Ha quedado atrás, olvidada como un mal recuerdo, la audacia del pequeño grupo que en su momento supo interpretar el sentimiento y las consignas del 15M. Hablo de aquellas consignas llenas de creatividad que sedujeron a millones y que nos hablaban de una revolución democrática. Es el precio que Podemos ha pagado para ubicarse en […]
Ha quedado atrás, olvidada como un mal recuerdo, la audacia del pequeño grupo que en su momento supo interpretar el sentimiento y las consignas del 15M. Hablo de aquellas consignas llenas de creatividad que sedujeron a millones y que nos hablaban de una revolución democrática. Es el precio que Podemos ha pagado para ubicarse en el «extremo centro».
Cuentan sus amigos que el día de la grabación de «Salvados» el líder de Podemos se retiro con un sabor amargo en la boca. La contrariedad se prolongó hasta la noche del domingo. Al finalizar la emisión Pablo Iglesias tuvo una certeza; había perdido el debate frente a un neoliberal como Albert Rivera.
Hoy nadie discute que Iglesias desaprovechó una oportunidad de oro para explicar su programa económico. Todo el mundo esperaba una respuesta consistente del partido morado. Una posición que esclareciera como va a terminar con el paro y con los crecientes índices de pobreza en España. No hubo tal.
Para dar una respuesta creíble había que mojarse, pero desde hace un tiempo Iglesias elude las definiciones importantes. Con razón la opinión publica al día siguiente se hizo muchas preguntas.
¿Que esta pasando con Pablo? ¿Porque un buen polemista como Iglesias ha sido incapaz de responder acerca del empleo y la economía?
¿Donde quedo el joven profesor que denunciaba a la casta política? ¿ Donde está el apasionado que reclamaba cárcel para los banqueros corruptos y exigía la salida del euro para terminar con la austeridad?
¿En que vuelta del camino quedo esa radicalidad democrática que cautivó a tantos?
La decepción que produjo Pablo Iglesias no es pecata minuta. No se trata de un fracaso personal, es mucho más serio que eso. Es el naufragio, en toda la línea, de una estrategia electoral trabajosamente elaborada por el núcleo duro de la formación morada.
Quienes conocen de cerca lo ocurrido con Podemos certifican que después de las elecciones europeas el eje fundador (compuesto por cientistas políticos y profesores universitarios) definió una estrategia para «asaltar los cielos». La consigna fue; hay que ganar el centro político para llegar a la Moncloa.
El primer Podemos -ese Podemos anticapitalista que nació combatiendo a una Izquierda Unida integrada al sistema- ya no servía para un objetivo tan ambicioso.
Había llegado el momento de mantener una calculada ambigüedad en los temas conflictivos como aprendieron del filósofo peronista y post-marxista Ernesto Laclau. Entonces, se hizo imprescindible moderar el discurso. El programa de gobierno que los llevo a irrumpir con éxito en las elecciones europeas se fue al tacho de la basura
Para llevar a cabo la estrategia de la moderación los capitanes de Podemos necesitaron controlar verticalmente la naciente organización; lo lograron con relativa facilidad en la Asamblea Ciudadana de Vista Alegre. Domeñado el Partido, el paso siguiente fue desplegar la operación de posicionamiento en el «centro del tablero«.
En esta» maniobra centrista» el primer detalle notorio fue la entrevista que hizo la periodista Ana Pastor a Pablo Iglesias. Para sorpresa de los televidentes Iglesias responde con «un no sé» cuando le preguntan que va hacer con las bases de la OTAN en España. De ahí en adelante la entrevista son muchos «no sé» en todos los temas que pudieran aclarar lo que efectivamente piensa.
En realidad, Iglesias muestra que domina a la perfección el lenguaje de la política-espectáculo. Estudioso de la comunicación de masas esta convencido que los votos se ganan en la televisión. Y no se equivoca. Todo vale para la novísima generación de políticos españoles instalados en casi todos los partidos. Con tal de obtener unos cuantos segundos de pantalla, en un horario «prime time», practican genuinos esperpentos.
En esta tarea, Iglesias no se anda con chicas. Ha sido coherente con la estrategia del «centro populista». Por ejemplo; regala al Rey la serie Juegos de Tronos; dedica ásperos mensajes a sus antiguos compañeros de IU; desprecia olímpicamente los símbolos de esa izquierda tradicional; canta, por cierto muy desabrido, una popular canción de Javier Krahe; no tiene empacho en salir de la ducha con el pelo suelto en el programa del corazón de Ana Rosa.
Sin embargo, Pablo Iglesias es mucho más que este show populachero. Sabe que estos gestos son absolutamente insuficientes. Quienes realmente detentan el poder siguen percibiéndolo como una amenaza, Con aplomo, decide que si consigue tranquilizar a los poderosos también tranquilizará a los timoratos sectores medios.
La clave se llama Estados Unidos. Iglesias ha observado que la elite española siempre esta pronta a sumarse disciplinadamente a las decisiones políticas del «líder del mundo libre». La solución esta a la vista. Para transmitir una imagen de «hombre de estado», es necesario sacarse «la foto» con los que realmente mandan.
(Como este articulo no va de ninguna teoría de la conspiración, sino que solo pretende explicar los resultados de la política «centrista» de Podemos, los siguientes enlaces de prensa documentan los esfuerzo hechos en esa dirección por este partido: http://www.eldiario.es/politica/Pablo-Iglesias-embajador-EEUU-situacion_0_362214814.html http://www.elmundo.es/espana/2015/04/15/552e8265e2704eca768b4578.html)
La gran hemeroteca que es Internet lo evidencia. Desde principios de este año la cúpula de Podemos programa una serie de reuniones destinada a enviar una fuerte señal para «apaciguar» a los mercados financieros y calmar las preocupación exteriorizada por influyentes círculos políticos norteamericanos.
La operación empieza en febrero con un viaje de Pablo Iglesias a Estados Unidos; prosigue en marzo, con una amable reunión con el embajador norteamericano en España, se prolonga hasta mediados de abril con otra importante reunión con los representantes del Bank of América. La encargada de este revelador encuentro fue una antigua becaria de la Universidad de California, la socióloga Carolina Bescansa (*).
Como se aprecia en solo tres meses Podemos efectúa un verdadero «rally político»; construyendo tres acontecimientos claves para perfilar el partido como una formación política seria y responsable ante el verdadero poder.
Hasta ese minuto todo parece ir miel sobre hojuelas para los estrategas de la Complutense. Están seguros que ocuparán la «centralidad del tablero». Las encuestas de esos días les profetizan más de un 26 por ciento.
Para este viaje no hacían faltas tantas alforjas
Lo que no calculan estos jóvenes políticos es que la elite gobernante también puede mover ficha. Esa pieza se llama Ciudadanos; partido que emerge con fuerza apropiándose del discurso contra la corrupción de Podemos. Eso sí que ofreciendo un «cambio sensato».
Este movimiento en el tablero pone de manifiesto que las conjeturas de los politólogos universitarios están a punto de irse al traste. Las nuevas encuestas revelan que Ciudadanos ha dado un «sorpasso». La agrupación naranja está ganando ese centro tan ambicionado por los podemitas.
Los recientes estudios demoscópicos, de medios cercanos al partido morado, dan cuenta de este proceso de desafección. La Sexta TV le da un 13,4 por ciento. El Diario.es (periódico digital dirigido el periodista simpatizante de Podemos, Ignacio Escolar) le proporciona un 10.1 por ciento.
Lo que aseveran estos pronósticos es que Podemos está en pleno declive. Carolina Bescansa, experta electoral, se ve obligada a reconocer públicamente esta tendencia.
Pero Carolina, no cuenta toda la verdad. En las ultimas elecciones autonómicas Podemos no superó el 15 por ciento de los votos. Otro gallo cantaría en los próximos comicios si Pablo Iglesias hubiera aceptado la «unidad popular», ofrecida por Alberto Garzón. Los números no mienten; ese 15 por ciento se habría sumado al 5 por ciento de los votos duros de Izquierda Unida.
Todos los analistas estiman, casi por unanimidad, que con la formula propuesta por «Ahora en Común» se habría producido una pujante ilusión ciudadana análoga a la llevo a las fuerzas del cambio a triunfar en Madrid y Barcelona.
En ese escenario, probablemente, Iglesias habría podido disputar los dos primeros lugares con los partidos del régimen. Al revés de lo que muchos creían Pablo no quiso escuchar los consejos de amigos y mentores políticos. En ese momento fue más fuerte la convicción «centrista» del líder podemita.
Los resultados están a la vista. La estrategia planificada por la propia Bescansa es ya un auténtico fiasco. A menos de dos meses de las elecciones, la marcha forzada al centro ha sido un viaje a ninguna parte.
Por el contrario, los resultados de esta periplo han fortalecido el cambio cosmético del PSOE, planificado en detalle por el «viejo» pero astuto Rubalcaba.
La moderación de Podemos, también ha servido de abono para el populismo de derecha de Ciudadanos. Ha legitimado ante la «clase media» un Albert Rivera que sin asco se declara neoliberal para a continuación coincidir en todo lo demás con Pablo Iglesias.
En la práctica Ciudadanos se siente muy cómodo denunciando la corrupción. Total, las mafias corruptas se han transformado en un lastre para el desarrollo del sistema capitalista que defienden él y sus partidarios.
Mientras tanto Podemos no solo pierde fuelle por el centro también pierde rápidamente los votos del pueblo de izquierda que había cifrado ilusión y esperanzas en esta nueva fuerza.
El comienzo del fin de la ilusión se produjo este verano. El drama de Grecia demostró, que sin coraje los gobernantes terminan aplicando la feroz política de recortes que Tsipras esta imponiendo en Grecia con el apoyo de la derecha y de Bruselas.
El respaldo sin fisuras de Pablo Iglesias a Alex Tsipras, a pesar de la escandalosa capitulación de este personaje, ha dejado sin piso programático ni político a Podemos.
Por muchas conferencias de prensa que ofrezca, el partido morado todavía no cuenta con un programa de gobierno que permitan vislumbrar un cambio de régimen.
En el campo económico, sus propuestas programáticas son abiertamente insuficientes. En efecto, Podemos no propone ninguna medida verosímil que ponga fin al austericidio dictado por la Merkel y la Troika. Esto, a pesar que Iglesias entiende muy bien que para terminar con la austeridad hay que salirse del euro.
En el campo político la dirigencia de Podemos ha dado otro paso hacia su institucionalización. Se manifiesta por abandonar su compromiso con un proceso constituyente -realizado desde abajo y por los de abajo- para manifestarse disponible a negociar con los partidos de la casta cinco reformas a la constitución del régimen del 78.
Paso a paso Pablo Iglesias va entrado por la puerta ancha a la «normalización» de los políticos al uso. Con la ayuda de medios de comunicación afines está logrando transformar a Podemos en un partido más del sistema.
Sin embargo, los vertiginosos acontecimientos de este año electoral amenazan con una derrota histórica para estos discípulos Laclau y partidarios intransigentes de los significantes vacíos en la política. Las elecciones catalanas han puesto ante sus ojos un hecho inevitable; las antiguas contradicciones territoriales y de clase siguen vivitas y coleando en la vieja España.
Ante esta nueva manifestación de la crisis, muy rápido de reflejos, Podemos se prepara para endurecer su discurso. Desde ya, su eficaz aparato de propaganda esta utilizando -en las redes sociales- antiguas declaraciones de Julio Anguita para reivindicar el origen izquierdista de la formación.
El problema es que ya nadie sabe donde está y a donde va Pablo Iglesias y Podemos ¿Es el partido anti-casta o es solo un afable contertulio que comenta al señorito Albert Rivera «si seguimos así podríamos ir juntos a las elecciones».
Lamentablemente ha quedado atrás, olvidada como un mal recuerdo, la audacia del pequeño grupo que en su momento supo interpretar el sentimiento y las consignas del 15M. Hablo de aquellas consignas llenas de creatividad que sedujeron a millones y que nos hablaban de una revolución democrática. Es el precio que Podemos ha pagado para ubicarse en el «extremo centro».
Nota:
(*) Es importante esta reunión porque el Bank of América no es cualquier Banco, según Forbes es la tercera empresa más grande del mundo. Este gigante es uno de los responsables directos de la crisis del 2008. Esta implicado hasta el tuétano en la estafa de las sub-prime y ha sido acusado por el gobierno de defraudar escuelas, hospitales, y otras reparticiones estatales, además de a millones de norteamericanos. A pesar que todavía se amontonan en los juzgados miles de demandas sin resolver, las multas que ya ha tenido que pagar el Banco creado por el inmigrante italiano Amadeo Giannini suman muchos cientos de millones de dólares.
Emilio Pizocaro, periodista
Fuente: http://socialismo21.net/podemos-y-un-viaje-al-centro-politico/