Termina diciembre y no voy a ser yo quien se quede sin publicar su personal anuario, que la culpa es de los medios que nos acostumbraron en estas fechas a elegir el personaje, la película, el mejor gol del año, y ahora no nos resignamos a echar el cierre sin antes hacer memoria. Yo prefiero […]
Termina diciembre y no voy a ser yo quien se quede sin publicar su personal anuario, que la culpa es de los medios que nos acostumbraron en estas fechas a elegir el personaje, la película, el mejor gol del año, y ahora no nos resignamos a echar el cierre sin antes hacer memoria.
Yo prefiero el recuento de inmundicias en boca de quienes nos gobiernan. Como ya hice con la pasada cosecha me voy a limitar en la presente a recoger las breves muestras que mi memoria me permite y que presento de manera aleatoria. Al criterio del lector encomiendo el color de la medalla. Son 10 frases que resumen el año, que nos dicen qué somos y en manos de quién estamos.
La primera frase guarda relación con la muerte de Iñigo Cabacas. A Cabacas lo mataron en abril del 2012, pero ha sido este año cuando a través de Gara se pudo conocer su sentencia de muerte y la identidad de uno de los responsables, Iñaki Larrea, alias «Ugarteko», alias «3316», alias «ertzaina» y autor de la frase: «A ver, le repito las órdenes para que queden bien claras… entren al callejón con todo lo que tenemos, entren a la Herriko… y entonces estará la situación controlada».
La segunda frase, a cargo de la alcaldesa de Madrid, batió récords de audiencia y estupor. También de carcajadas. Tuvo el infortunio de elegir el peor escenario para soltarla aunque sabido es que nunca ha conocido un escenario bueno y que, como siempre, se mostró generosa a la hora de quedar en evidencia. Aunque algunos todavía lo pongan en duda, Ana Botella estaba defendiendo en Brasil la candidatura de su ciudad para unos juegos olímpicos. Apeló al inglés, su mejor aliado para hacer el ridículo: «Relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor».
Un día antes, y es la tercera frase de este resumen del año y segunda de la alcaldesa, se las ingenió, todo en la misma rueda de prensa, para no responder a lo que se le preguntaba (sobre el paro en el estado español) y ofrecer además, sintaxis al margen, cifras contradictorias: «Tenemos el 90% de las infraestructuras hechas. Son unas infraestructuras de gran calidad. Tenemos instalaciones deportivas de gran… (en este punto la señora Botella respinga, boquea, busca desesperadamente un adjetivo nuevo antes de darse por vencida) …calidad. Y eso creemos que puede ser una nueva forma de ser candidato una ciudad con el 80% de las infraestructuras hechas.»
En lo que se tarda en leer tres líneas Madrid ya había perdido un 10% de sus infraestructuras de gran… calidad.
La cuarta evacuación es de Mariano Rajoy. Aunque la depuso en febrero sigue manteniendo a fin de año la esplendidez de su enunciado, y no se trata de la típica marianada. En esta frase, junto al clásico cretinismo, Rajoy también manejó otros ingredientes, como el cinismo y la desvergüenza cuando afirmó: «No he cumplido con mis promesas pero he cumplido con mi deber.»
¿Y tenía algún otro deber el presidente que no fuera cumplir con sus promesas?
A Mariano Rajoy también le endoso la quinta frase que, como la que le precedió, es una salsera mezcolanza de imbecilismo agudo e ingenioso cinismo y que tuvo lugar en plena ebullición pública de los papeles de Bárcenas: «¡Todo es falso… salvo alguna cosa!»
La sexta frase, y que conste que no es nada personal, también es de la autoría de Ana Botella. Días después de que, cual Cruella de Vil envuelta en un abrigo de pieles y patinando sobre altos tacones negros, inspeccionara la basura acumulada en las calles de la capital, para entonces ex candidata olímpica, la alcaldesa de Madrid creyó llegado el momento de condensar en una sola frase su más profunda convicción, su más antológica demostración de vida neuronal, y así cerrar la boca de un ingrato concejal que reclamaba explicaciones sobre la huelga. Naturalmente, como es norma en ella, volvió a elegir para tan insólita deflagración un pleno del ayuntamiento que gobierna y en el que no suelen faltar micrófonos y cámaras. Lo peor, sin embargo, fue el énfasis de su evacuación o, lo que es lo mismo, el tamaño de la boñiga y el entusiasmo con que la aderezó: «La reforma laboral del Partido Popular es la ideología que ha traído mayor progreso a la historia de la humanidad… y si no, hagan ustedes un recorrido por el mundo».
Para no abundar en más detalles, España se le quedaba pequeña y Europa no era suficiente. A punto estuvo de ser el mundo mundial. De ahí su insistencia en que la ciudadanía haga recorridos por el mundo. Supongo que a ello se debe el que cada día sean más los españoles que huyen. Algunos, incluso, han llegado hasta Laponia, como pretendía la CEOE, en busca de trabajo. Y todo debido a ese ancestral «impulso aventurero» que norma nuestro indómito carácter, como explicaba el caso la secretaria general de Inmigración.
Y en cuanto a la historia de la humanidad ya iba siendo hora de que alguien la pusiera en su lugar. El mundo, la historia, la humanidad… sólo son chascarrillos en boca de la señora Botella.
La marianada, ese género que se caracteriza por afirmar o negar lo contrario de lo que se niega o afirma, de manera que nadie entienda nunca nada y que también se conoce como «arte de hablar mierda», no es exclusiva del presidente del gobierno aunque sea Mariano Rajoy, a quien debe su nombre, quien más se esmere en difundirla. En la pasada cosecha Rajoy nos dejó tres marianadas brillantes (» Haré cualquier cosa aunque dijera que no la iba a hacer», «Haré todo lo posible para que Europa haga todo lo posible» o «Hemos decidido no pedir el rescate pero eso no significa que no lo pidamos») y para esta cosecha también ha hecho sus aportes en este género. A destacar, en relación a la instalación de cuchillas (concertinas) en las alambradas de Melilla, su cínica ingenuidad: » N o sé si pueden producir efectos que afecten a las personas, no hemos tomado una decisión sobre este asunto pero está en estudio».
Claro que Rajoy no es el único intérprete de marianadas con que cuenta el gobierno español. Otro de s us más virtuosos ejecutores, José Manuel Soria, ministro de Industria, disipaba cualquier duda: «El gobierno ni sube ni baja la luz.» La diferencia entre Soria y Cantinflas es que éste hubiera agregado: «…sino todo lo contrario» y nosotros nos hubiéramos reído.
Dolores de Cospedal, que cultiva todos los géneros, también es una experta en marianadas y a esta especie corresponden dos de sus conclusiones más juiciosas: «Todo el mundo lo sabe porque lo sabe todo el mundo» y «Alguien hace un chantaje cuando tiene algo con lo que hacer un chantaje… y si alguien puede hacer un chantaje… él sabrá».
Donde Dolores de Cospedal sentó cátedra con una pieza inolvidable que ya es parte de la historia de la retórica española, fue durante una rueda prensa en la que la portavoz del Partido Popular trataba de explicar cómo se resolvieron los vínculos contables entre Bárcenas y su partido. Su célebre monólogo «Indemnización en diferido» ya es un clásico del humor: «La indemnización que se pactó fue una indemnización en diferido… y como fue una indemnización indifi… en diferido, en forma, efectivamente, de simulación, de… simulación, o de… lo que hubiera sido en diferido en partes de una… de lo que antes era una retribución, tenía que tener la retención a la Seguridad Social.»
Consta que no estaba ebria ni eran las tres de la mañana de un sábado loco a las puertas de un bar. Y, peor todavía, también consta que la presidenta de Castilla es o era la portavoz -léase bien- ¡portavoz! del Partido Popular. En algunas escuelas del tercer mundo tienen esta pieza como refuerzo audiovisual emocional para que el alumnado recupere su confianza y autoestima. A ello se ha debido, probablemente, que se haya podido frenar la deserción escolar.
Un impresentable habitual en el género Cinismo-XXL es el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. A él corresponde otra de las frases del año: «Los salarios no están bajando en España, están creciendo moderadamente».
Del mismo tono, la frase que nos dejara José de la Cavada, director general de Relaciones Laborales de la CEOE, cuando preocupado por los 3 días libres que las empresas deben darles a sus trabajadores cuando se les muere la madre, por ejemplo, o un hijo, argumentó: «hoy día los viajes no se hacen en diligencia».
Si quieren una frase con marcado arraigo publicitario, ninguna más oportuna que la que entregara a este anuario Rubalcaba cuando eufórico cerraba el congreso del partido socialista al grito de: «¡El PSOE ha vuelto!» Lo mismo sirve para un champú, que para una moda, un número de circo o una película de terror. Y eso cuando nada se había dicho antes de su partida, tampoco de su destino.
Uno de los personajes más siniestros de la política española es el ministro del Interior Jorge Fernández Díaz. Ningún pendón como el ministro para hermanar en un solo entrecejo la legión española y la virgen del Pilar. De ahí que haya días en que se levanta en trance, bajo la inspiración de Monseñor Escrivá y nos viene con presagios del tipo de: «El matrimonio gay no garantiza la pervivencia de la especie» o «El aborto tiene algo que ver con ETA»; como hay días en que se despierta camorrista y nos sale con chuscas amenazas: «¡El marcador de la ilegalización se ha puesto en marcha!» o con nostálgicos reproches a las autonomías: «Les aseguro que si fuera el Cuerpo Nacional de Policía o la Guardia Civil (alude a la Ertzaintza) eso no se habría producido… porque la profesionalidad del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Cicil está plenamente acreditada. Cumplen órdenes y las saben cumplir muy bien». El «eso» al que se refería el ministro era la supuesta exaltación del terrorismo en el que incurren los familiares de un preso vasco cuando lo abrazan al quedar en libertad.
Soraya Sáenz de Santamaría tampoco ha querido dejar pasar el año sin hacerse sentir. Numerosas memeces de su autoría han sido candidatas a este breve anuario: Por problemas de espacio les dejo tres que podrían catalogarse como exploraciones suicidas: «No se puede mantener lo que no funciona», «Ya se ha acabado el tiempo de no hacer nada» y «Esto no se va a parar».
Razón no le falta, de ahí lo suicida de la exploración, y es que no se puede mantener ni un día más lo que no funciona, un gobierno de defraudadores, de patanes mangantes y arrogantes chorizos, que ha incumplido todas sus promesas, que ha irrespetado todos sus acuerdos, que miente más que habla, que multiplica el paro y los desahucios, que contamina todo lo que toca, que infringe sus propias leyes y que nos despoja del derecho a la salud, a la educación y a la vida. Y ya se ha acabado el tiempo de no hacer nada porque hay que organizarse, hay que salir a la calle y enfrentar cada despropósito y protestar ante cada desmán, ante cada golpe y atropello de un gobierno en el que resulta imposible distinguir ineptos de sinvergüenzas. Porque no hay que mantener lo que no funciona, porque ya se ha acabado el tiempo de no hacer nada y porque, en este digno empeño, no se va a parar.
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