Tal vez alguien puede considerar el titulo anterior muy «catastrofista», o incluso abstracto. Por tanto sería bueno matizarlo. Es evidente que UGT y CCOO pueden mantenerse durante mucho tiempo como simples aparatos financiados por las distintas instituciones de las Administraciones Publicas. La pregunta hace referencia concretamente a la posibilidad de que UGT y CCOO pierdan, […]
Tal vez alguien puede considerar el titulo anterior muy «catastrofista», o incluso abstracto. Por tanto sería bueno matizarlo. Es evidente que UGT y CCOO pueden mantenerse durante mucho tiempo como simples aparatos financiados por las distintas instituciones de las Administraciones Publicas. La pregunta hace referencia concretamente a la posibilidad de que UGT y CCOO pierdan, o reduzcan sensiblemente, la gran capacidad de movilización y convocatoria que han tenido hasta el momento presente, entre los trabajadores y la mayoría de la población.
En las últimas elecciones sindicales estas dos organizaciones obtuvieron más del 75% de la totalidad de los delegados sindicales. En los últimos años las mayores movilizaciones contaron con su respaldo, quizás con algunas excepciones en el caso de Euskadi, con LAB y ELA-STV, o en Galicia con la CIGA.
El pasado 14 de noviembre, durante su tercera convocatoria de Huelga General, asistimos a manifestaciones multitudinarias, que causaron sensación en toda Europa. Pero ese día también vimos como cuando los dirigentes de dichas organizaciones, tomaban la palabra, al final de las mismas, la actitud de la abrumadora mayoría de los asistentes, era de ignorancia total hacia los mismos. Los trabajadores habían acudido para protestar contra esta brutal política de austeridad que esta atacando nuestros salarios reales y nuestros empleos, nuestros salarios indirectos( Estado de bienestar) y nuestros salarios diferidos (pensiones), pero no esperaban nada del discurso y las ideas de los dirigentes sindicales..Probablemente valoraban muchísimo más la existencia de estas organizaciones sindicales históricas, tradicionales (UGT cumple este año 125 años), que fueron construidas con grandes sacrificios por nuestros padres y nuestros abuelos, algunos pagaron incluso con su vida bajo el franquismo para defenderlas, que el discurso y la política de sus dirigentes.
Los dirigentes sindicales organizaron la llamada Cumbre Social, y la presentaron como una especie de alianza con otros movimientos sociales, que impulsaría un Referéndum contra el gobierno. Nunca más se supo del referéndum, y las movilizaciones intersectoriales más numerosas que se han celebrado desde noviembre han tenido lugar al margen de dichas estructuras. Probablemente por primera vez en años, se puede decir que las movilizaciones del 23 de febrero convocadas por la convergencia de las diferentes Mareas, y otras organizaciones políticas y sociales de izquierda, sin participación de los sindicatos, alcanzaron un éxito sin precedentes, un éxito de participación ciudadana que para nada desmerece lo sucedido el pasado 14 de noviembre. Por tanto se empieza a hablar de la posibilidad de movilizar a grandes sectores de la población sin necesidad de participación de los sindicatos..por primera vez. Esto no quiere decir que de momento, se pueda plantear, con garantías de éxito, una nueva Huelga general sin la participación de UGT y CCOO, pero si grandes movilizaciones como las referidas del pasado 23 de febrero… que deberían ser motivo de análisis por sus dirigentes: La critica a sus políticas, claramente por la izquierda, va en aumento. La sensación de que los dirigentes de UGT y CCOO quieren organizar Huelgas Generales simplemente para mantener su «espacio», pero de ninguna manera quieren plantear una lucha seria en el terreno político y sindical, contra la política del gobierno, también es una idea que se abre paso en muchos y amplios sectores de los activistas y la población.
Después de cinco años de crisis económica sin precedentes, la afiliación a estas organizaciones no solo no ha aumentado sino que ha disminuido; la vida interna de las mismas sigue siendo escasa. Los debates que inevitablemente están teniendo lugar entre capas a cada paso más importantes de activistas y trabajadores tienen escaso reflejo dentro de dichas organizaciones. No parece que surjan distintos puntos de vista dentro, que reflejen las posiciones de distintos sectores de la clase obrera, sino que más bien parece producirse un cierre de filas en torno a los aparatos de las mismas. Todo parece indicar que estas organizaciones experimentan un progresivo alejamiento de la vida y las preocupaciones de la clase obrera y los asalariados. Si surgen conflictos en su seno, son debidos a temas burocráticos, de poder, de influencia, y casi siempre alejados de los problemas más perentorios de la mayoría de los trabajadores. Hay numerosos síntomas que demuestran que el enorme capital acumulado por estas organizaciones, puede estar siendo malgastado, debido a su política o su falta de política, a su actitud ambigua en relación con el gobierno. Parecen oponerse, pero no demasiado. Convocan Huelgas, pero no con el objetivo de cambiar la política de este gobierno, sino mas bien, de controlar el movimiento y evitar que el conjunto de los trabajadores llegue a la conclusión que tiene que organizarse, que no basta la movilización por importante que esta sea, si quiere ganar las batallas contra la salvaje política de austeridad impuesta por el gobierno del PP, y por la Troika (BCE, CE, FMI).
Todo esto sucede cuando la última Reforma Laboral, mas bien habría que decir Contrarreforma, del Gobierno del PP, reduce notablemente su margen de maniobra, su capacidad para representar a los trabajadores, ya que reduce el papel de la negociación colectiva y de los convenios superiores al nivel de empresa, y ataca hasta los mas mínimos derechos de los trabajadores, conquistados desde la transición. Ataca tan salvajemente los derechos de los trabajadores, que la interlocución sindical queda notablemente reducida. En esas circunstancias, su anterior política de pactos y consenso, que desarrollaron durante mas de 25 años, se ve muy debilitada. La patronal, quizás con la excepción de las grandes empresas, no negocia, no pacta, simplemente impone su ataque salvaje. En las grandes empresas los sindicatos se limitan a refrendar los ataques al salario, al empleo y a las condiciones de trabajo, sobre todo en las multinacionales del automóvil, bajo el chantaje patronal de llevarse el trabajo a otra parte. Por tanto desde el punto de vista institucional, sobre todo desde el punto de vista de la representación sindical y la negociación colectiva, su papel se está viendo muy reducido.
En el periodo anterior de bonanza económica, aunque sobre bases ficticias, los sindicatos capitalizaban las mejoras salariales y sociales que se lograban en los convenios. Esto contribuyo a que los trabajadores les viesen como algo útil. Pero ahora se está llevando a cabo el mayor ataque a nuestros salarios que se recuerda en décadas, se reducen nuestros empleos y los que se quedan en las empresas, trabajan a ritmos muy superiores con el fin de incrementar la productividad. Las pequeñas empresas se quedan huérfanas, e incapaces de enfrentarse a los ataques de la patronal. Los trabajadores de las PYMES se sienten abandonados, y todas las iniciativas de coordinación, unificación y centralización de las luchas, se están haciendo no solo al margen de los aparatos sindicales, sino con su manifiesta oposición. A veces parece que ponen mas tesón en luchar contra dichas iniciativas que contra el gobierno y la patronal…
Precisamente ahora, en pleno desarrollo de la política de austeridad y recortes, que lo que necesitarían los trabajadores, más que nunca, son sindicatos combativos, que organicen a los trabajadores, que encaucen sus ideas y desarrollen sus debates, los aparatos de UGT y CCOO siguen empeñados en dedicarse a prestar «servicios», y actuar como OFICINAS de Representación. Ahora que su única posibilidad de acercamiento a los trabajadores seria ponerse al frente de la movilización y organización de los trabajadores, empezando por sus capas más activas, siguen empeñados en mirarse el ombligo y llevar a cabo un cierre de filas, como ha sucedido en el reciente congreso de CCOO,y sucederá muy probablemente en el congreso que UGT va a celebrar del 10 al 13 de abril. Cuanto más demandan los trabajadores esa función de las organizaciones sindicales, mas se empeñan estas en negarla.
Pero lo que es innegable, lo que es inevitable, es que si, como es previsible, la crisis continua, e incluso se profundiza, millones de trabajadores sacaran la conclusión de su experiencia, que necesitan organizaciones sindicales fuertes para enfrentarse a la patronal y a su gobierno. Pero en esa tesitura no está nada claro que, si las cosas siguen así, puedan expresarse a través de UGT y CCOO, cuando esto suceda, es decir cuando los trabajadores puedan sacar la conclusión e la necesidad de organizarse.
Estas organizaciones sindicales canalizaron la radicalización de los trabajadores en los años 70.
Recién legalizados hacia la mitad de 1977, en dos años se habían convertido en organizaciones de millones de afiliados, que buscaban alternativas de lucha y movilización. La fiesta duro poco..ya que entraron en los famosos Pactos de la Moncloa, se cambio ajuste salarial por una hipotética «consolidación de la democracia», y pasaron a convertirse en un freno importante del movimiento. La recesión del 79 al 82, muy profunda, con importantes aumentos del paro, influyo negativamente en el desarrollo del movimiento obrero. De cualquier manera las organizaciones sindicales conservaban un enorme prestigio. En el 86 CCOO se opuso al primer ajuste de las pensiones puesto en marcha por Felipe González mediante la convocatoria de una Huelga General. UGT no apoyo, por su dependencia del Gobierno PSOE, pero en el 88, el 14 de diciembre ambas organizaciones convocaron una de las huelgas generales más exitosas, sino la que más de la democracia. La economía empezaba a recuperarse, los beneficios empresariales también y Solchaga insistía en el ajuste salarial y social. Los trabajadores no lo consintieron..Exigieron su parte en el crecimiento de la tarta, después de años de duros ajustes y ataques a su nivel de vida. Y lo consiguieron…lo que también fortaleció a los sindicatos.
Sin embargo en las políticas neoliberales uno de los pilares era reducir a la mínima expresión la fuerza y la capacidad de movilización de los sindicatos. Asi lo hizo Reagan cuando destruyo el sindicato de los controladores aéreos en Estados Unidos y despidió a 12000 trabajadores, o la Sra. Thacher, cuando derroto a los mineros ingleses en el 85, y ataco brutalmente a las Trade Unions británicas. Los sindicatos empiezan a perder afiliación., como reflejo de los comienzos del debilitamiento del movimiento obrero. Las tradiciones de organización, lucha y movilización sufren un cierto revés, la burguesía en su ánimo de debilitar a los sindicatos o bien los destroza como Reagan, o bien trata de alejarlos de las fabricas, del sindicalismo de combate, sustituirlo por el eufemístico sindicalismo de servicios. Este proceso se facilito en algunos países como el nuestro con una generosa financiación por parte de las Administraciones Publicas. Aunque no dispongo de los datos de CCOO, si puedo afirmar que en UGT, el dinero ingresado por las cuotas de sus afiliados, no supera a penas el 5% de sus ingresos. Creo que el proceso en CCOO sigue líneas parecidas, aunque probablemente no llegue a esos niveles alarmantes. Evidentemente sería un error afirmar que la dependencia extraordinaria en su financiación de las organizaciones sindicales, es la única explicación, ni siquiera la explicación fundamental, en este proceso de transformación de unos sindicatos parcialmente combativos en los 70, incluso en momentos de los 80, en organizaciones totalmente burocratizadas, y desprestigiadas ante los ojos de sectores muy importantes de la población. Pero también es un error afirmar que todo lo referente a la financiación de los sindicatos, con sus lacras y su repercusión social, no ha jugado ningún papel en este proceso.
En estos momentos la sociedad está totalmente sensibilizada hacia los procesos de corrupción que se manifiestan en las distintas esferas de la política , de las administraciones, y de la sociedad. ¿Son los sindicatos ajenos a estos procesos de corrupción?
Para cualquier organización de trabajadores, sea esta un partido político o un sindicato, una financiación limpia y trasparente, es siempre una garantía de su independencia política. Estamos asistiendo al Caso Bárcenas, en el que si algo parece claro es que los grandes empresarios de este país dieron cantidad de millones de euros a este partido a cambio de Contratos millonarios de las Administraciones Publicas. Asistimos a todo tipo de problemas en la financiación de otros partidos políticos de la izquierda como el PSOE, en el Caso Filesa…
En la historia del movimiento obrero desde Lenin, que planteo aquello de que «ningún representante obrero debería de ganar más que el sueldo de un obrero cualificado», siempre se le ha dado enorme importancia a la trasparencia de la financiación de las organizaciones y al nivel de vida de los dirigentes obreros.
En los últimos años además de las numerosas subvenciones recibidas de las Administraciones Publicas, tanto nacionales como europeas, hemos asistido a constantes denuncias, rumores y artículos, que ponían en tela de juicio que la actuación de los sindicatos en la tramitación de los ERE,s y en la gestión de las enormes cantidades recibidas para gestionar la formación, fuesen legales, éticas, limpias y trasparentes.
El escándalo de los ERE,s en Andalucía ha estallado. Efectivamente esta subjudice, la Juez Alaya acusa a los sindicatos UGT y CCOO de percibir 4,2 millones en sobre comisiones, pagados por la consultora VITALIA. Dicha Juez dice que en la parte del sumario que continua secreto, hay mucha información… En la última semana tanto Méndez como Toxo, se han referido a esta situación. Ninguno de los dos ha negado tajantemente estas acusaciones… Parece ser que las consultoras Vitalia y Uniter, «han pagado las comisiones de los ERE andaluces a las corredurías de seguros Atlantis e ITG, adscritas a las centrales nacionales y no a las regionales.» (El Pais 6-4-2013). En la misma información se dice que «En 2009, un año antes de que estallara el escándalo, CCOO paralizo una investigación interna que buscaba aclarar las irregularidades detectadas en los ERE. La sección de textil y químicas (FITEGA) de Málaga propuso informar a la ejecutiva regional sobre posibles fraudes. Pero el sindicato freno en seco la iniciativa bajo la amenaza de expulsar a la ejecutiva malagueña y sustituirla por una gestora» (noticia citada).
Todo parece indicar que escándalos como este no ayudan nada a fortalecer el prestigio de los sindicatos. En la encuesta de Metroscopia «Barómetro de Confianza Institucional», en el apartado de Los sindicatos se dice que de 100 personas encuestadas, 26 les aprueban y 70 les desaprueban. Evidentemente somos conscientes que una parte de esta crítica es por parte de la derecha, por parte de aquellos sectores, que les gustaría que los sindicatos, lejos de fortalecerse, desaparecieran, y también es cierto, que tienen una aprobación mayor que los obispos, la patronal, el parlamento, el Gobierno, los bancos y los partidos políticos, todas ellas instituciones terriblemente desprestigiadas. A los bancos solo los aprueban 8 de cada 100.. Pero este resultado demuestra el progresivo deterioro de su imagen y de su influencia en los últimos años..
De cualquier manera el tema que más comentarios suscita, que más criticas concita en las Redes sociales, es la utilización, presuntamente fraudulenta, que los sindicatos hacen de los numerosos fondos recibidos para la formación no reglada. Dichos fondos totalizan miles de millones de euros, recibidos del Fondo Social Europeo, de las cuotas de empresarios y trabajadores y también de los Presupuestos Generales del Estado y otras Administraciones Publicas. Por supuesto todos estos fondos recibidos no afectan exclusivamente a UGT y a CCOO, sino que se reparten entre las distintas patronales, empezando por la CEOE, y la práctica totalidad de las Organizaciones sindicales que existen en este país.
La pregunta que surge siempre es si, inevitablemente, el hecho de recibir fuertes subvenciones de las Administraciones Publicas, condiciona la política a seguir por las direcciones de los sindicatos de clase. La respuesta debería ser que no necesariamente. De hecho yo viví una experiencia en sentido contrario en la lucha de los estudiantes de 1986. Alfredo Pérez Rubalcaba se reunió con Juan Ignacio Ramos, a la sazón principal líder de la organización para amenazarle con cortar cualquier fondo , cualquier subvención al Sindicato de Estudiantes. Rubalcaba dijo que no estaba dispuesto a pagar «pirañas que le coman los cojones». Al día siguiente, sin embargo la dirección de los estudiantes denuncio el burdo chantaje, y pidió financiación a los estudiantes y demás sectores para continuar las luchas. Pero mucho me temo que esta no ha sido la práctica de las direcciones sindicales en los últimos veinte años. Mas bien la contraria. Los gobiernos han utilizado las subvenciones para condicionar la política de los dirigentes sindicales, y estos han acabado envueltos en la maraña de presiones cruzadas de las Administraciones y determinados sectores de los aparatos, lo que les llevo a adoptar una política sindical a cada paso más dependiente del Aparato del Estado y cada día mas alejada de los intereses y necesidades de la clase obrera. Conocemos numerosos ejemplos en los que se firmaron convenios, contra la mayoría expresa de los trabajadores, simplemente porque las Administraciones condicionaban la firma y la consiguiente subvención a la paz social. La burocratización, las expulsiones las querellas, llevaron a muchos de los mejores trabajadores a alejarse de las organizaciones sindicales, y a la dirección de los mismos a apoyarse en una red clientelar que lo último que le interesaba eran las reivindicaciones de los trabajadores y las tradiciones del sindicalismo de clase.
La derecha y sus gobiernos, al mismo tiempo que financiaban a las Centrales sindicales, ponían en marcha campañas de desprestigio de las mismas, utilizando precisamente para ello argumentos relativos a su financiación y a su burocratización. Hay sectores de la derecha mediática que usan constantemente la financiación espuria de los sindicatos y su falta de transparencia para desde la caverna mediática de la ultraderecha, no solamente desacreditar a los sindicatos, sino al mismo tiempo a bogar por su debilitamiento, e incluso por su desaparición. El gran capital siempre ha tenido una doble táctica con las organizaciones sindicales,: utilizar y desprestigiar. Ahora que debido a su política, su prestigio ha bajado mucho, tratan a toda costa de ningunearlas, reducir su papel a la mínima expresión, como ha sucedido en la última contrarreforma del gobierno de Rajoy.
Que esa falta de transparencia existe, es algo evidente, que la financiación de los sindicatos es presumiblemente muy opaca, es de dominio público, que en el entorno de los sindicatos, abundan los nichos de corrupción, también es algo muy probable y que seguramente una investigación en toda regla demostraría palmariamente. Los ERES, han sacado a la luz a un Señor llamado Juan Lanzas, que según Mendez abandono la UGT en 2002. Muy probablemente en el entorno de UGT hay bastantes personajes que siguen patrones similares.
Yo en mi condición de sindicalista de UGT, y trabajador asistí en Noviembre de 2010 al Congreso de UPTA-España, la organización que dirige Sebastián Reyna, antiguo Tesorero de UGT, en la época de PSV, y que continúo en el cargo bajo la dirección de Candido Mendez, hasta que fue procesado, y al final absuelto. Pues bien en dicho congreso sucedió algo que me pareció insólito. La Comisión Revisora de Cuentas, obviamente presidida por un hombre de confianza del Secretario General, obvio cualquier informe, cualquier rendición de cuentas al Pleno del Congreso. ¿Acaso actuaciones así no le llevan a uno a plantearse si las cuentas reflejan realmente la «imagen fiel» de la organización?. Actuaciones así impiden totalmente el control democrático que los trabajadores deben de tener siempre y en todo momento sobre los dirigentes de sus organizaciones, y socaban totalmente la democracia interna en el sindicato.
Estas prácticas repelen profundamente a cualquier luchador obrero, a cualquier trabajador honrado y de ninguna manera contribuyen al fortalecimiento de las organizaciones sindicales. Al contrario ayudan a las campañas de desprestigio de la burguesía.
Sería muy importante que el próximo 41 Congreso de la UGT que se reúne en Madrid, del 10 al 13 de abril, pusiese en marcha un proceso que concluyese con la limpieza de los establos de Augias de la UGT. Pero parece que Candido Mendez va a continuar. Lleva 19 años al frente de la organización. Parece ser que vino para calmar las aguas de PSV, y a fe mía que lo logro. Hoy UGT tiene una estructura de negocios, empresas y clientelar, cuyos principales exponentes, dominan totalmente la organización. La continuidad de Mendez, presumiblemente es la condicion sine qua non para la continuidad del sindicato de intereses. Sin duda la clase obrera de este país ha pagado un precio: Hoy en UGT reina la paz de los cementerios, son excepciones los debates de ideas, y aunque el liderazgo de Mendez no se haya distinguido en estos 19 años por la aportación de cualquier idea o iniciativa interesante-parece que fue suya la idea de ir a visitar a Merkel para protestar por los malos modales de Rajoy-sino mas bien se haya distinguido por ser un oscuro hombre del aparato, y en su haber haya que poner el más bajo nivel de afiliación de la UGT en años, y seguramente el menor prestigio de la organización en décadas, parece que nadie objetara su continuidad. Por tanto ¿Hasta cuando la paz de los cementerios dentro de UGT?
Sería interesante que dijese a cuánto asciende el nivel de cuotas de la UGT, en proporción a sus gastos, para que comprobásemos hasta qué punto la financiación del sindicato descansa en ingresos ajenos totalmente a los afiliados, a los trabajadores, situación que hace más difícil una política de independencia de clase, y que en las condiciones actuales podría ser o convertirse en una cuestión de vida o muerte.
Precisamente por eso acabaremos planteándonos de nuevo la pregunta inicial ¿Qué futuro tienen los sindicatos, qué futuro tiene la UGT?
En un momento u otro, cientos de miles de trabajadores se plantearan la necesidad de afiliarse a sindicatos que les ofrezcan un marco de lucha y combate contra los salvajes ataques del gran capital en un contexto de crisis capitalista. Pero no está escrito que inevitablemente se expresaran a través de UGT y CCOO. Si continua «la paz de los cementerios» eso puede contribuir a alejar a esos trabajadores de dichas organizaciones, si el aparato sigue protagonizando esos cierres de filas espectaculares, para salvar sus intereses, sin importarle lo que sucede con la clase obrera, llegara un momento en el que los trabajadores busquen otras vías de expresión, al margen de dichas organizaciones, particularmente de la UGT. Evidentemente con los datos que tenemos, deberíamos de huir de planteamientos rotundos, pero la evolución que están tomando los acontecimientos nos lleva a plantear esa posibilidad muy seriamente.
Luis Osorio, Economista, exsindicalista de UGT.
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