Cada día parece más evidente que si hay algo que no se tolera en nuestras avanzadas democracias occidentales es la denuncia del intolerable acoso al que se ve sometido el gobierno venezolano por parte de los medios de comunicación occidentales. Y, para muestra, otro botón. En lugar de sacudirse el estrés invernal en alguna terraza […]
Cada día parece más evidente que si hay algo que no se tolera en nuestras avanzadas democracias occidentales es la denuncia del intolerable acoso al que se ve sometido el gobierno venezolano por parte de los medios de comunicación occidentales. Y, para muestra, otro botón. En lugar de sacudirse el estrés invernal en alguna terraza veraniega -que es lo que mola-, a Rosa Regàs -escritora y ex directora de la Biblioteca Nacional- no se le ha ocurrido otra cosa que salir a la palestra en El Periódico para defender algunos de los logros de la «vilipendiada revolución bolivariana» (¿Por qué contra Hugo Chávez?). Pues bien, las reacciones de los grandes medios españoles no se han hecho esperar. Dime lo que defiendes y te diré de lo que careces: del mínimo respeto por la democracia, por los derechos humanos, por la libertad de expresión, conceptos todos ellos -según dicen- constantemente pisoteados por el «populista» presidente venezolano.
Lo grave de todo esto es que si la terca realidad le da alguna razón a la escritora catalana, ya sabemos… peor para la realidad. Rosa Regàs es consciente -quizá porque no suelen aparecer en los periódicos- de los importantes logros sociales conseguidos en los últimos años por el gobierno venezolano; y así lo recoge en su artículo. Pero, al margen de ello, lo que no olvida -como hacen otros con demasiada frecuencia – es que el conjunto de fuerzas políticas que respaldan el proceso de cambios democráticos y pacíficos en Venezuela ha ganado con amplia mayoría once elecciones consecutivas, en presencia de observadores internacionales -entre los cuales modestamente me cuento- y de representantes de medios de comunicación de todo el mundo.
Probablemente sepa también que el pueblo venezolano -algo tendrá que decir- muestra un altísimo nivel de satisfacción con el funcionamiento de la democracia, sólo por detrás de Uruguay. O que el 65% de los venezolanos aprueban la gestión del gobierno que encabeza Hugo Chávez. O que el 72% de los ciudadanos creen que con sus decisiones el gobierno busca el bienestar de la gente. (Informe Latinobarómetro 2006).
Sabrá también que en Venezuela no se ha cerrado un canal de televisión contrario al gobierno, sino que simplemente, en un ejercicio de soberanía democrática, se ha desestimado la renovación de la licencia para emitir en abierto a una cadena golpista que acumulaba decenas de irregularidades muy poco democráticas. Por cierto, ¿sabrán todos aquellos «intelectuales y periodistas de tumbona», todos aquellos que sin haber puesto un pie en el país suramericano se dedican a escribir al dictado de los grandes intereses empresariales, sabrán, digo, que en los últimos años más de 300 medios de todo el mundo han sido clausurados o desprovistos de sus licencias por gobiernos democráticos sin que nadie haya puesto el grito en el cielo? ¿Por qué contra Hugo Chávez?
Pero no es la primera vez que Rosa Regàs mete el dedo en la llaga. En otro artículo publicado en agosto de 2004 bajo el título «Hugo Chávez» la escritora catalana se pregunta: «¿Qué es democrático para vosotros? ¿Que ganen los que querían recuperar el poder antes de tiempo, los que intentaron un golpe de estado apoyados por los grandes poderes y los medios de comunicación de su país y del nuestro? ¿Esto es democracia? Os lo diré más claro: para vosotros, déspotas ilustrados, niños mimados de la UVI de Europa, sofisticados hombres y mujeres que olvidáis que también existe el hambriento 80% de la población mundial, no hay más democracia que la que aúpa al gobierno a quien tiene poder y dinero, no a quien elige el pueblo; al hombre blanco, no al mestizo; al que defiende las prebendas de las multinacionales, no a quien tiene en cuenta la dignidad de los desarrapados; al político sumiso con el emperador del mundo, no al que hace frente a la oligarquía, los sindicatos, la Iglesia y los medios, y se atreve a pregonar que «Bush es un pendejo»». Se puede decir más alto.
Lo que yo me pregunto es por qué puñetera razón Rosa Regàs tiene que soportar en estos días las descalificaciones de numerosos medios de comunicación españoles. ¿Será por defender la política democrática y soberana de un país democrático de los despiadados ataques de medios de comunicación supuestamente defensores de la democracia? ¿O por atreverse a decir que dichos medios no van desnudos, sino vestidos con los ropajes de los grandes intereses empresariales? El delito de Rosa Regàs no es otro que el de demostrar su incapacidad para entender y soportar lo que pasa. Y el de haber tenido las suficientes agallas -con la que está cayendo- para expresarlo públicamente. ¿Tendrá algo que ver todo esto con su reciente salida de la Biblioteca Nacional? Vaya con Rosa todo mi respeto y solidaridad.
* Josu Cristóbal de-Gregorio. Profesor de Filosofía del Derecho. UNED.