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Por qué no debemos creer a Rubalcaba

Fuentes: Rebelión

El 9 de julio de 2011 Alfredo Pérez Rubalcaba dio su primer discurso como candidato del PSOE a la presidencia del gobierno en las próximas elecciones generales. Según El País se trató de un discurso con «ganas e ideas» que supone un «moderado giro a la izquierda» de su partido (1). Voy a argumentar por […]

El 9 de julio de 2011 Alfredo Pérez Rubalcaba dio su primer discurso como candidato del PSOE a la presidencia del gobierno en las próximas elecciones generales. Según El País se trató de un discurso con «ganas e ideas» que supone un «moderado giro a la izquierda» de su partido (1). Voy a argumentar por qué no debemos creer nada de esto.

En primer lugar no debemos creer a Rubalcaba porque es un político. Esto no es lo mismo que afirmar que todos los políticos mienten, sino adoptar una postura de incredulidad a priori. En otras palabras, de entrada no creer ninguna promesa que haga un político, y mucho menos cuando está en precampaña electoral. Creo que ésta es la actitud más democrática para cualquier ciudadano, permanecer siempre escéptico y crítico ante el poder y juzgar a partir de los hechos, no de los discursos. Por supuesto, los políticos siempre piden lo contrario, que les tengamos confianza, pero es que ellos no creen realmente en la democracia.

Sé que es desagradable e incómodo pensar así, siempre desconfiando y con la guardia alta, teniendo claro que los intereses de la clase política no coinciden con los de la ciudadanía, o incluso son opuestos a ella. Pero más desagradable es confiar y luego ver, con estúpida perplejidad, cómo nos reducen las prestaciones sociales, nos despiden del trabajo o nos quitan nuestra casa.

Si el hecho de ser un político no es suficiente para el descrédito, pensemos en qué clase de político es Rubalcaba. Es un hombre que ha hecho carrera en diferentes gobiernos, con Felipe González hace casi 20 años y ahora con Zapatero, siempre al lado del poder, obediente y sin cuestionar las directrices. ¿Por qué debemos pensar que hará algo distinto, más «a la izquierda»? ¿tal vez porque su discurso, a unos meses de las elecciones, así lo sugiere?

Pero continuemos y supongamos que nada de lo anterior nos hace desconfiar de nuestro hombre. Hemos oído, visto o leído su discurso y queremos creer que esta vez sí será diferente. Analicemos, por tanto, cuáles son esas palabras que tanto nos han seducido, empezando por su pasaje más contundente, aquel que parece contener un compromiso irrenunciable, el de la sanidad:

«Es una de las pocas cosas sagradas e intocables para el conjunto de los españoles, también para el Partido Socialista, también para mí. Y os diré: vamos a hacer bandera de la Sanidad Pública. Os lo diré de otra manera, no vamos a hacer nada, no voy a hacer nada, no voy a firmar nada, no voy a acordar nada que debilite nuestro sistema de salud. Y nada es nada.» (2)

¿Cómo incumplir una promesa tan firme y enfática como ésa? Parecería imposible, ni siquiera para el miembro con menos vergüenza de la clase política. Sin embargo, es bastante habitual no sólo que los políticos incumplan sus promesas de forma flagrante sino que además se justifiquen negando que las hayan incumplido. Veamos un ejemplo reciente.

Queda bastante cerca en el recuerdo ese 12 de mayo de 2010 en que Zapatero anunció una reducción histórica de las prestaciones sociales. Con esa acción contradecía lo que había asegurado tan sólo unos días antes, hecho que inicialmente fue reconocido por el propio gobierno, como Rubalcaba en una entrevista en la SER unos días después, contestando a una pregunta sobre el cambio de rumo de la política del gobierno. Así lo explicaba,

«(…) el domingo se reúne el Ecofin y en una tarde improvisaron, y fíjese que lo digo a posta, 750.000 millones de euros. Improvisaron, según el señor Rajoy y muchos otros sesudos economistas que dicen que improvisan, improvisó toda Europa (…) y es que esta crisis es así, es una crisis primero muy novedosa, con elementos que nunca hemos conocido; segundo, muy profunda, y tercero, es instantánea, y o reaccionas instantáneamente o, como decía un amigo mío, cuando quieres volver en sí ya eres cadáver, y por eso se tienen que hacer las cosas así, deprisa. A eso se le llama improvisación, yo lo llamo gobernar, porque si no hubiéramos hecho el domingo eso, es decir, poner encima de la mesa 750.000 millones de euros, (…) el lunes igual nos pegamos un susto espectacular (…)» (3)

Es decir, en una sola tarde se reúnen las élites políticas e «improvisan» que los estados aportarán la friolera de 750.000 millones de euros, sin más explicación que «la crisis es así» y que si no se hace «nos pegamos un susto espectacular». A eso, cambiar radicalmente de política, incumpliendo lo prometido en la campaña electoral y sin consultar a la ciudadanía, Rubalcaba lo llama «gobernar». Toda una lección de democracia.

En definitiva, estemos de acuerdo o no con la decisión que tomó el gobierno, lo que ilustra este ejemplo es que no hay ninguna garantía de que lo prometido en los discursos vaya a cumplirse. Si el gobierno juzga que las circunstancias justifican un cambio de política, incumplirán sin ningún problema las promesas, y a la gente no le quedará más papel que el de meros espectadores de su estafa.

Pero la desvergüenza e impunidad de la clase política no se reduce a eso sino a negar la realidad, ¿o no ha dicho Zapatero un año después «miente como un bellaco quien diga que hemos retrocedido en políticas sociales»?(4)

La facilidad que tienen los políticos para negar los hechos no descansa sólo en su falta de vergüenza sino también en la vaguedad del lenguaje que utilizan en sus discursos, una cualidad que forma parte de su oficio. Si analizamos, como es el caso ahora, el discurso de Rubalcaba no veremos ni una palabra concreta sobre gastos o presupuestos. El candidato socialista, de forma muy consciente, utiliza un verbo como»debilitar» al referirse a lo que supuestamente no hará con el sistema de salud.

¿Qué es debilitar la Sanidad Pública? ¿qué margen hay para interpretar eso? Por ejemplo, si el presupuesto en Sanidad se reduce, ¿habrán debilitado el sistema de salud o podrán defender que  han «racionalizado los gastos» y «optimizado los recursos», lo cual no sólo no debilitaría la Sanidad sino que la fortalecería? Veamos otro ejemplo, el de las pensiones.

El 21 de julio de 2011, el Congreso aprobó la reforma del sistema de pensiones, que prevé alargar la edad de jubilación hasta los 67 años. Según el Ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, esto no sólo no supone «ningún recorte» sino que se trata de una reforma que «consolidará el sistema», augurando que las pensiones se «triplicarán o incluso más», ¡a partir de 2040 o 2050! (5) No hay límites al cinismo.

Volvamos al discurso de Rubalcaba para otro ejemplo sensible, el de la educación,

«atender a los niños que empiezan a tener retrasos, reforzar sus estudios, hacer una atención singularizada para prevenir el abandono escolar; porque se puede prevenir. Veo a algunos que me miran diciendo que eso es muy caro, y a esos les tengo que decir que si eso es caro, cómo de cara es la ignorancia. Eso es lo que les tengo que decir.»

¿Hay que asumir que piensa gastar más en educación? Si hubiera querido decirlo, lo habría dicho, y el electorado tendría algo claro a lo que agarrarse. Pero aquí sólo hay unas reflexiones muy obvias y que de hecho no suponen novedad alguna sobre lo que ya se intenta hacer en los centros educativos (lo sé bien, soy profesor de secundaria). ¿Hará algo nuevo Rubalcaba en ese tema? Nada en su discurso así lo indica.

Pero si no lo creemos no hay más que releer el programa electoral del PSOE para las elecciones de 2008, que sobre educación decía más o menos lo mismo,

«(…)tenemos que adoptar las medidas necesarias para que ningún alumno menor de edad abandone el sistema educativo sin la formación necesaria para su desarrollo personal y profesional, lo que requiere centros con mayor autonomía, para que puedan avanzar hacia una enseñanza más individualizada que responda a las necesidades del alumnado.» (6)

O el programa electoral para 2004, que entre el «conjunto de medidas para prevenir el fracaso escolar» incluía lo siguiente,

«Avanzaremos hacia una enseñanza más individualizada, para dar una respuesta adecuada a la diversidad de intereses y motivaciones del alumnado, fruto de situaciones y proyectos familiares diversos.» (7)

En otras palabras, si lo prometido en unas elecciones no se ha cumplido, vuelva a prometerse para las siguientes, que para eso la memoria colectiva es corta. Mientras tanto, seguimos a la cola de Europa en fracaso escolar y peor que hace 10 años (8).

Comentemos ahora brevemente otros brindis al sol, pero con la copa en la mano izquierda, del candidato «socialista»:

«Pronto será el momento, será el momento de pedir a las cajas y a los bancos que de sus beneficios, dejen una parte para la creación de empleo. Y lo haremos y lo podemos hacer.»

¿De qué está hablando, tal vez de aumentar los impuestos a los bancos? En absoluto. Nuevamente, si hubiera querido decir eso, lo habría dicho. Pero no, lo que ha dicho es que los bancos pongan algo de dinero «para la creación de empleo». Eso puede ser cualquier cosa, desde facilidades de crédito para abrir empresas, cursillos, etc. Es decir, nada que pueda asustar a «los mercados», lo mismo que esto,

«Es intolerable, es indecente, es absolutamente inmoral que el mundo viva con los paraísos fiscales.»

Sí, sí, un discurso contundente, pero no propone nada para acabar con ellos salvo que «tenemos que hacer política» y tópicos huecos por el estilo. Vamos, que no hará nada.

«Hablamos de que tiene que haber una tasa de transacciones financieras.»

Y esa tasa, según el realismo rubalcabiano, se logra del siguiente modo,

«Pongámosla en Europa y, desde la fuerza europea, pidámosla en el mundo.»

Claro que sí, seguro que eso funciona. Por último, aquí están los proyectos para dos colectivos que preocupan mucho a Rubalcaba,

«me preocupa el colectivo de los jóvenes que abandonaron el sistema educativo sin haber acabado sus estudios (…). Para ellos hay que hacer programas específicos que combinen las dos cosas que necesitan: formarles y trabajo.»

Algo que sin duda a nadie se le ha ocurrido antes, lo mismo que la revolucionaria idea para el otro colectivo, «el que ha estudiado y que ahora no encuentra un empleo»,

«Para ese colectivo tenemos que hacer un esfuerzo suplementario. Hay que darles una primera oportunidad, un primer trabajo, porque sabemos que cuando entras en el mercado laboral es mucho más fácil quedarse en él.»

¿Cómo estar en desacuerdo con esto? A los que aún no han trabajado, darles un primer trabajo. Fabuloso.

No sigo porque aburriría más de la cuenta al lector con más de lo mismo en un discurso que como mínimo es una tomadura de pelo al ciudadano. Eso sí, con un trabajado estilo retórico, el que proporciona muchos años de experiencia en la profesión.

Resumiendo, tanto si consideramos su condición de político, como su papel en distintos gobiernos, como su discurso vacío, no cabe racionalmente conceder la menor credibilidad a Rubalcaba. Claro que como decisión táctica el votante puede considerar cuál es la alternativa y votar al PSOE como mal menor, porque eso es lo único que nos permite este sistema político, que llaman democracia pero no lo es. Y aunque saberlo e indignarse no sea suficiente para cambiarlo, es necesario empezar por ahí.

Notas:

Editorial de El País, 10/07/2011

http://www.rubalcaba.net/docs/DISCURSO%20DE%20RUBALCABA%20EN%20ACTO%20PROCLAMACION%20COMO%20CANDIDATO%20090711.pdf

Entrevista para el programa de la SER «A vivir que son dos días», 16/05/2010

http://www.elpais.com/articulo/espana/Zapatero/Miente/bellaco/quien/diga/han/retrocedido/politicas/sociales/elpepuesp/20110510elpepunac_51/Tes

http://www.cronicasdelanzarote.es/spip.php?article35116

www.psoe.es/download.do?id=118560

http://www.cadenaser.com/comunes/2004/elecciones2004/programas/psoe_programa.pdf

http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/20110131/bruselas-avisa-del-altisimo-fracaso-escolar-que-padece-espana/687270.shtml

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.