Recomiendo:
0

Podemos en disputa. Tres proyectos para Vistalegre II

Fuentes: Rebelión

Podemos ha sido el vehículo principal -aunque no el único- de la canalización política de las protestas y movilizaciones populares nacidas con el desencadenamiento de la crisis económica en 2008 y sus consecuencias sociales. Pero por la naturaleza de su origen y de las fuerzas sociales y políticas que en él concurrieron siempre fue un […]

Podemos ha sido el vehículo principal -aunque no el único- de la canalización política de las protestas y movilizaciones populares nacidas con el desencadenamiento de la crisis económica en 2008 y sus consecuencias sociales. Pero por la naturaleza de su origen y de las fuerzas sociales y políticas que en él concurrieron siempre fue un proyecto en disputa en el que destacaron sobretodo el papel de las élites universitarias que le impulsaron y un minúsculo partido de la izquierda radical, anticapitalistas. Conforme se fueron sucediendo diferentes etapas en sus tres años de existencia las diferencias latentes inicialmente en su seno se fueron haciendo más profundas, desembocando en una abierta ruptura en el seno de las élites universitarias que conformaron su núcleo dirigente.

Sin embargo, esa ruptura escenificada varias veces de manera pública no confrontó claramente las diferencias de los proyectos que las separaban. De manera que la convocatoria de su segunda asamblea nacional, la conocida como Vistalegre II, levantó la expectativa de que fuese la ocasión para clarificar los proyectos que sustentaban los tres sectores en que había terminado por dibujarse las diferencias internas en Podemos. Estos tres sectores se articulan en torno a los dos principales líderes de Podemos, Pablo Iglesias e Iñigo Errejón, y el sector de Anticapitalistas.

Efectivamente, cada uno de ellos ha plasmado su proyecto y, a partir de sus ponencias, ahora es posible analizar un poco más profundamente que representa y que puede representar Podemos en el futuro. Este será el objetivo de este documento. Para ello se procederá a un análisis de los tres documentos políticos y se hará un resumen conclusión final.

El proyecto de Podemos del sector articulado en torno a Pablo Iglesias.ii

Su documento tiene tres grandes bloques. El primero intenta ser un análisis de las condiciones históricas que sirva de justificación al segundo bloque centrado en las tareas políticas, y un tercero dedicado a las tareas organizativas.

En el primer bloque lo primero que llama la atención son las ausencias. Ausencia de un análisis de clase en España y ausencias de un análisis serio sociopolítico y económico de la situación internacional. Su análisis se centra en el análisis político de lo que Podemos ha definido desde su origen como régimen del 78. En realidad se trata de un breve recorrido histórico que no aporta nada nuevo, pero llegando a una conclusión que es importante porque servirá de justificación a las tareas políticas que se propone en el segundo bloque. Esta conclusión es que si el régimen del 78 tuvo «éxito» fue porque colmó las expectativas de «unos sectores populares cuya aspiración era convertirse en clases medias» a través de «la mejora de las condiciones de vida» y de «la extensión y mejora de los servicios públicos.» Sin embargo, esta situación se quebró con la crisis iniciada en 2008 que golpeó sobre un modelo de desarrollo basado en la especulación y el consumo a crédito.

En el análisis internacional solo se constata el período de globalización neoliberal y la crisis de 2008 y sus consecuencias en la Unión Europea con el debilitamiento del Estado de Bienestar y las políticas de austeridad que se terminaron imponiendo con la crisis. Y se reconoce el desplazamiento del centro económico mundial del norte atlántico al sudeste asiático. Pero no hay ninguna referencia a la situación de la izquierda en Europa, los aliados posibles de Podemos, ni sobre la trayectoria de Syriza, que es la principal experiencia reciente de la que extraer lecciones sobre el comportamiento de un gobierno de izquierdas no socialdemócrata en Europa.

En España, las consecuencias de la gran recesión fue una «crisis de régimen que abrió una estructura de oportunidades políticas inéditas». El «nuevo sentido común» se basaba en «el rechazo a la élites políticas y económicas» y «la reivindicación de democracia y soberanía».

Luego, el documento dedica un amplio espacio a glosar la trayectoria histórica de Podemos y justificar el modelo de organización y política resultante de Vistalegre I en 2014, así como a reconocer algunos errores organizativos, y los resultados electorales alcanzados. El documento se detiene sobretodo en los seis primeros meses de 2016 porque es el período dónde se van a agudizar las diferencias internas en el núcleo dirigente inicial de Podemos. Esto es una señal clara de que el principal terreno dónde quiere dar la batalla este documento es en torno al relato sobre Podemos, a la apropiación de lo que es Podemos y quién lo ha representado y lo representará mejor.

Como señalábamos más arriba, el documento busca justificar especialmente que la política sostenida por Pablo Iglesias en esos seis meses de «bloqueo» no solo fue la correcta, sino que fue refrendada por las bases en dos consultas, y que nunca existió, por tanto, ninguna posibilidad de un gobierno de progreso con el PSOE, siendo, en general, acertada la política seguida por el secretario general.

El análisis de la situación política en España tras la formación del último gobierno del PP ocupa también un importante espacio porque será la base para justificar la política que se propone seguir. Es cierto que el documento reconoce que «no hubo empate entre las fuerzas del cambio y la restauración», pero se engaña cuando señala que los defensores del status quo lo forman simplemente los «grandes empresarios y banqueros». Realmente es ridículo explicar así los millones de votos del PP, Ciudadanos y PSOE. Así, tras la coalición de facto entre PP y PSOE para consolidar la normalización de la situación en que ha desembocado el gobierno anterior del PP, se señala que la única oposición real queda en manos de Unidos Podemos.

Y a partir de ahí se señalan los objetivos generales, en principio como «un proyecto de país», y después como medidas a defender en esta legislatura. En el primer sentido, el documento apunta a «recuperar la soberanía», y para ello menciona la «soberanía alimentaria». Pero realmente donde la soberanía ha sido recortada fuertemente son en otros espacios como el económico, con el peso de las grandes multinacionales y corporaciones financieras, con la amplia libertad para los mercados, o con las decisiones en manos del BCE; o el político con la delegación de soberanía en Bruselas o la pertenencia a la OTAN, por ejemplo. Pero sobre estos temas el documento pasa de puntillas.

También señala la necesidad de «un proceso de reindustrialización», sin discutir en que se basaría ese deseo, ¿apoyándose en inversiones extrajeras a través de las grandes multinacionales o en una intervención fuerte del Estado para impulsarla?, ¿con fundamento en la iniciativa privada o en la pública? ¿con la «protección de las pymes, de los autónomos y de la economía social»?

¿A qué se refiere el objetivo del rescate de la democracia que menciona? ¿Al control democrático del sector de la energía y financiero?, ¿A la «regulación sensata del sector de las comunicaciones y el transporte»?

Llevados a un terreno algo más concreto estos planteamientos se traducen en algunas medidas como revertir los recortes realizados, cambiar el modelo productivo, alcanzar un salario mínimo digno, recobrar la capacidad de negociación de los trabajadores y establecer una renta garantizada. Dado que como dice el documento «Tenemos un país excelente», alcanzar los objetivos propuestos sería volver a recuperar las condiciones y aspiraciones de las clases populares durante la transición, conseguir ser clases medias.

Si acaso, se añadirían algunas reivindicaciones, justas pero nada disfuncionales para la continuación del proceso de acumulación capitalista, como el impulso a la recuperación de la memoria histórica, la modificación del papel del senado, la solución del problema territorial, la defensa de la igualdad de género, o la preocupación por una economía sostenible ecológicamente.

Estos objetivos requieren un bloque social y político y una estrategia de acción que son los siguientes epígrafes del documento. En cuanto a quienes serían los sectores sociales que conformarían ese bloque solo hay algunas indicaciones sueltas, pero ningún análisis sistemático. En principio parece que serían cualquier sector o clase social con excepción de «los grandes empresarios y banqueros»

Finalmente, el documento se apoya en las experiencias de los ayuntamientos del cambio y su gestión como punta de lanza del cambio en marcha y ejemplo de lo que sería la gestión de un posible gobierno de Podemos, «desarrollo de políticas públicas de integración y cohesión social y, al mismo tiempo, de racionalización y equilibrio presupuestario». Igualmente hay un espacio importante para referirse al papel de los parlamentos autonómicos, el senado y el congreso, y el papel a jugar por Podemos en esos ámbitos, que sirve de punto de partida para discutir sobre si la estrategia debería jugar más en el campo institucional o movementista.

¿Tiene algún sentido este último debate? Evidentemente, para los objetivos que se plantean para Podemos en este documento, no. Estos, se recuerda en el documento, consisten en «avanzar en la transformación y superación del orden institucional actual», y la utilización de la palabra institucional, y no social o económico no es ningún error, sino toda una declaración de principios.

En Podemos existe un fuerte impulso de regeneracionismo democrático que actúa como una especie de sortilegio mediante el cual se resolverían los problemas de las clases populares en el seno de una convivencia equilibrada dentro del capitalismo. Este regeneracionismo culpa de los problemas actuales a una «casta» formada por los políticos profesionales, los banqueros y los grandes empresarios de los graves problemas de un país que, por lo demás, es «excelente». Por tanto, la solución sería el desplazamiento de los políticos profesionales, fundamentalmente los del bipartidismo más Ciudadanos, por unos nuevos políticos no profesionales, sino activistas, los de Podemos, que estarían, así, vacunados contra las prácticas elitistas y corruptas; y por la creación de un nuevo tipo de partido de tipo red. «La «clase» o «casta» política tiene que renovarse con gente normal». Pero no dice nada de como se cambiarían a los banqueros y grandes empresarios.

El proyecto de Podemos del sector articulado en torno a Iñigo Errejón.iii

Para entender las coordenadas ideológicas o principios a partir de los cuales se articula este documento pueden servirnos tras concepciones claves contenidas en el mismo en los que se hace patente que la visión sociopolítica y económica del documento de Errejón está formada por un mestizaje de ideas socialdemócratas, liberales y democristianas como se desprende en varios párrafos de su documento. En principio su concepción del Estado: «Las instituciones son no un botín, ni un joystick: son riqueza social sedimentada, el resultado de años de confianza y esfuerzo colectivo. Durante demasiado tiempo los privilegiados las han secuestrado, pero el problema son los privilegiados y su mal gobierno, no las instituciones»

En segundo lugar, su concepción de las relaciones económicas: «también necesitamos empresas conscientes de que una patria no es un solar para explotar su suelo, sus recursos y a su pueblo, sino una comunidad de la que todos somos parte y responsables de su destino. En este punto, necesitamos contar con todas las personas quienes se echan el país a sus espaldas cada día: autónomos, PYMES y la diversa y sólida realidad del asociacionismo»

En tercer lugar, su concepción de las relaciones de clases: «llevar la democracia al interior del proceso de producción, al seno de la empre­sa, al espacio en el que la cooperación necesaria para la producción entre los distintos agen­tes que intervienen en la misma ha sido sustituida por una relación jerárquica que concentra el poder de decisión en los órganos de dirección y, con él, la capacidad de decidir sobre cómo se distribuye el resultado de la producción y de los incrementos de la productividad entre trabajadores y empresarios»

El documento de esta corriente empieza haciendo un balance de la trayectoria de Podemos desde Vistalegre I. Su objetivo es reafirmar lo correcto por la apuesta de partido nacido de esa asamblea como una «máquina de guerra electoral», a pesar del reconocimiento de algunos errores. Cumplida su función para el largo ciclo electoral que acabó en junio de 2016, se plantean la necesidad de adaptar Podemos a la nueva situación.

Las elecciones generales de diciembre de 2015 son consideradas un punto de bifurcación para Podemos. Los resultados fueron buenos, pero se frustró el objetivo esencial de acceder al gobierno, reconociendo que a partir de esta situación «se plantearon diferencias estratégicas en el interior del partido», y señalando una serie de errores importantes cometidos por la dirección del partido a los que califica de «negociaciones improductivas», «inmadurez y soberbia». Ello llevaría a un nuevo fracaso en las elecciones de junio de 2016, en lo que pesaría, además de los errores citados otras tres causas, la confluencia con IU; el descuido a «la importancia que le otorga la ciudadanía de nuestro país a un cierto orden y, por lo tanto, más allá de la pulsión destituyente, la necesidad de plantear un horizonte alternativo de certezas y seguridades para ser una fuerza realmente transformadora» y; la errónea relación llevada a cabo con el PSOE, «Abordar la relación con el PSOE de manera inteligente y laica ha sido siempre mucho más productivo para Podemos que la negación obsesiva y el choque frontal».

El nuevo gobierno del PP solo ha sido posible tras la «quiebra del PSOE», lo que, a su vez, abre una oportunidad para formar una nueva mayoría, oportunidad que se perderá si Podemos continúa «por la misma senda resistencialista que iniciamos tras el 20D».

El diagnóstico sobre la nueva etapa iniciada en junio de 2016 es la de que, a pesar del nuevo gobierno del PP basado en el papel subalterno del PSOE, las élites tradicionales no tienen capacidad para restaurar el orden del 78 porque son incapaces de ofrecer nada en modelo territorial, en materias social y económica y regeneración democrática, y define el nuevo período abierto con el gobierno del PP de «estabilización sin solución» porque «se ha terminado el momento, en el que las posiciones estaban desordenadas y todo era posible.» Éste es el diagnóstico clave para definir su estrategia.

Para ello, descalifica primero las otras estrategias como «resistencialistas», orientadas solo a los «sectores más empobrecidos», cerradas a «cualquier compromiso», que renuncian a la transversalidad para aglutinar a la izquierda. Evidentemente, y aunque la descalificación que hace es un tanto caricaturesca, sirve para diferenciar la estrategia que proponen, que es justamente la contraria.

Sin embargo, el documento contiene una contradicción en el análisis. De un lado, da a entender que hubo un momento pasado de desordenen que todo era posible, momento que ha terminado y, de otro lado, señala que la crisis es de régimen, no de Estado, y que por tanto, «no afecta en lo fundamental a los aparatos del Estado, la confianza social en «el progreso», el consumo o el funcionamiento de las instituciones. Es decir, a la reproducción de un cierto orden, por más injusto que este sea». Por tanto, el proyecto de Podemos tiene que ser el alcanzar «un contrato social más amplio, más democrático, más moderno y más justo», para lo que es necesario el «relevo histórico de las élites hoy agotadas».

El cambio de coyuntura con respecto a 2011 también lo señala en cuatro aspectos importantes. Primero, la claudicación de Syriza, sobre la que no profundiza, pero cuyas consecuencias se hacen notar en la moderación de su proyecto y programas.

Segundo, los procesos de «fascistización» que viven muchas sociedades europeas, aunque habría que recordar que ese proceso es anterior y se puede constatar ya en las elecciones europeas de 2009 o en otros procesos electorales europeos. Frente a esa situación, el documento hace constata una realidad que debería hacer reflexionar a todas las facciones de Podemos sobre su responsabilidad histórica, porque Podemos es, efectivamente, una de las pocas referencias que existen a nivel internacional frente a las tendencias reaccionarias en auge.

Tercero, en lo que denomina «hundimiento del consenso de la socialdemocracia europea» que abre la posibilidad de disputar el espacio abierto por ese hundimiento con la construcción de un «nuevo bloque histórico» frente a la austeridad, como condición para alcanzar el gobierno.

Cuarto, constata la situación de crisis del «orden político de la UE», pero rechazan el «repliegue nacional» para apostar por «refundar un proyecto democrático y social para Europa», objetivo para el cual sería necesario «federar una alianza democrática internacional», pero después de alcanzar el gobierno, y sin aclarar si se refiere a fuerzas políticas o a gobiernos progresistas.

Tras un breve espacio dedicado a dar una definición de Podemos, que tampoco aclara ni diferencia mucho respecto a visión del sector de Iglesias, lo que le define, en este sentido, es la visión más institucional de Podemos que este documento contiene, y que queda reflejada en la estrategia que propone para alcanzar una mayoría que les lleve al gobierno, «reuniendo en torno a nosotros a los mejores y los más prestigiosos; suscitando entre la gente sencilla la confianza no sólo de que nosotros no les fallamos, sino también de que somos capaces de hacer las cosas de manera distinta y eficaz»

Llegados al punto de definir las medidas programáticas de su proyecto, el documento de Errejón no se diferencia demasiado de las que contiene el de Iglesias: Cambiar el modelo productivo, aunque en este caso es algo más preciso al inclinarse por un modelo neokeynesiano de mayor implicación del Estado para impulsar el nuevo modelo productivo, lo cual no significa que sea un modelo diferente de acumulación capitalista. Cambio del modelo energético para garantizar su suministro como derecho fundamental y reducir el impacto medioambiental. Garantizar el acceso a la cultura. Establecer un suelo de ingresos públicos para garantizar los servicios sociales. Una reforma fiscal más progresiva y persecución del fraude. Democratización de los procesos de producción. Renta básica universal. Recuperación y mejora de los derechos sociales. Garantía de una vivienda digna. Garantías de sostenibilidad de las pensiones públicas. Establecimiento de un Estado federal y plurinacional. Impulso del municipalismo. Cuidar y reactivar el mundo rural. Reforzamiento de la autonomía de las Comunidades Autónomas. Medidas para acabar con las desigualdades de género. Derogación de la Ley Mordaza. Mayor trasparencia y participación ciudadana.

El proyecto para Podemos de Anticapitalistas.iv

El documento de esta corriente comienza con un análisis dónde hay coincidencias generales con los otros dos documentos analizados anteriormente, como el recorte de derechos y libertades como consecuencia de la crisis, o la propia crisis del proyecto neoliberal de la UE. Igualmente rechazan el repliegue nacional y abogan por construir «otra Europa posible» al servicio de las clases populares.

También constatan el avance de las tendencias de extrema derecha, y la debilidad de las fuerzas anti-austeridad en Europa a las que, debido a su naturaleza variada, no engloban con el apelativo de izquierdas, reconociendo las dificultades, por este motivo, para su coordinación a escala continental. Igualmente coinciden en el diagnóstico de la situación sociopolítica en España tras el cierre del largo ciclo electoral anterior: «resolución provisional de la crisis de «gobernabilidad»», el papel de Unidos Podemos como la oposición real a «la gran coalición de los partidos del régimen», el período de repliegue y desmovilización de las clases populares, y el convencimiento «de que no se ha cerrado la ventana de oportunidad abierta por el 15-M»

En este contexto europeo de extensión de los proyectos reaccionarios, España representa una excepción porque el malestar social generado durante la crisis no se canalizó a través de un proyecto reaccionario, sino que se encauzó primero a través del 15-M y, luego, de Podemos.

Su análisis sobre la trayectoria de Podemos es crítico por su abandono del «proyecto de autoorganización popular que pudieron representar los Círculos», y por terminar imponiéndose en su seno un modelo de «»representación» más que de participación», basado «en el plebiscito en torno a preguntas precocinadas y no en la deliberación, el debate y la acción colectiva», por lo que concluyen que, «aún reconociendo los inéditos logros electorales conseguidos», el modelo de partido aprobado en Vistalegre I «se ha demostrado ineficaz para la consolidación de Podemos como herramienta útil para el «Cambio»»

Si bien los tres documentos reconocen la necesidad de articular un bloque social de cambio para acceder al gobierno y comenzar las transformaciones, el de Anticapitalistas define más claramente, y con una visión clásica de izquierdas, que sectores sociales conformarían ese bloque y como se conformaría: «basado en la articulación, organización y atracción de las clases trabajadoras […] en alianza con las demás clases subalternas […], y también con los sectores discriminados y oprimidos por el orden social»

Ahora bien, también analizan las dificultades derivadas de los cambios sociales y políticos cuyo origen es muy anterior al desencadenamiento de la crisis en 2008. Por un lado «el debilitamiento de la centralidad» de la clase obrera tradicional debido a varias causas que se analizan, y que se encuentra detrás del papel secundario jugado en estos años de crisis por «el conflicto sindical-laboral». Por otro lado, «la constitución de la sociedad española como una sociedad dominada por el fenómeno cultural de las clases medias», coincidiendo en este aspecto con el diagnóstico del documento de Iglesias: «La adscripción mayoritaria de la población a la clase media, y con ella a los valores de esta­bilidad, seguridad, progreso social y modernidad, han cimentado la relativa paz social que ha atravesado el país desde los años setenta hasta mayo de 2011.»

Las contradicciones que anidaban entre las aspiraciones de este modelo de clases medias y las bases socioeconómicas de apoyo saltaron con el inicio de la crisis a partir de 2007, y sus consecuencias dieron lugar al ciclo de movilizaciones que protagonizaron sobretodo las generaciones nacidas en las décadas de 1970-80, así, concluye el documento, que la crisis del llamado régimen del 78 se debe a «la quiebra del marco cultural y político de las clases medias».

Los proyectos y estrategias extraídos a partir de esta situación se diferencian, sin embargo, en el interior de Podemos. Las tendencias de matriz «populista» se orientan a recuperar las condiciones anteriores a la crisis, apelando a «una masa social moderada y asustadiza» con objetivos moderados basados en «pequeñas reformas regeneracionistas, pero no a los cambios profundos, mucho menos a transformaciones sustanciales en la estructura social y política». Sin embargo, para el documento de Anticapitalistas, ese regreso al modelo de aspiraciones de clases medias precrisis es inviable objetivamente por la estructura productiva de España derivada de su inserción en la división internacional de trabajo.

Pero sus conclusiones no son nada optimistas: «este marco refuerza el proceso, difícilmente discutible, de erosión de las clases medias en Estado español y sobre todo de desdibujamiento de su centralidad política y cultural. Al mismo tiempo, no anuncia, per se, la constitución de una clase «precaria» suficientemente politizada y con capacidad de agencia. Los elementos de descomposición de la vieja clase obrera (fragmentación, individualización, asimilación cultural a la sociedad de clases medias) apenas están hoy en vías de ser superados y de encontrar medios de anudarse en la formación de un sujeto político alternativo.» Dado este diagnóstico, sin embargo, se echa en falta un análisis del mundo sindical y la política hacia él.

Así, pues, el documento se ve obligado a reconocer que, dadas las anteriores condiciones, y la necesidad de incorporar a «la dirección del proceso político en curso de forma activa, los intereses de la clase trabajadora», entonces, «construir esa mayoría social es un proceso complejo […] que requiere un trabajo paciente y a la largo plazo», que se expresa en una propuesta basada en dos pilares, el primero es la redistribución de la riqueza convirtiendo los recursos económicos en «bienes públicos», una forma diferente de nombrar lo que clásicamente se ha conocido en la izquierda como socialización; y el segundo es «la democratización de la sociedad», «avanzando hacia modelos participativos y trasparentes en la administración estatal».

En el análisis del PSOE se reconoce que no va a terminar en la misma situación de irrelevancia que el PASOK, pero dado que «la crisis de la socialdemocracia les ha transformado en una mera herramienta neoliberal», dando lugar a «cierta desafección de sus bases», entonces hay posibilidades de «atraerlas hacia posiciones transformadoras», lo cual también es «una tarea de largo recorrido»

También hay coincidencia con los otros dos documentos, de Iglesias y Errejón respectivamente, en el sentido de profundizar las relaciones con la red de organizaciones y movimientos de la sociedad civil, aunque hay importantes diferencias sobre quiénes son esos sujetos, especialmente con el documento de Errejón.

La estrategia de Anticapitalistas se basa en dos supuestos, el primero compartido con las otras dos tendencias, que la crisis de régimen continúa abierta; el segundo, que la recuperación económica es coyuntural, por lo que a medio plazo se abrirá un nuevo período de inestabilidad y movilizaciones. Entonces, el objetivo de Podemos debe consistir en «empujar las contradicciones del régimen hasta sus últimas consecuencias […] que la democracia solamente es posible en clave de ruptura constituyente».

Sostiene una visión profundamente antiburocrática del modelo organizativo de Podemos que se acerca al modelo de Iglesias y se aleja del de Errejón, denunciando el peligro evidente de «tener unas estructuras de base cada vez más reducidas y una representación institucional enorme [y, así] tener unos cargos públicos que solo se deben al electorado», es decir, de que Podemos termine normalizándose como un partido atrapolotodo más.

El de Anticapitalistas es el único de los tres documentos que a la hora de desplegar sus propuestas de programa para la «ruptura constituyente» analiza y saca conclusiones de la reciente experiencia de Syriza, que se sitúan en las tesis clásicas de la izquierda transformadora, especialmente la tesis de que una victoria electoral es por sí misma insuficiente para acometer procesos profundos de cambios que pongan en cuestión los pilares fundamentales del status quo del capitalismo. Efectivamente, el documento señala las debilidades y contradicciones de Syriza, y las medidas que hubiera debido tomar en cuenta para iniciar un proceso de desobediencia a la troika

Y llega a la única conclusión posible visto el resultado de Syriza, la de que si una victoria electoral es ya una insuficiencia en un país tomado aisladamente, cuando se plantea para uno integrado en un espacio político-económico más amplio, como es la UE, entonces es necesario contar con apoyos y aliados internacionales más amplios, «construir un movimiento europeo capaz de desafiar a las instituciones comunitarias y de emprender un proceso constituyente y refundador del proyecto europeo». Dado que el programa que propone es claramente rupturista y de imposible encaje en la actual estructura de acuerdos y tratados de la UE, se propugna nítidamente «una política de desobediencia de los Tratados Europeos en sus aspectos austeritarios»

Pero se detiene ahí y no avanza en las dos preguntas esenciales que quedan en el aire. Primera, dado que ese movimiento europeo no existía cuando Syriza llegó al gobierno, y sigue sin existir actualmente, ¿debería haberse abstenido el gobierno de Tsipras de lanzar un reto que no podía ganar? Segunda, si Podemos alcanza el gobierno sin haberse construido dicho movimiento europeo, ¿deberá moderar sus políticas en función de esa correlación de fuerzas?

Es cierto que se contemplan «medidas preventivas» con vistas a ese inevitable enfrentamiento si se aplicase desde el gobierno el programa que se propone – y que se verán a continuación – como la moratoria de la deuda pública, impagos selectivos, control transitorio del movimiento de capitales, o una moneda alternativa. Pero ello no despeja la duda planteada anteriormente, ¿un programa de esta naturaleza se intentaría llevar a cabo solo cuando hubiese un mínimo de apoyos de gobiernos en Europa? o ¿se lanzaría el reto sin esperar a que se diesen tales condiciones?

El dilema de esta cuestión es fundamental porque en el primer caso puede que se esté hablando de un largo plazo con todas las incógnitas de desarrollo que ello supone, y en el segundo puede hablarse de una política aventurerista con muchas posibilidades de ser derrotada.

Un atisbo de respuesta, también insuficiente, apunta a desarrollar «políticas de cooperación e integración internacional con gobiernos populares» para, en caso de llegar a una ruptura con la UE, poder construir «un área socioeconómica supranacional con varias regiones y países». Es de suponer que en la situación actual se está haciendo referencia a Cuba, Bolivia, Ecuador y Venezuela (dependiendo en este último caso de cómo terminé el pulso actual entre el gobierno y la oposición), porque en Europa no existe ningún gobierno de ese tipo, ni siquiera el de Syriza.

El programa que propone se hace sin terminar de despejar esos puntos esenciales, y está orientado hacia los objetivos propuestos. Un programa de reformas democráticas: Hacer más participativo y deliberativo el sistema democrático, con mayor proporcionalidad, consultas ciudadanas y referéndums vinculantes, control de la representación y mecanismos de revocación de los cargos representativos, democratización de los partidos políticos, sindicatos, organizaciones sociales y medios de comunicación y transparencia en su financiación, y reforma de la estructura territorial del Estado.

Un programa de reformas económicas: Reforma del sistema financiero, con la «formación de un polo bancario público» y la posibilidad de expropiaciones de la banca privada. Moratoria del pago de la deuda pública y auditoría ciudadana. Reforma fiscal progresiva. Programa de socialización («recuperación social de los bienes públicos-comunes») de los principales servicios, recursos y sectores económicos estratégicos, democratizando su gestión mediante mecanismos de participación ciudadana.

Un programa de reformas del modelo productivo basado en la socialización de los bienes público-comunes, y «un régimen de servicios y precios regulados», y el en cambio de modelo energético con el objetivo de la sostenibilidad medioambiental.

Un programa de reformas socio-laborales para democratizar y dar mayor protección a los trabajadores, mejorar el sistema de jubilación y la protección social.

Conclusiones

En cuanto a la profundidad de elaboración, el documento de Pablo Iglesias es el más flojo y el de Anticapitalista el más trabajado. Los documentos de Iglesias y Errejón dan más importancia a glosar la trayectoria del propio Podemos, y a utilizar especialmente el último período de las dos elecciones generales, para marcar las diferencias entre ellos. En este sentido, los, análisis de estos dos documentos se centran sobre todo en la coyuntura más inmediata, estando más orientados, especialmente el de Iglesias, a un formato mitinero y populista más que analítico, señalando continuamente, lo repetido tantas veces, las políticas y conductas contra las que se lucha y lo que representa Podemos. Hay pues un exceso de verbalismo, repitiendo un discurso populista que intenta encubrir ausencias fundamentales, ambigüedades calculadas y un programa moderado

El de Anticapitalistas, por el contrario, es más breve en este aspecto y se centra más en el análisis socioeconómico y político, tanto de España como internacional, para comprender las limitaciones y oportunidades que ofrecen a un proyecto como el de Podemos; su análisis y visión se orientan más al medio y largo plazo porque sus objetivos y estrategia son más ambiciosos y requieren de una mayor acumulación de fuerzas no alcanzable inmediatamente.

Una ausencia llamativa importante en los tres documentos es la referida a un análisis profundo del porque, a pesar del período precedente de recortes, austeridad y corrupción, la derecha, aún dividida políticamente, consiguió retener la mayoría de sus apoyos electorales y, aún reconociendo la importancia de los resultados electorales de Unidos Podemos, sin embargo, los partidos sustentadores del régimen del 78 siguieron siendo una abrumadora mayoría parlamentaria. La ausencia de este análisis impide conocer las tendencias políticas profundas existentes en la sociedad, cuales son las bases en que se sustentan, y cuales son posibilidades para cambiarlas. Esta ausencia supone que los proyectos de cada documento se sostienen más en intuiciones políticas o ideas preconcebidas que en datos objetivos de la realidad.

Los tres documentos tienen bastantes puntos comunes en los análisis más generales: las consecuencias sociales de las crisis económicas; la crisis del régimen del 78 y las oportunidades que se abrieron; la crisis de la socialdemocracia, y más en concreto del PSOE; los buenos resultados obtenidos por Podemos, a la vez que su evidente insuficiencia, sin que se aporte una explicación suficiente en ningún caso del apoyo electoral mayoritario a los partidos del continuismo; el repliegue del movimiento de protestas; o la coyuntura internacional, y especialmente europea, de avance de movimientos reaccionarios

Igualmente hay acuerdo en algunos objetivos cuando se expresan en forma genérica, lo que equivale a decir como deseos. Recuperar derechos sociales y libertades cercenados por los gobiernos anteriores, crear un partido más participativo, cambiar el modelo económico vigente en España, rechazar el repliegue nacional apostando por una UE diferente, feminizar la política, o articular medidas de regeneración democrática frente al período de intensa corrupción política anterior. Pero las diferencias aparecen claramente cuando esas generalidades se transforman en un programa para dejar de ser deseos y pasar a ser políticas. Por eso una lectura apresurada o superficial de los documentos puede llevar a la falsa sensación de que no hay tantas diferencias.

Así, los objetivos comienzan a distanciarse al plasmarse en programas de medidas. Los de Iglesias y Errejón, a pesar de algunas diferencias, tienen el mismo objetivo, recuperar las condiciones existentes antes del desencadenamiento de la crisis y regenerar la vida política, aunque introduciendo correcciones en un sentido más avanzado como garantizar una renta básica, o abogando por un cambio de modelo productivo que haga sostenible unos servicios y derechos sociales amplios y de calidad. La ambigüedad aún siendo común a ambos, es más pronunciada en el de Errejón. Los de Anticapitalistas apuntan en un sentido de transformación socialista mediante lo que puede entenderse como un programa de transición.

Si los objetivos de Iglesias y Errejón se alcanzasen se podría interpretar como una recuperación del viejo contrato social keynesiano que sirvió de base a la creación del Estado de Bienestar en Europa, esta vez de la mano de una nueva élite política regenerada que habría sustituido a la de una socialdemocracia en ruinas. Se recuperarían unos niveles precrisis en los servicios y derechos sociales, con un funcionamiento institucional más acorde con el de los países dónde los casos de corrupción son leves o moderados y, tal vez, con medidas sociales como la renta básica asegurada, que ya se está ensayando en Finlandia, o cambios hacia un modelo energético más sostenible, que también se ha impulsado en otros países como Alemania, dónde hace unos años se decidió el rechazo a la energía nuclear.

Alcanzar estos objetivos sería el final del trayecto, pues volverían a dominar los valores y aspiraciones de clase media que asegurarían un largo período de paz social, y cualquier otra alternativa más radical, como la de Anticapitalistas, volvería a ser absolutamente residual.

Sin embargo, en este punto residen las diferencias. Los documentos de Iglesias y Errejón parten primero del supuesto, más intenso en el segundo que en el primero, de que alcanzar esos objetivos será simplemente fruto de un comportamiento honrado y ejemplar de los nuevos representantes, y de una gestión eficaz de los recursos – ayudado por la presión social en el caso de Iglesias – que concite un apoyo electoral capaz de llevarles al gobierno y, desde allí, utilizar el BOE para llevar a cabo la transformación y alcanzar el nuevo pacto social. Y en segundo lugar que la crisis económica desaparecerá del horizonte y España será capaz de impulsar un ciclo de acumulación capitalista basado en sectores de mayor intensidad productiva capaces de sostener las políticas sociales de sus programas.

Ahora bien, si realmente se consolidase la tendencia a la recuperación económica y la situación precrisis, seguramente quien mejor la aprovecharía políticamente sería el PP desde sus posiciones de gobierno para reforzar su mayoría y consolidar un largo período de dominio político. A lo sumo, a las tendencias de Errejón e Iglesias les quedaría el consuelo de reemplazar o compartir la situación de oposición moderada al dominio de la derecha tradicional y participar en un ciclo de turnismo gubernamental que tal vez no fuese ya el bipartidismo anterior, pero tendría las mismas funciones.

Si por el contrario, los supuestos en los que se basan los objetivos de estas dos corrientes no se cumplen, si persiste un débil crecimiento económico basado en sectores de baja intensidad productiva con un mundo laboral crecientemente precarizado y unos servicios sociales degradados, incluso si la crisis económica vuelve a agravarse debido a un desorden creciente como consecuencia de las tendencias proteccionistas internacionales impulsadas por Trump, a las tendencias disolventes en la UE, y al avance de los proyectos reaccionarios en Europa, entonces posiblemente tuviese mayor audiencia el discurso de Anticapitalistas, pero con la incógnita de cuál sería el comportamiento de las otras dos tendencias, especialmente la errejonista, que podría entonces, buscar un proyecto político propio si Podemos se radicalizará.

Notas:

ii Plan 2020. Ganar al Partido Popular, gobernar España.

iii Desplegar las velas: Un Podemos para gobernar.

iv Por la revolución democrática, por una Marea constituyente

Se pueden consultar otros artículos y libros del autor en el blog: http://miradacrtica.blogspot.com/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.