En esto tiempos donde por desgracia resulta fácil encontrar ágrafos dispuestos a mantener a toda costa «su creencia» mientras rehuyen el análisis crítico o la evidencia, es frecuente que se etiquete de «populista» a cualquier propuesta que plantee resistencias a la demencial situación política, social y económica que vivimos. Curiosamente al manido recurso descalificatorio están […]
En esto tiempos donde por desgracia resulta fácil encontrar ágrafos dispuestos a mantener a toda costa «su creencia» mientras rehuyen el análisis crítico o la evidencia, es frecuente que se etiquete de «populista» a cualquier propuesta que plantee resistencias a la demencial situación política, social y económica que vivimos.
Curiosamente al manido recurso descalificatorio están recurriendo sin disimulo nuestros oligarcas. Husmean que se está articulando una alternativa contraria al falso pensamiento único» que lograron imponer a finales del siglo XX. No pueden consentirla y van a cercenarla.
Esta circunstancia propicia que encontremos de todo a poco que paseemos el bazar de la bisutería capitalista publicitado machaconamente en sus medios de difusión ideológica. Ellos se encargan de repetir día sí y al otro también consignas que contribuyan a mantener su dominio y a la vez resaltan las aportaciones de los » empleados del mes», esos personajes de segunda fila, en su mayoría políticos, que repiten como papagayos lo que al Poder le interesa.
Entre los subalternos ha brillado con luz propia en la última semana – con lo difícil que resulta destacar en un «mercado » tan saturado de rebuznos y sandeces- el perenne diputado Alfonso Guerra.
En un artículo publicado en la revista Tiempo, el burócrata del PSOE mantuvo que «tras años de descrédito y abandono por la inmensa mayoría de los ciudadanos han renacido de sus cenizas los neofascismos, de manera muy intensa en algunos países como Francia, Holanda, Austria y Grecia, y los neocomunismos, especialmente en Grecia y España«, ratificando el núcleo duro de su afirmación en el delirante debate que sostuvo con Juan Carlos Monedero en Las Mañanas de Cuatro.
Nuestra particular Casandra, centinela siempre alerta, ha puesto de camino su granito para evitar la decadencia de Occidente al ofrecer como solución de los problemas que acucian al país «el necesario entendimiento entre PP y PSOE«.
Algunos despistados que en su ingenuidad siguen situando al Partido Socialista dentro del campo de la Izquierda difusa, se han sorprendido. Quienes conocen la trayectoria del personaje no. Guerra ha hecho lo que sus mentores querían que hicieran: dejar explícita la pertenencia de su formación al Sistema y subrayar, para que no haya dudas en tiempos de turbación, que el PSOE es una organización dinástica, la otra pata que sostiene, contra viento y marea, al Régimen Borbónico.
Intenta aprovechar para ello que somos el país de la desmemoria histórica potenciada por el poder. Al igual que se nos pidió que olvidáramos a los fusilados en la cuneta (eso sí mientras subían a los altares a los muertos franquistas) y que no señaláramos a quienes se enriquecieron en la Dictadura y siguieron haciéndolo con negocios turbios en la democracia, ahora nos piden que consintamos el borrado de todos los casos de Corrupción (Gürtel, ERE, Pujol… la lista interminable) para empezar de nuevo con un «Todo limpio. Aquí no ha pasado nada».
En ese contexto las palabras de Guerra cobran sentido pleno. Preparan el escenario para que los implicados se junten la crema unos a otros y no terminen quemados por la descomposición. Se harán amnésicos al ritmo de «hoy por ti, mañana por mí».
Resulta irónico sin embargo que el encargado de recordar al resto de la jauría las servidumbres sea «el Guerra». Un apunte de urgencia para los desmemoriados antes mencionados: haced una rápida lectura de su trayectoria política. Sin desperdicio.
Más allá de la «anécdota» de ser diputado desde 1977 -apenas han pasado 37 años- o que, como a tantos otros «psoeros», el corazoncito republicano nunca le ha impedido defender a ultranza a papá Juan Carlos y ahora al niño, su biografía está preñada de malos chascarrillos y poses. Es la perfecta encarnación del político que dice una cosa para terminar haciendo la contraria.
Desde las gordas del «OTAN de entrada no» para acabar de perro faldero de EEUU o la defensa encarnizada de lo Público mientras abría el camino de las privatizaciones de empresas estatales muy rentables que luego seguiría el PP, a las más personales de un entorno familiar -«caso Juan Guerra»- arrimado al poder para obtener beneficios.
Siguiendo la estela del Lerroux, rey del Paralelo barcelonés, mantenía el verbo incendiario para enmascarar un comportamiento conservador y al grito de «dales caña, Alfonso» deleitaba a su público con una colección de aforismos tipo «Vamos a poner a España que no la va a conocer ni la madre que la parió», «Mi hermano utilizó un despacho oficial para funciones de asistente», «El que se mueve no sale en la foto»…
La representación estelar anual solía dejarla para la fiesta minera que UGT organizaba en Rodiezmo de la Tercia. Allí, siguiendo el ritual de pañuelo rojo al cuello, puño en alto y canto de la «La Internacional» reivindicaba por unas horas los perdidos orígenes obreros. Nada extraño en un país donde el obispo de Valencia es capaz de predicar pobreza mientras le sostienen una capa magna que es la envidia de cualquier novia a la que guste el vestido clásico.
Pero debemos reconocerle que pese a todos los fallos de coherencia y todos los agujeros negros que jalonan su trayectoria, no carece de olfato político y su veteranía le ha hecho leer bien la actual situación española: el peligro que corren todos los mandamases del Sistema (Casta si se prefiere) si logra articularse un eje alternativo.
La Izquierda afrontará estos meses preelectorales el riesgo del «yo soy más que tú» (rojo, asambleario, democrático…) y puede perder la energía intentando averiguar si somos galgos o podencos. Dejémonos de zoología porque aunque no sepamos con certeza lo que somos, si sabemos que en la otra orilla solo hay buitres.
Los cañones del poder están apuntando. Los voceros en nómina también. Y no en balde en su punto de mira están Syriza y Podemos. Por desgracia, aunque los militantes estén en todas las levaduras y luchas no ven peligro en otras organizaciones que también cuestionan el Régimen Bipartito.
Por eso quieren desprestigiar como sea la lectura alternativa que buena parte de los españoles hacen del actual tiempo político. La que pasa por diseccionar el Sistema corrupto y no conformarse con un apresurado lavado de cara. La que trata de impedir que con la excusa de la «Regeneración o nuevos Códigos Éticos y de comportamiento» se compren alfombras gigantescas para tapar la corrupción.
Tienen el suficiente cinismo para esconder la basura bajo ellas y, pese a que por las dimensiones de los casos de podredumbre se formen cordilleras, decir que el paisaje es llano.
Pretenden parar la bola de nieve, desactivar el peligro enmerdando, tergiversando. Y aquellos que han predicado una idea regalando oídos para terminar haciendo la contraria o utilizado una fraseología de lucha social y clases mientras se daban codazos para ocupar sillones en los consejos de administración / asesoramiento de multimillonarios-multinacionales, no se cortarán a la hora de acusar de populistas a quienes pretenden hacer frente a su dominio.
El posicionamiento de Guerra nos sirve para intuir la jugada, las cartas que la Casta lleva. Sabemos que a mayor desasosiego muestran mayor agresividad y no solo verbal. Que se lo pregunten a Venezuela, Honduras, Paraguay o Ucrania. Por defender sus intereses literalmente matan.
Así que no perdamos de vista con quienes nos enfrentamos y hasta donde están dispuestos a llegar en la defensa de sus privilegios de clase. Y esto nos debe llevar a aparcar pequeñas mezquindades e intentar sumar el máximo de fuerzas.
A los pocos días del 15M nuestro compañero Julio Anguita escribió en el blog del Colectivo Prometeo un artículo que tuvo mucho eco. Se tituló «Son los nuestros». No lo olvidemos. Tampoco a quienes no lo son de ninguna manera. Esos son los rivales. Nunca los que nos acompañan, aunque utilicen palabras o estéticas diferentes, en la misma trinchera.
Juan Rivera. Colectivo Prometeo
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