Respeto a los derechos humanos de los inmigrantes y movilización por la convivencia Comunicado del Sector Crítico de CCOO Ante las muertes y la violenta represión de inmigrantes africanos en la frontera de Ceuta y Melilla y su posterior detención, expulsión y abandono a su suerte en el desierto, el Sector Crítico de CCOO quiere […]
Respeto a los derechos humanos de los inmigrantes y movilización por la convivencia
Comunicado del Sector Crítico de CCOO
Ante las muertes y la violenta represión de inmigrantes africanos en la frontera de Ceuta y Melilla y su posterior detención, expulsión y abandono a su suerte en el desierto, el Sector Crítico de CCOO quiere denunciar la situación y exigir las siguientes medidas:
1. Respeto escrupuloso a la Declaración Universal de Derechos Humanos, que se está violando en múltiples aspectos en la frontera de Ceuta y Melilla y por parte de los gobiernos marroquí y español. Para ello exigimos el fin de la represión, la retirada del ejército, el cese de unas ilegales deportaciones fulminantes que, además, suponen dejar tirados en el desierto y condenar al hambre y a la muerte a cientos de inmigrantes, incluidas mujeres y niños. El gobierno español debe de exigir al de Marruecos que ponga fin de inmediato al traslado de inmigrantes al desierto del Sahara y que respete los derechos humanos fundamentales.
2. Cumplimiento de la legalidad nacional e internacional vigente (Tratados Internacionales en materia de DDHH, ley de Extranjería…) especialmente en relación a los refugiados que solicitan asilo político, menores y mujeres embarazadas, y respecto al concepto de frontera, ya que no existen zonas de extraterritorialidad ni «tierra de nadie» donde no impere la ley y los derechos para las personas.
3. Ayuda humanitaria inmediata para los inmigrantes que han entrado en España y para los que vagan y son dispersados por el desierto. Se deberá disponer para ello de los recursos necesarios para atender a los inmigrantes que han llegado a nuestro territorio (sanitarios, alojamiento, alimentación, vestido, etc.) y poner en marcha los acuerdos existentes con las comunidades autónomas para evitar la saturación de Ceuta y Melilla. Pero la ayuda tiene que ser más amplia y dirigida a las zonas de origen de los movimientos migratorio: la situación actual del África subsahariana es de auténtica catástrofe humanitaria (cientos de miles de victimas por falta de agua, comida y medicinas y totalmente ausentes de los medios de comunicación). Naciones Unidas, la Unión Europea y el G-8 deben de tomar medidas urgentes destinando recursos que hasta ahora se han negado sistemáticamente, para evitar que se sigan produciendo esa masiva tragedia evitable y que fruto de ella oleadas de personas d esesperadas se desplacen para entrar en el ámbito de los países ricos. De lo contrario, los problemas no habrán hecho más que empezar, y podrán alcanzar una gravedad insospechada.
4. Programas de desarrollo a medio y a largo plazo. No se le pueden poner vallas ni alambradas al hambre y a la desesperación. Hay que combatir las causas del mismo en los países africanos que se debaten entre la miseria, la corrupción y las guerras civiles. Ello pasa por impulsar la paz, la condonación de la deuda externa, el cumplimiento de las ayudas al desarrollo (0,7% del PIB) y la implantación de la tasa Tobin para asegurar inversiones en la zona que generen riqueza, actividad y empleo. Hay que cambiar radicalmente las políticas impuestas por el FMI, el BM, y la OCM (control del agua por las multinacionales, expulsión o exclusión de los campesinos de sus tierras, eliminación de subvenciones agrícolas a los campesinos o los subsidios a los alimentos básicos, etc.).
5. Actuación inmediata de la Confederación Sindical de CCOO en la línea anterior, en vez de estar prácticamente desaparecida del conflicto. Urgen iniciativas en relación al Gobierno, la Comisión Europea, los sindicatos marroquíes, la Confederación Europea de Sindicatos, las principales ONGs que están sobre el terreno y la visita de la máxima representación de CCOO a Ceuta y Melilla.
6. Urgente movilización social y ciudadana para que se aseguren los derechos humanos y se ponga fin a las penalidades de los inmigrantes deportados al desierto. No nos cabe ninguna duda que si estuviera gobernando el PP se estarían convocando movilizaciones desde la izquierda. Los sindicatos de clase deberían de participar activamente en la convocatoria de grandes manifestaciones por los derechos de los inmigrantes, el fin de la represión y contra el hambre en el mundo. Sería la única manera de no ser cómplices con nuestro silencio del drama y de la vergüenza que se está viviendo en Ceuta y Melilla.
7. Realización de intensas campañas ciudadanas y educativas por la integración social de los inmigrantes (con dotación de medios suficiente,) como vía necesaria para evitar que crezcan los niveles de xenofobia y racismo entre sectores de la población española. De lo contrario, si por acción u omisión y desde los poderes públicos, partidos, sindicatos, etc., se genera un clima de miedo a la inmigración, de exageraciones manifiestas de «invasión» del territorio nacional para justificar el envío del ejército a Ceuta y Melilla…) estaremos abonando un terreno en el que se producirán cada vez más brotes de violencia, graves problemas para la convivencia y un avance de las posiciones de ultraderecha.
Madrid, 13 de octubre de 2005 Sector Crítico de CCOO
¡No a la Europa fortaleza! ¡Abajo los nuevos muros de la vergüenza!
Declaración de Espacio Alternativo
Desde finales de septiembre la cadena de represión, asesinatos y condena a muerte que están sufriendo miles de personas subsaharianas cerca de la frontera más desigual del mundo está provocando la indignación justificada de muchos ciudadanos y ciudadanas de la Unión Europea y de Marruecos. La construcción de nuevos muros de la vergüenza en Ceuta y Melilla y su creciente militarización, unida a los acuerdos de «cooperación» con la dictadura marroquí para que se encargue del «trabajo sucio», a cambio de mayor apoyo económico, revelan la verdadera cara racista de la política que practican la Unión Europea y el gobierno español en relación con las migraciones. El discurso de la «alianza de civilizaciones» queda de esta forma desenmascarado como mera retórica frente a la cruda realidad de los hechos: la firme disposición a cerrar por la fuerza bruta las puertas de «Occidente» a aquellas personas que procedan de países víctimas del expolio histórico y actual que ese mismo «Occident e» ha ejercido y ejerce sobre esos pueblos y que no se ajusten a los criterios de «admisión» establecidos arbitrariamente por los gobiernos.
Como se afirma con razón en la Declaración de Larache, suscrita recientemente por asociaciones de los dos lados de la frontera del Norte de Africa, «Europa tiene que asumir su responsabilidad histórica y actual en la situación de todo un continente que hoy tiene más de 100 millones de pobres extremos. Con la destacada participación de empresas transnacionales, a Africa y a los africanos se les ha expoliado y esquilmado, se les ha condenado a la desvertebración y a la miseria. Y cuando, fruto de su extrema situación, intentan emigrar, Europa les impide hacerlo legalmente y no les dejan otra alternativa que intentar la terrible travesía de la emigración irregular».
El gobierno de Zapatero es política y moralmente responsable de la tragedia humana creada debido tanto a su negativa a reconocer el derecho de asilo y refugio a personas procedentes de unos países en situación de emergencia humanitaria como a su decisión de enviar al ejército y dar plena libertad al gobierno marroquí para enviar a la muerte a esas mismas personas.
Pero el gobierno español está actuando en realidad como el vigilante de las fronteras de una Unión Europea que en los últimos tiempos está endureciendo su política migratoria, restringe los criterios de protección de demandantes de refugio y asilo y crea nuevas zonas de «apartheid» mediante «campos de internamiento» alrededor de todas las fronteras que la circundan, mientras sigue resistiéndose a cambiar radicalmente sus políticas económicas y comerciales en relación con el Sur y condiciona sus «ayudas» a la colaboración de los países empobrecidos en la represión de la inmigración «ilegal».
Urge exigir un cambio de rumbo profundo en las relaciones de la Unión Europea y del gobierno español con los países del Sur y con la emigración que permita:
La desmilitarización de las fronteras, el reconocimiento del derecho de asilo y refugio a todas las personas procedentes de países subsaharianos que se encuentran en Marruecos, Ceuta y Melilla y la depuración de responsabilidades por las muertes producidas en las últimas semanas
La modificación sustancial de las políticas migratorias, de asilo y refugio de la UE, el reconocimiento del derecho de ciudadanía basado en la residencia y la derogación de la Ley de Extranjería
La abolición de la deuda externa, la dedicación del 0,7 % del PIB de la UE a la Ayuda a esos países y el cese del expolio de sus recursos por las grandes multinacionales europeas.
¡Ningún ser humano es ilegal! ¡Otra Europa es posible!