Parafraseando a Antonio Machado cabe decir: Es un tiempo de mentira y de infamia, a los pueblos del Estado español, de carnaval vestidos nos los pusieron, pobres, escuálidos y beodos, para que no acertaran la mano con la herida. «Por Ahora». Con estas palabras Hugo Chávez reconocía en 1992 y transmitía a sus compañeros de […]
Parafraseando a Antonio Machado cabe decir: Es un tiempo de mentira y de infamia, a los pueblos del Estado español, de carnaval vestidos nos los pusieron, pobres, escuálidos y beodos, para que no acertaran la mano con la herida.
«Por Ahora». Con estas palabras Hugo Chávez reconocía en 1992 y transmitía a sus compañeros de armas y a su pueblo, en los pocos segundos que se le concedieron en los medios de comunicación oficiales tras ser derrotado, que los objetivos de derrocar al gobierno corrupto del socialdemócrata Carlos Andrés Pérez no se habían conseguido. Lejos de ser un mensaje de derrota, ese «por ahora», se constituyó como un mensaje de esperanza y una propuesta de lucha. El pueblo de Venezuela lo repitió en pintadas de los barrios y pueblos asumiéndolo como una bandera de futuro, de organización y resistencia que se transformaría en realidad pocos años después.
Iniciativa Internacionalista no ha conseguido un diputado en estas elecciones europeas pero ha iniciado un camino, el único camino posible. Ha sido identificada por el poder como el enemigo a batir, precisamente porque reunía con la suficiente fuerza las dos grandes líneas que representan la ruptura con los pilares fundamentales en los que se asienta el poder del imperialismo español y de sus clases dominantes: una izquierda política y sindical subordinada, el aislamiento y la fragmentación de las organizaciones obreras y, de forma destacada, la desvinculación de estas últimas con las izquierdas independentistas del Estado.
Este proceso electoral ha estado marcado por la criminalización más brutal de II-SP al que siguió una losa de aislamiento mediático, seguida con disciplina militar por todos los medios de comunicación estatales y locales. El enemigo estaba identificado y a él, desde el poder, ni agua.
Otra cosa muy distinta es lo que hemos podido construir en estos pocos días.
En primer lugar, romper toda la estrategia central del gobierno y de las clases dominantes a las que representa: aislar a la izquierda abertzale. Su objetivo ha sido desde la Transición y lo es hoy que la clase obrera y los pueblos del Estado español no consiguiéramos identificar como compañeros de lucha a quiénes en las condiciones más duras imaginables han conseguido articular la lucha de su pueblo. Este objetivo es hoy más crucial para ellos, precisamente cuando la crisis económica golpea duramente a la clase obrera, cuando es imprescindible articular sujetos políticos independientes del poder y cuando la Soberanía Popular -con mayúsculas- se levanta como prioridad vital.
Los 180.000 votos de Iniciativa Internacionalista son votos militantes, de clase y por la soberanía de los pueblos. Y además se alzan sobre el potente pilar del ejemplo de la resistencia de Euskal-Herría, por sus derechos como pueblo, y sobre su potente movimiento obrero representados en la huelga general del 21 de mayo.
A Iniciativa Internacionalista nadie le vino decir cómo constituirse, pero Iniciativa Internacionalista se ha nutrido del ejemplo de dignidad y de lucha del pueblo vasco.
Ningún Rubalcaba nos va a impedir construir nuestras alianzas, ni saber desde donde reconstruimos nuestra identidad, nuestra memoria recuperada y nuestra fuerza como pueblos y como clase.
Iniciativa Internacionalista es una gran puerta abierta y quienes sabemos que eso sucede pocas veces en la historia, vamos a utilizarla con todas nuestras fuerzas.
Vamos a consolidar esa avalancha de unidad y de esperanza que ha hecho posible que las organizaciones más diversas entendamos que cada una de nosotras no somos suficientes para alumbrar lo necesario y que juntas somos mucho más que la suma de todas: la posibilidad de articular la fuerza de clase y de pueblos necesaria en estos momentos.
La gran enseñanza de estas elecciones es la potente posibilidad de este intento que debe echar raíces, convocar a muchos más y organizarse.
Los tiempos que se avecinan, las dimensiones de la crisis capitalista y el anunciado pacto social, cuyas consecuencias demoledoras están cayendo sobre sobre la clase obrera y las clases populares, exigen una respuesta política organizada y nos demandan construir esa fuerza. El aquí y ahora, nos exige a cada una y cada uno de nosotros actuar en consecuencia. No vale la ciber-militancia. El valor de los medios de comunicación alternativos, de nuestra herramienta de información, depende de que exista una organización real. Hay que organizarse, hay que militar, hay que constituirse como poder de clase y popular. Nuestra fuerza debe partir de cada empresa, de cada centro de trabajo, de cada asociación popular, de cada movimiento. La militancia organizada -en toda su pluralidad- debe erigirse en baluarte de poder popular.
Iniciativa Internacionalista como camino de unidad, como puerta abierta es el único camino posible para articular la fuerza de los pueblos y como germen del nuevo movimiento obrero imprescindible, de clase y combativo.
Hoy, nuestro «por ahora», es también un llamamiento urgente a la organización y a la lucha. La única esperanza posible.