usan la huelga general de una manera poco inteligente y eficaz. Se limitan a convocarla de un solo día y derrochan una gran cantidad de recursos en publicitar y promover una acción tan limitada. ¿Realmente creen que pueden conseguir algo así? ¿Son tan ilusos? O lo que es peor… ¿son tan derrotistas […]
Los sindicatos habitualmente usan la huelga general de una manera poco inteligente y eficaz. Se limitan a convocarla de un solo día y derrochan una gran cantidad de recursos en publicitar y promover una acción tan limitada. ¿Realmente creen que pueden conseguir algo así? ¿Son tan ilusos? O lo que es peor… ¿son tan derrotistas que adoptan resignadamente la pose esperada y pasan página cuanto antes para volver a negociar? Me inclino por pensar esto último. Y también me inclino por pensar que en España los grandes sindicatos CCOO y UGT no pueden estar lo suficientemente motivados para emprender acciones decisivas, pues se sostienen mediante la financiación que el estado les otorga con el objetivo de domesticar la indignación de los trabajadores. Pero debemos cambiar esto. Hay que motivarlos a que emprendan una acción contundente y acorde a los intereses de los trabajadores. No podemos aceptar atentados contra el sustento de millones de personas. No podemos negociar males menores. Las condiciones económicas y laborales de los ciudadanos españoles no han hecho más que empeorar desde la Transacción (mal llamada Transición), con el beneplácito desmotivado y derrotista de tales cúpulas sindicales. La estrategia de los grandes sindicatos occidentales es nefasta, pues promueve su propio abatimiento y sumisión, mientras que sus tácticas son ridículas, pues no sirven a ningún objetivo creído seriamente por sus mismos proponentes ni se integran en un plan diseñado para su firme consecución.
El cambio de actitud de los sindicatos solo puede venir a través de una presión social constante de crítica y petición de contundencia. En las manifestaciones debemos dejárselo claro. Unos sindicatos apocados y condescendientes con la patronal y el gobierno son una vergüenza y sus dirigentes habrán de sentir esa vergüenza allá donde traten de representar falsamente a los trabajadores. Los que más deberían presionar, si realmente creen en lo que hacen, si realmente quieren mirarse al espejo y ver sindicalistas en lugar de apéndices del estado dedicados a la gestión de conflictos laborales, son los mismos afiliados de UGT y CCOO. Presionad en los órganos pertinentes o rebelaros frente a ellos si es preciso. Las bases sois lo único cercano al sindicalismo que tienen esas corporaciones. Pero si lo que os importa es escalar en la jerarquía burocrática de estas, entonces mereceréis la misma ignominia que los dirigentes apoltronados.
¿Y qué actitud debemos proponer, pues? ¿Qué debemos plantear? En primer lugar, desterrar el derrotismo, y en segundo lugar, trazar un plan creíble y atractivo para los trabajadores capaz de recuperar el terreno perdido. Si las cúpulas sindicales hacen autocrítica pública por su anterior desidia y se muestran firmemente decididas a luchar por el todo, pronto los trabajadores se volcarán en su apoyo. Sin embargo, una cosa no sucederá sin la otra, así que más les vale tomar nota. Si regresan al rol de férreos sindicalistas, el resto de sindicatos de clase -generalmente mucho más combativos- los apoyarán sin ambages.
¿Y qué podría conseguir esto? ¿Cómo podríamos movilizar a los trabajadores en una apuesta decidida? Pues mediante un sencillo -pero inexorable- plan que use con inteligencia las herramientas de protesta a nuestra disposición. Entre estas tenemos la propaganda, la huelga general, las manifestaciones, el bloqueo de las comunicaciones, la ralentización de la actividad productiva, etc. ¿Acaso sirve alguna de estas herramientas al margen de un plan que las integre y entrelace para alcanzar los objetivos? ¿Acaso sirven si no se plantean horizontes creíbles para quienes han de participar en ellas? No, claro que no. Basta ya de huelgas generales de postín. El objetivo solo puede ser, en el peor de los casos, la recuperación de lo perdido y el bloqueo de futuras tentativas. En el mejor, arrebatar derechos y políticas económicas que beneficien a los trabajadores frente a los grandes capitalistas, cuyo beneficio gratuito proviene siempre del trabajo ajeno. ¡Bastante es que aún les dejemos practicar esta explotación! Un uso inteligente de las herramientas de protesta puede darse en lo que he llamado Plan Estratégico de Huelga General, que no pretende ser más que un modelo-esbozo de lo que debe plantearse. Más adelante se pondrá un ejemplo.
El Plan Estratégico de Huelga General:
- Debe plantear una disyuntiva implacable: o se aceptan íntegramente los objetivos, o el plan seguirá automáticamente su curso hasta el nivel de perturbación económica más enconado. Aquí radica su fuerza y gran parte de su atractivo y credibilidad.
- Debe desplegarse a partir de unos pocos objetivos claros, decisivos y realistas. De nada serviría plantear como objetivo algo demasiado remoto a la situación actual. Objetivos factibles son, por ejemplo, la recuperación de todo lo perdido recientemente, una reducción de la jornada laboral, un aumento del salario mínimo, un endurecimiento de la legislación contra el abuso empresarial, etc.
- Debe proponer al gobierno políticas económicas alternativas que carguen los costes de la crisis sobre el capital solvente en lugar de sobre los trabajadores. Aumento del impuesto de sociedades, tasas a las transacciones financieras (bolsa, derivados…), persecución contundente del fraude fiscal y la evasión de capitales, impuestos de patrimonio y sucesiones, exenciones fiscales a los autónomos y pequeñas empresas condicionadas a la contratación en un plazo de tiempo determinado, etc.
- Debe ser de extensión, intensidad y contundencia crecientes durante un período de tiempo más o menos dilatado pero suficientemente breve como para que el efecto acumulativo de las acciones sea cada vez mayor e irrefrenable. La huelga general será la acción en torno a la cual girarán el resto de acciones.
- Debe ser atractivo para los que hayan de llevarlo a cabo, esto es, para la mayoría de los asalariados y autoempleados. Gran parte del atractivo residirá en su firmeza, factibilidad y contundencia, sin olvidar el beneficio inmediato, normalmente de carácter monetario. Si el trabajador gana algo material además de las reivindicaciones de carácter más abstracto se sentirá mucho más motivado para participar. Una descongelación de los salarios junto a la recuperación del IVA antiguo, los salarios previos a las reformas (por ejemplo, el de los funcionarios) y las condiciones previas del sistema de salud son medidas factibles aun en la situación de crisis en la que nos encontramos. De hecho, son incomparablemente menores en términos monetarios a las ayudas a la banca. No hay excusa, si la banca ha de liquidarse y sus accionistas y acreedores han de perder, que lo hagan y sea el estado quien pase a tener su propiedad inalienable (eso sí, controlada con luz y taquígrafos).
- Debe emplear la propaganda de forma inteligente para estimular la reunión previa de los trabajadores, la elaboración de tácticas, el compañerismo en la lucha, la ignominia de los potenciales aprovechados y traidores, la comunicación y coordinación entre sindicatos y grupos de acción, etc. Los carteles que se limitan a anunciar una manifestación no convencen. La propaganda es más efectiva si es pedagógica, didáctica… si explica el plan y las alternativas planteadas al gobierno para que cambie de rumbo. También debe desarticular las excusas, y así dejar en evidencia a los que parten de una posición de esquirol. Una presentación del plan a seguir junto a vías de comunicación (teléfonos, sitios web…) que favorezcan la información, coordinación y solidaridad, puede convertir al trabajador indeciso en una individualidad dispuesta a colaborar y agitar los centros de trabajo vecinos, e incluso el suyo propio.
- Debe ser firme, sin vacilaciones ni fisuras. Una vez puesto en marcha será llevado a término como si se tratara de un programa automático, de una cadena de fichas de dominó, de una bola de nieve cada vez más y más grande. La única opción que ha de darse para su detención es el logro de todos los objetivos planteados. Es precisamente aquí donde reside la fuerza del plan. Solo hay una salida a la avalancha: la claudicación del gobierno y la patronal a las justas reclamaciones de los trabajadores, recogidas en los objetivos.
- Debe ser usado inteligentemente como advertencia antes de su aplicación. Si el gobierno cede antes de que sea puesto en marcha puede evitar una situación económica inestable y de progresivo deterioro fruto de las huelgas y bloqueos cada vez más frecuentes. En su mano está evitar una situación de justa contestación social generalizada difícil de gestionar.
- Debe ser publicitado como lo que es: un proceso que solo admite la victoria. La derrota no tiene cabida, así que mientras el gobierno se empecine en sostener las rentas del capital a costa de las rentas del trabajo, aquellas no podrán desarrollarse tranquilamente.
- Debe promover la acción generalizada de la sociedad, más allá de los asalariados y autoempleados. Estudiantes, parados, pensionistas, pacientes… se fomentará que todos hagan fuerza juntos emprendiendo acciones de bloqueo y huelgas de todo tipo.
- Debe aplicarse sin más liderazgo sindical que aquel requerido inicialmente para su puesta en marcha. Durante el proceso desencadenado los sindicatos no tendrán ya el liderazgo, lo que evitará posibles salidas en falso que no logren la totalidad de los objetivos. Todos los convocados por el plan deberán seguirlo mientras no se cumpla el 100% de los mismos. Los sindicatos serán importantes por su capacidad de organización y recursos, pero no por monopolizar o dirigir la realización del plan.
Una vez vistas las principales características que debe reunir un Plan Estratégico de Huelga General, paso a ofrecer un ejemplo-esbozo de corte socialdemócrata. ¿Por qué un plan de esta índole y no uno que lleve a la revolución social? La razón es que, en mi opinión, las condiciones socioculturales actuales de nuestro país no permiten pensar en un cambio sustantivo semejante. No obstante, el desarrollo de un Plan Estratégico de Huelga General sería perfectamente válido para tales menesteres si las condiciones fueran propicias. Es más, puede ser un buen primer paso en esa dirección.
EJEMPLO DE PLAN ESTRATÉGICO DE HUELGA GENERAL DE CORTE SOCIALDEMÓCRATA:
Objetivos
- Recuperación del statu quo en materia laboral y de pensiones (incluidos los ajustes por IPC y los sueldos de funcionarios) previo a las reformas y pactos con motivo de la crisis.
- Recuperación del statu quo en materia sanitaria, educación, IVA, IRPF, etc. previo a las reformas.
- Reducción de la jornada laboral a 35 horas semanales en todas las medianas y grandes empresas con beneficios. Fuerte endurecimiento de las penas y sanciones a las empresas que no paguen las horas extra como corresponde. Esto supondrá un aumento indirecto del salario para aquellos que deseen seguir trabajando las 8 horas y favorecerá la contratación al perseguirse las horas extras no pagadas.
- Paralización total de los desahucios de familias nucleares sin otra residencia.
- Dación en pago retroactiva.
- Restitución bancaria del dinero depositado de los afectados por las participaciones preferentes.
- Las reivindicaciones deben satisfacerse de forma efectiva en el plazo de 4 meses. Deberá cumplirse, al menos, un objetivo por mes. Fuera de esto o del plazo, se reemprende automáticamente el plan desde el punto en el que se dejó y con mayor contundencia si cabe.
Políticas económicas alternativas a las emprendidas por el gobierno
Los objetivos por sí mismos abren la puerta a un aumento de la demanda agregada, pero esta no se dará si el empleo no aumenta. Debe favorecerse que el capital se invierta productivamente en la contratación de trabajadores en España y no se dedique a actividades especulativas. Asimismo, deben garantizarse los ingresos del estado. El objetivo es que los costes de la crisis los pague el gran capital y no los trabajadores. En cualquier caso, es responsabilidad y tarea del gobierno estimular de otra forma la economía y buscar el dinero en otro lado, por lo que aquí tan solo se plantean algunas ideas:
- Lucha contra la evasión de capitales y el fraude fiscal con grandes sanciones y penas de prisión.
- Desarticulación de las SICAV fomentando que dicho capital pase a dedicarse a actividades productivas que involucren la contratación. Por ejemplo, mediante condiciones similares a las que gozaban previamente. A mayor contratación, mayores ventajas.
- Liquidación o nacionalización inalienable de los bancos insolventes. Sus accionistas y acreedores deberán asumir pérdidas de una vez por todas.
- Introducción de una tasa a las transacciones financieras (bolsa, derivados, etc.).
- Exención fiscal total a autónomos y pequeñas empresas condicionada al aumento de plantilla.
- Financiación pública de pequeñas y medianas empresas condicionada al aumento de plantilla, creciente según esta.
- Promoción del cooperativismo orientado al autoconsumo regional. Por ejemplo, a través de la cesión gratuita de tierras y propiedades públicas para su uso productivo no orientado al beneficio mercantil.
- Promoción del emprendimiento mediante exención fiscal total limitada en el tiempo y/o en la facturación.
- Aumento del impuesto de sociedades y eliminación de deducciones y subvenciones a grandes empresas no vinculadas al aumento de plantilla.
- Aplicación del impuesto de sucesiones y patrimonio, este último desde los 300.000 €, descontada la vivienda habitual.
- Auditoría pública para detectar, identificar y descartar deuda odiosa.
- Orientación de la economía hacia la demanda nacional, en previsión de una posible salida del euro y la declaración de bancarrota estatal.
Plan de acciones
En las diversas acciones están llamados a participar todos los ciudadanos. Los sindicatos ya han cumplido su papel de promotores y ahora participarán en el plan sin asumir su dirección. Esto es importante, puesto que en otro caso podría producirse una traición durante el proceso que llevara a negociar los objetivos y no el logro de su totalidad. El plan debe seguir aplicándose por todos los participantes mientras no se hayan conseguido todos los objetivos.
Se recuerda que esto es solo un ejemplo y que las posibilidades son infinitas. La elección de días es orientativa.
- Día 0. Preparación del plan, comunicación, coordinación y puesta a punto de las organizaciones, bases y cuadros intermedios para su realización. Deben integrarse asociaciones de consumidores, sindicatos, movimientos sociales, parados, individualidades, etc. Debe promoverse entre la población la adopción de un plan así, que busca realmente alcanzar las metas y no solo posar.
- Día 20. Publicación del plan (el presente). Debe aparecer en todos los medios de comunicación. Se da la posibilidad de no ponerlo en marcha si el gobierno concede los principales objetivos (negociación). Se deja claro que, una vez iniciado, solo se aceptará el logro del 100% de los mismos. Se dan 10 días para obtener una respuesta.
- Día 30. El resto del plan se pone en marcha automáticamente si el gobierno no se ha sentado a negociar las reivindicaciones.
- Día 30. Comienza la organización en cada centro de trabajo. Se hace extensa propaganda con la intención de reunir participantes, promover acciones y crear un clima de protesta generalizado que confluya en las siguientes jornadas planificadas. Los calendarios del presente plan deberán estar por todas partes. Apertura de cajas de resistencia a las que habrá que contribuir poco a poco de cara al futuro. Se recomienda a los trabajadores que graben las conversaciones con sus jefes para poder denunciar las presiones, amenazas y otras prácticas ilegales contra las futuras huelgas.
- Día 50. Huelga general de un día. Huelga de consumo. Huelga de estudiantes. Manifestaciones multitudinarias. Bloqueos. Esto solo es el aviso previo de lo que viene. Intensificación de la propaganda y las acciones de promoción y coordinación.
- Días 50-60. Huelga de consumo (excepto productos de primera necesidad). El ahorro logrado con estas huelgas de consumo y las siguientes servirá en el futuro para hacer posible una huelga general indefinida.
- Día 65. Huelga general de un día. Huelga de consumo. Huelga de estudiantes. Bloqueo de comunicaciones. Preferentemente será en un día de la semana de alta producción o cercano a un día de fiesta, para aumentar el impacto.
- Días 65-75. Huelga de consumo (excepto productos de primera necesidad).
- Días 80-81. Huelga general de dos días. Huelga de consumo. Huelga de estudiantes. Preferentemente a mitad de semana, para romper el ritmo de producción. Intensificación de las acciones. Uso de las cajas de resistencia allá donde sea necesario.
- Días 80-90. Huelga de consumo (excepto alimentos).
- Días 95-97. Huelga general de tres días. Huelga de consumo. Huelga de estudiantes.
- Días 95-105. Huelga de consumo (excepto alimentos).
- Día 115-119. Huelga general de una semana. Huelga de consumo. Huelga de estudiantes. Las acciones, la propaganda y los bloqueos serán muy intensos. La Huelga de consumo se extiende indefinidamente, salvo para productos de primera necesidad.
- A partir del día 120. Huelga general, de consumo y de estudiantes indefinida. Si se ha llegado a este punto, vencerá el que más aguante, y por nuestra parte ya ha debido de quedar claro que la derrota no es una opción. El gobierno no puede resistir en estas condiciones mucho tiempo, al igual que los empresarios, que se encuentran con menos ventas, poca producción y poca capacidad de pago a proveedores. Los trabajadores podrán resistir más tiempo gracias al ahorro logrado durante las huelgas de consumo y las cajas de resistencia. Las empresas que cierren serán adquiridas/ocupadas por los trabajadores y pasarán a ser autogestionadas.
Condición de parada
El plan será suspendido solo si el gobierno se compromete a asumir públicamente la totalidad de las reivindicaciones.
Condición de terminación
El plan terminará definitivamente una vez hayan sido satisfechas de forma efectiva todas las reivindicaciones. En otro caso, el plan se reemprenderá desde el punto en el que se dejó.
Fortalezas
- Es una apuesta clara y decidida para lograr los objetivos.
- Es proactivo, en lugar de pasivo y reactivo. Lleva la iniciativa, mientras que al gobierno solo le queda responder y reaccionar.
- Crece en intensidad y se muestra inquebrantable, lo que da un horizonte de factibilidad a los convocados, que pueden unirse poco a poco y retroalimentar el proceso de confluencia, planificación y acción.
- No parte de presupuestos derrotistas o desincentivadores.
- Los objetivos ofrecen una ventaja real y clara a los participantes que les incentiva a reunir y convencer a otros. El éxito ya no depende de la conmiseración del gobierno, sino de la presión ejercida. En nuestras manos está lograrla.
Debilidades
- Requiere un liderazgo sindical valiente, estratega, íntegro y enérgico con voluntad de iniciar este proceso. Un líder cansado, pusilánime o timorato preferirá pasar de follones. Una vez promovido el plan públicamente, el liderazgo monolítico de los sindicatos convocantes deja de ser necesario, ya que el plan deberá seguir su curso hasta que se cumpla la condición de terminación.
En conclusión, lo que proponemos aquí es un uso inteligente de las herramientas de protesta al alcance de la clase trabajadora. Los sindicatos harían bien en pensar en estos términos en lugar de en el impotente cartucho de la huelga general de 24h que parece dejarlos sin ideas ni posibilidades una vez gastado. Las acciones sindicales deben responder a planes estratégicos, a ser posible con las características aquí presentadas. La Huelga General es un medio, no el fin en sí mismo. La movilización social y el esfuerzo de convocatoria deben invertirse en luchas bien planteadas en lugar de desperdiciarse en pulsos aislados, parcelarios y sin horizonte que no engañan a nadie.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.